Ayer en Paracho, Michoacán, el presidente Andrés Manuel López
Obrador denuncio el déficit de doctores en el sector salud mexicano, que
asciende a casi 200 mil, 123 mil médicos generales y 72 mil 700 especialistas,
“Esta carencia, sostuvo, responde al rechazo que hacen las universidades
públicas de jóvenes que quieren estudiar, saldo de la política neoliberal,
porque se quería privatizar la educación, y agarraron de pretexto los exámenes
de admisión para no mejorar la educación pública. El déficit de médicos existente en el
sistema de salud nacional y la elevada tasa de rechazo de aspirantes que las
universidades públicas presentan en la carrera de medicina, evidencia una
situación tan paradójica y preocupante. En el país hay 2.4 médicos por cada mil habitantes, cuando el
promedio de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico (OCDE) es de 3.4, según datos de esa dependencia.
Son carencias e injusticias que desde el siglo pasado, hemos
enarbolado en las luchas sociales, sobre todo estudiantiles, como fue en el
movimiento por la autonomía y la reforma académica de la Universidad de Nuevo
León, en el que participamos en 1969, donde demandábamos acabar con el elitismo,
que les enaltecía, a los conservadores no solo en sus estrategias
obstaculizantes, para impedir el ingreso a los hijos de obreros y campesinos,
de las clases bajas y medias, con sus exámenes de selección y el incremento de
las cuotas escolares, sino en sus contenidos curriculares retrógrados,
reduccionistas y desvinculados de las necesidades de formación de los
profesionistas y técnicos, para lograr con eficiencia y efectividad y una gran
vocación de servicio contribuir a los máximos niveles de desarrollo humano y
social de nuestro pueblo.
Logramos, primero la Autonomía de nuestra universidad,
logramos luego eliminar los exámenes de selección de ingreso a las prepas y a
las facultades, los más conservadores, caciques directivos de la Facultad de Medicina,
no lo permitieron, así 730 alumnos que nos habíamos inscrito para ingresar a
estudiar en esa facultad, fuimos rechazados, decidiendo el Consejo
Universitario abrir otra escuela, que denomino “Facultad de Medicina “Aulas
Anexas”. Así se inició nuestro movimiento, que demandaba el derecho a la
educación y la salud de nuestro pueblo, en contra del modelo mercantilista y
deshumanizante que imperaba en el ejercicio de la medicina, proponiendo una
reforma radical a los planes de estudios, que subordinaban sus objetivos para
lograr la formación de médicos muy integrados al ejercicio del modelo curativo,
subsumidos en reduccionismos, lejos del modelo holístico, más de la medicina
preventiva y comunitaria que los avances de las ciencias de la salud pública
imponían en sus paradigmas en los modelos de atención primaria integral, para
lograr mejorar la salud y la atención de las enfermedades que prevalecían en
nuestro pueblo, agobiado entonces por las enfermedades infecciosas y otras fácilmente
prevenibles.
Los caciques conservadores con el apoyo de los gobernantes
lograron imponerse, violentamente, recuperaron su poder en la universidad,
ahora autónoma, nuestra escuela fue desconocida legalmente, se nos retiró
presupuesto, por lo que sumamos a nuestro movimiento la demanda, luego del
reconocimiento legal. Nos mantuvimos, con el heroico esfuerzo del personal
docente y directivo, que siguió colaborando sin cobrar honorarios, así
continuamos el funcionamiento académico y administrativo, con una férrea
convicción de nuestros objetivos y principios de lucha, con un nuevo plan de
estudios que reformaba la enseñanza de la medicina, integrando las ciencias
filosófico humanistas, administrativas y de la salud pública, junto al estudio
de las tradicionales materias básicas biológicas y clínicas con la práctica de
la medicina comunitaria y social y las clínicas-hospitalarias.
Ante la amenaza que nos convertimos para el régimen de
oprobio, obligadamente, dejaron de imponer sus exámenes de selección en su
Facultad de Medicina, así se mantuvieron, hasta que lograron cerrar nuestra
escuela en 1986, imponiéndose a la fecha otra vez con sus exámenes de selección
y sus planes de estudios tradicionales alienados a las políticas educativas
neoliberales, como dice hoy AMLO.
En nuestra lucha, los políticos conservadores, nos espetaban
que no se necesitaban más escuelas de medicina, que había muchos médicos en el país,
que además nuestro plan de estudios era inadecuado para la formación de los
médicos que se requerían, sin dejar sus prejuicios ideológicos sobre nuestras
propuestas que tildaban de comunistas o socialistas por impulsar la medicina
social y comunitaria, como estrategia fundamental de las políticas públicas del
sector salud en México. Eran los tiempos en que sólo existíamos tres escuelas
de medicina, dos públicas, una privada, de la UDEM, en Nuevo León, sus obstáculos
siguieron a la fecha, siguen aplicando el examen de admisión en la Facultad de Medicina
de la UANL, todo nuevo esfuerzo de abrir más escuelas de medicina, ha sido
negado, por los caciques empoderados en los gobiernos federal y estatal, sólo
se han logrado imponer, 2 escuelas de medicina privadas más, la del ITESM y la
de la Universidad de Montemorelos. Todas ellas con planes de estudios
tradicionales, sin las reformas que requerimos de la enseñanza médica que les
permita lograr un ejercicio de la medicina más humanista, inmerso en la mística
de servicio, con una visión integral, holística, más preventiva que curativa,
donde las lacras del mercantilismo, inmersas en las ganancias económicas, los
llevan a mentir, simular y engañar, pervirtiendo sus decisiones vitales en los
procesos de salud y enfermedad de las poblaciones que se atienden.
Entonces algunos políticos liberales en el poder al servicio
del régimen de oprobio que nos apoyaban, nos refrendaban sus simpatías y lo
justo de nuestras demandas de lucha, expresaban su postura de que nos estábamos
adelantando más de 30 años, se equivocaron, han pasado 40 años y hoy nos
enaltece la vigencia de nuestra lucha con nuestro proyecto alternativo de nación
que nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador ha integrado en las políticas
de salud, en el Plan Nacional de Desarrollo, donde no sólo se ha propuesto
integrar la medicina social, como eje central de las políticas públicas del
sector salud, para lograr hacer realidad el derecho a la salud, con cobertura
universal a todos los mexicanos y mexicanas, con un modelo de atención primaria
integral a la salud, sino además generar los recursos profesionales médicos y paramédicos,
necesarios en las universidades e instituciones de enseñanza, acordes a esas políticas
públicas y con grandes capacidades resolutivas, para que con eficiencia y
eficacia solucionemos los problemas de salud y enfermedad que nos demanden. Si
hay formación adecuada de los médicos, con una mística de servicio y
reconocimiento del estado, con políticas salariales justas y de capacitación continua
para su desarrollo profesional, se resolverá además la distribución de los
médicos en el territorio nacional, más en las zonas urbanas, en tanto que en
las zonas rurales más marginadas y desfavorecidas económicamente tienen poca
disponibilidad de personal médico.
Es loable que AMLO, con el fin de enfrentar el déficit de médicos,
proponga establecer acuerdos con las universidades públicas para otorgarles más
presupuesto, etiquetado para que escuelas o facultades de medicina incrementen
sus matrículas, más loable es refrendar que no se permitirá la corrupción ni se
apoyarán cacicazgos en esas instituciones y que se termina con que hay
universidades que están manejadas en el país por caciques.