martes, 31 de marzo de 2015

POLÍTICOS Y SALUD MENTAL


Siguiendo con mis vivencias y reflexiones sobre los políticos y la salud mental, asocie lo que el presidente de Bolivia, Evo Morales, reconoció este lunes, como las denuncias de corrupción, actitudes de machismo y discriminación de los candidatos de su partido en el poder, influyeron en la derrota que sufrió su partido en las elecciones del domingo para gobernadores y alcaldes, en las que la oposición arrebató plazas claves al gobernante Movimiento al Socialismo (MAS). Los comicios consolidaron tres fuerzas opositoras: el MAS,  los Demócratas,  la nueva agrupación Soberanía y Libertad;  ahora los indígenas no están sólo con la bandera de Evo, también la oposición los está incorporando y logró mejores resultados en estas elecciones.
Resulta que una de las lacras que obstaculizan el desarrollo humano y social, siempre ha sido la corrupción, que es producto de la transgresión a los principios y valores básicos, que determinan el funcionamiento del individuo en sus interacciones sociales y en el caso de los políticos, sin estos valores, se incapacitan en la búsqueda elemental del bien común. Estas transgresiones han estado incrementándose en todas las sociedades, independientemente de los poderes políticos y religiosos, que las gobiernan y del contexto ideológico de sus partidos, y funcionarios gobernantes en los diferentes sistemas sociales, como lo han demostrado los hechos más recientes denunciados, desde los países con supuestos altos niveles de desarrollo social y supuestos primeros lugares, como menos corrupción, como Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania, con sus ignominiosas corrupción de los banqueros, en la crisis inmobiliaria de principios de este siglo; hasta en los países donde sus líderes pregonaban el desarrollo democrático y acabar con la corrupción pública, como ha sucedido en China, Brasil, Nicaragua, Venezuela y Bolivia.

Ni que hablar en países como India, el nuestro, México, emergentes en vías de desarrollo, desde el siglo pasado, donde las conductas corruptas son condiciones exigidas para el ejercicio del poder político, como sucede también en la mayoría de los países de América, Asia Pacífico, Oriente Medio y Norte de África , Europa del Este y Asia Central  y la África Subsahariana, que siguen ocupando un orden decreciente de menos de cincuenta puntos en al Índice de Percepción sobre Corrupción que realiza Transparencia Internacional, de acuerdo a este índice, nuestro país, se encuentra en el lugar 105 entre 176 naciones. En el espejo de la corrupción nos vemos igual que Kosovo, Mali, Filipinas y Albania.

La instauración de la corrupción como forma de vida, no sólo ha dañado las economías de nuestros países, que en el caso de México nos cuesta, al menos 100,000 millones de dólares al año, estimado según economistas de Forbes, que a la fecha podrían garantizar el pleno goce de los derechos sociales a la salud, la educación, la alimentación y la vivienda de todos los mexicanos, además de una mejor infraestructura de obras públicas en nuestra nación. La corrupción en nuestro país conlleva a otras nefastas consecuencias, favorece la impunidad o promueve la injusticia, que  termina permeando la dinámica social y absorbiendo a la ciudadanía integrándola a la inmoralidad en sus interacciones sociales, lesionando seriamente la honestidad como valor fundamental del ser humano. Parafraseando a los clásicos: “si la corrupción es recompensada y la honestidad se convierte en autosacrificio, la  sociedad está condenada al colapso”. 
 
Así a las prevalecientes conductas de corrupción en los políticos, se suman sus rasgos de personalidad de ser mentirosos, manipuladores, simuladores, autoritarios, prepotentes, clasistas, misóginos, machistas, homofóbicos, envidiosos, muy lejos de la honestidad que se contraponen al fomento de las relaciones saludables, el óptimo desarrollo, el uso de todas las habilidades mentales y la adquisición de metas de los integrantes de la sociedad en condiciones de equidad y justicia.

Hace una década, los expertos del Comité de salud mental de la Organización Mundial de la Salud (OMS), consensaron definir la salud mental, como la “Capacidad del individuo, el grupo y el ambiente de interactuar el uno con el otro de forma tal, que se promueva el bienestar subjetivo, el óptimo desarrollo y el uso de las habilidades mentales (cognitivas, afectiva y relacionales), la adquisición de las metas individuales y colectivas en forma congruente con la justicia y la adquisición y preservación de las condiciones de equidad fundamental”, los políticos gobernantes de las naciones han hecho caso omiso, obstaculizando también el resolutivo de ese mismo órgano que declaraba:
 
 “ La Salud Mental es el goce del grado máximo de salud que se puede lograr, es uno de los derechos fundamentales e inalienables del ser humano, sin distinción de raza, religión, ideología política o condición económica y social.”.

sábado, 28 de marzo de 2015

LOS TRASTORNOS MENTALES Y LOS POLITICOS


En mis vivencias políticas y en el marco de mi ejercicio como profesionista de la salud mental, una de las consultas más recurrentes, que me han hecho, está asociada a la existencia o no de trastornos de salud mental,  en las personas divergentes u opositoras a sus posturas políticas, son consultas hechas por dirigentes y activistas políticos de todas las organizaciones y partidos políticos, de todos los espectros, desde la derecha conservadora, pasando por los liberales de los denominados “centros”,  hasta la izquierda progresista y sus espectros radicales ortodoxos.
De conformidad con los consensos científicos acordados por la comunidad internacional de los especialistas de la salud mental, plasmados en el  Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), de la American Psychitric Association (AMP) y correspondidos en el Clasificación Internacional Diagnostica (CIE-10) de la Organización Mundial de la Salud se ha definido un Trastorno mental como aquel en el que se deben cumplir los siguientes elementos: “Un trastorno de salud mental es un síndrome caracterizado por una alteración clínicamente significativa del estado cognitivo, la regulación emocional o el comportamiento del individuo, que refleja una disfunción de los procesos psicológicos, biológicos o del desarrollo que subyacen en su función mental. Habitualmente los trastornos mentales van asociados a un estrés significativo o discapacidad, ya sea social, laboral o de otras actividades importantes. Una respuesta predecible culturalmente aceptable ante un estrés usual o una perdida, tal como la muerte de un ser querido, no constituye un trastorno mental. Un comportamiento socialmente anómalo (ya sea político, religioso o sexual) y los conflictos existentes entre el individuo y la sociedad, no son trastornos mentales, salvo que la anomalía o el conflicto se deban a una disfunción del individuo como las descritas anteriormente.”

Cuando se me ha consultado, la mayoría de las veces mi respuesta, casi refleja ha sido, por razones éticas, abstenerme de emitir diagnósticos, que pretendan etiquetar a esas personas con trastornos mentales, más,  porque sólo se cuenta con una información sesgada por el interés personal de los políticos que me lo consultan. Con excepciones, al solicitar mi servicio profesional, por tratarse del interesado o de algún familiar de estos políticos, he intervenido y en la mayoría, les he diagnosticado, después del proceso de evaluación, alguno de estos trastornos sobre su salud mental y sólo en algunos casos graves, he iniciado un tratamiento, las más de las veces farmacológico, y luego los refiero con alguno de los colegas, para dar seguimiento en su atención, por obvio respeto a los principios y normas que los profesionales de la salud mental, debemos seguir en las diferentes modalidades de intervención psicoterapéutica, donde debemos de excluirnos, si existen condiciones de interacción social y afectiva, como sucede con los parientes y amigos, que generan riesgos para los pacientes en sus procesos de rehabilitación.
Una de las décadas, las de los noventa, del siglo pasado, la recuerdo especialmente, en estas necesarias intervenciones profesionales que hice, cuando una cantidad importante de compañeros y compañeras, militantes de la Izquierda integraron la depresión y la ansiedad, algunos con riesgos suicidas,  posterior a la caída de los regímenes comunistas de Europa del este, la URSS, Hungría, Polonia, Checoslovaquia, Alemania Oriental, Rumania, Bulgaria y Albania. Paradójicamente, eran los tiempos en que los psiquiatras a nivel mundial habíamos, denunciado y reprobado el abuso de la psiquiatría, que los regímenes dictatoriales hacían en sus sociedades a los opositores políticos, desde el seno del Congreso Mundial de Psiquiatría que celebramos en Atenas Grecia en 1989.

Hasta esa década, había estado rechazando ser militante de algunos de los partidos políticos existentes, de izquierda, y mi posterior integración a uno de ellos, me llevo a integrarme activamente en su dirección estatal y nacional, muy cerca de sus principales dirigentes, quienes llegaron a otorgarme la confianza, no sólo exponiendo sus realidades de sus problemáticas personales y de sus familias, sino distinguiéndome profesionalmente hasta en la atención de algunas de sus crisis de salud. Fue, sin duda una de las etapas más críticas, donde mi rol político, enfrento crisis con el deber ser de mi profesión, tan sólo una de las vivencias lo ejemplifican: resulta que en el marco de las tareas político-electorales que desarrollaba, como uno de sus candidatos, la principal dirigente cursó con una crisis severa de ansiedad, fui solicitado, acudí a su valoración, intervine en crisis, prescribí un fármaco ansiolítico, la compañera se recuperó, como yo era uno de sus adversarios y su poder era especial, resulta que incremento sus estrategias en contra de nuestro activismo,  a grado tal que los compañeros y compañeras de ese partido, me llegaron a reclamar mi postura profesional, con alguien que debería ser objeto de menosprecio, en tanto yo le brindaba atención médica psiquiátrica, que le permitía recuperarse y seguir dañándonos políticamente.
Los políticos en México, son ejemplo de la mala salud mental de nuestras sociedades, ya lo habían referido otros colegas, como el Dr. Manuel Velasco Fernández (QEPD), que en uno de los congresos nacionales que tuvimos, en ese mismo año de 1989, fue muy contundente en una frase memorable: “El problema de las políticas de salud mental, empieza con los problemas de la salud  mental de los políticos que nos gobiernan”.

Han pasado ya más de 30 años y sigo observando cómo les distingue la mentira, el engaño, el cinismo, la codicia, la voracidad por los cargos, la soberbia, la falta de escrúpulos, la incongruencia,  el autoritarismo, la deshonestidad, la irresponsabilidad, la injusticia, la corrupción, pero sobre todo el ausente respeto por la vida en nuestro entorno, empezando por la de los seres humanos y el resto de los organismos  vivientes en nuestro ecosistema. Sus comportamientos sociales anómalos, no son necesariamente un trastorno de salud mental, en tanto saben esconder muy bien sus disfunciones emocionales, cognitivas y conductuales como individuos, que sólo llegan a emerger y ser conocidos por la sociedad, en tragedias como cuando ellos o sus familias,  son víctimas de enfermedades físicas asociadas a trastornos como el alcoholismo, el abuso de drogas, o actores de violencia, como en lesiones, homicidios, el suicidio o la violencia familiar.
Así he observado políticos y políticas en los que predominan trastornos de ansiedad, afectivos, que van de la depresión al trastorno bipolar, trastornos de personalidad, con mayor frecuencia cubriendo los criterios de la personalidad antisocial, el narcisista y el denominado borderline o de inestabilidad emocional, la personalidad paranoide, sin faltar los abusos y/o las adicciones al alcohol, tabaco y alguna o varias drogas. En muy pocos, claros casos  de trastornos psicóticos, como la esquizofrenia paranoide y los trastornos delirantes; eso sí predomina entre ellos el mal uso del concepto de esquizofrenia y paranoide, usándolo para estigmatizar a sus enemigos, contribuyendo a dañar los derechos de los enfermos mentales. Lo que he podido concluir, además  es que la mayoría son personas proclives a desarrollar los denominados patrones de interacción psicopatológica en sus relaciones humanas, constituyéndose en un factor de riesgo para la salud mental en sus ambientes.

La salud mental de los políticos, sigue siendo una de las áreas de investigación científica en las ciencias de la conducta poco explorada, mas en países como el nuestro, hay que promoverla.  

 

lunes, 23 de marzo de 2015

DEMOCRACIA Y ELECCIONES DEL 2015


Vivimos en México, un proceso de elecciones para renovar los diputados federales el Congreso de la Unión, diputados locales en todas las legislaturas de los estados, alcaldes en todos los municipios del país y gobernantes en nueve estados, la elección será el próximo 7 de junio del presente año. Constituye un proceso electoral inédito por la gran cantidad de partidos políticos participantes, 10 a nivel federal y 12 en las elecciones locales, además de la integración de candidatos independientes, por primera vez en la legislación electoral vigente.
Nuestra democracia imperfecta, sigue siendo obstaculizada por los políticos y gobernantes, que hacen de estos procesos una reproducción de sus conductas autoritarias, simuladoras, deshonestas, prevalecientes en la mentira, el engaño, la manipulación, con las lacras del uso clientelar y corporativo de la política, donde asoman el poder de sus dineros para lograr la compra y la cooptación del voto. Son conductas proyectivas de sus bajos niveles de desarrollo humano, en lo que debiera ser una de sus opciones básicas, que insisten integrar en sus peroratas, de propuestas transformadoras o revolucionarias, desde la búsqueda elemental del bien común hasta el logró de alcanzar los máximos niveles de ese desarrollo humano y social de nuestras sociedades.
En todos los partidos, los procesos internos que deberían ser un ejemplo de procesos democráticos, siguen sin consolidar la ejemplar democracia participativa, a la que según todos ellos aspiran integrar en nuestra sociedad, una vez en el poder por el que compiten. Los tres principales partidos gobernantes, que integraron el ignominioso pacto por México, PRI, PAN y PRD siguieron reproduciendo las decisiones verticales, cupulares, antidemocráticas, centralistas de sus oligarcas partidistas para satisfacer a sus intereses sectarios y hasta familiares, en tanto los pequeños partidos, unos como el partido verde ecologista (PVEM), Nueva Alianza (PANAL), siguieron los ejemplos, como satélites del partido en el gobierno (PRI); luego en el Partido del Trabajo (PT) y  Movimiento Ciudadano (MC), no sólo reprodujeron las conductas de los partidos gobernantes sino además formaron alianzas con el PRI o el PAN, mostrando el perverso pragmatismo y  una gran incongruencia con sus ideologías y principios, como “una gran promiscuidad”, como lo refirió Andrés Manuel López Obrador, en referencia a la alianza del PT con el PAN en las elecciones del estado de México. Los partidos de reciente registro como el Partido Humanista (PH) y Encuentro Social (PES), ni siquiera desarrollaron procesos internos democráticos, integrando decisiones centralistas “por designación”, dirían ellos, en la búsqueda de refrendar su registro con el mínimo porcentaje que la ley electoral exige.
Nuestro partido MORENA, en tanto, desarrolló los procesos democráticos que contemplan en su estatuto, mediante la realización de asambleas electivas,  donde el voto directo, universal y secreto de sus militantes determinó sus candidatos; las denominadas postulaciones de representación proporcional en todos los niveles, desarrollamos el novedoso método de la insaculación, con un sorteo público de los candidatos propuestos, para así combatir, uno de las principales lacras de los políticos oportunistas de las campañas electorales, que en estos tiempos abundan en México, buscando estas posiciones plurinominales, desde luego que no fue fácil, el proceso fue generador de conflictos, por políticos acostumbrados a los males de la cultura política prevaleciente de los partidos de donde provienen, en una gran mayoría del PRD.
Las irregularidades sustanciales de las elecciones en México que las alejan de ser libres, justas, equitativas y serias, con sus debilidades institucionales permeadas por sus dependencias al poder económico y político de las oligarquías empresariales y partidistas han iniciado una vez más obstaculizando nuestra integración plena a ser parte de las sociedades democráticas más avanzadas del mundo.
Seguirán manteniendo el uso de su poder, buscando perpetuarse de manera indefinida, satisfaciendo a sus familias, a sus negocios, aumentando sus fortunas, empobreciendo  más a las mayorías, utilizando la retórica revolucionaria del cambio, para no cambiar nada, el peso económico y mediático definirán otra vez a quien pondrán en el poder servil a sus intereses, la democracia y el desarrollo humano sólo seguirán en sus discursos.
 

lunes, 9 de marzo de 2015

IGUALDAD DE GÉNERO, IMPOSTERGABLE


A propósito del día internacional de la Mujer, que fue conmemorado ayer domingo 8 de marzo, la mayor parte de los diarios nacionales de nuestro país destacaron las declaraciones  de la directora ejecutiva de la ONU-Mujer, Phumzile Mlambo-Ngcuka, quien  afirmó que llegó el momento de alcanzar en el planeta la igualdad de género y el empoderamiento del sector femenino, tras siglos de discriminación y sus dos interrogantes prevalecientes en su informe: ¿Qué clase de mundo es éste que condena a la mitad de su población a una condición de ciudadanía de segunda clase en el mejor de los casos y a la esclavitud absoluta en el peor? ¿Cuánto costaría en realidad liberar el potencial de las mujeres?, preguntó en una declaración.
No podría ser menor el cuestionamiento, ante el activismo lento y en algunos casos simulado de los políticos gobernantes, funcionarios, líderes empresariales y religiosos,  posicionados en el poder de la mayoría de los países, desde que en 1975 la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer2 y en 1977 proclamó el 8 de marzo como Día Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional; cuya historia  se remonta desde la revolución francesa en 1789, donde las mujeres parisinas reclamaron la igualdad social bajo el lema “libertad, igualdad y fraternidad”,  hasta en la propuesta de Clara Zetkin de proclamar el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, en el seno de la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas reunida en Copenhague, donde se reiteró la demanda de sufragio universal para todas las mujeres.

Acaso no han sido los líderes religioso, a través de la historia, los que más se han opuesto a la plena igualdad de las mujeres, religiones fundamentalistas como la musulmana además de seguir conculcando los elementales derechos humano, siguen usando los castigos infames de la lapidación, en algunos casos hasta la ignominiosa ablacion del clítoris en las mujeres; en tanto las religiones cristianas persisten en marginar a la mujeres religiosas de sus derechos humanos y negar sus derechos sexuales y reproductivos, en tanto su  papa  actual, Francisco su mensaje se reduce a enviar  un” saludo especial a las mujeres y aseguró que marginarlas convierte al mundo en estéril”.
Nuestra lucha ha sido para erradicar la discriminación de género y hacer posible la construcción y el ejercicio pleno de los derechos sociales, económicos, laborales, políticos y culturales de todos y todas en el marco de la igualdad.  Estamos claros que la inequidad de género, no es sólo una relación de poder que reproduce la desigualdad e impide el pleno goce de los derechos humanos integrales de las mujeres, es también un obstáculo para el desarrollo humano y social. La experiencia internacional, demuestra que las sociedades que tienen menor inequidad de género gozan también de mejores y mayores tasas de desarrollo y cuentan con democracias consolidadas y participativas, como es actualmente en los países nórdicos, Suecia, Noruega, Finlandia, Dinamarca e Islandia.

Las legislaciones, los programas, las dependencias y los institutos de la mujer que se han creado en México y en nuestro estado de Nuevo León, deben reconocer que se han integrado a ese activismo lento y simulado de las necesarias actividades trascendentes para lograr mejores avances en la igualdad de género, en ocasiones su silencio se vuelve cómplice ante atrocidades como los feminicidios, los secuestros y las desapariciones.
No habrá igualdad sino erradicamos la violencia y discriminación de que son objeto las mujeres,  si no consolidamos el pleno uso de sus derechos, instituimos la perspectiva de género como criterio fundamental, permanente, en la formulación y ejecución de las políticas públicas y si no garantizamos la plena libertad de las mujeres nuevoleonesas para elegir y ejercer cualquier profesión y empleo; menos si las normas laborales no incorporan la reivindicación de los derechos de las mujeres, construyendo un marco legal que garantice trabajo digno, condiciones de trabajo seguras, equitativas y satisfactorias y una remuneración justa para las mujeres, que  haga valer el principio de que a trabajo igual, salario igual, se trata de eliminar los obstáculos que impiden a las mujeres hacer uso pleno de su derecho al trabajo, entre ellos el requisito del examen de ingravidez para ingresar a un empleo, o el embarazo como causa de despido, que todavía prevalecen en nuestras sociedades.

No basta la promoción e integración de  la legislación más estricta contra el acoso y abuso sexual y laboral de las mujeres, si diariamente  son transgredidas impunemente. Tenemos que Incluir en la formulación y aplicación de las políticas públicas las relaciones de poder al interior de las familias para que no contribuyan a reafirmar el machismo y la exclusión  y sean eficaces para reducir las desigualdades; impulsar una política de igualdad de oportunidades que cruce todas las instancias y niveles de gobierno y en el sentido de que las tareas asumidas hasta ahora individualmente por las mujeres se compartan equitativa y solidariamente por toda la sociedad, pero sobre todo si no integramos el Presupuesto de Egresos del estado , asignando un porcentaje del presupuesto programable para atender las necesidades específicas que facilite el acceso de las mujeres a mejores estadios de desarrollo.
Debemos garantizar el derecho de la mujer a la salud, haciendo efectivo el acceso de las mujeres a servicios de salud de calidad, sin discriminación, integrando la prevención y atención de la salud en todo su ciclo de vida; garantizando  el derecho de la mujer a decidir libremente el número y espaciamiento de los hijos y se le provea los medios para hacer efectiva esta decisión; además que se proporcione información sobre los diversos métodos de planificación familiar; se impulsen campañas de educación sexual, así como difundir ampliamente entre las mujeres la legislación vigente para promover el conocimiento y ejercicio de sus derechos para acceder a servicios de alta calidad para la interrupción legal del embarazo. Es una alta prioridad abatir las altas tasas de mortalidad del cáncer mamario y cervicouterino que las mujeres de Nuevo León padecen y el alto porcentaje de embarazos (25%) que se da en la población adolescente. Las madres solas de escasos recursos residentes del estado  tendrán el derecho a recibir un Apoyo Alimentario mensual equivalente a cuatro días de salario mínimo general vigente.

En fin, la igualdad de género es impostergable, debemos de abatir la mortalidad materna, las restricciones a la salud sexual y reproductiva, sobre todo lograr el derecho a decidir en libertad sobre sus embarazos, a ejercer plenamente sus derechos laborales, pero sobre todo acabar con la prevalencia de la pobreza y generar los mayores años de vida saludable y el incremento general de la esperanza de vida en la mujer.