lunes, 9 de marzo de 2015

IGUALDAD DE GÉNERO, IMPOSTERGABLE


A propósito del día internacional de la Mujer, que fue conmemorado ayer domingo 8 de marzo, la mayor parte de los diarios nacionales de nuestro país destacaron las declaraciones  de la directora ejecutiva de la ONU-Mujer, Phumzile Mlambo-Ngcuka, quien  afirmó que llegó el momento de alcanzar en el planeta la igualdad de género y el empoderamiento del sector femenino, tras siglos de discriminación y sus dos interrogantes prevalecientes en su informe: ¿Qué clase de mundo es éste que condena a la mitad de su población a una condición de ciudadanía de segunda clase en el mejor de los casos y a la esclavitud absoluta en el peor? ¿Cuánto costaría en realidad liberar el potencial de las mujeres?, preguntó en una declaración.
No podría ser menor el cuestionamiento, ante el activismo lento y en algunos casos simulado de los políticos gobernantes, funcionarios, líderes empresariales y religiosos,  posicionados en el poder de la mayoría de los países, desde que en 1975 la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer2 y en 1977 proclamó el 8 de marzo como Día Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional; cuya historia  se remonta desde la revolución francesa en 1789, donde las mujeres parisinas reclamaron la igualdad social bajo el lema “libertad, igualdad y fraternidad”,  hasta en la propuesta de Clara Zetkin de proclamar el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, en el seno de la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas reunida en Copenhague, donde se reiteró la demanda de sufragio universal para todas las mujeres.

Acaso no han sido los líderes religioso, a través de la historia, los que más se han opuesto a la plena igualdad de las mujeres, religiones fundamentalistas como la musulmana además de seguir conculcando los elementales derechos humano, siguen usando los castigos infames de la lapidación, en algunos casos hasta la ignominiosa ablacion del clítoris en las mujeres; en tanto las religiones cristianas persisten en marginar a la mujeres religiosas de sus derechos humanos y negar sus derechos sexuales y reproductivos, en tanto su  papa  actual, Francisco su mensaje se reduce a enviar  un” saludo especial a las mujeres y aseguró que marginarlas convierte al mundo en estéril”.
Nuestra lucha ha sido para erradicar la discriminación de género y hacer posible la construcción y el ejercicio pleno de los derechos sociales, económicos, laborales, políticos y culturales de todos y todas en el marco de la igualdad.  Estamos claros que la inequidad de género, no es sólo una relación de poder que reproduce la desigualdad e impide el pleno goce de los derechos humanos integrales de las mujeres, es también un obstáculo para el desarrollo humano y social. La experiencia internacional, demuestra que las sociedades que tienen menor inequidad de género gozan también de mejores y mayores tasas de desarrollo y cuentan con democracias consolidadas y participativas, como es actualmente en los países nórdicos, Suecia, Noruega, Finlandia, Dinamarca e Islandia.

Las legislaciones, los programas, las dependencias y los institutos de la mujer que se han creado en México y en nuestro estado de Nuevo León, deben reconocer que se han integrado a ese activismo lento y simulado de las necesarias actividades trascendentes para lograr mejores avances en la igualdad de género, en ocasiones su silencio se vuelve cómplice ante atrocidades como los feminicidios, los secuestros y las desapariciones.
No habrá igualdad sino erradicamos la violencia y discriminación de que son objeto las mujeres,  si no consolidamos el pleno uso de sus derechos, instituimos la perspectiva de género como criterio fundamental, permanente, en la formulación y ejecución de las políticas públicas y si no garantizamos la plena libertad de las mujeres nuevoleonesas para elegir y ejercer cualquier profesión y empleo; menos si las normas laborales no incorporan la reivindicación de los derechos de las mujeres, construyendo un marco legal que garantice trabajo digno, condiciones de trabajo seguras, equitativas y satisfactorias y una remuneración justa para las mujeres, que  haga valer el principio de que a trabajo igual, salario igual, se trata de eliminar los obstáculos que impiden a las mujeres hacer uso pleno de su derecho al trabajo, entre ellos el requisito del examen de ingravidez para ingresar a un empleo, o el embarazo como causa de despido, que todavía prevalecen en nuestras sociedades.

No basta la promoción e integración de  la legislación más estricta contra el acoso y abuso sexual y laboral de las mujeres, si diariamente  son transgredidas impunemente. Tenemos que Incluir en la formulación y aplicación de las políticas públicas las relaciones de poder al interior de las familias para que no contribuyan a reafirmar el machismo y la exclusión  y sean eficaces para reducir las desigualdades; impulsar una política de igualdad de oportunidades que cruce todas las instancias y niveles de gobierno y en el sentido de que las tareas asumidas hasta ahora individualmente por las mujeres se compartan equitativa y solidariamente por toda la sociedad, pero sobre todo si no integramos el Presupuesto de Egresos del estado , asignando un porcentaje del presupuesto programable para atender las necesidades específicas que facilite el acceso de las mujeres a mejores estadios de desarrollo.
Debemos garantizar el derecho de la mujer a la salud, haciendo efectivo el acceso de las mujeres a servicios de salud de calidad, sin discriminación, integrando la prevención y atención de la salud en todo su ciclo de vida; garantizando  el derecho de la mujer a decidir libremente el número y espaciamiento de los hijos y se le provea los medios para hacer efectiva esta decisión; además que se proporcione información sobre los diversos métodos de planificación familiar; se impulsen campañas de educación sexual, así como difundir ampliamente entre las mujeres la legislación vigente para promover el conocimiento y ejercicio de sus derechos para acceder a servicios de alta calidad para la interrupción legal del embarazo. Es una alta prioridad abatir las altas tasas de mortalidad del cáncer mamario y cervicouterino que las mujeres de Nuevo León padecen y el alto porcentaje de embarazos (25%) que se da en la población adolescente. Las madres solas de escasos recursos residentes del estado  tendrán el derecho a recibir un Apoyo Alimentario mensual equivalente a cuatro días de salario mínimo general vigente.

En fin, la igualdad de género es impostergable, debemos de abatir la mortalidad materna, las restricciones a la salud sexual y reproductiva, sobre todo lograr el derecho a decidir en libertad sobre sus embarazos, a ejercer plenamente sus derechos laborales, pero sobre todo acabar con la prevalencia de la pobreza y generar los mayores años de vida saludable y el incremento general de la esperanza de vida en la mujer.

 

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