Más allá de los sueños idealizados que nuestra generación
construyo el siglo pasado, sobre las sociedades socialistas, donde prevalecieran
la justicia, la libertad, la democracia participativa y economías planificadas
hacía el humanismo, con hombres y mujeres viviendo en paz, inmersos en el amor,
la bondad y la solidaridad en sus relaciones, con los ideales del ser, ya
relatados en mis reflexiones anteriores, sin las lacras de la desigualdad,
pobreza y violencia que padecemos, es necesario destacar, como lo dice el
presidente de Uruguay, José Mujica, en una larga entrevista reseñada por el
periódico la Jornada, (http://www.jornada.unam.mx/2015/02/22/politica/002n1pol), que nuestra lucha más ha sido y
debe ser por la vida, en nuestro planeta y en nuestras sociedades, más en
países como los nuestros inmerso en una historia de dominación, explotación y
abusos de las ideologías dominantes del capitalismo, nutridas por las
voracidades de los imperios, hoy con Estados Unidos a la cabeza.
Tal vez, el hecho de que ambos coincidamos por nuestra
formación médica y el bregar en las luchas por el socialismo, sustentados en la
filosofía marxista y su materialismo humanista, sin caer en las tentaciones de
los dogmas y fundamentalismos ideológicos, que en sí mismo atentan a la plena
libertad a la que aspiramos, me generó renovada motivación para seguir
colaborando con nuestras modestas fuerzas en las luchas en estados como el nuestro,
por lograr el poder político ejercido por el pueblo, subsumido a la ética y la construcción
de esos sueños idealizados que mejoren nuestras libertades y el desarrollo
económico, político y social, con la anhelada justicia, que nos merecemos los
mexicanos y todos los que vivimos en este continente Americano; son ideales, que
algunos de ellos han dado fundamento al desarrollo de las sociedades con más
altos niveles de desarrollo humano y social en otros países del mundo.
Sí, los Médicos por naturaleza y por el peso de la historia,
estamos guiados por la vocación humanista, tratando de servir a la vida,
luchando diariamente contra la perversión del mercantilismo aniquilador de
principios y valores fundamentales en las relaciones humanas, como sucede con los
gérmenes aniquiladores del amor fraternal y solidario, que se inoculan al
integrarse más en el tener que en el ser y sus filosofías de la competitividad,
individualismo y el hiperconsumismo, que a diario generan el espejismo del necesario
enriquecimiento económico, como prioridad del éxito profesional inherente al ser
médico, muy alimentado por los intereses de los grupos beneficiarios de la
medicina mercantilista.
Luchamos por la vida, muy conscientes del valor de la
prevención y el fomento de la salud desde la concepción misma del nuevo ser
humano en gestación hasta las etapas finales del ciclo vital de su desarrollo,
como la senectud, tratamos de que las personas logren más tiempos de vida
saludable, gozos de los placeres de alimentarse, higienizarse, sanear sus
ambientes, protegerse contra enfermedades, recrearse, gozar lúdicamente,
activarse físicamente, generar conductas reproductoras del amor, sin violencia
y con los máximos de creatividad sustentados en el cultivo del conocimiento y
el placer del pensar y del ser gozosos con sus vidas y sus familias.
Todo ello no es posible si vivimos en sociedades donde los
estados y sus gobiernos no cumplan con proveer un sistema social, que genere estas
condiciones para mejorar el desarrollo humano y social, es cuando los médicos
tenemos que participar en las luchas de los movimientos y organizaciones
sociales, involucrarnos en la política como agentes de cambio con los riesgos
propios de las conductas represoras que los regímenes autoritarios y
criminales, dispuestos a victimizarnos mediante sus encarcelamientos,
desapariciones, ejecuciones, sus atroces torturas y el máximo de limitaciones
en nuestros desarrollos laborales y profesionales en sus instituciones.
Si aparece la enfermedad, ahí estamos con los pacientes,
tratando no sólo detenerla, sino acabar con sus efectos incapacitantes, alterando
las funciones corporales, mentales, socilales y emocionales, y si esta es irreversible, en los daños que
genera, motivando al paciente y sus
familiares para que integre la enfermedad en forma positiva, reconstruyendo su
mundo y su vida a partir de la enfermedad, como lo refiere Oliver Sacks “A
veces, la enfermedad nos puede enseñar lo que tiene la vida de valioso y
permitirnos vivirla más intensamente”(http://www.intramed.net/contenidover.asp?contenidoID=86309&uid=195609&fuente=inews)
Así, como José Mujica, con medio siglo en la profesión médica y más de
sesenta años luchando revolucionariamente contra las dictaduras, quince de
ellos en resistencia desde la cárcel, por la libertad, por la democracia, contra la
violencia, no ha cesado de luchar ni perder la humildad, la autenticidad, su
integridad, su probidad, prevaleciendo su congruencia ideológica con el
materialismo humanista, aun en sus usos del poder como presidente de la República
de Uruguay, cuya función termina el próximo mes de marzo, los médicos debemos
de seguir su ejemplo para refrendar nuestra lucha por la vida, refrendada en la
entrevista referida al decir: “Vale la pena pelear para que la gente tenga
un poco más de comida, mejor techo, más salud, mejor educación, y transcurra su
tiempo sobre el planeta lo mejor posible. Pero nada es más hermoso, más
preciado que la vida… Y esto es así en el capitalismo, lo fue en el feudalismo,
lo fue para el hombre primitivo… y lo será en el socialismo. Como la vida no
hay nada… Eso es lo que aprendimos en esos años, que la vida es el primer
valor, y en todo caso el segundo valor es la sociedad.”
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