La mayoría de los pensadores, académicos,
filósofos, escritores e intelectuales que idealizaron y/o siguen idealizando el
perfil de los hombres y mujeres para este siglo XXI , y quizás proyectándolo para
este milenio, se sustentan en lograr su desarrollo integral en cada uno de sus
niveles de funcionamiento, desde el biológico, psicológico, social hasta el
espiritual, considerando la armonía, ese equilibrio necesario para mantener la
necesaria sinergia, preventiva de disfunciones, y los consecuentes daños en la
salud, inhibiendo u obstaculizando las etapas del ciclo vital del desarrollo
humano, degradando el bienestar, la felicidad y la prosperidad de sus vidas.
Independientemente de los
sistemas socioeconómicos imperantes, con sus modelos capitalistas o
socialistas, inmersos en nuestro mundo actual, el hecho es que existen cuatro
grandes funciones determinantes a su vez, de las sociedades, muy necesarios
para lograr este desarrollo integral: primero, su generación de buenos niveles
económicos en los ingresos de la población, segundo, lograr los más altos niveles de educación,
en calidad y cobertura de sus habitantes que potencialice las capacidades
cognoscitivas y el desarrollo de la personalidad; tercero, brindar atención médica con un modelo integral
enfocado al fomento de la salud, logrando la prevención y el tratamiento
integral de las enfermedades de todos y todas sus ciudadanos; y por último
capacidad de generar los espacios en sus territorios, para el disfrute de la
cultura democrática, las artes, los deportes y la espiritualidad en libertad de
todas y todos los ciudadanos.
Las mejores concepciones del
desarrollo humano son en las que siguen prevaleciendo una visión holística, en la
construcción de los paradigmas que intentan explicar los modelos de ese
desarrollo, así como en el análisis de sus problemas, en los intentos de
construcción de soluciones a a pesar de
los intentos reduccionistas de algunos científicos e intelectuales, que han
intentado imponer desde sus perspectivas
biologistas, genetistas, culturales, económicas y hasta psicológicas, sus
reduccionismos conceptuales, con sus teorías mecanicistas, organicistas y
socioculturales; algunos de ellos con extremismos genocidas de exterminio, como
sucedió con los científicos al servicio del nazi-fascismo alemán del siglo
pasado. Los teóricos del desarrollo humano, actual, han dispuesto hasta cinco categorías
que los investigadores han elaborado para explicarlo: Psicoanalíticas, del
Aprendizaje, Humanistas, Cognoscitivas y Etológicas, está ultima subraya la idea de que la
conducta es un producto de la evolución y que esta biológicamente desarrollada,
ninguna de ellas explica por completo los procesos del desarrollo humano.
Los gobiernos de los países de
nuestro planeta han consensado, desde 1990 mediante el Programa de las Naciones
Unidas para el Desarrollo (PNUD) y de acuerdo con el trabajo de investigación
del economista pakistaní Mahbub Ul Haq, basado en las ideas desarrolladas por
Amartya Sen, un indicador del desarrollo humano (IDH) por país, que se basa en
un indicador social estadístico compuesto por tres parámetros: Salud, medida
según la Esperanza de Vida al Nacer; Educación, medida por la tasa de
alfabetización de adultos y la tasa bruta combinada de matriculación en
educación primaria, secundaria y superior, así como los años de duración de la
educación obligatoria; y Riqueza, medida
por el PIB per cápita PPA en dólares internacionales; según ellos son los que
definen una vida larga y saludable, con nivel de vida digno. Otros índices relacionados con el desarrollo humano, que se han
elaborado tiene que ver con la medición de la pobreza: como el Índice de pobreza
multidimensional, indicadores de pobreza, el Índice de pobreza humana para
países en desarrollo y para países de lo OCDE. Este concepto del desarrollo
humano es reconocido por ellos mismos, mucho más amplio de los indicadores que
recoge el IDH propuesto, que año tras año se informa por la ONU.
En esta perspectiva el ser humano
para este siglo XXI, sigue siendo un ideal a lograr en nuestras sociedades,
donde debemos promover su surgimiento mínimo con las siguientes 10 cualidades:
1.- Un máximo grado del goce de
su salud, con largos años de vida saludable, donde pueda desarrollar sus
potencialidades biopsicosociales en los diferentes ámbitos de su vida:
familiar, conyugal, laboral, ocupacional, deportiva, recreativa, educativa,
cultural, artística, política, religiosa y/o espiritual; donde las enfermedades
prevalezcan con atenciones inmediatas antes de la generación del daño que
menoscabe sus potencialidades.
2.-Que logre los máximos niveles
del desarrollo cognoscitivo, a través de los procesos educativos que los
estados y sus instituciones tienen en su obligación de otorgar como un
derecho inalienable, donde las funciones receptivas del cerebro, logren a plenitud, la
adquisición, el procesamiento, la clasificación y la integración de la
información, con capacidad de ejercer plenamente el pensamiento reflexivo y la
comunicación a la acción, en libertad, estimulando la creatividad, asumiendo el
escepticismo, construyendo y evolucionado activamente el conocimiento de la humanidad.
3.- Donde la salud mental se
logre en cada persona, como la ha definido la OMS: “como capacidad del individuo, el grupo y el
ambiente de interactuar el uno con el otro de forma tal, que se promueva el
bienestar subjetivo, el óptimo desarrollo y el uso de las habilidades mentales
(cognitivas, afectiva y relacionales), la adquisición de las metas individuales
y colectivas en forma congruente con la justicia y la adquisición y
preservación de las condiciones de equidad fundamental”
4.-Un ser humano inmerso en la
bondad, en la compasión, con el amor fraternal y solidario en sus interacciones
humanas, basado en un gran sentimiento de identidad y confianza, sensible e
interesado en el mundo que vivimos, evitando la explotación, los deseos de
dominación, posesión, e hiperconsumismo, privilegiando el ser, más que el tener,
como lo refirió Erik Erickson, desde los setentas del siglo pasado.
5.- Un ser humano que cultive y
ejerza el arte de amar y respeto por la vida en todas sus manifestaciones,
capaz de luchar contra la abuso del
poder depredador de nuestra ecología por los oligarcas y gobernantes insensibles,
autoritarios y explotadores, renunciando a la meta de conquistar a la
naturaleza, someterla, explotarla, violarla y destruirla.
6.- Un ser humano que sienta y
viva la felicidad, con la alegría que causa el dar y el compartir y no el
tener, el acumular bienes materiales, inmersos en la codicia, la mentira, los
engaños y las indignantes competencias por el éxito sustentado en los valores patrimoniales que posee. Ser feliz en el proceso de vivir cada día
más, sin importar el avance que el destino les permita realizar, superando las
preocupaciones por lo que no se logra.
7.- Un ser humano capaz de rebelarse
ante la injusticia, exigiendo su derecho a la libertad y el respeto a los
derechos humanos fundamentales, sin condiciones, con plenitud, inmerso en la
cultura democrática y de subordinación a la legalidad y los principios
elementales de los valores éticos, donde el ser honesto y perseverar en la
integridad, lo aleje de la corrupción prevaleciente.
8.- Que logre fomentar la
espiritualidad, sin fanatismos religiosos o dogmas filosóficos, sin engaños,
con tolerancia a la diversidad y la pluralidad de las ideologías, creencias y mitos,
cultivando el escepticismo, evitando la manipulación y los abusos de las tecnologías de la informática, de las empresas mediáticas, principalmente la televisión, la radio, la prensa, además de las
instituciones sobre todo religiosas.
9.- Que logre gozar de la libertad, en condiciones
de equidad de género, con su posibilidad de ser uno mismo, sin ataduras a las
ambiciones, sino como alternativa para desarrollarse, para vivir en plenitud,
con la satisfacción de ser uno mismo, estando en paz consigo mismo y con los
demás.
10.- Un ser humano, capaz de rechazar la
violencia en todas sus manifestaciones, en el contexto de sus interacciones
humanas, construyendo la paz, generando la seguridad necesaria para la
convivencia armónica de todos y todas las personas y con todas las
manifestaciones de la vida en nuestro ambiente, donde la ética sea subsumida como virtud en el ejercicio del poder.
En suma, como lo expresaba Karl
Marx, desde finales del siglo XIX, y retomado por numerosos filósofos, e intelectuales del siglo pasado y revolucionarios como Ernesto "el Che" Guevara, sigue vigente la construcción de un “hombre nuevo” con un pensamiento
universal que le permita la plena satisfacción de las necesidades materiales y
espirituales, con un alto desarrollo ideo político, estético y moral.
i.c.k.k.c.k
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