martes, 29 de septiembre de 2009

INTEGRIDAD Y CONGRUENCIA

En los últimos años hemos visto como se han deteriorado gravemente los valores esenciales humanos, hemos sido testigos como ya no sólo son los desprestigiados políticos que mienten, engañan y corrompen, ahora resulta que prevalece en los empresarios y lo que es peor esta gravemente permeando el marco de las relaciones cotidianas en nuestro medio familiar, social y laboral.

Como ya lo hemos referido no se puede explicar la sociedad violenta que vivimos y la correspondiente crisis económica y social sin este grave deterioro que vivimos de los valores humanos en la integración del desarrollo humano de nuestras sociedades. En México vivimos cotidianamente la impunidad no sólo de los delincuentes, los políticos, los empresarios, los medios de comunicación, los comerciantes que en aras de lograr sus exitosas ventas y metas económicas poco les importa ser congruentes con los compromisos éticos que pregonan, sólo les ha servido para cumplir requisitos en las supuestas filosofías de calidad que los embrutece cuando reciben esos reconocimientos. En alguna ocasión tuve la oportunidad de interaccionar con directores de noticieros de los medios televisivos locales y les observaba lo abarrante que resultaba, para la promoción de la salud mental y el desarrollo humano, que en sus barras de noticieros predominaran no sólo las denominadas notas rojas sino la crueldad transgresora además de los derecho humanos de la victimas y sus respuestas fueron contundentes, en el sentido de que ellos los guiaba el mayor numero de audiencia y que no podían dejar este estilo de comunicación sino lo dejaban de hacer todos los medios; de las empresas publicitarias ni hablar su objetivo es vender manipulando a costa de lo que sea, cínicamente se defienden haciendo alusión que su objetivo no es promover la verdad.

Observemos como en los medios de comunicación proyectan la mentira y la manipulación en las campañas publicitarias y estos en sus barras de programación se aprovechan del bajo nivel educativo de nuestra población y el analfabetismo funcional que prevalece, aun en los mas formados “académicamente”, para lograr enganchar incautos que viven fantaseando el éxito mediante el esfuerzo mínimo, sin compromiso social, sin valores y producto de su capacidad de tener cosas materiales que le den el estatus falaz clase mediero o el altanero de las clases privilegiadas incultas de nuestra sociedad. En fin a pesar de los diversos llamados de la UNESCO, la OMS, y demás organismos internacionales y nacionales promotores del desarrollo humano y la salud, sobre la necesidad de modificar las conductas poco éticas y saludables para el bienestar de la sociedad los medios continúan con sus conductas aberrantes en el marco del desarrollo humano.

Los políticos se han ensañado con su prevaleciente inmoralidad, la ausencia de la ética en la política es muy visible, sus incongruencias ideológicas generan perversiones que anestesian los principios y valores humanos más esenciales, padecen de la deshonestidad y la incongruencia, sean de ideologías conservadoras de derecha o progresistas de izquierda, aunque paradójicamente ambos grupos integran en sus filosofías la promoción y fomento de estos valores esenciales en sus propuestas documentales sobre la sociedad por la que luchan. Quienes hemos militado en la izquierda hemos lamentado más como se ha deteriorado el ejercicio de la ética en aras de un pragmatismo ramplón que lo único que ha logrado, además de el enriquecimiento personal y empoderamiento corrupto y perverso, es contribuir a menoscabar el anhelado desarrollo democrático, social y humano de nuestras sociedades con sus lacras de miseria y pobreza que hoy padecemos.

La voracidad y la codicia de políticos, empresarios, comerciantes y delincuentes son la consecuencia lógica de la ausencia de principios y valores éticos en el marco de su comportamiento que más se acentúa cuando el ejercicio de la justicia no prevalece en sociedades como la nuestra. En varias ocasiones he escuchado destacados hombres de empresa y políticos cuyas fortunas han sido producto de estas transgresiones éticas que se enaltecen al referir que todo lo que han hecho ha sido en el marco de las leyes que lo han permitido, no les ha importado el despojo de ejidatarios ni de los bienes de la nación que usufructuaron por medio de la corrupción para enriquecerse y que hoy disfrutan impunemente.

Necesitamos hombres y mujeres íntegros, congruentes y honestos, cuyas conductas se destaquen por enaltecer su dignidad, donde el honor este primero que la lealtad sobretodo a los intereses materiales de grupo o individuales donde las riquezas de sus principios y valores sean los nutrientes esenciales de su bienestar y los necesarios bienes materiales sólo sirvan para enaltecer ese desarrollo humano armónico con los demás y su entorno, donde el individualismo y las lacras de la sociedad de consumo con su mercantilismo atroz dejen de prevalecer como ejercicios perniciosos en los estilos de vida de nuestra sociedad.

No esperemos que los gobernantes y las oligarquías que nos gobiernan integren con seriedad la promoción y el fomento de estos valores esenciales para el desarrollo humano, su “interés” seguirá siendo proyectado en programas y acciones simuladas que les permita en sus discursos alardear de este interés ejercitando una vez más sus incongruencias y sin trascender en serias estrategias educativas o formativas que logren construir una sociedad distinguida por el humanismo prevaleciente en principios y valores. En tanto debemos de promover y fomentar estos valores en el seno de nuestras familias y todos los ámbitos de nuestras relaciones, sociales, laborales, institucionales y políticas para ser congruentes buscando ser íntegros.

martes, 22 de septiembre de 2009

PARA DISMINUIR LA DELINCUENCIA JUVENIL

Mucho se ha avanzado en el conocimiento de las causas en la delincuencia y los comportamientos que violentan la sociedad en el mundo y se ha concluido la participación de múltiples factores, estableciéndose como fundamental que cualquier modelo de prevención y atención debe tener un enfoque multifactorial sino estaría destinado al fracaso. Para decirlo claramente no sólo es un problema que atañe a las instituciones de procuración de justicia y de seguridad pública, desde la perspectiva de acción de las ciencias jurídicas y penales sino además desde los ámbitos de las instituciones educativos y de salud así como de aquellas instituciones como los medios de comunicación que coadyuvan en la formación de comportamientos y hábitos saludables incidiendo directamente en la prevención del delito.

Por otra parte si queremos enfrentar realidades debemos aceptar el fracaso que han representado los modelos de intervención “carcelarios” prevalecientes en las instituciones de readaptación social y los internados para menores infractores, que se han constituido en escuelas para fortalecer el comportamiento delincuente con sus estadísticas prevalecientes de reincidencias en actos infractores de las personas "rehabilitadas" de sus instituciones en el marco del crónico padecimiento de carencias de recursos humanos, materiales y financieros y políticas sexenales que no logran la efectividad, integralidad y continuidad programática necesaria para transformar realidades.

Poco han cambiado los perfiles detectados de los delincuentes juveniles y que no son sino la expresión de está multifactoriedad a la que nos referimos y que la OMS establece como necesario concientizar para lograr efectos reales en la disminución y la prevención de los delitos. Los múltiples estudios de investigación científica que hemos desarrollado sobre delincuencia juvenil nos han permitido establecer los perfiles de los niños, familias y comunidades en riesgo así como las características del adolescente infractor prefigurando oportunidades de intervención primaria para evitar daños mayores en su persona y la sociedad.

Está confirmado como la pobreza, marginación y exclusión de los beneficios del desarrollo social (educación, vivienda, salud, recreación) afecta el desarrollo de los barrios y conlleva a las denominadas zonas rojas de alta delincuencia que en todas las ciudades existen y que en el caso de nuestra área metropolitana de Monterrey están bien detectadas, donde la alta incidencia de violencia familiar, juvenil, conyugal, lesiones, homicidios, suicidios, robos, consumo de drogas son enfrentadas por la autoridad con políticas reiteradas de operativos, redadas e intentos de organización de los jóvenes “pandilleros” en actividades “preventivas” haciéndolos participar en reducidos eventos deportivos, culturales y artísticos para engalanar las políticas de la autoridad en turno, que una y otra vez le servirán para publicitar que si están haciendo prevención del delito en estas zonas, con la paradoja de que en vez de lograr disminuir los comportamientos criminales estos persisten y en algunas de ellas no sólo se incrementan sino continúan como zonas de alta prevalencia criminal.

Afortunadamente ha sido superado el reduccionismo biológico que establecía la hipótesis del origen del comportamiento delincuente en causas estrictamente biológicas derivadas de factores hereditarios o disfuncionales por alteraciones en las hormonas o del sistema nervioso, de tal forma que ha sido concluyente que el comportamiento criminal y el delincuente son producto de múltiples factores biológicos, psicológicos, ecológicos, sociales, culturales y económicos. También ha quedado atrás el determinismo religioso como causa-efecto en la prevalencia del delito, sin desdeñar la importancia que los valores, inherentes al comportamiento religioso, tiene su influencia en el desarrollo moral del ser humano y su correspondiente efecto en los dinamismos reguladores del comportamiento humano en el marco de las normas y las leyes sociales.

Sabemos que la mayor parte de las familias de los adolescentes delincuentes, en nuestro país y estado, proceden de los niveles socioeconómicos bajos y de zonas de pobreza, son de miembros numerosos más de 5 a 7 o reducidas con 1 a 2 hijos, con padres de baja escolaridad de 6 a 9 años cursados, con indicadores de promiscuidad y hacinamiento en su vivienda. Conyugalmente desestructuradas por separación o ausencia física de uno de los padres y en el caso de la existencia de los dos, uno de ellos ausente en sus funciones de apoyo emocional y psicológico hacía el hijo. La dinámica de integración familiar se caracteriza por presentar relaciones conflictivas, trastornos en la comunicación, deficiencias en la capacidad de tomar acuerdos, con graves problemas de equidad, conflictiva principal en la autoridad, dirección e integración de los miembros que sustentan los reiterados diagnósticos de familias disfuncionales con carencias afectivas crónicas donde el amor es sustituido por la agresión constante en las relaciones interpersonales. En suma un ambiente familiar donde los problemas económicos y los satisfactores mínimos de una buena alimentación, salud, educación, recreación se suman a un medio ambiente incapaz de proporcionar los nutrientes psíquicos, emocionales y morales necesarios para el crecimiento y desarrollo normal de la personalidad.

El resultado es una infancia donde prevalecen los trastornos en el desarrollo psicomotor, con rasgos neuróticos infantiles como la enuresis, retrasos en el desarrollo del lenguaje, dificultades en la atención, cursando con problemas en el aprendizaje, en su mayoría con trastornos del rendimiento escolar, trastornos disciplinarios que los lleva a la deserción escolar y posteriormente a su integración laboral temprana generalmente como ayudantes en actividades marginales laborales en la construcción, el comercio o la calle. Un desempeño laboral que generalmente se caracteriza por la presencia de conflictos personales, inestabilidad e inadaptación en el medio de trabajo.

Son adolescentes que tienen como rasgos generales de personalidad y conducta el egocentrismo, la pasividad, la labilidad emocional, tendencias a la inestabilidad, inseguros, con bajo nivel de frustración, con tendencias a la fantasía, dificultad en los procesos intelectuales, rebeldía, dominantes y tendencias disruptivas que revelan las dificultades en el desarrollo de controles, límites y regulaciones necesarios para evitar el comportamiento violento y criminal.

La valoración psicometrica muestra que más de un 60% presenta alteraciones en la coordinación viso motriz, un nivel de desarrollo menor a la edad cronológica, coeficiente inferior al rango medio, desorientación en la realidad, control de impulsos deficientes, estructura normativa débil, nivel de autoestima baja, deficiente capacidad de insight, identidad difusa y débil y una sexualidad desvalorizada con problemas en la identidad. La mayoría es detenido inicialmente como menor infractor por actos contra la salud, siguiéndole el robo, pandillerismo, lesiones, delitos relacionados con la sexualidad y homicidio.

De tal forma que utilizando los sistemas de clasificación diagnostica para trastornos mentales (ICD-10)más del 50% cumple con los criterios establecidos para el diagnóstico de Trastornos Disóciales, el 41% presenta el abuso de substancias psicoactivas mayormente marihuana, cocaína, inhalantes y alcohol, el 32.5% con algún grado de subnormalidad mental y un 16% Trastornos afectivos de personalidad.

Como podemos darnos cuenta las diferentes formas de comportamiento criminal comparten numerosos factores de riesgo subyacentes comunes, algunos consisten en características psíquicas y del comportamiento, como el escaso control de éste, una baja autoestima y trastornos de personalidad y la conducta. Influyen también los problemas psiquiátricos y están ligados al abuso de drogas y alcohol y a experiencias como la falta de lazos emocionales y de apoyo, el contacto temprano con la violencia en el hogar y las historias familiares o personales marcadas por divorcios, separaciones, desintegración funcional y abusos físicos o sexuales. Los factores comunitarios y sociales más importantes destacan además de la pobreza, las disparidades en el ingreso y las desigualdades entre los sexos.

No es sólo con propuestas jurídicas del ámbito penal, como incrementar las penas o reducir la edad penal, ni el fortalecimiento de los derechos humanos en este ámbito, estas son complementarias de las acciones cotidianas en las que se debe actuar simultáneamente en varios niveles y en múltiples sectores de la sociedad para prevenirla. El papel principal del sector salud no debe reducirse a coadyuvar en el tratamiento y rehabilitación de las victimas y se debiera de aprovechar en los avances derivados de las experiencias de prevención que con éxito se han aplicado en los países desarrollados y que como eje central fomenta las acciones comunitarias.

Sólo con políticas que construyan un modelo de atención integral del delito y logren la operatividad de los programas en la cotidianidad de las acciones sobre la prevención y atención del delito en un marco eficiente de coordinación interinstitucional de los diferentes organismos responsables del sector educativo, de salud, de seguridad pública, procuración de justicia y de derechos humanos en los diferentes niveles de gobierno municipal, estatal y federal y sumando el esfuerzo de los medios de comunicación y las organizaciones ciudadanas lograremos avanzar en la disminución importante de la delincuencia juvenil y con ello mejorar el desarrollo de nuestra sociedad.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Violencia y Menores Infractores

Durante mis vacaciones fui conmovido por la triste noticia del asesinato de toda una familia en el Estado de Tabasco donde inicialmente se pensó que habían sido victimas de la delincuencia organizada y después se ha detenido a los asesinos confesos, de los cuales uno es menor de edad de 16 años, vecino y convivente de la familia asesinada, gustoso de jugar con los hijos que luego masacro y el otro un joven de 18 años que apenas terminaba su adolescencia y les brindaba funciones de seguridad en su vivienda y quienes junto con otro complice de 20 años sin antecedentes delincuentiles consumaron este horrendo crimen con tal salvajismo que incluyo torturas, violación sexual y lesiones corporales progresivas hasta causar la muerte de los padres y su dos hijos menores.
Algo tienen en común estos presuntos asesinos, sus antecedentes del desarrollo psicológico están integrados por haber vivido en familias disfuncionales, con ausentes o deficientes figuras parentales, sin autoridad proyectiva, con conflictos permanentes afectivos, sexuales, existenciales, económicos y violentos; fueron niños que cursaron su infancia con las carencias afectivas, deficiente identidad, autoestima baja, sin integrar habilidades y destrezas fundamentales para el manejo emocional, inseguros, con poca tolerancia a la frustración, no fueron adecuadamente socializados y su desarrollo moral estuvo distante de los estándares prevalecientes en nuestra sociedad; si ha esto agregamos el rechazo por las instituciones educativas y laborales donde inicialmente presentaron problemas derivados de sus desviaciones de la conducta, que en vez de ser objeto de atención y canalizados a alguno de los servicios de salud mental u orientación para niños y adolescentes fueron expulsados y con ello excluidos y marginados del desarrollo social y humano al que supuestamente tienen el derecho constitucional en nuestro país.
La realidad es que en nuestra sociedad prevalece el crónico abandono de las instituciones responsables de la atención de los menores que requieren atención en sus desviaciones de la conducta como es el caso de aquellos que padecen trastornos de conductas disruptivas, como es el caso de la conducta antisocial que detectada oportunamente puede detenerse su evolución a comportamientos psicopaticos criminales como estos que lamentablemente conmocionan temporalmente a nuestra sociedad.
En 1985 y durante los siguientes tres años tuve la oportunidad de participar en una investigación psiquiatrica, psicológica y social sobre conducta delincuente en menores de edad en el Estado de Nuevo León, incluyendo a los homicidas prevalecientes durante ese tiempo cuyas conclusiones fueron determinantes para fundamentar políticas publicas de atención a los menores infractores en el marco de la prevención y atención del delito en nuestra sociedad que a la fecha siguen pendientes en las políticas sociales del Estado y que lamentablemente hoy se integran sólo como explicacion del incremento de la criminalidad y la violencia que padecemos.