En el marco de la ética política la comisión redactora de la propuesta del Proyecto Alternativo de Nación concluye que en México la política, los políticos y sus gobernantes están degradados, inmersos en las conductas corruptas, perversas y simuladoras con sus lacras de autoritarismo, demagogia, corporativismo, clientelismo y pragmatismo político. Por otra parte es evidente la degradación social de los principios, normas y valores humanistas en el seno de nuestra sociedad que han menoscabado seriamente las conductas participativas solidarias y esas virtudes inherentes al ser humano como son la congruencia, la integridad, la honestidad, el respeto y el amor a la vida en la búsqueda del bienestar y la prosperidad y la de los demás. Estos dos hechos han sido parte de los factores determinantes de la sociedad corrupta, violenta, injusta e insegura en que vivimos y que año tras año nos distingue como un país en el que crece esa corrupción con la baja de prosperidad consecuente para nuestra patria.
Larga es la lista de los ejemplos de políticos en todas las geometrías del quehacer político, derechas, izquierdas, centroizquierdas o centro derechas que han sucumbido al disfrute de la corrupción en cualquiera de sus formas; algunos lamentablemente jóvenes que apenas inician su carrera en el servicio público y fácilmente se integran a las redes de corrupción existentes. Lo más lamentable ha sido cuando las izquierdas se hacen cómplices con las oligarquías en el ejercicio de sus gobiernos, posponiendo las más elementales políticas trascendentes para el pueblo generadoras de democracia, más libertad y prosperidad que aniquile las lacras de inequidad y desigualdad vergonzosa de la pobreza lacerante.
Si algo enorgullecía a la izquierda era su incondicional moral revolucionaria donde la mística de servicio trascendía con sus conductas inquebrantables de la lealtad, la congruencia, la integridad y la solidaridad fraternal, resistente a toda forma de represión y cooptación que en los gobiernos autoritarios llevaron a compañeros a la perdida de su libertad o de su vida. Lamentablemente, otros fueron seducidos por el poder y el placer hedonista al abandonar sus pobrezas franciscanas y el acceso a niveles de vida inalcanzables si vivieran de sus oficios y no de la política, rápidamente se pervirtieron al servicio del régimen autoritario formando parte de la casta privilegiada del poder para disfrutar de los placeres, viajes, casas, autos, artículos suntuarios, etc.., integrando la ambición con el principio de avaricia que fomentan y distingue a la oligarquía. La ambición cuando entra en la mente del hombre hace que piense y vea oportunidades de lucrar en cualquier lugar donde se desempeñe.
El hecho es que esa cultura política prevaleciente, para algunos denominada como la real política, ha generado personalidades, desde intelectuales, empresarios, artistas y muchos de los dirigentes de los principales partidos, organizaciones sociales, sindicales y campesinas, arraigadas en estilos de trabajo donde su ideología, sus principios y sus valores no son subsumidos a la ética y han desarrollado una gran astucia y capacidad de integrar el camuflaje que engaña hasta los mas expertos al ocultar su verdadera personalidad que se evidencia, tarde que temprano, cuando se alían con el enemigo temerosos de perder el poder y sus prebendas o para satisfacer sus ambiciosos intereses derivados del embrutecimiento del poder público que coyunturalmente ejercen. Para algunos son desviaciones para nosotros simplemente son traidores no sólo de nuestro movimiento sino del pueblo esperanzado en la lucha por lograr el anhelado cambio que construya una sociedad mas justa, libre, democrática y menos corrupta.
Algunos compañeros de izquierda al empoderarse repiten actos de gobiernos inmorales e incongruentes con sus principios y valores ideológicos, ejercen la corrupción en sus diferentes matices: soborno, cohecho, tráfico de influencias, negligencia o cualquier forma de acción ilegal e impropia como el nepotismo y el nombramiento de funcionarios sin el perfil profesional, por amistad servil, y lo mas lamentable el enriquecimiento ilícito. Son políticos que tratan de defender lo indefendible, algunos, asociados o cómplices por omisión o inacción contra la delincuencia, otros aprobando asociaciones público-privadas en sus políticas de gobierno, otros evitando coberturas elementales mínimas para el desarrollo social como la educación, la salud y la buena alimentación de todos, otros más subyugándose indignamente a los poderes centrales o haciendo acuerdos obscuros con el poder que ejerce el otrora enemigo para gozar de la impunidad que les otorgan en el manejo de sus corporativizadas instituciones y organizaciones que clientelarmente manejan. Así, simular, mentir, engañar y manipular se han integrado a su estructura de personalidad, desplazando los valores éticos de su ser, no tienen escrúpulos, son ambiciosos, les gana la codicia, carecen de remordimientos, no les interesa cambiar, no tienen principios que les generen una conducta integra para ser congruentes y honestos y cumplir con sus compromisos, tienen un sentido patrimonialista en el manejo de los recursos públicos, disfrutan, gozan derrochando los recursos y bienes de dominio público para uso y goce de su interés privado. No importa cuanto posea, ni la cantidad o calidad de bienes que posea, siempre ambicionan más, apenas consigue lo que deseaba cuando ya tiene una nueva codicia. Son victimas del principio de avaricia que fomentan las oligarquías que se ha extendido a través de la globalización y de los medios de información a casi todo el mundo logrando que este principio penetre en cualquier ámbito: individual, familiar, laboral, gubernamental, etcétera.
Por fortuna, a pesar de lo anterior, todavía existen políticos, funcionarios, intelectuales y dirigentes sociales íntegros, honestos, con dignidad, respeto y comprometidos con sus tareas las cuales contribuyen con su esfuerzo a la marcha y desarrollo de las instituciones y de la moral pública, nuestro ejemplo mas destacado es AMLO que como dirigente social y cuando se ha desempeñado como funcionario público a mantenido congruencia con principios éticos a fin de que sus actos se rijan con legalidad y rectitud.
Todas las normas, principios y valores que regulan nuestros pensamientos y conductas están fundamentadas en la integración de nuestro desarrollo moral que nos da el sentido del bien y el mal en nuestros compartimientos, lo que hace cada persona es resultado de lo que esta en su pensamiento. Por lo tanto, si hay personas con vicios arraigados desde antaño seguramente en su mente hay pensamientos inadecuados que le permiten obrar así, por lo que sería importante diseñar y establecer estrategias para limpiar, ordenar y cuidar la mente de los servidores públicos y sembrar en ellos los valores éticos. Nuestro país no podrá desarrollarse si antes no se le educa en la honradez y la probidad y se integran y cultiven permanentemente los valores éticos en quienes sirven en la operatividad de la política y en la administración pública.
Por lo anterior en el marco de la propuesta del Proyecto Alternativo de Nación en su numeral 4: Por una Ética Republicana y el Combate a la Corrupción, se propone incorporar la creación de un organismo autónomo, independiente del gobierno que adquiera el rango de consejo de Estado que pudiera denominarse Consejo Nacional de Ética que fomente y promueva el desempeño de la ética pública así como lograr con eficiencia la prevención, detección y sanción de los servidores públicos corruptos en todos los niveles de gobierno. Este organismo debe ser dirigido e integrado por hombres respetables, de honor y reputación que tendrá por misión promover y fomentar los valores y principios éticos en todos los niveles de gobierno. Se deberá elaborar una Ley Nacional de Ética que especifique los valores y actitudes deseables de los servidores públicos que defina un código de conducta con esos valores, responsabilidades y obligaciones jurídicas, contribuirá además a reformar el marco jurídico para la rendición de cuentas que esta rezagado por lo que es necesario diseñar ademas mecanismos legales y procesales efectivos que verdaderamente combatan la corrupción y la impunidad. El consejo deberá diseñar una estrategia para lograr que los valores éticos queden sembrados en la conciencia de todo servidor público, promoviendo iniciativas éticas para el servicio público que deben comprender: el fomento de los valores, el establecimiento de normas y directrices de una gestión, la revisión de las leyes y reglamentos que desestimulen el soborno así como lineamientos que promuevan la integridad y credibilidad del funcionario. Definirá los valores éticos deseables en un servidor público conforme a cada sector y establecerlos dentro los perfiles que se requieren para ingresar al servicio público, de tal forma que éstos sean elegidos por sus méritos, por su calidad moral y ser llamados a rendir cuentas por sus actos cuando se les solicite para evitar que los individuos al estar en los cargos públicos realicen actos nocivos para el Estado. Fomentara la educación y formación ética de los ciudadanos, desde la formación educativa básica, durante su formación profesional y en el proceso de inducción al servicio público así como durante su desempeño laboral mediante un sistema de calidad permanente basado en la capacitación, actualización y desarrollo de personal.
Se trata de superar el reto que afronta la ética pública consistente en que no basta sólo el establecimiento de los valores mediante un código o ley, sino su interiorización en las personas ya que poco han servido las instituciones creadas para subsumir la ética al servicio público para disminuir los prevalecientes niveles altos de corrupción. La única forma de que exista un cambio de actitud efectivo, es que cada individuo interiorice en su mente de manera consciente y profunda cada uno de los principios éticos, de lo contrario el simple discurso sobre los valores no producirá los resultados esperados.
De poco o nada han servido los diferentes organismos (Secretaría de la Función Pública, Instituto Federal de Acceso a la Información, Auditoría Superior de la Federación y la Comisión Intersecretarial para la Transparencia y Combate a la Corrupción) que los gobiernos priìanistas han creado para el combate a la corrupción y la promoción de la transparencia, mucho menos para lograr la prevalencia del desempeño ético en los políticos y funcionarios públicos. Sin esa ética se ausentado la sabiduría en sus mentes, el entendimiento, la prudencia, ecuanimidad, autoridad, probidad y capacidad de juicio en su toma de decisiones permeando a los funcionarios en los diferentes niveles de gobierno y de ahí pervirtiendo a los políticos y degradando la política.
¡Digamos ya Basta! y desde ahora detectemos, denunciemos y sancionemos a quienes desde la izquierda transgreden los principios y valores éticos elementales porque si no en el 2012 volveremos a lamentarnos.
Larga es la lista de los ejemplos de políticos en todas las geometrías del quehacer político, derechas, izquierdas, centroizquierdas o centro derechas que han sucumbido al disfrute de la corrupción en cualquiera de sus formas; algunos lamentablemente jóvenes que apenas inician su carrera en el servicio público y fácilmente se integran a las redes de corrupción existentes. Lo más lamentable ha sido cuando las izquierdas se hacen cómplices con las oligarquías en el ejercicio de sus gobiernos, posponiendo las más elementales políticas trascendentes para el pueblo generadoras de democracia, más libertad y prosperidad que aniquile las lacras de inequidad y desigualdad vergonzosa de la pobreza lacerante.
Si algo enorgullecía a la izquierda era su incondicional moral revolucionaria donde la mística de servicio trascendía con sus conductas inquebrantables de la lealtad, la congruencia, la integridad y la solidaridad fraternal, resistente a toda forma de represión y cooptación que en los gobiernos autoritarios llevaron a compañeros a la perdida de su libertad o de su vida. Lamentablemente, otros fueron seducidos por el poder y el placer hedonista al abandonar sus pobrezas franciscanas y el acceso a niveles de vida inalcanzables si vivieran de sus oficios y no de la política, rápidamente se pervirtieron al servicio del régimen autoritario formando parte de la casta privilegiada del poder para disfrutar de los placeres, viajes, casas, autos, artículos suntuarios, etc.., integrando la ambición con el principio de avaricia que fomentan y distingue a la oligarquía. La ambición cuando entra en la mente del hombre hace que piense y vea oportunidades de lucrar en cualquier lugar donde se desempeñe.
El hecho es que esa cultura política prevaleciente, para algunos denominada como la real política, ha generado personalidades, desde intelectuales, empresarios, artistas y muchos de los dirigentes de los principales partidos, organizaciones sociales, sindicales y campesinas, arraigadas en estilos de trabajo donde su ideología, sus principios y sus valores no son subsumidos a la ética y han desarrollado una gran astucia y capacidad de integrar el camuflaje que engaña hasta los mas expertos al ocultar su verdadera personalidad que se evidencia, tarde que temprano, cuando se alían con el enemigo temerosos de perder el poder y sus prebendas o para satisfacer sus ambiciosos intereses derivados del embrutecimiento del poder público que coyunturalmente ejercen. Para algunos son desviaciones para nosotros simplemente son traidores no sólo de nuestro movimiento sino del pueblo esperanzado en la lucha por lograr el anhelado cambio que construya una sociedad mas justa, libre, democrática y menos corrupta.
Algunos compañeros de izquierda al empoderarse repiten actos de gobiernos inmorales e incongruentes con sus principios y valores ideológicos, ejercen la corrupción en sus diferentes matices: soborno, cohecho, tráfico de influencias, negligencia o cualquier forma de acción ilegal e impropia como el nepotismo y el nombramiento de funcionarios sin el perfil profesional, por amistad servil, y lo mas lamentable el enriquecimiento ilícito. Son políticos que tratan de defender lo indefendible, algunos, asociados o cómplices por omisión o inacción contra la delincuencia, otros aprobando asociaciones público-privadas en sus políticas de gobierno, otros evitando coberturas elementales mínimas para el desarrollo social como la educación, la salud y la buena alimentación de todos, otros más subyugándose indignamente a los poderes centrales o haciendo acuerdos obscuros con el poder que ejerce el otrora enemigo para gozar de la impunidad que les otorgan en el manejo de sus corporativizadas instituciones y organizaciones que clientelarmente manejan. Así, simular, mentir, engañar y manipular se han integrado a su estructura de personalidad, desplazando los valores éticos de su ser, no tienen escrúpulos, son ambiciosos, les gana la codicia, carecen de remordimientos, no les interesa cambiar, no tienen principios que les generen una conducta integra para ser congruentes y honestos y cumplir con sus compromisos, tienen un sentido patrimonialista en el manejo de los recursos públicos, disfrutan, gozan derrochando los recursos y bienes de dominio público para uso y goce de su interés privado. No importa cuanto posea, ni la cantidad o calidad de bienes que posea, siempre ambicionan más, apenas consigue lo que deseaba cuando ya tiene una nueva codicia. Son victimas del principio de avaricia que fomentan las oligarquías que se ha extendido a través de la globalización y de los medios de información a casi todo el mundo logrando que este principio penetre en cualquier ámbito: individual, familiar, laboral, gubernamental, etcétera.
Por fortuna, a pesar de lo anterior, todavía existen políticos, funcionarios, intelectuales y dirigentes sociales íntegros, honestos, con dignidad, respeto y comprometidos con sus tareas las cuales contribuyen con su esfuerzo a la marcha y desarrollo de las instituciones y de la moral pública, nuestro ejemplo mas destacado es AMLO que como dirigente social y cuando se ha desempeñado como funcionario público a mantenido congruencia con principios éticos a fin de que sus actos se rijan con legalidad y rectitud.
Todas las normas, principios y valores que regulan nuestros pensamientos y conductas están fundamentadas en la integración de nuestro desarrollo moral que nos da el sentido del bien y el mal en nuestros compartimientos, lo que hace cada persona es resultado de lo que esta en su pensamiento. Por lo tanto, si hay personas con vicios arraigados desde antaño seguramente en su mente hay pensamientos inadecuados que le permiten obrar así, por lo que sería importante diseñar y establecer estrategias para limpiar, ordenar y cuidar la mente de los servidores públicos y sembrar en ellos los valores éticos. Nuestro país no podrá desarrollarse si antes no se le educa en la honradez y la probidad y se integran y cultiven permanentemente los valores éticos en quienes sirven en la operatividad de la política y en la administración pública.
Por lo anterior en el marco de la propuesta del Proyecto Alternativo de Nación en su numeral 4: Por una Ética Republicana y el Combate a la Corrupción, se propone incorporar la creación de un organismo autónomo, independiente del gobierno que adquiera el rango de consejo de Estado que pudiera denominarse Consejo Nacional de Ética que fomente y promueva el desempeño de la ética pública así como lograr con eficiencia la prevención, detección y sanción de los servidores públicos corruptos en todos los niveles de gobierno. Este organismo debe ser dirigido e integrado por hombres respetables, de honor y reputación que tendrá por misión promover y fomentar los valores y principios éticos en todos los niveles de gobierno. Se deberá elaborar una Ley Nacional de Ética que especifique los valores y actitudes deseables de los servidores públicos que defina un código de conducta con esos valores, responsabilidades y obligaciones jurídicas, contribuirá además a reformar el marco jurídico para la rendición de cuentas que esta rezagado por lo que es necesario diseñar ademas mecanismos legales y procesales efectivos que verdaderamente combatan la corrupción y la impunidad. El consejo deberá diseñar una estrategia para lograr que los valores éticos queden sembrados en la conciencia de todo servidor público, promoviendo iniciativas éticas para el servicio público que deben comprender: el fomento de los valores, el establecimiento de normas y directrices de una gestión, la revisión de las leyes y reglamentos que desestimulen el soborno así como lineamientos que promuevan la integridad y credibilidad del funcionario. Definirá los valores éticos deseables en un servidor público conforme a cada sector y establecerlos dentro los perfiles que se requieren para ingresar al servicio público, de tal forma que éstos sean elegidos por sus méritos, por su calidad moral y ser llamados a rendir cuentas por sus actos cuando se les solicite para evitar que los individuos al estar en los cargos públicos realicen actos nocivos para el Estado. Fomentara la educación y formación ética de los ciudadanos, desde la formación educativa básica, durante su formación profesional y en el proceso de inducción al servicio público así como durante su desempeño laboral mediante un sistema de calidad permanente basado en la capacitación, actualización y desarrollo de personal.
Se trata de superar el reto que afronta la ética pública consistente en que no basta sólo el establecimiento de los valores mediante un código o ley, sino su interiorización en las personas ya que poco han servido las instituciones creadas para subsumir la ética al servicio público para disminuir los prevalecientes niveles altos de corrupción. La única forma de que exista un cambio de actitud efectivo, es que cada individuo interiorice en su mente de manera consciente y profunda cada uno de los principios éticos, de lo contrario el simple discurso sobre los valores no producirá los resultados esperados.
De poco o nada han servido los diferentes organismos (Secretaría de la Función Pública, Instituto Federal de Acceso a la Información, Auditoría Superior de la Federación y la Comisión Intersecretarial para la Transparencia y Combate a la Corrupción) que los gobiernos priìanistas han creado para el combate a la corrupción y la promoción de la transparencia, mucho menos para lograr la prevalencia del desempeño ético en los políticos y funcionarios públicos. Sin esa ética se ausentado la sabiduría en sus mentes, el entendimiento, la prudencia, ecuanimidad, autoridad, probidad y capacidad de juicio en su toma de decisiones permeando a los funcionarios en los diferentes niveles de gobierno y de ahí pervirtiendo a los políticos y degradando la política.
¡Digamos ya Basta! y desde ahora detectemos, denunciemos y sancionemos a quienes desde la izquierda transgreden los principios y valores éticos elementales porque si no en el 2012 volveremos a lamentarnos.