Insisten los políticos tradicionales conservadores mexicanos, fanáticos del neoliberalismo del capitalismo depredador, que vivimos que con sus gobernantes, como José Luis Mastretta Galván, en su columna de monitor político del día lunes 28 de octubre, que dos son los temas clave para cualquier gobierno: la economía y la seguridad y remiten a la salud sólo cuando existen condiciones catastróficas, sobre todo que dañen a los jóvenes, argumenta que “perder el empleo, sufrir un alza de precios, ver el deterioro de su pueblo o ciudad afecta directamente a las familias. Ni qué decir de la seguridad. Un secuestro, un asalto, un asesinato, una desaparición rompen la paz de una familia para siempre”
Reproducen en toda su magnitud el reduccionismo imperante en este milenio, en el análisis de los problemas sociales y humanos, que desde hace décadas, se han enriquecido con el desarrollo de las ciencias con los paradigmas que integran visiones multi e interdisciplinarias, que abarquen la totalidad de los fenómenos y que han sido definidas como una visión holística.
Claro, que el modelo económico que impera en un gobierno, es uno de los generadores de los determinantes sociales no sólo de la salud, sino del nivel de desarrollo humano de las sociedades, por décadas hemos padecido el neoliberalismo con su modelo económico mercantilista, generador de la gran corrupción y graves desigualdades, depredador no sólo de los recursos naturales de nuestras sociedades, sino de los valores, ideales y principios del humanismo que constituyen la esencia del deber ser, por sentido común, necesitamos que cambie ese modelo económico, por uno cuyo eje transversal sea el humanismo, como promotor del desarrollo social, económico y político de nuestras sociedades.
Así, la inversión en las políticas de salud, retomara su valor como determinante del desarrollo humano y social de nuestras sociedades, no se trata de priorizar la atención en las enfermedades sino en la salud, sí esa que holísticamente conceptualizamos, desde el siglo pasado, como producto del bienestar físico, mental y social y no solo la ausencia de enfermedad. Se trata de que los gobernantes retomen estrategias y acciones sanitarias con un enfoque integral, para promover y fomentar la salud, logrando la prevención de las enfermedades, más de aquellas catastróficas que emergen por las malas condiciones sanitarias de nuestras sociedades o de las paradójicas realidades, como, en el marco de la pobreza económica que vivimos en México, donde destacamos por ser los más malnutridos y los más obesos, con el lacerante daño por su mortalidad y en los recursos financieros dedicados a atender las complicaciones de los trastornos metabólicos, como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares.
Por décadas la inversión de los recursos financieros de los gobiernos, además de ser muy bajos y fragmentados, en las últimas décadas, no pasamos de un gasto promedio del 3% del PIB y en sus instituciones del sector salud, han sido destinados más a la curación de las enfermedades, predominando el ejercicio de las instituciones, con los y las trabajadores de la salud inmersos en su modelo curativo, sobre el modelo preventivo, donde prevalecen enfoques reduccionistas subordinados a las leyes del mercantilismo deshumanizante del modelo neoliberal capitalista que padecemos.
Por eso hoy que estamos en la construcción de la Cuarta Transformación de nuestra patria, donde estamos en proceso de desmantelar las políticas neoliberales, la atención a la salud es uno de los temas claves, que junto con el de educación, ya lo ha referido el presidente Andrés Manuel López Obrador, son los dos más graves problemas que afectan a nuestro desarrollo social y humano
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