Como cada año autoridades de salud, institutos de la mujer, organismos no gubernamentales contra la violencia y por la equidad de género, feministas, políticos académicos e intelectuales nos volcamos en actividades conmemorativas de este día 25 de Noviembre: Día Internacional para la eliminación de la Violencia contra las mujeres que poco a poco se a posesionado en el mundo y en nuestro país como un día de reflexión y de reafirmación en la lucha contra esta ignominia que conforme a cada nación se expresa con múltiples rostros, algunos de ellos con las abominables conductas de la extirpación del clítoris que todavía se realiza en las mujeres de algunos países africanos, la muertes a pedradas (lapidación) de mujeres “infieles” en otros países árabes, las políticas selectivas del aborto en la mujeres chinas que privilegian el embarazo con productos masculinos y a nivel internacional con la lamentable prevalencia del trafico y explotación de mujeres. En nuestro país la expresión mas prevaleciente sigue siendo la violencia intrafamiliar, donde una de cada cuatro mujeres casadas o en union libre es violentada por su pareja, que sumado a la violencia social, inseguridad pública y el incremento de las actividades de la delincuencia organizada que padecemos ha incrementado los feminicidios y el trafico y explotación de mujeres mayormente para el ejercicio de la prostitución, ocupando nuestro estado de Nuevo León el segundo lugar en la magnitud y prevalencia de este fenómeno, después del Distrito Federal, según el investigador Arum Kumar de la Universidad Autónoma de Nuevo León, quien por segunda ocasión denuncia la gravedad de este problema sin que las autoridades hagan acciones trascendentes, tanto el gobernador como el procurador de justicia se han limitado a aceptar pasivamente su existencia.
Nuestro país ha avanzado integrando leyes, haciendo reformas legislativas, creando normas de atención, instituciones, planes programas y brindando apoyos a organizaciones de la sociedad civil para la asistencia de la victimas y la prevención y fomento de la no violencia; también ha logrando la penalización de los responsables victimarios pero lamentablemente con un impacto inadecuado para lograr modificar los patrones de comportamientos inmersos en nuestra cultura que siguen degradando a la mujer, transgrediendo su equidad y dignidad y desde luego los derechos humanos. Es muy evidente la ausencia de comportamientos que proyecten las políticas de género en la vida relacional institucional desde la familia hasta las instituciones educativas y las laborales persistiendo la discriminación y sus lacras del acoso, el abuso sexual y la violencia física, psicológica, emocional, moral y económica. Estamos muy lejos de legislar como en los países desarrollados por ejemplo en Francia existen las figuras de “acoso sexual y “acoso moral” donde desde el 2002, la víctima de acoso sexual no tiene que demostrar su falta de consentimiento: es el victimario quien debe demostrar el consentimiento. El acoso moral, se considera como tal las “conductas que tienen por objeto degradar las condiciones de trabajo susceptibles de afectar los derechos y la dignidad del trabajador, de alterar su salud física o mental o comprometer su futuro profesional y no puede ser sancionado, despedido, discriminado, directa o indirectamente, en su remuneración, clasificación, promoción, mutación o renovación de contrato por haber padecido, rehusado padecer, por testimoniar o delatar dichas conductas. Las leyes que el estado mexicano ha promulgado apenas tratan de contribuir a lograr la equidad y contra la violencia como la Ley del Instituto Nacional de las Mujeres, la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación, la ley General para la Igualdad entre Mujeres y Hombres y por último la recién promulgada Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia.
En tanto la teoría de genero avanza y ha definido con claridad los patrones de construcción del empoderamiento masculino que sustentan la pretendida desigualdad de la mujer, poco se ha avanzado en la desconstrucción cultural de este prejuicio inmerso en los agentes modeladores del comportamiento humano de nuestro país como es la familia, la escuela y los medios de comunicación, estos últimos, al contrario, han jugado un papel retrogrado que se ha incrementado en las últimas décadas generando contenidos homofóbicos, misóginos, machistas y promoviendo la imagen femenina como objeto de uso, subyugada al hombre, merecedora de golpes por sus fallas y objeto de consumo mercantilista asociando el éxito a su capacidad de ser conquistada, de ser usada sexualmente; lo mas lamentable es observar como desde sus barras infantiles y de entretenimiento proyectan normalidad en el uso de la violencia disfrazadas de supuestas comedias que hacen reír hasta los adultos; muy lejos de la creatividad artística y de comprender el daño que provocan en sus audiencias y su papel en la sociedad violenta e insegura que vivimos. Los medios como la radio, prensa y televisión son los espacios que se desarrollan en México con una gran ausencia de su función social responsable para el desarrollo humano y social, una deficiente ética y una gran impunidad en sus abusos y transgresiones de las leyes y normas que los regulan.
Nuestro país ha avanzado integrando leyes, haciendo reformas legislativas, creando normas de atención, instituciones, planes programas y brindando apoyos a organizaciones de la sociedad civil para la asistencia de la victimas y la prevención y fomento de la no violencia; también ha logrando la penalización de los responsables victimarios pero lamentablemente con un impacto inadecuado para lograr modificar los patrones de comportamientos inmersos en nuestra cultura que siguen degradando a la mujer, transgrediendo su equidad y dignidad y desde luego los derechos humanos. Es muy evidente la ausencia de comportamientos que proyecten las políticas de género en la vida relacional institucional desde la familia hasta las instituciones educativas y las laborales persistiendo la discriminación y sus lacras del acoso, el abuso sexual y la violencia física, psicológica, emocional, moral y económica. Estamos muy lejos de legislar como en los países desarrollados por ejemplo en Francia existen las figuras de “acoso sexual y “acoso moral” donde desde el 2002, la víctima de acoso sexual no tiene que demostrar su falta de consentimiento: es el victimario quien debe demostrar el consentimiento. El acoso moral, se considera como tal las “conductas que tienen por objeto degradar las condiciones de trabajo susceptibles de afectar los derechos y la dignidad del trabajador, de alterar su salud física o mental o comprometer su futuro profesional y no puede ser sancionado, despedido, discriminado, directa o indirectamente, en su remuneración, clasificación, promoción, mutación o renovación de contrato por haber padecido, rehusado padecer, por testimoniar o delatar dichas conductas. Las leyes que el estado mexicano ha promulgado apenas tratan de contribuir a lograr la equidad y contra la violencia como la Ley del Instituto Nacional de las Mujeres, la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación, la ley General para la Igualdad entre Mujeres y Hombres y por último la recién promulgada Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia.
En tanto la teoría de genero avanza y ha definido con claridad los patrones de construcción del empoderamiento masculino que sustentan la pretendida desigualdad de la mujer, poco se ha avanzado en la desconstrucción cultural de este prejuicio inmerso en los agentes modeladores del comportamiento humano de nuestro país como es la familia, la escuela y los medios de comunicación, estos últimos, al contrario, han jugado un papel retrogrado que se ha incrementado en las últimas décadas generando contenidos homofóbicos, misóginos, machistas y promoviendo la imagen femenina como objeto de uso, subyugada al hombre, merecedora de golpes por sus fallas y objeto de consumo mercantilista asociando el éxito a su capacidad de ser conquistada, de ser usada sexualmente; lo mas lamentable es observar como desde sus barras infantiles y de entretenimiento proyectan normalidad en el uso de la violencia disfrazadas de supuestas comedias que hacen reír hasta los adultos; muy lejos de la creatividad artística y de comprender el daño que provocan en sus audiencias y su papel en la sociedad violenta e insegura que vivimos. Los medios como la radio, prensa y televisión son los espacios que se desarrollan en México con una gran ausencia de su función social responsable para el desarrollo humano y social, una deficiente ética y una gran impunidad en sus abusos y transgresiones de las leyes y normas que los regulan.
Cotidianamente como trabajadores de la salud mental seguimos vivenciando el sufrimiento y la ignominia de que son objeto las mujeres que son victimas de violencia al acudir a nuestras consultas por el impacto que tiene en su salud mental generándole sus depresiones, sus crisis de ansiedad, sus trastornos psicosomáticos en el marco de la cronificación del estrés derivado no sólo de esa violencia que padecen sino además del deficiente proceso de atención social de sus necesidades jurídicas, económicas, culturales y hasta médicas a pesar de que tenemos en nuestro país y estado leyes que obligan una atención integral y de calidad en cada una de las etapas del proceso de atención. Sigue dándose el caso del ausente reporte del médico al ministerio público al detectar la violencia física, la mayor parte de los consultorios no tienen la infraestructura necesaria para documentar los hallazgos de daños a la salud y proporcionar la publicitada calidad en la atención, carecen de medidas de seguridad para brindar protección a la victima y los protocolos de asistencia no son ordinariamente asumidos para la atención de las victimas. En el marco de la atención jurídica las victimas siguen enfrentando funcionarios y jueces misóginos, desinformados, con prejuicios morales sin la capacitación adecuada para la atención de estos problemas que no dudan en usar la ley deshonestamente para favorecer a los hombres abusadores sobre todo cuando se trata del otorgamiento de pensiones o definición de la custodia de los hijos. Existe un gran vació en el proceso de atención a la mujeres victimas de violencia que esta integrado por la falta de refugios accesibles inmediatos que les garanticen seguridad a su integridad física y el seguimiento personalizado mediante el trabajo de caso de un profesionista de trabajo social que tenga por objeto además supervisar que el proceso de atención se desarrolle en forma integral con capacidad de resolución ante los obstáculos que se presenten en cualquiera de la etapas. Estas deficiencias son algunas de las causas que provocan los abominables feminicidios que conmocionan temporalmente a la sociedad y que se convierten en el abuso de las tragedias mediaticas que inmoralmente explotan los prevalecientes noticieros amarillistas en sus notas rojas que deshumanizan insensibilizando contra el dolor humano.
Toda la perorata de los avances que los políticos y las políticas expresan estos días para publicitar los avances en el cumplimiento de los acuerdos y metas contra la violencia de la mujer se estrella en la realidad cotidiana que vivimos quienes trabajamos en la comunidad, con las familias y con las instituciones sociales que sistemáticamente enfrentan realidades muy distintas lejos del alcance delirante del poder de quienes no aceptan las crudas realidades que como muchas mujeres casadas, madres solteras, viudas o que viven en unión libre cursan con estas tragedias contra las cuales tienen que luchar para sobrevivir, lejos del alcance de que el estado les garantice la anhelada igualdad y su protección inviolable contra cualquier forma de violencia de que son objeto no sólo en su hogar sino paradójicamente de las instituciones encargadas de velar por el cumplimiento de las leyes.
Conmemorar este día es para que nadie olvidemos que debemos eliminar la violencia contra las mujeres promoviendo y fomentando la igualdad de género, rechazando toda forma de discriminación y explotación, donde los hombres reconozcamos que no hay sociedad digna en tanto permanezca este abominable comportamiento.
Toda la perorata de los avances que los políticos y las políticas expresan estos días para publicitar los avances en el cumplimiento de los acuerdos y metas contra la violencia de la mujer se estrella en la realidad cotidiana que vivimos quienes trabajamos en la comunidad, con las familias y con las instituciones sociales que sistemáticamente enfrentan realidades muy distintas lejos del alcance delirante del poder de quienes no aceptan las crudas realidades que como muchas mujeres casadas, madres solteras, viudas o que viven en unión libre cursan con estas tragedias contra las cuales tienen que luchar para sobrevivir, lejos del alcance de que el estado les garantice la anhelada igualdad y su protección inviolable contra cualquier forma de violencia de que son objeto no sólo en su hogar sino paradójicamente de las instituciones encargadas de velar por el cumplimiento de las leyes.
Conmemorar este día es para que nadie olvidemos que debemos eliminar la violencia contra las mujeres promoviendo y fomentando la igualdad de género, rechazando toda forma de discriminación y explotación, donde los hombres reconozcamos que no hay sociedad digna en tanto permanezca este abominable comportamiento.