Conmemoramos en México el primer centenario de nuestra lucha armada que buscaba revolucionar nuestra sociedad que entonces se debatía entre la miseria, la pobreza, la injusticia bárbara en todas sus expresiones, generadas por una elite gobernante dictatorial con sus redes caciquiles de los potentados burgueses apropiados de la explotación y los beneficios de las riquezas naturales de nuestra patria. Una revolución que fue lamentablemente institucionalizada en el reduccionismo de la democracia electorera con su lema “Sufragio Efectivo No Reelección” y con un marco jurídico constitucional que intentaría garantizar los derechos humanos, civiles y sociales que permitieran no solo la solución de los graves problemas de explotación, injusticia y la ausente libertad existentes sino también las bases para la construcción de una sociedad democrática, justa, prospera y con bienestar que permitiera lograr buenos niveles de desarrollo humano y social que nos enorgulleciera en el mundo.
Han pasado cien años y el recuento de los logros es lamentable y pesimista, ni siquiera hemos logrado que la democracia electoral sea efectiva, ahí están los burdos ejemplos de los políticos que siguen comprando votos otorgando, dadivas y despensas en el marco de sus conductas clientelares que hoy definen sus gozosas victorias electoreras. Los políticos siguen medrando con la pobreza y la miseria prevaleciente en nuestra sociedad. La cultura política que genero esta institucionalización de la revolución fue para extender una dictadura que simulara esa democracia electorera donde las elites del poder y sus oligarcas continuaran con su poder omnipotente, así organizaron y le dieron solidez a al corporativismo en todos los niveles necesarios de la estructura social que pudieran jugar un elemento de control de opositores y disidentes. El poder de los oligarcas creo las organizaciones “revolucionarias” en los sindicatos, las organizaciones campesinas, las populares y hasta en sus organizaciones empresariales su mejor estrategia simular fomentar la elección democrática representativa en sus bases para generar dirigentes y delegados fácilmente manipulados que permitieran el manejo dócil de las cúpulas, se evitaba a toda costa la cultura de la democracia participativa. Toda una maquinaria que ha logrado desde hace cien años simular gobiernos democráticos que alguna vez nos valieron el calificativo de una dictadura perfecta con el ancestral partido único, que durante el siglo pasado gobernó con cinismo y desvergüenza y que hoy aceptan como realidades antidemocráticas y autoritarias que les distinguía en el ejercicio de su poder. Su sufragio efectivo fue reducido a la dadiva del poder votar del ciudadano y la no reelección sólo a cambiar el nombre del testaferro correspondiente en el poder que les garantizara seguir con el mantenimiento del sistema y la satisfacción de sus privilegios y su incondicional dirección de la gobernabilidad. El desarrollo de la ciencia política en torno a la democracia primero del liberalismo francés y luego del de las tesis del italiano Sartori sólo les sirvió como referente para el discurso intelectual pomposo, ese que provoca la adulación enfermiza a la que reactivamente responden sus subordinados.
Las estrategias del porfirismo de acabar hasta con la muerte inmediata de los opositores radicales y de los moderados en caso de no aceptar ser cooptados fue una y otra vez reproducida por estos gobiernos autoritarios contra dirigentes e intelectuales de los movimientos opositores que se dieron y se han dado hasta la fecha, dispersando la necesaria unidad de la acción de los movimientos letales al poder de esos gobernantes. Centrados en mantener ese poder y los privilegios a las oligarquías la corrupción fue asumida como un mal necesario que poco a poco fue creando una clase política donde sus riquezas y prosperidad ostentosas les ha integrado a esas elites del poder que ejercen impunemente a la usanza de los hacendados caciquiles del porfirismo con sus zonas territoriales que al estilo feudal gobiernan hoy en nuestra patria.
Para evitar otra revolución armada inteligente y astutamente los detentadores del poder además de sus estrategias de represión y coerción de los opositores políticos han implementado políticas sociales, económicas y culturales que han logrado proyectar espejismos esperanzadores del cambio que ha derivado de dos vertientes: una la posibilidad de lograr el cambio por la vía electoral, para lo cual desarrollaron reformas jurídicas y políticas desde el siglo pasado dirigidas a integrar a los opositores políticos con la consecuente generación de la hoy denominada partidocracia en el sistema de partidos que prevalece actualmente; la otra vía que se ha conducido paralelamente desprestigiando la vida política, a través de los partidos, ha sido la necesidad de que la sociedad civil se organice y participe y se convierta el movimiento ciudadano como el motor del cambio mediante las denominadas ONG´S, espacios donde lo mismo conviven organismos religiosos, empresariales, mediáticos, profesionales, artísticos, intelectuales y académicos y supuestos fóbicos de la política y los políticos que el gobierno con gusto promueve y mantiene en la mayoría de ellas, con apoyos económicos por su lealtad y la disposición a servir en sus grandes intereses con cierta libertad de jugar a la oposición enarbolando demandas en torno a la defensa de los derechos humanos, civiles, la diversidad sexual, la ecología, la democracia, la lucha contra delincuencia, contra la violencia familiar, la equidad de genero, etc., etc., son intelectuales al servicio del régimen, algunos de estos como destacados luchadores o personalidades sociales que insisten en no hacer política aunque el gobierno en el poder los integre como funcionarios públicos. Con eficiencia y eficacia mediante estas dos vertientes ha logrado la dispersión de la oposición y la consecuente debilidad para lograr la unidad en la acción de los movimientos trascendentales que socialmente se han generado después de la revolución.
Para consolidar su tarea alienante han desdeñado la educación de nuestro pueblo primero manteniendo necesidades de cobertura básica y acabar con el analfabetismo, luego la insuficiente cobertura que proporciona es con mala calidad generadora de ciudadanos, técnicos y profesionales de sus instituciones públicas donde prevalecen analfabetas funcionales con escaso interés en los problemas sociales y una solidaridad reducida al concepto de la caridad con sus afanes glorificadores. Educar para la libertad ha sido sólo una frase martiana que con gusto reiteran buscando el elogio los funcionarios del régimen en turnos, su estrategia educativa tiene que ver mas con concepto gramsciano de servir como modelador para alienar las conciencias a los intereses de las oligarquías; función que estupendamente complementan los medios de comunicación con sus programas neuromodeladores de conductas pasivas, conformistas, consumistas y fantasiosas alejadas de las necesidades reales para estimular los cambios trascendentes hacía la lucha por la libertad, la igualdad y contra la injusticia social. Resulta que imbécilmente llegan a integrar la falacia de que el bienestar de la persona deriva sólo de la responsabilidad de la misma persona como si la responsabilidad social no existiera, convirtiéndose en victimas fáciles de las modernas formas de esclavitud a través de las deudas que como anzuelos los voraces mercantilistas diariamente ofrecen en sus modernas tarjetas de crédito atrapándolos en las fantasías de su prosperidad y felicidad del consumismo materialista deshumanizante. Estas tarjetas junto con las tarjetas de nominas son sustitutas modernas de las explotadoras tiendas de raya del porfiriato.
Ni que decir del resto de las garantias sociales que los revolucionarios lograron plasmar en la constitución de 1917, ni siquiera han logrado la cobertura plena además de la educación, en la salud, hoy estamos inmersos en graves problemas de salud, con intentos de desmantelamiento de las instituciones públicas de salud para lograr su privatización, El campo ha sido progresivamente desmantelado, los hacendados están siendo sustituidos con el disfraz de pequeños propietarios que no son mas que terratenientes con cacicazgos emulando a los hacendados porfiristas. Los derechos laborales pisoteados y en proceso de extinción con una reforma laboral retrograda que intentan aprobar las fuerzas reaccionarias de este gobierno. La corrupción de los funcionarios gobernantes, que no se conforman sólo con sus exorbitantes salarios y beneficios de sus puestos, es tal que desborda la ambición y se convierten en ladrones vulgares, según los investigadores de este fenómeno: tan sólo en los últimos treinta años la corrupción ha representado un total de recursos económicos capaces de haber solucionado las graves carencias no sólo de infraestructura de obra pública de edificios de gobierno, escuelas, hospitales sino carreteras y transporte público digno que incluye una red de ferrocarriles en todo el país y que como todos sabemos nos fue desmantelada por el gobierno zedillista, donde hoy el es uno de sus principales directivos. Una gran parte de la población tiene problemas de subsistencia alimentaría, indigencia, pobreza, desempleo y dotación de servicios públicos esto aunado a la lacerante inseguridad pública siguen siendo los grandes males sociales de tal forma que estamos muy lejos de los anhelados los derechos de igualdad, libertad y seguridad jurídica que la Revolución Mexicana pretendía y que ha sido obstaculizada por las oligarquías en el poder que tenemos que combatir y hacer así realidad el anhelo de nuestros revolucionarios en la construcción de una sociedad no sólo plenamente democrática sino con justicia y equidad sin la lacerante pobreza, miseria y marginación que hoy siguen agobiando a millones de mexicanos.
Han pasado cien años y el recuento de los logros es lamentable y pesimista, ni siquiera hemos logrado que la democracia electoral sea efectiva, ahí están los burdos ejemplos de los políticos que siguen comprando votos otorgando, dadivas y despensas en el marco de sus conductas clientelares que hoy definen sus gozosas victorias electoreras. Los políticos siguen medrando con la pobreza y la miseria prevaleciente en nuestra sociedad. La cultura política que genero esta institucionalización de la revolución fue para extender una dictadura que simulara esa democracia electorera donde las elites del poder y sus oligarcas continuaran con su poder omnipotente, así organizaron y le dieron solidez a al corporativismo en todos los niveles necesarios de la estructura social que pudieran jugar un elemento de control de opositores y disidentes. El poder de los oligarcas creo las organizaciones “revolucionarias” en los sindicatos, las organizaciones campesinas, las populares y hasta en sus organizaciones empresariales su mejor estrategia simular fomentar la elección democrática representativa en sus bases para generar dirigentes y delegados fácilmente manipulados que permitieran el manejo dócil de las cúpulas, se evitaba a toda costa la cultura de la democracia participativa. Toda una maquinaria que ha logrado desde hace cien años simular gobiernos democráticos que alguna vez nos valieron el calificativo de una dictadura perfecta con el ancestral partido único, que durante el siglo pasado gobernó con cinismo y desvergüenza y que hoy aceptan como realidades antidemocráticas y autoritarias que les distinguía en el ejercicio de su poder. Su sufragio efectivo fue reducido a la dadiva del poder votar del ciudadano y la no reelección sólo a cambiar el nombre del testaferro correspondiente en el poder que les garantizara seguir con el mantenimiento del sistema y la satisfacción de sus privilegios y su incondicional dirección de la gobernabilidad. El desarrollo de la ciencia política en torno a la democracia primero del liberalismo francés y luego del de las tesis del italiano Sartori sólo les sirvió como referente para el discurso intelectual pomposo, ese que provoca la adulación enfermiza a la que reactivamente responden sus subordinados.
Las estrategias del porfirismo de acabar hasta con la muerte inmediata de los opositores radicales y de los moderados en caso de no aceptar ser cooptados fue una y otra vez reproducida por estos gobiernos autoritarios contra dirigentes e intelectuales de los movimientos opositores que se dieron y se han dado hasta la fecha, dispersando la necesaria unidad de la acción de los movimientos letales al poder de esos gobernantes. Centrados en mantener ese poder y los privilegios a las oligarquías la corrupción fue asumida como un mal necesario que poco a poco fue creando una clase política donde sus riquezas y prosperidad ostentosas les ha integrado a esas elites del poder que ejercen impunemente a la usanza de los hacendados caciquiles del porfirismo con sus zonas territoriales que al estilo feudal gobiernan hoy en nuestra patria.
Para evitar otra revolución armada inteligente y astutamente los detentadores del poder además de sus estrategias de represión y coerción de los opositores políticos han implementado políticas sociales, económicas y culturales que han logrado proyectar espejismos esperanzadores del cambio que ha derivado de dos vertientes: una la posibilidad de lograr el cambio por la vía electoral, para lo cual desarrollaron reformas jurídicas y políticas desde el siglo pasado dirigidas a integrar a los opositores políticos con la consecuente generación de la hoy denominada partidocracia en el sistema de partidos que prevalece actualmente; la otra vía que se ha conducido paralelamente desprestigiando la vida política, a través de los partidos, ha sido la necesidad de que la sociedad civil se organice y participe y se convierta el movimiento ciudadano como el motor del cambio mediante las denominadas ONG´S, espacios donde lo mismo conviven organismos religiosos, empresariales, mediáticos, profesionales, artísticos, intelectuales y académicos y supuestos fóbicos de la política y los políticos que el gobierno con gusto promueve y mantiene en la mayoría de ellas, con apoyos económicos por su lealtad y la disposición a servir en sus grandes intereses con cierta libertad de jugar a la oposición enarbolando demandas en torno a la defensa de los derechos humanos, civiles, la diversidad sexual, la ecología, la democracia, la lucha contra delincuencia, contra la violencia familiar, la equidad de genero, etc., etc., son intelectuales al servicio del régimen, algunos de estos como destacados luchadores o personalidades sociales que insisten en no hacer política aunque el gobierno en el poder los integre como funcionarios públicos. Con eficiencia y eficacia mediante estas dos vertientes ha logrado la dispersión de la oposición y la consecuente debilidad para lograr la unidad en la acción de los movimientos trascendentales que socialmente se han generado después de la revolución.
Para consolidar su tarea alienante han desdeñado la educación de nuestro pueblo primero manteniendo necesidades de cobertura básica y acabar con el analfabetismo, luego la insuficiente cobertura que proporciona es con mala calidad generadora de ciudadanos, técnicos y profesionales de sus instituciones públicas donde prevalecen analfabetas funcionales con escaso interés en los problemas sociales y una solidaridad reducida al concepto de la caridad con sus afanes glorificadores. Educar para la libertad ha sido sólo una frase martiana que con gusto reiteran buscando el elogio los funcionarios del régimen en turnos, su estrategia educativa tiene que ver mas con concepto gramsciano de servir como modelador para alienar las conciencias a los intereses de las oligarquías; función que estupendamente complementan los medios de comunicación con sus programas neuromodeladores de conductas pasivas, conformistas, consumistas y fantasiosas alejadas de las necesidades reales para estimular los cambios trascendentes hacía la lucha por la libertad, la igualdad y contra la injusticia social. Resulta que imbécilmente llegan a integrar la falacia de que el bienestar de la persona deriva sólo de la responsabilidad de la misma persona como si la responsabilidad social no existiera, convirtiéndose en victimas fáciles de las modernas formas de esclavitud a través de las deudas que como anzuelos los voraces mercantilistas diariamente ofrecen en sus modernas tarjetas de crédito atrapándolos en las fantasías de su prosperidad y felicidad del consumismo materialista deshumanizante. Estas tarjetas junto con las tarjetas de nominas son sustitutas modernas de las explotadoras tiendas de raya del porfiriato.
Ni que decir del resto de las garantias sociales que los revolucionarios lograron plasmar en la constitución de 1917, ni siquiera han logrado la cobertura plena además de la educación, en la salud, hoy estamos inmersos en graves problemas de salud, con intentos de desmantelamiento de las instituciones públicas de salud para lograr su privatización, El campo ha sido progresivamente desmantelado, los hacendados están siendo sustituidos con el disfraz de pequeños propietarios que no son mas que terratenientes con cacicazgos emulando a los hacendados porfiristas. Los derechos laborales pisoteados y en proceso de extinción con una reforma laboral retrograda que intentan aprobar las fuerzas reaccionarias de este gobierno. La corrupción de los funcionarios gobernantes, que no se conforman sólo con sus exorbitantes salarios y beneficios de sus puestos, es tal que desborda la ambición y se convierten en ladrones vulgares, según los investigadores de este fenómeno: tan sólo en los últimos treinta años la corrupción ha representado un total de recursos económicos capaces de haber solucionado las graves carencias no sólo de infraestructura de obra pública de edificios de gobierno, escuelas, hospitales sino carreteras y transporte público digno que incluye una red de ferrocarriles en todo el país y que como todos sabemos nos fue desmantelada por el gobierno zedillista, donde hoy el es uno de sus principales directivos. Una gran parte de la población tiene problemas de subsistencia alimentaría, indigencia, pobreza, desempleo y dotación de servicios públicos esto aunado a la lacerante inseguridad pública siguen siendo los grandes males sociales de tal forma que estamos muy lejos de los anhelados los derechos de igualdad, libertad y seguridad jurídica que la Revolución Mexicana pretendía y que ha sido obstaculizada por las oligarquías en el poder que tenemos que combatir y hacer así realidad el anhelo de nuestros revolucionarios en la construcción de una sociedad no sólo plenamente democrática sino con justicia y equidad sin la lacerante pobreza, miseria y marginación que hoy siguen agobiando a millones de mexicanos.
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