jueves, 15 de diciembre de 2011

EL DESARROLLO INTELECTUAL EN LOS POLITICOS

A propósito del tema de moda sobre lo culto de los políticos, que existe en nuestro país, y que fue iniciado con el error del precandidato del PRI a la presidencia, Enrique Peña Nieto, en el marco de la presentación de su libro en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, al referir la autoría equivocada de uno de los libros de Carlos Fuentes; y quien luego este mismo autor criticó su ignorancia, sumándose los subsecuentes errores de otros “destacados” políticos (Ernesto Cordero, ex- ministro de Hacienda y precandidato del PAN a la presidencia, Mario Fuentes, Secretario de Educación del gobierno del D.F. y precandidato del PRD al gobierno del D. F. y el Dr. José Ángel Córdoba, ex - Secretario de Salud) y la evitación posterior de otros tantos para mostrar su desarrollo intelectual y evitar ser objeto del escarnio de la opinión pública y así no ser afectado en su imagen pública que es determinante en sus aspiraciones electorales en boga rumbo al 2012.

Me vino al recuerdo las ignominiosas conductas de los políticos, que he observado y vivenciado, que en sus afanes de cubrirse de gloria y estatus intelectual han aprovechado su poder político y económico para lograr sus títulos nobiliarios y grados académicos, resquicios del feudalismo que se integra vitalmente en sus mentalidades y que luego ostentosamente utilizan para justificar sus pretensiones puesteriles como funcionarios en las instituciones públicas. La prensa estatal ha registrado los casos brillantes de algunos políticos, líderes de colonos, sindicales, funcionarios y hasta empresarios, como el ex – presidente FOX, que han logrado obtener dudosos grados académicos. Ha habido de todo, desde apócrifas constancias de estudios de bachillerato hasta licenciaturas, maestrías y doctorados en las instituciones educativas públicas y privadas, que van desde las escuelas patito hasta las supuestas instituciones certificadas de excelencia educativa en nuestra sociedad. Todo esto en el marco de la globalización neoliberal que ha degradado los valores integrándolos a su dogma mercantilista, donde estos personajes todo pueden conseguir con el poder político y económico, hoy mas apoyados en el desarrollo de las tecnologías de la informática y la relejada normatividad sujeta a la discrecionalidad de los poderes gobernantes ofrecen de todo desde licenciaturas, maestrías, especialidades y hasta doctorados a distancia y/o semipresencial con solo pagar puntualmente, con cuestionables desempeños en las actividades de los procesos de aprendizaje y sobre todo de las evaluaciones que fácilmente se prestan a la simulación y al engaño.

Esta titulitis nobiliaria y la búsqueda desaforada de documentos oficiales, que acrediten estos grados académicos, fue incrementada en nuestras instituciones públicas y privadas por las necesidades de cumplir con las políticas impuestas en las tesis de calidad y los denominados ISOS (estándares certificados de calidad de la Organización Internacional para la Estandarizacion) que los organismos internacionales del banco mundial exigían para proporcionar apoyos financieros para el desarrollo de sus funciones académicas y de investigación, ambos factores contribuyeron a pervertir los valores educativos y la mística de servicio que las filosofías humanistas del siglos pasado habían venido estimulando buscando el desarrollo integral del ser humano, se desdeñaba así el impacto formativo del educando limitándose a proporcionarle los conocimientos mínimos y las habilidades y destrezas para el desempeño de su profesión, muy lejanos de una formación culta, que integrara los mínimos de la cultura, las artes y las ciencias humanistas a sus especialidades doctas del conocimiento inherente a sus constancias de estudios. Los tiempos disfuncionales, las capacidades de gestión, la fácil cooptación con las estrategias becarias y el influyentismo han sido los principales factores que potencializan en los políticos la obtención de sus constancias académicas tanto en universidades nacionales como extranjeras, algunos de ellos llegan hasta obtener máximas menciones honoríficas como la “summa cum laude” (usada para indicar las máximas alabanzas del nivel de desempeño con el que se ha obtenido un grado académico universitario máximo, usualmente el doctorado) con tesis cuestionables o cuya elaboración fue realizada por otros profesionistas generalmente subordinados a sus jerarquías como sus asistentes o alumnos, o mediante el pago del financiamiento de los costos; aunque no debemos dejar de referir el varias veces detectado e informado por los medios de comunicación de la expedición de constancias, diplomas, títulos y grados de las redes de delincuentes que venden fraudulentamente en la zona de la Plaza Santo Domingo, cercana a las oficinas de la Secretaría de Educación en México D.F.. Hoy estas redes de defraudadores se han modernizado publicitando sus servicios en Internet, en tanto hasta algunas instituciones nacionales y extranjeras ofrecen servicios educativos de postgrado con reconocimiento oficial de estudios sin controles adecuados de las autoridades educativas de sus naciones que se han sumado al problema de las denominadas escuelas patito que proliferan en nuestro país como opción de titilación y que tienen el lastre de la dudosa calidad académica de sus servicios. Lo lamentable es que hasta universidades, dependientes de los presupuestos públicos o disfrazados como asociaciones civiles, algunos políticos empoderados han logrado establecer con el reconocimiento de estudios del estado que contribuyen a la degradación de la función educativa y esta perversión prevaleciente.
El resultado es de profesionistas políticos con títulos apócrifos que no llegan ni siquiera a dominar brillantemente los contenidos básicos de sus ámbitos científicos, donde impera su analfabetismo funcional, un reducido conocimiento de las ciencias humanas y sociales, las artes, la cultura y con una visión de la ciencia política de por si ya reducida, como refiere el Dr. Enrique Dussel en su texto Politica de la Liberación, y luego enmarcada en dogmas y fundamentalismos ideológicos, cerrados a la pluralidad, envilecidos por el poder, incapaces de incorporar el avance de las ciencias en sus programas políticos que proponen de gobierno y reduciendo su poder a simples administradores de las oligarquías nacionales e internacionales, quienes gustosamente los recepciona en sus empresas al terminar de servirles en sus periodos gobernantes en países como el nuestro. Son políticos que hemos tenido que padecer con su brillante incompetencia en el servicio público federal y estatal como funcionarios, desde Presidentes, Secretarios y Subsecretarios de estado hasta directores generales de áreas, inmersos en estos procesos fraudulentos sin dejar de existir también los políticos egresados de las mas prestigiosas universidades extranjeras (Harvard, Stanford, Yale, Cambridge, Princeton, la Sorbona, etc..) beneficiarios de las becas gubernamentales que no logran ejercer sus doctos conocimientos, habilidades y destrezas de sus gloriosos grados alcanzados para que nuestra nación logre la prosperidad, el bienestar y la felicidad acorde con las riquezas existentes y generadas a través del tiempo
Así el desarrollo intelectual limitado, de los políticos en el poder, genera sus comportamientos retrógrados que obstaculizan el desarrollo de los programas sectoriales en las artes, la ciencia, la cultura, la educación y la salud, deshumanizan las políticas económicas y sociales que nos mantienen lejos del anhelado desarrollo humano y social con nuestra sociedad agobiada por la corrupción, la pobreza, la inseguridad y la violencia. La prospectiva holística del mas alto desarrollo humano y social de nuestras sociedades como visión del futuro no existe en sus percepciones por sus limitaciones intelectuales y sus vulgares ambiciones del poder que los lleva a sus conductas pragmáticas para saciar sus poderes carentes de integridad, honestidad y congruencia. que les aniquila sus sentimientos fraternales y solidarios con los problemas cotidianos de nuestro pueblo; se pervierten fácilmente con el hedonismo mercantilista del sistema explotador y corrupto que persiste en el capitalismo neoliberal. Estos políticos de derechas e izquierdas fácilmente se integran a las redes de corrupción del estado delincuencial que nos gobierna y sus habilidades camaleónicas les ha permitido medrar una y otra vez en los aparatos burocráticos del poder donde cínicamente llegan a discursar peroratas invistiéndose y defendiendo valores humanistas como el de la honestidad, la justicia y la democracia que les ha infestado en el curso de su desarrollo personal y político.
En los años ochentas, del siglo pasado cuando tuve la oportunidad de desempeñarme como director de la Escuela de Medicina del Instituto de Ciencias de la Salud, tuve la vivencia de ser objeto de presiones influyentistas del Gobernador en turno y su Secretario de Educación para tratar de apoyar a presuntos políticos profesionistas que se desempeñaban como médicos en las instituciones de salud y en el ejercicio privado sin poseer el titulo y la cedula correspondiente, sus recomendaciones eran reforzadas con ofrecimientos económicos de apoyo “como donativo para nuestra institución”, los cuales al ser rechazados, se sumaban a los agravios, que constantemente teníamos por mantener la congruencia e integridad de nuestra lucha por la reforma académica de la educación medica y contra el mercantilismo deshumanizante que la infestaba; por no acceder a estas maniobras influyentistas, entre otras cosas, nos costo el cierre de esa institución. Tratar de ser congruente e integro tiene grandes costos personales, genera represión y coerción con sus marginaciones y exclusiones de los ámbitos políticos, laborales, profesionales, académicos y científicos. Muchos de los activistas de la izquierda fuimos victimas de la guerra sucia del régimen príista con sus estrategias de impedir el acceso a los procesos educativos de pregrado y postgrado en las universidades públicas, obstaculizavan el proceso de certificación, titulación, y hasta desparecian constancias en los archivos escolares y en algunos casos reprobaban en los cursos con criterios pueriles; valió la pena asumir esos riesgos en aras del anhelado desarrollo social y humano de nuestra sociedad. Los políticos que persisten en usar el influyentismo, silenciar la disidencia, estar cerrados a la critica, manejar despóticamente el poder y desdeñar a las artes, la cultura y las ciencias en sus reflexiones y propuestas políticas para la prosperidad y el bienestar de nuestra sociedad deben de cambiar para lograr la anhelada transformación revolucionaria por la que hemos venido luchando los movimientos de izquierda en nuestro país.

El desarrollo intelectual de los políticos para lograr la eficiencia y eficacia en el desempeño de sus funciones públicas sin simulaciones, con congruencia e integridad e incorporando el conocimiento de las artes y las ciencias (que no necesariamente se obtiene con la titulitis nobiliaria imperante) en las políticas del estado es junto al desmantelamiento de las estructuras clientelares y corporativista del régimen caduco, que tenemos en México, una de las tareas fundamentales para lograr el verdadero cambio de nuestra patria.

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