Cíclicamente, en nuestro estado, cada vez que se inicia la etapa de selección de candidatos por los partidos políticos, en el seno de la sociedad se estimula el debate sobre los requisitos óptimos que deberían cubrir en sus perfiles los candidatos propuestos para desempeñar funciones en los diferentes niveles de los poderes ejecutivo y legislativo que dirigen el desarrollo de nuestra nación. Lamentablemente el debate desdeña aspectos elementales de evaluación global del desarrollo humano y es enfocado en visiones reduccionistas en el marco de los intereses corporativos, grupales o tribales de quienes están inmersos en esas luchas por el poder para influir en la promoción de personajes ad hoc para satisfacer sus intereses personales y de grupo y no el de la sociedad en su conjunto. Unos obsesionados en seleccionarlos con las habituales decisiones cupulares para colocar a sus amigos y familiares leales, otros exigiendo hasta pruebas de confianza como las que se exigen a los policías y funcionarios encargados de combatir a la delincuencia; otros mas con simuladas encuestas de posicionamiento, pocos considerando el grado de competitividad y de expectativas en su desempeño, de acuerdo a perfiles integrales en sus personas. Siguen prevaleciendo sus paradigmas electoreros con sus estrategias privilegiando las nefastas mercadotecnias, prestas a lograr la manipulación de una ciudadanía a la que cotidianamente con su poder cultivan en la ignorancia, la frivolidad, la dramatización, la despolitización, el clientelismo y el hedonismo a su modo. No se explica de otro modo, el que como nación hemos tenido que padecer funcionarios, desde presidentes, hasta gobernadores, alcaldes, senadores y diputados con visibles perfiles educativos bajos, delincuentes, antisociales, algunos con adicciones, alcohólicos, otros con deficiencias cognoscitivas, desmemoriados, con déficit de atención, problemas del lenguaje, en la organización de sus pensamientos, discursos, en sus sintaxis, no se diga en su ortografía, con grandes dificultades en el análisis y comprensión de fenómenos complejos; ya no se diga su limitado cultivo intelectual padeciendo algunos el analfabetismo funcional, sin que mínimamente logren una formación y visión del mundo que incluya la integración de las ciencias básicas, del arte y la cultura general del mundo y sobre todo de nuestra patria.
Nuestra sociedad esta sedienta de los mejores hombres y mujeres que la dirijan y que tengan los mas altos niveles de desarrollo social y humano por lo que el marco de evaluación de perfiles adecuados debe incluir el estado que guarda no sólo su desarrollo político sino su desarrollo humano integrado en su salud biológica, social, mental, emocional, espiritual, aunque este último sea mas definido por la integración de los principios y valores de las ideologías políticas y filosóficas que cultivemos en nuestras vidas. Cada quien tenemos un desarrollo único y sujeto a la individualidad de la vivencia proporcionándonos rasgos que definen nuestras habilidades sociales, intelectuales, la personalidad, nuestro carácter y el temperamento emocional que nos distinguen en las conductas que asumimos al afrontar las necesidades y problemas en nuestros roles familiares, escolares, laborales y sociales en sus diferentes ámbitos políticos, culturales y existenciales.
Por eso el perfil debería de incluir mínimamente el análisis de la formación educativa, desde su educación básica hasta los niveles técnicos, profesionales y de postgrado alcanzados, dándole la importancia debida a las instituciones y circunstancias de su formación así como la congruencia e integridad en sus oficios, habrá algunos que quizá no recibieron la oportunidad de formación profesional o técnica escolarizada, en instituciones sin reconocimiento oficial de estudios o prestigiosas por sus grandes costos, lo importante es valorar metas, éxitos y superación de los obstáculos que permiten proyectar la perseverancia en alcanzar objetivos de aprendizaje mas que la obtención de diplomas, títulos y grados que hoy están pervertidos por el mercantilismo educativo prevaleciente en las instituciones públicas y privadas de nuestra patria. En este contexto una buena educación incluye la integración del conocimiento básico de las ciencias en sus diferentes especialidades, de las humanidades, de las artes y de nuestra cultura que le proporcionan herramientas para garantizar las conductas inteligentes que los políticos deben generar en el incondicional bien común que les dirige. No se debe excluir la importancia que tiene la formación, la experiencia y el conocimiento mínimo necesario de acuerdo a las leyes y las ciencias políticas que se debe tener para el desempeño del cargo o función a la que aspira. Es la evaluación de las capacidades políticas, inmersos en sus posturas y propuestas ideológicas que definen la fortaleza de sus convicciones y principios para lograr cumplir con sus propuestas mas allá del destino del basurero de la demagogia a la que alimentan constantemente desvalorizando el arte de hacer la política. Por eso es relativo el peso que se le debe otorgar a quienes han estado desempeñándose como funcionarios públicos y mucho más si han sido los vividores eternos de estos puestos electorales, vulgarizados como “chapulines” por la vox populi.
Las mejores personalidades para el quehacer politico son integradas no sólo en el marco de buenos procesos educativos escolarizados, formales, sino en el marco de su desarrollo e interacciones con sus familias, con sus grupos de pares; sigue siendo realidad que conforme el desarrollo sea en la infancia, esta es destino sobre todo cuando existen graves traumas, carencias afectivas y en el control parental que dejan su huella convirtiéndose en factores de riesgo de trastornos psiquiátricos mayores como estados psicóticos, esquizofrenia y los trastornos bipolares que en la historia de la humanidad han hecho que lideres políticos asuman hasta conductas militares genocidas. El amor integrado y construido saludablemente durante la gestación y la primera infancia del ser humano siguen siendo determinantes en las capacidades de amar como sentimiento generoso hacia los demás, después es difícil integrarlo, de aprenderlo, de proyectarlo mediante la bondad, la generosidad y las conductas fraternales y solidarias que deben estar inmersas en los buenos políticos de nuestras sociedades, los malos son los que se distinguen por sus perversiones y acciones sin escrúpulos en sus vidas. No se trata de limitar derechos civiles de quienes padecen un trastorno de salud mental sino de tomar conciencia de sus necesidades para que sean abordadas en procesos de atención medica psicológica adecuada.
Integrado al desarrollo de la personalidad se encuentra la integración moral de la persona que depende además del grado de desarrollo cognitivo, educativo e intelectual alcanzado, aunque existe la paradoja que un alto nivel de desarrollo en estos ámbitos no es garantía de que prevalezcan buenas o excelentes conductas morales en las personas. La integración del respeto a las normas, los derechos y valores inherentes como la honestidad, la justicia, el sentido de lo bueno, lo malo esta asociado a las vivencias existenciales y emocionales cultivados en el seno de la sociedad y sus familias; por eso una sociedad, familia o grupos social que se dirige por alcanzar los éxitos sin importar valores se constituyen en fuentes inagotables de transgresiones morales donde la corrupción reina. Los antecedentes de conducta antisocial y los transgresores a las leyes en las personas solo deben ser referentes para profundizar en el análisis de las personas del proceso de desarrollo moral y su estado actual en su aspiración de convertirse en un promotor y fomentador del respeto a las leyes y valores que mantienen la paz la prosperidad y el bienestar con justicia. Es el estado del desarrollo moral uno de los mas importantes en la vida de los políticos porque es el proceso de construcción de valores y pautas de conducta referentes a la consideración de las demás personas como real o potencialmente iguales a nosotros, más o menos necesitadas de nuestra ayuda según su situación, más o menos dignas de valoración según sus comportamientos y de quienes se puede exigir más o menos según sus capacidades y posesiones personales.
En los partidos de oposición, más en los de izquierda, prevalece la aberrante propuesta de imponer candidatos sin los perfiles mas adecuados, familiares, amigos leales y subordinados tratando de cumplir sólo con los requisitos básicos de ley y sus mezquinos intereses de lograr más votos no importa de que forma, nutriendo la subcultura del quehacer político que estamos tratando de transformar. Peor resulta cuando deciden utilizar personajes del medio artístico, deportivo o de la comunicación, sin trayectoria ni compromiso político con la lucha por la democracia ni los movimientos sociales libertarios e inmersos en el mundo alienante del mercantilisimo del entretenimiento enajenante y coadyuvador de la alienante pasividad conformista de nuestra población.
Nuestra sociedad esta sedienta de los mejores hombres y mujeres que la dirijan y que tengan los mas altos niveles de desarrollo social y humano por lo que el marco de evaluación de perfiles adecuados debe incluir el estado que guarda no sólo su desarrollo político sino su desarrollo humano integrado en su salud biológica, social, mental, emocional, espiritual, aunque este último sea mas definido por la integración de los principios y valores de las ideologías políticas y filosóficas que cultivemos en nuestras vidas. Cada quien tenemos un desarrollo único y sujeto a la individualidad de la vivencia proporcionándonos rasgos que definen nuestras habilidades sociales, intelectuales, la personalidad, nuestro carácter y el temperamento emocional que nos distinguen en las conductas que asumimos al afrontar las necesidades y problemas en nuestros roles familiares, escolares, laborales y sociales en sus diferentes ámbitos políticos, culturales y existenciales.
Por eso el perfil debería de incluir mínimamente el análisis de la formación educativa, desde su educación básica hasta los niveles técnicos, profesionales y de postgrado alcanzados, dándole la importancia debida a las instituciones y circunstancias de su formación así como la congruencia e integridad en sus oficios, habrá algunos que quizá no recibieron la oportunidad de formación profesional o técnica escolarizada, en instituciones sin reconocimiento oficial de estudios o prestigiosas por sus grandes costos, lo importante es valorar metas, éxitos y superación de los obstáculos que permiten proyectar la perseverancia en alcanzar objetivos de aprendizaje mas que la obtención de diplomas, títulos y grados que hoy están pervertidos por el mercantilismo educativo prevaleciente en las instituciones públicas y privadas de nuestra patria. En este contexto una buena educación incluye la integración del conocimiento básico de las ciencias en sus diferentes especialidades, de las humanidades, de las artes y de nuestra cultura que le proporcionan herramientas para garantizar las conductas inteligentes que los políticos deben generar en el incondicional bien común que les dirige. No se debe excluir la importancia que tiene la formación, la experiencia y el conocimiento mínimo necesario de acuerdo a las leyes y las ciencias políticas que se debe tener para el desempeño del cargo o función a la que aspira. Es la evaluación de las capacidades políticas, inmersos en sus posturas y propuestas ideológicas que definen la fortaleza de sus convicciones y principios para lograr cumplir con sus propuestas mas allá del destino del basurero de la demagogia a la que alimentan constantemente desvalorizando el arte de hacer la política. Por eso es relativo el peso que se le debe otorgar a quienes han estado desempeñándose como funcionarios públicos y mucho más si han sido los vividores eternos de estos puestos electorales, vulgarizados como “chapulines” por la vox populi.
Las mejores personalidades para el quehacer politico son integradas no sólo en el marco de buenos procesos educativos escolarizados, formales, sino en el marco de su desarrollo e interacciones con sus familias, con sus grupos de pares; sigue siendo realidad que conforme el desarrollo sea en la infancia, esta es destino sobre todo cuando existen graves traumas, carencias afectivas y en el control parental que dejan su huella convirtiéndose en factores de riesgo de trastornos psiquiátricos mayores como estados psicóticos, esquizofrenia y los trastornos bipolares que en la historia de la humanidad han hecho que lideres políticos asuman hasta conductas militares genocidas. El amor integrado y construido saludablemente durante la gestación y la primera infancia del ser humano siguen siendo determinantes en las capacidades de amar como sentimiento generoso hacia los demás, después es difícil integrarlo, de aprenderlo, de proyectarlo mediante la bondad, la generosidad y las conductas fraternales y solidarias que deben estar inmersas en los buenos políticos de nuestras sociedades, los malos son los que se distinguen por sus perversiones y acciones sin escrúpulos en sus vidas. No se trata de limitar derechos civiles de quienes padecen un trastorno de salud mental sino de tomar conciencia de sus necesidades para que sean abordadas en procesos de atención medica psicológica adecuada.
Integrado al desarrollo de la personalidad se encuentra la integración moral de la persona que depende además del grado de desarrollo cognitivo, educativo e intelectual alcanzado, aunque existe la paradoja que un alto nivel de desarrollo en estos ámbitos no es garantía de que prevalezcan buenas o excelentes conductas morales en las personas. La integración del respeto a las normas, los derechos y valores inherentes como la honestidad, la justicia, el sentido de lo bueno, lo malo esta asociado a las vivencias existenciales y emocionales cultivados en el seno de la sociedad y sus familias; por eso una sociedad, familia o grupos social que se dirige por alcanzar los éxitos sin importar valores se constituyen en fuentes inagotables de transgresiones morales donde la corrupción reina. Los antecedentes de conducta antisocial y los transgresores a las leyes en las personas solo deben ser referentes para profundizar en el análisis de las personas del proceso de desarrollo moral y su estado actual en su aspiración de convertirse en un promotor y fomentador del respeto a las leyes y valores que mantienen la paz la prosperidad y el bienestar con justicia. Es el estado del desarrollo moral uno de los mas importantes en la vida de los políticos porque es el proceso de construcción de valores y pautas de conducta referentes a la consideración de las demás personas como real o potencialmente iguales a nosotros, más o menos necesitadas de nuestra ayuda según su situación, más o menos dignas de valoración según sus comportamientos y de quienes se puede exigir más o menos según sus capacidades y posesiones personales.
En los partidos de oposición, más en los de izquierda, prevalece la aberrante propuesta de imponer candidatos sin los perfiles mas adecuados, familiares, amigos leales y subordinados tratando de cumplir sólo con los requisitos básicos de ley y sus mezquinos intereses de lograr más votos no importa de que forma, nutriendo la subcultura del quehacer político que estamos tratando de transformar. Peor resulta cuando deciden utilizar personajes del medio artístico, deportivo o de la comunicación, sin trayectoria ni compromiso político con la lucha por la democracia ni los movimientos sociales libertarios e inmersos en el mundo alienante del mercantilisimo del entretenimiento enajenante y coadyuvador de la alienante pasividad conformista de nuestra población.
Por eso Andrés Manuel López Obrador insiste en hacer el llamado a los integrantes de la Coalición Movimiento Progresista (PRD, PT, MC) y a MORENA para que propongan perfiles ciudadanos altamente competitivos y con capacidad para ejercer las tareas, honestos cabalmente, nada de gente ambiciosa, sin que aspiren a los enriquecimientos mal habidos, sin conductas clientelares en suma poniendo por delante el interés general, del pueblo y de nuestra nación; nada de acuerdos copulares y mucho menos imposición si los dirigentes no atienden nuestros llamados poco podemos esperar de su conductas futuras para fortalecer la lucha por la transformación social que requiere fundamentalmente no sólo del ser honesto sino el ser congruente e integro.
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