El pasado 15 de agosto murió el compañero y amigo Ignacio Zapata Narváez, Nacho Zapata como afectuosamente le decíamos, victima de una enfermedad carcinógena que no le impidió para nada su activismo insurgente, opositor de izquierda incansable contra la injusticia social imperante y la lucha por una sociedad democrática y libertaria para todos y todas los habitantes de nuestra patria. Hacía mas de diez meses, los colegas, le habían hecho el diagnostico de su enfermedad, con el pronostico fatal del curso de evolución que menoscabaría su nivel de bienestar progresivamente; estábamos iniciando las actividades proselitistas y de organización en MORENA para apoyar a Andrés Manuel López Obrador como nuestro candidato a la presidencia de México y Nacho con su típico estoicismo no dejo de bregar en todas las actividades que transitaron luego en los tiempos de las precampañas, durante la campaña y posterior al 1 de julio, en estos tiempos aciagos de la lucha contra el fraude electoral y la imposición de Enrique Peña Nieto por los oligarcas neoliberales que dio causa al Plan Nacional de Defensa de la Democracia y la Dignidad de México, que la izquierda asumimos y que enmarco una de las últimas batallas políticas que Nacho asumió hasta en su lecho de muerte, murió de pie, con la frente en alto y la víspera de la tarde que siempre estaba en el horizonte de las batallas decisivas de su activismo político de izquierda.
Sin duda, ha sido uno de los ciudadanos nuevoleonés, regiomontano y mexicano extraordinario que los poderes fácticos ensombrecen y están prestos a obscurecer por haber sido uno de los principales activistas políticos opositores, enemigo de sus regimenes corruptos y autoritarios, que brego desde el activismo estudiantil de los sesentas en las luchas por la reforma académica, por la autonomía universitaria, la educación popular, contra el charrísimo sindical y el insurgente movimiento urbano popular y campesino; hasta en la militancia de los partidos y grupos políticos de izquierda que teníamos que actuar en la clandestinidad, durante la guerra sucia del siglo pasado. Nacho participo en la fundación del PRD, en Nuevo León y en México, que conjugo las fuerzas progresistas de izquierda de los partidos (PSUM, PMS, PFCRN) y de otros movimientos y organizaciones sociales y sumó además los que abandonaron el priísmo y de su partidos satélites que existían a finales de los ochentas. Se distinguió además por su activismo y en la organización y apoyo a los emergentes movimientos ciudadanos en la lucha por el respeto a los derechos humanos, la democracia, los inmigrantes, usuarios del transporte, de los servicios públicos, la ecología y el movimiento urbano popular en nuestra sociedad.
Nacho ni siquiera fue homenajeado, como se debe, por su partido el PRD, menos por su alma mater la UANL, ni siquiera en la Prepa 1, a las que entrego sus grande habilidades académicas por varias décadas, mucho menos será distinguido por homenajes de instituciones como el congreso, el ayuntamiento, el sindicalismo o el consejo universitario; los historiadores “oficiales” y oficiosos al servicio del régimen estarán prestos a borrar sus hechos y el nombre de otro activista de izquierda que se atrevió a confrontar toda su vida al régimen autoritario, antidemocrático gran generador de corrupción, pobreza e injusticia que genera pocos activistas como Nacho, que además no solo resisten las traiciones políticas y la apatía de los regiomontanos, como lo expresa otra activista Ximena Peredo, en su artículo periodístico que publica el Norte el pasado 17 de agosto, sino además las conductas represoras y coercitivas que gobernantes y funcionarios dirigen hacia los activistas y sus familiares opositores.
Paradojas de la vida, ese mismo día murió Jorge Urencio Abrego, quien en los tiempos de la lucha por la autonomía universitaria de la Universidad de Nuevo León, donde bregamos con Nacho, era un de los personajes porriles y gangsteriles al servicio del régimen represor príista, uno de los constructores de la paz sepulcral que acabo con la función intelectual critica de la universidad, que luego fue premiado como director de la facultad de FIME y presidente de la apócrifa Junta de Gobierno de la UANL, grandes esquelas publicadas en los medios y los protocolarios homenajes no faltaron, en tanto apenas si alcanzamos económicamente 18 organizaciones sociales y partidos insertar un mensaje solidario en un menos de un cuarto de pagina en dos publicaciones locales, para la familia de Nacho.
Pocos conocen las angustias, miedos y preocupaciones que activistas como Nacho tienen que superar para mantenerse firmes en sus posturas políticas, Nacho fue uno de los pocos personajes que han existido para hacer política sin ser vividores de ella, como pululan en la mayoría de los políticos de todos los espectros de partidos, izquierdas, derechas y centros, invertía sus tiempos y escasos recursos económicos para lograr sus ejemplares acciones, desde los mítines en los espacios públicos hasta las acciones de protesta y gestoría ante los decadentes funcionarios públicos y las oficinas de las empresas proveedoras de servicios públicos (Transporte, CFE, Gas Natural, A y D). No sólo subsumió la ética política, sin corromperse, sino logro evadir las practicas clientelares, oportunistas y perversas que hoy son vitales para mantener a los lideres políticos que conforman la lamentable partidocracia que domina y dirige el quehacer político nacional con sus nefastos resultados en el desarrollo social y humano de nuestra sociedad que hoy lamentamos
En fin, casi 50 años de activismo incansable, cultivando la integridad, la congruencia en condiciones adversas, irradiando sin límites ese amor fraternal que genera la solidaridad con el otro, con los otros, impulsando la acción convincente y conciente contra la injusticia, manteniendo su fidelidad a los principios y convicciones de la izquierda, luchando además contra la deshumanización y el mercantilismo imperante del sistema capitalista neoliberal que nos domina, hacen de la vida de Nacho su reconocimiento como un ciudadano y militante de la izquierda extraordinario.
No esperemos reconocimientos, a nuestros personajes extraordinarios e históricos de la izquierda, como Nacho, por parte de la decadente oligarquía que gobierna nuestra sociedad, debemos rechazar sus cultos ignominiosos a la personalidad que estilan, escondiendo sus intereses perversos, seguramente Nacho nunca busco eso, hagamos realidad su último llamado en su lecho de muerte: “No dejen de seguir luchando”. En la larga lucha histórica que en la izquierda hemos tenido, en México y en el mundo nuestros compañeros caídos sólo son honrados manteniendo su vigencia en la lucha permanente por la construcción de la sociedad libertaria, democrática y sin injusticia, donde nuestra existencia física es sólo un eslabón mas de la vida, como lo refieren nuestros hermanos Mayas.