sábado, 22 de diciembre de 2012

LOS DE LA PALABRA DE DIOS (1)

Hay quienes viven en estas fechas de las fiestas decembrinas, sobre la navidad y el fin de año, los recuerdos de tragedias vivenciadas por la injusticia prevaleciente en nuestra patria, que les hace imposible integrarse a los sentimientos prevalecientes de amor y felicidad que a la mayoría nos invade, esta es una de las historias de un padre de familia que tuve la oportunidad de atender por un estrés postraumático que en este momento lo ha sumergido en la fatalidad de la depresión, la angustia y le ha nublado la esperanza de lograr esa felicidad y la prosperidad para si y su familia. Por razones éticas cambiamos su nombre y algunos de los referentes que facilitaran identidades estigmatizantes y vengativas para los perversos involucrados en los sucesos relatados.

Ruperto es un mexicano, originario de Monterrey, esta avecindado en una colonia de clase media baja localizada en una zona suburbana al norte de la ciudad, tiene 41 años, solo logro estudiar hasta el sexto grado de primaria, se ha desempeñado en diferentes oficios, como despachador, agente de ventas, velador, seguridad privada y el último como agente en del departamento de tránsito y vialidad de uno de los municipio del area metropolitana de Monterrey. Se caso hace 24 años con Rosa María, también originaria de esta ciudad, que estudio hasta la educación técnica comercial y ha procreado tres hijos, el mayor tiene 23 años, luego le sigue un hija de 21 años que esta casada y tiene un niña de 4 años y vive con su esposo con ellos, sus padres; luego le sigue una hija de 14 años que también habita en esa casa. Ruperto, dice pertenecer a la religión catolica, integrándose con mas fervor a la palabra de dios, en este momento con un grupo evangelico, después de sufrir las tragedias de la violencia social cuando fue victima en la estrategia gubernamentales de limpieza de los organismos de seguridad publica municipal por las políticas del régimen calderonista en su obsesionado guerra contra el narcotráfico, siendo detenido y privado de su libertad como presunto culpable de pertenencia a alguno de los carteles de la delincuencia organizada cuando se desempeñaba como oficial de crucero en una de las zonas de ese municipio conurbado del área metropolitana de Monterrey, Nuevo León. México.

La historia de su tragedia se inicia hace un año, en el mes de diciembre, en visperas de la navidad, luego que fue detenido en un operativo conjunto de la policía federal, ministerial y de la fuerza civil del estado de Nuevo León, primero fueron llamados a concentrarse en las instalaciones de su dependencia municipal, dizque para verificar “lista” de todo el personal en servicio, eran las seis de la mañana, sorprendido y disciplinado acudió, llegando a al lugar le quitan sus documentos de identidad, incluido el gafett que portaba con foto y la identificación de la dependencia en que trabajaba, así como su equipo de trabajo (comunicadores, celulares, fornituras, armamento y libreta de infracciones), luego fueron incomunicados, permaneciendo privados de su libertad en el propio estacionamiento, acechados por todo el personal de seguridad participante en este operativo. Así, iban llegando uno a uno, de los elementos, y a las doce del mediodía, les ordenaron subir a dos autobuses, continuando la vigilancia de los policías y escoltados por las patrullas en dirección a la oficina central de la agencia estatal de investigaciones, donde nuevamente pasaron lista, fueron identificados y fotografiados en un local que estaba equipado como gimnasio, debían de mantener silencio, permanecer de pie en posición de descanso y esperar el llamado de la autoridad para la ficha inicial que se estaba realizando, la transgresión provocaba le represión física y verbal necesaria para someterlos. Eran ya las cuatro de la tarde, angustiados, agotados y con hambre, fueron llevados al tercer piso de ese edificio, formados nuevamente, ingresan personas identificadas como personal de la Agencia Estatal de investigaciones, portando rollos para vendajes, las cuales empiezan a utilizar para cubrir los ojos, en cada uno de ellos, con expresiones insultantes como “ya cayeron cabrones”, “ni modo sus jefes ya hablaron” “ahora si se los va llevar la chingada”.

Uno por uno, empiezan a llamarlos y son conducidos a cuartos, a ciegas, donde lo único que se escuchaban eran los gritos suplicantes de inocencia, acompañados de llantos y ruegos de los compañeros de otros cuartos, que estaban siendo “interrogados” al mismo tiempo. Cuando le toca el turno a Ruperto, refiere que como no podía ver, porque tenía los ojos vendados, sentía que estaba bajando escalones, los cuenta y siente que salio a un espacio abierto, siente una banqueta, luego lo relaciona con el estacionamiento, lo llevan caminando unos metros, es llevado a una oficina tipo sótano, ubicada abajo del gimnasio donde inicialmente ya habían sido concentrados al llegar, lo sientan en una silla, a la que le amarran las manos, siente una persona atrás de él y otra al frente que le interrogaba, golpeándolo en partes sensibles (abdomen, genitales), evitando huellas físicas, usando una especie de almohadillas, amenazando, torturándolo; el lenguaje recurrente era dirigido a que aceptara lo que le culpaban, de ser “halcón colaborador de los delincuentes”, que sus jefes y compañeros ya lo habían “cantado”, al momento de firmar la declaración, porque sino lo traían de nuevo a ese lugar y no les importaba si se muriera, “que tenían orden del gobernador”, que si eso pasaba, lo tiraban en el monte, como ya lo han hecho con otros, sin que los encuentren, exigiéndole que no dijera nada de esto, que nadie le iba creer y ellos fácilmente se darían cuenta. Después del “tormento”, como lo expresa Ruperto, lo llevaron nuevamente con los demás, con las vendas, atados de las manos, era ya noche, hacía frío, desconoce la hora, el tiempo se le hacía eterno, sólo siente que nuevamente estaba en el “gym”, al que iban llegando todos los que habían pasado por las torturas, ahora cuando menos los dejaban sentados, sentía sólo el amontonamiento, con sus compañeros, cuando de repente sienten una explosiones, dirigidas al edificio, donde estaban, al parecer son granadas lanzadas por fuera del edificio por los delincuentes, las compañeras se ponen histéricas del miedo a morir, sus gritos quejumbrosos piden que no las maten, pasa la zozobra por este suceso, que luego las televisoras locales informan con sus clásicas instantáneas dramatizadoras de las notas rojas, sin cubrir los hechos de la victimización de que estaban siendo injustamente, estos agentes de transito y policías detenidos y que estaban incomunicados, sin proporcionar ninguna información a sus familiares y sin el mínimo respeto a sus derechos humanos y civiles.

Horas después que la percepción del tiempo se había desfasado, sin saber la hora, todos los detenidos fueron llevados, nuevamente al escalofriante tercer piso, donde uno por uno tenían que firmar, cumpliendo con las declaraciones infames, culpabilizándose de presuntas conductas criminales. Luego les quitaron las vendas de los ojos, enviados a los espacios para encarcelarlos separados en grupos, pasaron dos días, sólo eran llamados para entrevistas de confirmación de datos, con la presencia de un abogado defensor de oficio, que ellos desconocían, porque ni si siquiera se presentaba, atestiguaba la “buena salud” y la no existencia de huellas físicas de tortura de los detenidos, Ruperto por la pura voz logro identificar a su interrogador que lo torturo en la primera sesión de investigación, su mirada penetrante y amenazante reforzó el miedo por su vida, recordando claramente las expresiones tenebrosas de este agente ministerial capacitado con los mas altos estándares académicos, según se ufanan las autoridad.

Dos días después fueron enviados a una de las casas de “arraigo”, localizada en el municipio de Escobedo, N.L., que son sitios inconstitucionales para mantener alojados a presuntos criminales en México, según las autoridades no son cárceles, sólo sitios temporales de alojamiento en tanto las autoridades ministeriales terminan una investigación, según Ruperto, los que querían dormir en un colchón tenían que pagar, así como para disfrutar otras comodidades como el clima y alimentación especial, lo más negativo fue el abuso sexual de que fueron objeto sus compañeras mujeres, y ya de perdido podían recibir visitas de sus familiares y defensores jurídicos. Así pasaron los días, las semanas y con ellas los festejos de la navidad, el año nuevo, en la soledad, con la injusticia, dos días antes del vencimiento del periodo de tiempo, que según la ley establece como máximo, en el sigilo de la madrugada fueron trasladados para ser internados en el Centro de Readaptación Penal del municipio de Apodaca, desnudados, fueron objeto de la revisión corporal general, aseados, desinfectados, registrados y fichados, fueron llevados a ser internados en uno de los observatorios donde Ruperto estuvo todo el mes de enero del presente año 2012, con ellos el lugar estaba muy lleno, existía hacinamiento, dormían en el suelo, sin colchones, cubiertos con frazadas. Luego solicito ser cambiado, no tenia respuesta a su petición, conoció a unos cristianos, con los cuales empezó a compartir la palabra de dios, participando en sus rituales se gano la simpatía, cuando cumple años, el 12 de febrero, le ofrecen apoyarlo ante las autoridades y logran finalmente su cambio al internado en una zona de uno de los edificios de este penal, con celdas dormitorios separadas, para puros cristianos de este grupo que eran muy bien identificados como los de la palabra de dios, por el resto de los reos y todas las autoridades de este CERESO de Apodaca N.L.

Este penal tenía ya una sobrepoblación de internos de más del 80%, según el vocero de Seguridad Estatal, Jorge Domene Zambrano, que también conformaba que junto con la corrupción, hacinamiento, drogadicción y otros problemas, pudieran ser el preludio de la peor masacre en la historia carcelaria que luego ocurriría el domingo 19 de febrero en ese Penal donde Ruperto, sin haber tenido ningún antecedente de conductas criminales, haberse desempeñado como padre y esposo responsable, casi ejemplar, de no ser por la injusticia social que ya le había estado negando la buena educación, un buen empleo y salarios de hambre, estaba injustamente internado y por haberse integrado con este grupo de los de la palabra de dios. se salvo de ser una de las victimas en la supuesta confrontación de internos de dos de los carteles de la delincuencia, los Zetas y el del Golfo que ocasionaron más de 40 muertos y la fuga de 30 reos, con al responsabilidad cómplice de las autoridades de ese penal.

Vivencia que seguiremos relatando la próxima semana, antes del fin de este año.



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