sábado, 29 de diciembre de 2012

LOS DE LA PALABRA DE DIOS (2)

Pues bien, siguiendo con la relatoría de los sucesos vivenciados, por Ruperto, resulta que a medida que transcurrían las horas y los días de su internamiento injusto, en el Centro de Rehabilitación Social del municipio de Apodaca, Nuevo León, se incrementaban sus miedos angustiantes por la inseguridad que privaba en ese penal, derivado de la prevaleciente corrupción, que los grupos delincuentes controlaban, protegidos por las autoridades y que ya habían sido noticia trascendente durante el año 2011, en el mes de mayo, cuando algunos delincuentes provocaron una de las mayores tragedias de los penales mexicanos, realizando un incendio en la sala de psiquiatría, muriendo 14 internos y 35 sufrieron lesiones por quemaduras e intoxicación, en esta prisión de mediana seguridad que alberga delincuentes del fuero común y por delitos federales, que en el último año hicieron incrementar la sobrepoblación en más de un 80%. Ruperto se aferraba más a las lecturas, oraciones y demás rituales con el grupo de cristianos que se identificaban como los de la palabra de dios y que estaban alojados en un edificio, que al menos les daba el privilegió de la seguridad que se derivaba del ambiente fraternal y solidario que generaban en su grupo.
Resulta que el sábado 18 de febrero, después de compartir los alimentos de la cena y prepararse para acostarse en sus colchones, que descansan sobre bases de concreto, como de piedra, así lo expresan los reclusos, en la obscuridad de la noche, se empezaron a escuchar ruidos extraños, quejumbrosos, insultos con maldiciones, personas que corrían de un lado a otro, algunos encapuchados, llevaban a la fuerza a otros reos a lugares donde eran torturados hasta su muerte. Ruperto refiere que de milagro se salvaron, aunque no todos, porque un par de integrantes, de uno de los grupos delincuentes, los asustaron cuando llegaron a su ambulatorio, les pidieron identificarse y sòlo se llevaron a uno de los ahì presentes, que querìa evitar ser su victima y se había ido a esconder con ellos; sabiendo que eran del grupo de la palabra de dios y por esos los respetarían, de nada le valio, se lo llevaron y finalmente fue victimado, después las autoridades identificarían su cadáver como uno de los integrantes del cartel del golfo, fue una de las 44 víctimas que el otro cartel, el del grupo de los zetas, habían asesinado en su mayoría con armas blancas, a tubasos, degollados y acuchillados mortalmente en sus órganos vitales. Fueron horas de horror que se extendieron hasta al amanecer del domingo 19 de febrero, cuando la iluminación del sol, le permitió observar el macabro hallazgo de todos esos cuerpos desnudos, masacrados e inermes en el campo deportivo, a través de la ventana de ese ambulatorio que según Ruperto le dejo una huella imposible de borrar de su mente. Fueron sucesos que se desarrollaron como si no hubiese autoridad ni celadores, sólo el domingo, después de las doce del mediodía, fue cuando entraron los federales con los forenses a recoger los cuerpos, entonces se dieron cuenta que además se habían fugado 30 reos de alta peligrosidad, que pertenecían al grupo los zetas.

En tanto cientos de los familiares de los reos, en las afueras del penal, aguardaban, angustiosamente, para obtener información sobre sus seres queridos, solo sabían lo que los medios de comunicación informaban sobre las primeras versiones sobre el incidente, que reportaban como motín, horas más tarde las autoridades les confirmaron que la causa de las muertes habìa sido resultado de una pelea entre bandas criminales y que habían sido detenidos, ademas, todos los custodios, el director y al subdirector del penal, para ser interrogados. Luego la Procuraduría General de la República (PGR) inició una investigación por esta muerte de 44 presos y la fuga de otros 30 que confirmaron que las personas que lograron escapar pertenecían al grupo delictivo de los Zetas mientras que los que fueron asesinadas eran del cártel del Golfo. Las autoridades del estado también informarian, en rueda de prensa, que ese 19 de febrero, a la 1:30 de la madrugada, 30 integrantes de los Zetas huían del penal de Apodaca, al mismo tiempo que otros 200 internos asesinaban con palos y tubos a miembros del cártel del Golfo para tomar el control total del presidio, entre los agresores estaban los líderes de esa organización criminal; ampliaron que poco antes de las dos horas del día 19 de febrero se presentó un amotinamiento de internos del ambulatorio C, dijeron que habían tomado de rehén a uno de los custodios y luego generaron un enfrentamiento con los reclusos en el ambulatorio D, conformado por integrantes del cártel del Golfo, que en algunos casos tenían visita conyugal. Luego habría versiones, obtenidas de funcionarios federales y locales que señalaron que la fuga de reos integrantes de Los Zetas se realizó en 32 minutos y tanto en la fuga como en la masacre, hubo ayuda de autoridades carcelarias. En el escape permitieron que los ahora prófugos llegaran hasta una zona accesible a la calle y les permitieron librar la barda perimetral con cuerdas; para que ocurrieran los asesinatos, varios custodios ayudaron a Los Zetas a sacar de su dormitorio a los integrantes del cártel del Golfo y los abandonaron en manos de sus rivales.

Ruperto retoma el relato para decir que fue hasta el martes 21 de febrero cuando eran las 9 y treinta de la noche, los federales ingresaron a el penal, para lograr controlar toda la instituicionalidad, sacaron al patio a todos los reos, desnudos, sin nada que cubrirlos, colocados en dos líneas, por un espacio donde pasaban, en “vallas”, dice Ruperto; los federales les propinaban un tablazo en la espalda, los colocaron “pecho a tierra”, ordenandoles no moverse, sin dejarles ni siquiera ir al baño, en tanto lograban el control de todo el penal y sometían a los reos que seguían amotinados, asì estuvieron hasta las tres de la mañana cuando fueron regresados a sus celdas. Las autoridades habían retomado el control total del penal, en tanto todos los niveles de autoridad seguian detenidos, incluyendo los celadores, se habia consumado así, la peor tragedia en la historia de los penales de Mèxico, la noticia impacto en todo el país y en algunos lugares del mundo era sólo una noticia mas de las tragedias que enfrentabamos en nuestra patria. Finalmente a Ruperto le sería otorgada la libertad tres semanas después, casí al iniciar la primavera, había sido declarado inocente de los cargos injustos que le habían llevado a ser tratado como un criminal común, el invierno sólo le había traido las tragedias de las injusticias de los funcionarios de todos los niveles, responsables de velar por el respeto de nuestros derechos constiticionales en nuestra sociedad agobiada por la violencia, la inseguridad y la pobreza, el frio invierno y la ausente calidez de las fiestas decembrinas ni siquiera dejaron huella en el relato de sus vivencias que enfrento. 

Conocimos el caso de Ruperto porque fue  llevado por su esposa y una hermana que estaban muy angustiados por su sufrimiento, desesperados acudieron a nuestros servicios del centro comunitario de salud mental, por padecer desde entonces, de ese mes de marzo, por 8 meses, persistente nerviosidad, sensación de opresión en el pecho, temeroso, como si fuera a morir del corazón, con dificultad para respirar, temblor y sudoración en todo el cuerpo, que le llevaba a aislarse (en los baños, en cuartos solos) para esconder sus molestias, sobre todo en el último trabajo que estaba desempeñando como personal de seguridad en una empresa privada, era tal su miedo de que se dieran cuenta de sus problemas y descubran el origen y que lo despidan, no tanto por su problema de salud, sino por la asociación que pudieran hacerle con su pasado vivenciado hace casi un año "como si fuera delincuente". Ruperto estaba cursando, además, con insomnio y pesadillas (que contienen los sucesos mas torturantes),  que le despiertan con gritos de dolor, miedo a morir y síntomas depresivos que le provocan llanto, que también esconde no sólo en su trabajo sino con su familia, porque no quiere dañarlos. En su estado de alerta, cualquier estimulo auditivo, visual o táctil que se asocie con los hechos vivenciados, en cualquier lugar donde esté, han sido capaz de funcionar como gatillo detonante de estas crisis de ansiedad y depresión que siguen extendiendo la tortura de estos hechos trágicos que vivió en los diferentes escenarios desde su detención hasta su internamiento en el penal.

No había acudido con algún servicio público o privado con profesionales de la salud mental (psicólogos, psiquiatras, psicoterapeutas) porque su temor se extendía al prejuicio de ser internado en algún manicomio y ser privado nuevamente de la libertad y agravarse en sus problemas de salud, además de la etiquetación de "loco" que le sería otorgado, como una más de las lacras que impedirían su prosperidad y su felicidad en su vida. El Estres Postraumatico es evidente, el daño psiquiatrico se suma a los daños psicosociales, economicos, patrimoniales, laborales y juridicos que nuestros gobernantes no dejan de seguir generando y ser insensibles en nuestras sociedades, dañando a ciudadanos como Ruperto. La ilusión no la ha perdido y espera que las autoridades actuen responsablemente reparando los daños.

Ruperto es tan solo una de las miles de víctimas, además de los mas de cincuenta mil muertos y los miles de desaparecidos, de la guerra infame que los gobiernos pripanistas han generado torpemente contra la delincuencia organizada y que nos amenaza con extenderse infernalmente no sólo para el 2013 sino cuando menos seis años mas.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario