En tanto, Enrique Peña Nieto
y sus corifeos insisten en informar que la situación económica en México está
mejorando, minimizando el escaso crecimiento porcentual de toda la economía,
que una y otra vez bajan en sus indicadores prometidos en sus planes y
programas de desarrollo, con el supuesto fundamento de que aún no están en
pleno vigor sus reformas económicas, hacendarias, energéticas, educativas y
políticas; la realidad imperante de la situación económica actual es que la
mayoría de los mexicanos y sus familias siguen con la lacerante pobreza.
Niegan que su modelo
económico ha generado recesión, desaceleración, que si sigue agravara la crisis
económica permanente, que hemos venido padeciendo los mexicanos por décadas,
desde que las políticas neoliberales nos fueron impuestas por el capital
financiero internacional a través de los presidentes lacayos pripanistas que
nos han gobernado.
En tanto, la pobreza, seguirá
menoscabando las condiciones de vida vulnerando la dignidad de nuestras personas,
limitando sus libertades y derechos fundamentales, impidiendo la satisfacción
de las necesidades básicas e imposibilitando la plena integración social de los
ciudadanos sobre todo en su deber fundamental en la construcción de una sociedad
plenamente democrática. Una y otra vez, hemos visto como los partidos
gobernantes, utilizan la pobreza como estrategia corrupta en sus clientelismos
políticos, que ha sido fundamental para lograr sus inmorales e ilegales
victorias electorales, así sus estrategias ideológicas políticas han sido
reducidas a traficar con el hambre y la pobreza que ellos mismos generan.
Tan sólo, Gonzalo Hernández Licona, secretario ejecutivo del Coneval, ha
informado que entre 2010 y 2012 aumentó
la pobreza en el país, al pasar de 52.8 millones a 53.3 millones de personas,
además, 40.7 millones de habitantes son vulnerables y podrían caer en
pobreza, ya sea por tener ingresos bajos o por no tener acceso a la educación,
salud, vivienda o seguridad social. Tenemos
entonces en México más de 93 millones de personas en pobreza, siendo la
población más afectada la que vive en zonas urbanas, sobre todo los adultos mayores
y las personas que presentan rezago educativo y falta de oportunidades
laborales.
Estudios de investigadores,
como las del El Centro de Actividades Multidisciplinarias (CAM), de la UNAM
señalan que de los 93 millones viven en pobreza, de acuerdo a su intensidad, la
pobreza extrema existe en 60.9 millones, en tanto la pobreza moderada está en 32.4 millones; la primera la
subdivide en indigencia (la peor situación: 36.1 millones) y pobreza intensa
(24.8 millones). El resto de los mexicanos se divide entre unos 20 millones de “no-pobres”
y unos 7 millones de “no-especificados”. La pobreza está vinculada con los
indicadores de población económicamente activa (PEA), De acuerdo con el CAM, “la
PEA en 2013 era de 52 millones en una población total del orden de los 120
millones, en tanto que la población desocupada fue de 2 y medio millones. La
población económicamente activa, de acuerdo con sus ingresos se divide en: No
recibe ingresos 8.08%. Recibe hasta un salario mínimo (sm) 13.71%, obtienen más
de 1 y hasta 2 sm 23.38%. Cobra más de 2 y hasta 3 sm 20.77%. Recibe más de 3 y
hasta 5 sm 15.72%, más de 5 sm7.28% y no especificado 11.7%. Como se
puede ver 61% de la PEA cobra menos de 5 salarios mínimos, lo que significa que
de los 52 millones de trabajadores, 32 se encuentran en dicha situación, pero
sólo la mitad 16 millones tienen «empleo formal» y están inscritos en la
seguridad social. tanto el monto del salario
mínimo como el precio de la canasta alimenticia recomendable: En 1987, el
salario era de $ 6.47 y el precio de la canasta de $3.95: con el salario mínimo
de 1987 se podía comprar más de una y media canasta. Para 2012, el salario
nominal aumentó a 67.29 pesos pero la canasta costaba $184.96. Con el sm de
2012 apenas se puede comprar una tercera parte de la canasta alimenticia
recomendable, o lo que es lo mismo, si la familia quiere comer, necesita
conseguir, por lo menos, 3 salarios mínimos.”
Los funcionarios del régimen
pripanista, seguirán con sus peroratas destacándonos lo bien que estamos,
comparándonos con países más pobres, escondiendo sus fracasos, no destacaran
otros estadísticas de la Comisión Económica para América Latina y el
Caribe (Cepal) donde regímenes políticos como el
de Chile, donde él 38.6 por ciento de su
población vivía en pobreza en 1990, pero hace dos años sólo constituían 11 por
ciento del total, lo que implica una reducción de 71 por ciento. El número de
indigentes en 2011 representaba menos de la cuarta parte que en 1990, al pasar
de 13 a 3.1 por ciento en dicho lapso, es decir, 63 por ciento menos; menos el
de Brasil tenía a 48 por ciento de su población en pobreza en 1990 y para 2011
sólo era 20.9 por ciento, una baja de 56.4 por ciento. En cuanto a los
brasileños que viven debajo de la línea de indigencia, los porcentajes pasaron
de 16.7 a 4.5 por ciento respecto a la población tal, es decir 73.9 por ciento
menos; mucho menos dirán que otro de los países latinoamericanos con el menor
porcentaje de pobres es Uruguay (6.5 por ciento) y Costa Rica, con economías más
atrasadas han logrado disminuir sustancialmente la pobreza.
Seguirá así, prevaleciendo la
población en situación de pobreza multidimensional, que ha sido conceptualizada
y normada por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo
Social, CONEVAL en sus Lineamientos y criterios generales
para la definición, identificación y medición de la pobreza, en su artículo OCTAVO, define a “La población en
situación de pobreza multidimensional, será aquella cuyos ingresos sean insuficientes para adquirir los bienes y los servicios que requiere
para satisfacer sus necesidades y presente
carencia
en al menos uno de los siguientes seis indicadores: rezago educativo, acceso a
los servicios de salud, acceso a la
seguridad social, calidad y espacios de la vivienda, servicios básicos en la
vivienda y acceso a la alimentación.”
Mejorar
las oportunidades de empleo, disminuir el desempleo, el subempleo, la
informalidad, mantener un ingreso económico regular, mejorar los salarios
básicos, incrementando su poder adquisitivo, disminuir los costos de los
servicios públicos, combatir el atroz mercantilismo abusivo de los comerciantes
generadores de carestía en los insumos básicos que se necesitan para satisfacer
los mínimos de bienestar de las familias y acabar con la corrupción, serían los
ejes centrales de las políticas económicas que los regímenes pripanistas,
encabezados hoy por Enrique Peña Nieto no están dispuestos a realizar, seguirán
siendo serviles a los intereses de los oligarcas nacionales e internacionales
del capitalismo neoliberal dominante en el mundo, generadora de la lacerante
pobreza de nuestras sociedades.