En este milenio estamos vivenciando las consecuencias sobre
la salud de las poblaciones por las políticas neoliberales de los oligarcas
defensores y rabiosos impulsores del sistema capitalista deshumanizante,
que después de la segunda guerra
mundial, catapultaron la explotación y la desigualdad social, política,
cultural y económica, con sus lacras de generación de pobreza y militarización
hacía los países resistentes a sus posicionamientos colonialistas e imperialistas.
La complicidad de sus gobiernos lacayos, como el nuestro, en
México, sigue convirtiendo al estado en un generador de patologías, acorde a
sus elementos operativos e ideológicos de la gran maquinaria de represión
social que opera a favor de su conservación, como lo refiere mi amiga la
doctora Veronika Sieglin, investigadora de la Universidad Autónoma de Nuevo
León, en su ensayo sobre “Sociedades Patológicas”, o más allá como desde los
setentas del siglos pasado Herbert Marcuse lo planteaba en su ensayo sobre “la
agresividad en la sociedad industrial avanzada”.
Sus conductas depredadoras no han tenido limites, sus
inversiones “industrializadoras” sobre nuestros países han destrozado el
ambiente natural generando contaminantes con substancias toxicas y generadoras
de cáncer en sus distintos tipos, como las dioxinas, El DDT (diclorodifeniltricloroetano),
el benceno y el asbesto, algunas presentes hasta en sus productos procesados
como medicamentos y en conservadores de
alimentos. El cáncer hoy constituye una
de las primeras causas de muerte no sólo en nuestros países sino en el mundo,
donde de acuerdo a la OMS, es la segunda causa de muerte, se estima que a lo
largo de este siglo XXI el cáncer será la principal causa de muerte en los
países desarrollados. Los más frecuentes en varones son el de pulmón, próstata
y colon, mientras que en mujeres el primero es el de pulmón, seguido por el
cáncer de mama y el de colon, a pesar de las evidencias concluyentes del
tabaquismo en el cáncer de pulmón, sus industrias siguen impunemente operando
con sus grandes beneficios mercantiles. La prevención de los sistemas de salud
de los países que implica inversiones económicas, menores y más efectivas que
sus tratamientos sigue ausentándose de sus políticas públicas, convirtiéndose
en uno de los factores determinantes de este incremento.
Luego, las enfermedades infecciosas fáciles de erradicar
como la malaria o paludismo y la tuberculosis, siguen matando a sus enfermos,
sobre todo en las regiones de los países más pobres de Asia, África y
Latinoamérica, por lo poco redituable en las ganancias, para los grandes consorcios
farmacéuticos, generadas por la producción de los medicamentos que tienen
capacidad de curar estas y otras enfermedades infecciosas como el cólera y las
neumonías. En este mismo contexto resulta que las infecciones respiratorias y
digestivas recurrentes en los climas primaverales e invernales,
respectivamente, en que se constituyen como
la principal causa de enfermedad siguen siendo uno de los mercados más
atractivos para la industria farmacéutica.
El alcoholismo sigue menoscabando gravemente la salud de
nuestras sociedades, son más los que mueren por este problema que los
homicidios.Las defunciones por accidentes relacionados con el alcohol (choques,
atropellamientos y suicidios) ocupan los primeros lugares entre las causas de
muerte en muchos países. A su vez, la
Secretaría de Salud de México reporta que el abuso del alcohol se relaciona con
el 70 % de las muertes por accidentes de tránsito y es la principal causa de
fallecimiento entre los 15 y los 30 años de edad. Se estima que 27 000
mexicanos mueren cada año por accidentes de tránsito y la mayoría se debe a que
se encontraban bajo los efectos del alcohol.
Luego, los trastornos mentales afectan a más de un tercio de
la población europea y su esperanza de vida es entre 10 y 25 años más corta que
la de la población general, según ha denunciado la oficina regional de la
Organización Mundial de la Salud (OMS), aunque estas cifras son frecuentemente
proyectadas en su prevalencia en países como el nuestro. La misma Organización
Mundial de la Salud (OMS) quiere que las autoridades se tomen más en serio el
suicidio, un drama “evitable” que sucede cada 40 segundos en alguna parte del
mundo y afecta cada año a más de 800 mil personas, más que las víctimas de
guerra o catástrofes naturales, la mayoría de quienes se suicidan tienen más de
50 años, y es la segunda causa de muerte entre jóvenes de 16 a 29 años , además
de que este fenómeno afecta al doble de
hombres que de mujeres y afecta a “las poblaciones más vulnerables del planeta,
en particular a los grupos sociales que ya padecen marginación y discriminación,
los países de ingresos medios y bajos 11.2, concentran el 75.5 por ciento del
total mundial de la tasa de suicidios. En América Latina ocurren situaciones
muy dispares, con algunas naciones por encima de la media mundial, como Bolivia
y Chile (ambos con 12.2), El Salvador (13.6) y Uruguay (12.1), y otros por
debajo, como Brasil (5.8), Colombia (5.4), México (4.2) o Perú (3.2). En
Europa, España tenía una tasa de 5.1, muy por debajo de Francia (12.3),
Alemania (9.2) o Rusia (19.5). En Estados Unidos era de 12.1. El récord mundial
se registró en Guyana (44.2), seguida de Corea del Norte (38.5), y la más baja
en Arabia Saudita (0.4).
En fin, estamos en sociedades generadoras de patologías con sus
modelos económicos y políticos que se han distanciado de sus objetivos del
sentido común de sus gobernantes, para lograr el bienestar general de sus
poblaciones.
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