martes, 9 de diciembre de 2014

SOCIEDADES ADORMECIDAS ANTE LA INJUSTICIA


Ante la tragedia de Ayotzinapa, en México, que hizo emerger nuevamente el tejido purulento de la podredumbre de nuestro sistema político, económico y social inmerso en el neoliberalismo, capitalista, revitalizando nuestras luchas  libertarias por el cambio verdadero de nuestra nación, observamos como la mayoría de nuestra sociedad mexicana permanece adormecida, sin reaccionar con la rebelión ante los gobernantes responsables.
No sólo han sido las victimas tradicionales de las clases bajas y marginadas, inmersas  en el clientelismo, el asistencialismo y el corporativismo  de políticos y funcionarios corruptos, que por décadas han sido mediatizadas y manipuladas en sus conciencias, sino ahora se suman la mayoría de los ciudadanos de  las clases medias a quienes el individualismo, el hiperconsumismo mercantilista y sus lacras de deshumanización han menoscabado los sentimientos fraternales y solidarios ante la injusticia y la explotación de sus congéneres. No se diga, la pasividad, que las clases intelectuales, de académicos, científicos, profesionistas, docentes, artistas y literarios han estado asumiendo, en su mayoría sólo con jugar el papel protagónico exhibicionista de su solidaridad, como uno más de su espectáculo, sin más trascendencia con el poder ignominioso de los gobernantes.

Las tragedias y actos de corrupción, que una y otra vez suceden en nuestro México, tan sólo uno de ellos, como los asesinatos y desapariciones, genocidas, han sido razón suficiente para que en otras sociedades reaccionen ante sus gobiernos y autoridades rebelándose, ahí están las revueltas que han impactado recientemente en, Egipto, Libia, Túnez, Venezuela, Bolivia, Brasil, Chile y más atrás en Sudáfrica y la India. En otro países, actos transgresores a la elemental ética de los políticos gobernantes, han sido utilizados para destituir y encarcelar a presidentes y primeros ministros como sucedió con Richard Nixon en USA,  Fernando Collor de Mello, en Brasil, con Alberto Fujimori en Perú, Miguel Ángel Rodríguez, en Costa Rica, con Silvio Berlusconi en Italia, al ex primer ministro, Ehud Olmert, de Israel y más recientemente a José Sócrates, ex presidente de Portugal.
Las multitudinarias marchas y mítines, los cercos, huelgas, toma simbólica, mensajes y voces que hemos  desarrollado en las últimas semanas, ante la tragedia de Ayotzinapa, no sólo no han logrado romper el cerco informativo impuesto por los medios de comunicación, al servicio del gobierno, sino que se han apropiado del tema con sus estrategias mediáticas de inhibición del daño a los gobernantes, con focalización de responsables en funcionarios de gobierno municipal, destruyendo la percepción del “crimen de estado”, respaldada y fundamentada por organismos internacionales de derechos humanos, como la ONU. La fundamentad exigencia de la RENUNCIA de Enrique Peña Nieto a la presidencia de México, que hemos hecho, sólo ha logrado mermar el índice de popularidad o aceptación en toda la población a los niveles más bajos en las últimas décadas, para un presidente en funciones.

Ante estas circunstancias, es comprensible la propuesta de los padres de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, desparecidos de pasar a otra etapa de la lucha, “usando las armas para quitar a la autoridades”, “entrarle con una revolución”, “armarse para quitarlos y poner a gente honesta, que vea por el pueblo y que trabaje bien, porque el mismo gobierno solapa a todos los delincuentes y asesinos, y eso los va tirar la gente”; sin embargo sumarse a la estrategia de violencia, generada por el mismo estado, sólo dañara más a los y las activistas opositores  de este régimen de oprobio que vivimos en México, sobre todo con gobernantes coludidos con delincuentes, dispuestos a reprimir con sus guerras sucias. En este momento, se necesita que  construyamos más organización política, en todos los niveles y sectores de la sociedad, capaz de potencializar permanentemente la indignación y el rechazo a los gobernantes criminales y corruptos, peros sobre todo que logre generar una mayor conciencia social de todos y todas los ciudadanos, capaces de despertar a la mayoría, del adormecimiento ante la injusticia y la corrupción prevaleciente.
Así, en cada territorio del país, conforme a sus particularidades históricas y culturales, lo que urge es impulsar esta organización de los ciudadanos, capaz de construir la conciencia ciudadana, donde  prevalezca la indignación y la rabia que ha vencido a la resignación y al miedo, donde  la fraternidad y la solidaridad generen la fuerza a los individuos, capaz de vencer las mentiras, la insensibilidad, el cinismo y el autoritarismo de los políticos y funcionarios pripanperredistas que están en el ignominioso pacto con Enrique Peña Nieto.

En Morena, estamos muy claros de nuestra participición activa y su trascendencia histórica, en medio de la deslegitimación de los políticos y partidos, sin duda lograremos que en nuestra sociedad los y las ciudadanas sean más libres, participativas, honestas, pacificas, productivas, solidarias, pero sobre todo con altos grados de bienestar en sus vidas que nos permita alcanzar los más altos niveles de desarrollo humano y social en correspondencia con la grandeza de nuestra patria.

       

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