Por siglos, los banqueros se
han enriquecido sin límites, apoyados por políticas de Estado inmersas en
modelos económicos que privilegian sus ganancias, multiplicando el dinero,
esquilmando sin escrúpulos a los gobernantes y en gran medida a la gran mayoría
de los ciudadanos y ciudadanas, aun en las crisis financieras que ellos han
provocado en su dominante sistema capitalista, hoy cabalgando en el
neoliberalismo, con sus economistas que, como alguna vez referí, saben
multiplicar y restar muy bien, pero siguen sin dominar ejemplarmente la suma y
la división de las ganancias económicas para acabar con las graves
desigualdades de nuestras poblaciones.
Su objetivo principal de sólo
multiplicar sus ganancias, lleva integrado el germen fatal anti solidario, para
el desarrollo humano y social, que aniquila los principios y valores
trascendentales del humanismo, necesarios en nuestras interacciones, sus
peroratas de productividad y competitividad, en todos los ámbitos de sus
negocios se ciñen al beneficio económico que se obtendrá, nada les importan las
condiciones de explotación y los abusos sobre los derechos laborales, sociales
y humanos, pero sobre todo la salud de las y los ciudadanos, inmersos en sus
procesos mercantilistas.
Las ganancias económicas se
multiplican fomentando el hiperconsumismo en nuestras sociedades, en su
endiosado mercado libre, sometiendo a los seres humanos al salvajismo del tener
y no del ser, desvirtuando los principios y valores más elementales de la
convivencia humana, como la honestidad y el amor fraternal y solidario. Su
histórica voracidad por multiplicar sus fortunas, siglo tras siglo se
fortalece, importándoles un bledo las lacras de la pobreza, con sus hambrunas y
cíclicas epidemias de enfermedades que han llegado a diezmar a nuestras
sociedades en vías de desarrollo, en nuestro continente americano, ni que decir
de las sociedades africanas y asiáticas.
Por décadas los banqueros
del capitalismo neoliberal, nos han impuesto su visión del desarrollo humano,
subordinado a lograr la prosperidad económica, con sus modelos de políticas inmersas
en el mercantilismo depredador de los factores del bienestar de nuestras
poblaciones, generando desde los daños graves a nuestra ecología, hasta las
elementales funciones de los Estados, para generar los óptimos niveles de
salud, seguridad social, educación, empleo, alimentación, vivienda y el goce
pleno de los más elementales derechos sociales y humanos. Sin escrúpulos han
llegado al extremo de utilizar nuestros recursos financieros y patrimoniales,
que administran los gobernantes, para ser rescatados de sus burdos
comportamientos delincuenciales, inmersos en los fraudes y el tráfico de
influencias de los denominados delitos de “cuello blanco”, ahí están los
denominados rescates financieros presentes y del pasado, que nos suman para
seguir endeudados los ciudadanos y ciudadanas ahora y en nuestro futuro. Tan
sólo en este siglo, esos mecanismos han sido brutalmente reforzado con las
“inyecciones” billonarias o trillonarias de dinero efectuadas por los bancos
centrales, especialmente de EU, UE, y Japón, que en esta forma someten nuestras
políticas económicas a sus salvajes intereses conformando ese capitalismo
salvaje, que hasta el conservadurismo de los cardenales y papas del vaticano
han reconocido como uno de los grandes
obstáculos para el desarrollo civilizado de nuestra humanidad.
Lo peor de todo es que el
mundo del dinero de los banqueros, es un engaño, no hay tal dinero en efectivo,
su gran capital es dinero fiduciario, es decir, dinero basado en una confianza
que conlleva un atroz engaño. La confianza referida la otorga el Estado, que
mantendrá la validez inscrita en un papel sin valor intrínseco. Nadie se negará
a recibir los billetes del país con los que paga cualquier cosa un connacional,
o los billetes reconocidos como divisas internacionales. La globalización
neoliberal abrió las compuertas a la creación de dinero, como nunca en el
pasado, con otra práctica común y cotidiana de los bancos: no requieren los
depósitos de nadie, para otorgar créditos a diestra y siniestra, creando así
dinero en montos inimaginables a partir de nada, de absolutamente de nada, y
con eso ganan cifras indescriptibles.
Este mecanismo genera las
conductas corruptas del mundo financiero, donde logran desde la manipulación del crédito hasta la venta
interbancaria de paquetes de créditos llamados incobrables, generando las
graves burbujas financieras que cíclicamente nos dañan en todo el mundo, son
sus crisis financieras, que luego los Estados intervienen con sus apoyos a
través de los denominados rescates de sus rapiñas inescrupulosas.
Hasta que los Estados
procedan a desmantelar estos procesos y quitar a los bancos, el poder de crear
este tipo de dinero y retome su función de crear y garantizar el dinero
necesario para la intermediación comercial y la inversión necesaria, logrando
cumplir su objetivo la banca central pública, se lograra mejorar las economías,
haciendo a un lado todas las “chapuzas” que cotidianamente cometen los
banqueros, y quedándonos exclusivamente con las funciones de intermediación que
requieren los mercados, debe ser creado un servicio público que cubra esa
necesidad en todo el mundo.
La multiplicación del dinero
es una práctica común y corriente de los banqueros privados, su mayor parte es
dinero bancario que engaña, en los hechos sus billetes, son papeles de valor
intrínseco insignificante, con valores fundamentados en otros papeles
(acciones, bonos, hipotecas, créditos, etc.), donde sus ganancias llegan a
alcanzar cifras indescriptibles, mas con
la globalización neoliberal que abrió las compuertas a la creación de dinero,
como nunca en el pasado, con otra práctica común y cotidiana de los bancos,
donde no requieren los depósitos de nadie, para otorgar créditos a diestra y
siniestra, creando espejismos de riquezas patrimoniales y capacidades de
hiperconsumo a los ciudadanos hasta en sus necesidades más fundamentales para
su la alimentación y atención a sus enfermedades. Así, el crédito se ha
convertido a su vez en una de las estrategias más modernas para someter a los
estados y esclavizar a los humanos, convirtiéndolos en adictos a las deudas,
haciéndolos dependientes de las cadenas de los banqueros organizados e integrados
en sus organismos financieros internacionales, como el Fondo Monetario Internacional
y el Banco Mundial, sus estrategias mediáticas dirigidas al hiperconsumismo y
sus políticas militaristas complementan sus dominios imperialistas.
Es una rapiña sin fin, que
sólo los Estados verdaderamente soberanos e independientes pueden intentar
acabar, como ya han iniciado países como Venezuela, Bolivia, Brasil, China,
Vietnam, Islandia, empezando por quitar a los bancos el poder de crear el
dinero, la manipulación del crédito y sus voraces ganancias y asumiendo sus
bancos públicos centrales la función necesaria de crear el dinero necesario
para la inversión necesaria y la intermediación comercial, algo muy distante en
nuestro México.
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