jueves, 30 de abril de 2015

LOS NIÑOS Y LA EDAD PENAL PARA LAS LEYES


A propósito del día del niño que transcurre, hoy 30 de abril en México,  cumpliendo con la parafernalia del mercantilismo imperante, estimulando el hiperconsumismo y desviando su objetivo fundamental de recordarnos, el gran pendiente que tenemos como sociedad, en hacer prevalecer el respeto a sus derechos fundamentales y solucionar las lacras del trabajo infantil, la violencia y el abuso sexual,  de con son objeto en sus familias, escuelas e instituciones, resulta que ha surgido en el mundo y retomado por algunos políticos y especialistas de nuestro país la discusión de  las consecuencias de una eventual reducción de la edad mínima en los menores de edad,  para ir a prisión y el tiempo máximo de internamiento necesario para su rehabilitación.
Ante la problemática de menores de edad en conflicto con la ley, la edad promedio internacional para ingresar a un centro tutelar es de 13 años,  en tanto en México es de 12, pero en la práctica el ingreso a los penales es a partir de los 14. En México existen 32 legislaciones distintas en la materia, una por cada entidad federativa, por lo tanto, los jueces emiten resolutivos sobre los años de internamiento con base en la norma local, así como el tratamiento al cumplir la mayoría de edad (18 años). En el país casi 80 por ciento de adolescentes en cárceles tienen entre 16 y 18 años de edad. En el Informe sobre la justicia para adolescentes en conflicto con la ley penal en México, elaborado por la secretaría técnica del Consejo de Coordinación para la Implementación del Sistema de Justicia Penal de Gobernación, se precisa las entidades que tienen periodos mayores de internamiento para jóvenes son Aguascalientes, San Luis Potosí, Yucatán, Chihuahua, Coahuila y Oaxaca, con plazos de hasta 15 y 20 años.

En 2014 se reportaron 13.1 asesinatos intencionales por cada 100 mil habitantes, cifra inferior a la tasa de 15.5 de 2013. Los jóvenes siguen siendo las principales víctimas y también los victimarios, pese a una tendencia decreciente de la comisión de delitos graves. En el Distrito Federal, 42 por ciento de los internos están vinculados al crimen organizado y abandonaron la escuela antes de los 15 años, según datos compilados por Gobernación.
En el periodo de 1986-1988, un equipo de profesionistas de la salud mental, integrado por médicos, psiquiatras, psicólogos, trabajadores sociales nos integramos al estudio y el desarrollo de propuestas de atención de los menores infractores en Nuevo León, en apoyo al Consejo Tutelar para menores, que en ese tiempo era la institución responsable de las políticas públicas en la atención  de estos problemas; logramos desarrollar un modelo de atención y prevención integral interdisciplinaria que garantizarán el respeto a sus derechos, lograran la reinserción social y evitaran la reincidencia en sus conductas infractoras, nuestro trabajo estrictamente apegado a las ciencias sociales y de la conducta, lejos de los intereses políticos, fue víctima de las posturas reincidentes de los gobernantes, que se repiten sexenio tras sexenio, donde los políticos en el poder conforme a sus intereses, inician sus políticas públicas desdeñando los productos y propuestas del gobierno anterior, como el que hicimos, demostrando desde entonces que la prevención de actividades criminales y su atención en los menores de edad depende de la acción en los diferentes factores socioeconómicos, familiares, biológicos, psicológicos, emocionales y del desarrollo moral que a la fecha siguen estando ausentes en los modelos de reinserción social que desde la secretaria de gobernación del gobierno federal se proponen y promueven en las dependencias de los estados, responsables de estas funciones, convirtiéndose en factores de extensión de las conductas criminales por los altos niveles de reincidencia en conductas criminales cada vez más graves.

Desde entonces nos quedó claro, que reducir la edad penal, es decir la edad mínima para ir a prisión, de los menores infractores, no debe estar menor a los 18 años, porque el desarrollo de la personalidad, del funcionamiento cognoscitivo y de la integración plena del juicio moral, integrador de lo bueno y lo malo en nuestras conductas se logra en nuestras sociedades a esa edad, a reserva de que referíamos en el futuro, el desarrollo humano de nuestros habitantes sea impactado trascendentemente por la educación, la salud y el mejoramiento del bienestar de la población.
Hoy que en México, como en otros países subdesarrollados, nuestros habitantes siguen enfrentando las graves condiciones de desigualdad, pobreza, desempleo, mala atención a su salud, a sus necesidades educativas, con pésima calidad en la educación pública, inmersos en problemas alimentarios, me queda claro el poco impacto en la calidad del desarrollo humano de nuestros niños y jóvenes, por lo que el punto de discusión en este momento no debe ser si reducimos o no la edad penal sino como logramos atender el fondo sobre el que se inserta la conducta criminal en nuestros niños y lograr la capacidad de respuesta efectiva en la prevención, atendiendo profesionalmente todos los niños que en este momento cursan con los factores de riesgo, como los que presentan conductas oposicionistas-desafiantes, trastornos de déficit de atención, problemas de aprendizaje en sus escuelas y los denominados trastornos disóciales, con mayor urgencia en los niños que están integrados en familias disfuncionales donde prevalecen las deficiencias de la guía parental en sus responsabilidades en la crianza.

Los políticos deben de tener claro que el esquema de atención a las conductas de los menores infractores, no debe basarse en acciones represivas o punitivas,  sino en acciones preventivas, hace más de treinta años lo propusimos, hoy insistimos, que deje ser sólo parte de sus peroratas.

 

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