domingo, 12 de abril de 2015

LA SALUD MENTAL SUBESTIMADA, LA TRAGEDIA DEL AVIÓN DE GERMANWINGS.

Fue conmociónate para la humanidad, la catástrofe del vuelo del avión Airbus de la aerolínea germana propiedad de Lufthansa, donde el copiloto alemán Andreas Lubitz, según las autoridades, estrelló deliberadamente ese avión en los Alpes franceses, una hora después de haber despegado, con 150 personas a bordo, entre ellas 16 estudiantes, muriendo todos sus ocupantes. Mas conmocionaste, ha sido la información de los fiscales investigadores, de que fue causado por el copiloto del avión, en aras de consumar su suicidio en el marco de su trastorno psiquiátrico, que fue denominado en la prensa como maniaco depresivo, y que de conformidad con las clasificaciones internacionales para el diagnóstico de los trastornos mentales, vigentes en el mundo, como la Clasificación Internacional Diagnostica (ICD-10) de la Organización Mundial de la Salud y el DSM- 5 de la Asociación Psiquiátrica Americana, se considera como un trastorno afectivo del tipo del Trastorno Bipolar; el cual al parecer no fue detectado oportunamente en las evaluaciones médicas “rigurosas” de que son objeto quienes desempeñan este tipo de oficios. El copiloto Andreas Lubitz, de 28 años de edad y nacionalidad alemana, inicio su formación en el año 2008 en las escuelas de Lufthansa de Bremen (Alemania) y Phoenix (Estados Unidos), donde el copiloto había pasado todos los exámenes técnicos y médicos y que era “apto al 100 por ciento para volar”. Esta formación fue interrumpida durante 11 meses, cuando padeció una grave depresión hace seis años, “tras comprobarse su aptitud, se reincorporó y terminó su formación”, dijo Carsten Spohr, director ejecutivo de Lufthansa, supuestamente este hombre estaba desde entonces bajo vigilancia “médica especial y regular”, aunque antes había admitido que hay exámenes aeronáuticos regulares y revisiones médicas anuales de sus pilotos, que no incluyen “revisiones sicológicas regulares”. Luego se informó que un nosocomio de Düsseldorf, Alemania, confirmó que Lubitz fue paciente hace dos semanas, el pasado 10 de marzo, en El Hospital de la Universidad de Düsseldorf, a donde acudió por última vez para una “evaluación médica”, sin embargo desmintieron que Lubitz recibiera ahí tratamiento por depresión. Finalmente se informó que, el copiloto, según la fiscalía investigadora, busco información sobre maneras de suicidarse y cómo funciona el mecanismo de seguridad de la cabina de los aviones, un día antes del desastre. La Organización de la Aviación Civil Internacional (OACI), la agencia de aviación mundial de la Organización de Naciones Unidas, informó “que los pilotos de aviones deben ser sometidos a chequeos sicológicos y físicos regulares, sostuvo, además que “Estos personajes deben ser sometidos a un examen médico periódico (efectuado por un especialista en medicina aeroespacial), que incluye evaluación física y mental”, indicó en un comunicado con sede en Montreal. “Si estos chequeos médicos despiertan dudas, otras evaluaciones, más especializadas, pueden llevarse a cabo, incluidas pruebas neurosicológicas”, agregó la OACI. Asimismo, “Todos los pilotos son sometidos regularmente a un examen de fiabilidad, que en Alemania, de acuerdo con el párrafo siete de la ley de seguridad aérea, ese examen se evalúan las informaciones de las que dispone la Oficina de Lucha contra la Criminalidad, los servicios secretos internos y externos, el servicio militar de inteligencia, la Oficina de lucha contra la criminalidad fronteriza y el organismo encargado de las actas de los servicios de seguridad de la extinta República Democrática Alemana. Sólo con un certificado así los pilotos pueden pisar el ámbito interno de un aeropuerto alemán. Los candidatos de un curso deben someterse por regla a un test de aptitud de varios días de duración, en el que se analiza su personalidad de manera exhaustiva. En ella se evalúan talentos como el trabajo en equipo y la comunicación. Se buscan candidatos con capacidad de “multitareas”, es decir, personas que pueden hacer varias cosas al mismo tiempo sin sucumbir al estrés.” Más que ubicar los responsables, por las evidentes deficiencias, de las empresas, en sus funciones preventivas y de diagnóstico oportuno de los trastornos de salud mental, en el personal que desempaña este oficio, es necesario corregir el error generalizado que subyace de subestimar la salud mental, en la mayoría de las empresas públicas y privadas, no sólo relacionadas con la seguridad de las personas, como en este tipo de oficios, sino en todas donde la interacción humana se convierte en el fondo saludable para el desempeño eficaz y eficiente, más allá de las lacras de la competitividad que subordinan las ganancias económicas sobre la salud integral de las personas, en nuestras sociedades inmersas en el mercantilismo deshumanizante. Andreas Lubitz fue uno más que se suma a las víctimas de suicidio, que según las estadísticas mundiales, alcanza anualmente más de un millón de personas.

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