La victoria electoral de Jaime Rodríguez Calderón alias “el
Bronco” para ser gobernador de nuestro estado de Nuevo León, uno de los más
desarrollados económicamente y de gran importancia para la economía nacional,
debe ser analizada racionalmente, lejos del manipuleo mediático que antes,
durante y después del proceso electoral ha prevalecido, generando expectativas
“revolucionarias”, “transformadoras”, de grandes cambios, hasta de personalidades intelectuales
integradas al periodismo, caracterizadas por su autonomía analítica, algunos
convencidos de que “romperá de una vez por todas con la corrupción y la
impunidad”, otros en la “derrota del bipartidismo y la partidocracia”, unos más
en lograr la “ciudadanización del poder”.
Lo primero que debe quedar claro, es que en el sentido
estricto de los términos políticos, no
hay nada en la terminología de las ciencias políticas ni en el espectro
conceptual de la sistematizada concepción de la política, que fundamente su esencia, hablando en términos existenciales, del
ser o no ser, de esta candidatura “independiente”, la excepción existente es la
de las normas establecidas en la ley electoral, por su candidatura sin partido político.
Jaime Rodríguez Calderón militó en el Partido Revolucionario Institucional (PRI),
por más de treinta años, integrado a las redes de complicidades de sus
gobernantes en el régimen de oprobio que padecemos, y con una trayectoria de
funcionario público inmersa en dudas sobre su probidad, con denuncias de hechos
sobre abusos, influyentísimo, enriquecimiento ilícito, y sin ningún antecedente
de protagonismo al interior de su partido contra la corrupción, el
autoritarismo y las prácticas antidemocráticas, banderas que enarbola ahora,
como lucha contra la “partidocracia”, desde que fue desechado ignominiosamente
como candidato de su partido el año pasado, meses antes de la elección. Luego
habría que sumar los lideres priistas resentidos, que acobardados se sumaron a
sus trincheras en su mayoría al anonimato, desde donde apoyaron con sus grandes
recursos financieros, políticos y legales, obtenidos en sus desempeños
inmorales de las redes corruptas del poder que ejercieron como funcionarios
públicos.
Sumemos el apoyo de líderes y militantes del Partido Acción
Nacional, algunos igual acobardados, otros renunciando, hasta la expectativa de
avance de su campaña, con la perspectiva oportunista de integrarse, sumándose a
lucha contra la partidocracia, beneficiaria de sus empoderamientos políticos de
su pasado, como sucedió con el candidato Fernando Elizondo, que enarbolando el
Partido Movimiento Ciudadano desarrollo su campaña hacia la gubernatura, con
antecedentes previos de posicionarse, cultivando la mentira y la incongruencia
con sus posturas políticas públicas.
Sin faltar los apoyos fundamentales, de los principales
beneficiarios económicos del Poder de los gobernantes en el estado, los
empresarios, que siguen fortaleciendo su rol de “mandones” sobre el poder del pueblo,
con sus inversiones en una estrategia costosa de mercadotecnia electoral y el
poder de sumar sus disfrazadas organizaciones sociales no gubernamentales, con
sus dependencias financieras y simuladas autonomías, integradas al rol del
asociamiento de los ciudadanos, que nutre los espejismos de la lucha del poder
por la ciudadanización del poder mediante las candidaturas ciudadanas
independientes, para extender su empoderamiento en sus juegos del gatopardismo
político, donde cambian los personajes, en tanto se evita el cambio verdadero. Ahí estuvo el protagonismo de Alejandro Junco
de la Vega, y su poderoso grupo mediático El Norte-Reforma, Fernando Canales
Clariond, Fernando Turner, Malaquías Aguirre, José Antonio el Diablo Fernández
de los poderosos grupos empresariales en Nuevo León.
Así que Jaime Rodríguez Calderón fue independiente, sólo en
su registro sin partido, debe quedar muy claro que fue parte de un proyecto
político concertado, planeado, diseñado,
financiado y ejecutado por un grupo de resentidos priístas, panistas y
empresarios, que sin su respaldo económico, político, estratégico y mediático,
no habría logrado la victoria. Jaime Rodríguez Calderón, se dejó usar, no tenía otra
alternativa, tampoco los mandones empresarios, a los que servirá fielmente,
satisfaciendo sus intereses y compromisos, de eso estará muy pendiente,
Fernando Elizondo, ya empezaron, hoy declara que acepta la oferta de la Caintra
NL, que le propuso que expertos de sus empresas apoyen integración de su agenda
de trabajo.La frase slogan central de la comunicación de su campaña fue muy
clara: “La Raza Paga, La Raza Manda”.
En MORENA, no lo aceptamos ni como candidato, en su momento, ni
sus ofrecimientos y presiones con su
grupo, porque declinara nuestro candidato a la gubernatura Rogelio González
Ramírez, hasta el último momento de la
campaña, porque simple y llanamente no luchamos por el poder, por los cargos,
sino por lograr la transformación radical de nuestro sistema político, por el
cambio verdadero.
¡En MORENA, parafraseando
a nuestra gran luchadora social mexicana, orgullosamente nuevoleonesa, doña
Rosario Ibarra de Piedra, no declinamos, menos nos inclinamos!
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