En Nuevo León, en las últimas décadas ha
sido persistente el intento de los políticos empresarios para integrar figuras
administrativas originadas en los ciudades norteamericanas como “City Managers”,
una vez que sus influyentes usos del poder en los gobernantes, donde han
designado los encargados de las finanzas y administradores de los recursos
públicos, les ha mostrado su ineficacia e ineficiencia en sus desempeños, que
están sustentados en sus modelos administrativos de las empresas privadas de
donde provienen. Son funcionarios que terminan siendo ejemplos de ineficiencia
e ineficacia en sus desempeños, sirviendo además a las redes de corrupción de
los gobernantes en turno, el ejemplo más ignominioso en nuestro estado fue el
tesorero Xavier Doria González, durante el gobierno del empresario Benjamín Clariond en 1996, que
sustituyo al gobernante Sócrates Rizzo, con una postura irónica de
comprometerse a “sacar a las ratas de ese gobierno”, por sus escándalos de corrupción de funcionarios de esa administración, donde
ya era Xavier Doria, subsecretario de Finanzas, lo que supuestamente fue el motor de su salida, en su solicitud de
licencia que encubrió los motivos verdaderos.
El hecho es que, así han pasado en el
gobierno de nuestro estado, como encargados de administrar las finanzas desde gente muy formada y bregada al servicio de los empresarios, como Othón
Ruiz Montemayor, hasta Fernando Elizondo Barragán, que hoy se perfila nuevamente como “administrador general del
estado”, según el próximo gobernador Jaime Rodríguez Calderón, alias el
“Bronco”, emulando la figura del City Manager. Por sentido común, con un mínimo
de congruencia, basados en las evidencias de sus desempeños, deberíamos de reconocer
que estos perfiles de funcionarios, forjados en la vida empresarial, han sido
los responsables de las malas administraciones y de la debacle financiera en
que está inmerso nuestro Estado, con una gran deuda económica y estructuras
administrativas obesas, duplicadoras de funciones, que nutren la crónica
dispersión de las políticas públicas para el desarrollo social y humano de
nuestros habitantes.
Los oligarcas en sus usos del poder siguen imponiendo sus
modelos empresariales en la administración pública sin enfrentar las realidades
de las ciencias, sociales, políticas, y más de la integración de la ética,
menos las filosofías inherentes al servicio público, que están muy distantes de
sus visiones y paradigmas inmersos en sus negocios privados del mercantilismo,
donde sólo jerarquizan las ganancias económicas en su endiosado mercado del
capitalismo, cuya defensa fanatizada llega a imitar a los fundamentalistas
religiosos terroristas.
Nuestra cercanía fronteriza, con Estados Unidos, los nutre constantemente
en sus aspiraciones de integrarnos plenamente al sistema de vida de los
norteamericanos, donde desde principios del siglo pasado, el “City Manager” fue
creado en parte para eliminar el gobierno de la ciudad del poder de los
partidos políticos y así dejar que la gestión de la ciudad en manos de un
experto externo, que era
generalmente un gerente o un ingeniero, con la expectativa de que el
administrador de la ciudad se mantendría neutral en .política de la ciudad. Para fortalecer su propuesta, han logrado posicionar ante la
sociedad el desprestigio no sólo de los partidos políticos, sino del inherente
ser político del ciudadano, rechazando abominablemente a la política en todas
sus discusiones, fomentando la conceptualización reduccionista partidos-política
en menoscabo del desarrollo humano y social inmerso en la pluralidad
ideológica, la diversidad y el goce pleno de las libertades con el pleno
respeto a los derecho civiles y humanos. Se suma a lo anterior sus propuestas
de “ciudadanización del poder público”, ante los corruptos e incapaces
políticos gobernantes de los partidos que nos han gobernado, donde irónicamente
algunos de ellos, emergen como dirigentes de esa ciudadanización, personajes
que han usufructuado el poder en esos mismos partidos políticos que nos han
gobernado del PRI y el PAN.
Si les ha sido fácil engañar a la mayoría de la ciudadanía,
incluyendo a académicos e intelectuales progresistas, ostentándose como
alternativas revolucionarias, de cambios, de “ciudadanización del poder”, mas
fácil les resulta integrar estas figuras como el City Manager, a la mayoría de
los ciudadanos que desconocen la existencia de leyes, reglamentos y programas,
que existen para lograr administraciones exitosas en el desempeño de los
gobernantes, y son específicos para que los funcionarios públicos desempeñen
con responsabilidad y honradez sus funciones en el servicio público de todos
los niveles de gobierno. Cada una de las funciones que nos proponen con la
integración de estas figuras, existen en los marcos normativos y programáticos
existentes en cada nivel de gobierno.
El problema central de la administración de los gobiernos, sigue
siendo la impunidad, que todos los responsables del ejercicio del poder han
nutrido, para retroalimentar las redes delincuenciales, beneficiarias de la
lacerante corrupción que persiste alimentando la desintegración social que
vivimos. Se retroalimenta cuando el gobernante y funcionario que recepciona la administración
saliente, no procesa el incumplimiento de las responsabilidades de los
anteriores, desde las más simples hasta las más graves que configuran delitos
criminales, luego se nutre, decidiendo la integración de funcionarios sin
perfil ni experiencia para el desempeño del puesto, inmersos en el amiguismo,
el compadrazgo, influyentísimo y el nepotismo,
aun peor jerarquizando el valor de la cleptocracia contra la meritocracia.
Lo que más nos han legado el modelo empresarial integrado a las administraciones
públicas, sobretodo en Nuevo León, es la prevalencia de corrupción, ineficiencia
e ineficacia, sus fundamentalismos seguirán desdeñando a las ciencias que
evidencian marcos filosóficos, técnicos y del conocimiento, que la
administración de un gobierno no debe ser con el modelo administrativo de una
empresa privada.
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