Celebramos, el pasado 10 de octubre, otro día mundial de la
salud mental, que nuevamente fue desatendido por políticos y comunicadores
sociales en nuestro país y en nuestro estado, tal vez porque era sábado, para algunos
su día de descanso, otros inmersos en sus rituales sabáticos religiosos, que les
impide integrase en las actividades mundanas. En esta ocasión el lema escogido
por la OMS fue “Dignidad en Salud Mental”, que según sus expertos “tiene por
objetivo hacer conciencia de lo que puede hacerse para asegurar que personas
con problemas de salud mental puedan seguir viviendo con dignidad, a través de
la política de derechos humanos orientados y el derecho, la formación de
profesionales de la salud, el respeto por el consentimiento informado al
tratamiento, inclusión en procesos de toma de decisiones y campañas de
información pública”.
Hoy, invertir en salud mental por los gobiernos se ha vuelto
una de las prioridades, tan sólo los trastornos mentales y los trastornos
ligados al consumo de sustancias son la causa de cerca del 23% de los años
perdidos por discapacidad en toda la población mundial. En México tenemos adicionalmente, el gran problema de
la violencia social y familiar, además de la corrupción generalizada que prevalece en
toda las sociedad, destruyendo los valores básicos en las interacciones humanas
y con ello contribuyendo a menoscabar la salud mental de las personas.
Vivir con dignidad, ha sido uno de los grave problemas, no
sólo de las personas que padecen alguno de los trastornos de salud mental, sino
de los que por alguna razón acuden con alguno de los trabajadores de la salud
mental, sin necesariamente padecer alguna enfermedad, en nuestras sociedades en
desarrollo, ya que ha persistido el estigma promovido culturalmente de que para
acudir con un psiquiatra o psicólogo se necesita estar “loco”, así las personas
tienen que ocultar ante sus propios familiares y más en sus entornos laborales
sus consultas con estos profesionistas.
Mas grave ha sido que miles de personas que padecen alguna de
las enfermedades mentales, como la depresión, ansiedad, esquizofrenia,
demencias, trastorno bipolar, sean transgredidos en sus derechos humanos. No
sólo se les niega el derecho a la atención de su salud, con procesos de
atención integral, de calidad, con personal calificado, sino además
cotidianamente las sociedades persisten en discriminarlos, estigmatizarlos y
marginarlos, llegando hasta el abuso físico y emocional en las unidades de atención, desde los centros
de salud hasta los centros de internamiento y los hospitales.
En nuestro país, ha sido crónico el problema persistente de
las instituciones de internamiento, donde siguen prevaleciendo los modelos
manicomiales del siglo pasado, carcelarios, donde llegan a privar de la
libertad hasta por intereses económicos a pacientes, que una y otra vez son
fuente de denuncias y reportajes obscenos en los medios. Si bien han existido
avances, en la mejoría de ese maltrato deshumanizante con sus crueldades, con
violaciones que incluyen la coerción física, la reclusión y la privación de las
necesidades básicas y la intimidad, nos falta mucho por llegar a eliminar ese
trato indignante, porque a los políticos, que nos han gobernado, no les ha
interesado legislar e invertir financieramente sobre la salud mental de toda la
sociedad. Somos uno de los muchos países en el mundo, que no contamos con un marco legal que proteja
debidamente los derechos de las personas con trastornos mentales, menos contamos con la inversión financiera mínima, del estado, para dar cobertura de atención a la salud mental en toda la población.
Luchar por la dignificación de la atención a la salud mental,
ha sido uno de nuestros principales propósitos de nuestra existencia, desde
hace más de treinta años, no sólo hemos sido críticos sobre el desinterés y la
desatención de estos problemas, hemos hecho llegar a los gobernantes de nuestro
estado, cada sexenio, propuestas que incluyen los fundamentos, las estrategias
y las acciones necesarias para lograr un sistema integral de atención
a la salud mental, la violencia y las adicciones, con pocos resultados.
Lo mejor que hemos logrado es el proceso de gestión que
concluyo en el desarrollo del primer Centro Comunitario de Salud Mental Comunitaria
de la SSA, de nuestro estado de Nuevo
León, donde desde hace 12 años, hemos estado bregando en esta lucha por la
dignificación del enfermo mental y la prevención y fomento de la salud mental,
porque tenemos la plena conciencia que la salud mental es el fondo sobre la
cual se integra la salud física, social y existencial de la humanidad y que
debe ser uno de los derechos inalienables de todos los seres humanos.
En el marco de estas deficiencias, debo reconocer, el avance
programático que la atención a los problemas de salud mental que en Nuevo León,
que se recibió en los últimos seis años, incrementándose las unidades de atención a
la salud mental a través de los CAPAS, una Unidad Psicosocial en Cadereyta, y que las 8
Jurisdicciones Sanitarias de la SSA, tengan en algunos de sus Centros de Salud personal
que otorga atención en Salud Mental, creando una infraestructura de servicios,
que puede servir para logara el anhelado modelo de atención integral a la Salud
Mental de toda la población, ojalá que con las nuevas autoridades lo
logremos, en ellos esta acabar con la segmentación de los servicios, incrementar los precarios recursos financieros, innovar con legislación especifica para la atención en salud mental, pero sobre todo lograr un modelo de atención integral mas sustentado en la prevención, fomento y rehabilitación de la salud mental, que en el desfasado y costoso modelo curativo de las enfermedades mentales.
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