viernes, 23 de octubre de 2015

LA DEFORMACION DE LA POLITICA

Los políticos en el poder persisten en asumir conductas y posturas, que deformen el significado de esta actividad para seguir promoviendo y fomentando el rechazo y la confusión de nuestra sociedad, contra sus principales actores en los diferentes espectros ideológicos del quehacer político, no llegan ni a discriminar las diferencias entre el ser político y la militancia partidista.
Son conductas y posturas que están inmersas en la mentira, engañando, transgrediendo los principios y valores básicos, para el desarrollo saludable de los seres humanos, ya no digamos de sus propias ideologías, llegan al extremo de reconocer sus mentiras, sin inmutarse, vanagloriándose de sus “sinceridades”, como ha sido público en Jaime Rodríguez Calderón, gobernador de nuestro estado de Nuevo León, en sus posturas, al afrontarlo con sus promesas de cambio, durante su campaña electoral, en sus ofrecimientos de eliminar impuestos, como la tenencia de vehículos o su lucha contra la corrupción, empezando con acciones trascendentes con el gobernador y sus funcionarios salientes, que no sólo fueron “ladrones”, sino endeudaron las finanzas estatales, con máximos históricos que serán un problema para la inversión financiera de esta administración pública, pero principalmente para el desarrollo de la política social en nuestro estado, en materia educativa, salud y combate a la pobreza.
El máximo político en el poder, Enrique Peña Nieto, sin el mínimo rubor, una y otra vez dice mentiras, sobre los beneficios para nuestra sociedad de sus ignominiosas reformas: energética, educativa, telecomunicaciones, financiera, política electoral, hacendaria, penal, que sólo han logrado incrementar la desigualdad, la lacerante pobreza, la prevalencia de la corrupción y la criminalidad, obstaculizando el desarrollo económico y social de nuestra patria. Sus mentiras como las de la tragedia de Ayotzinapa son derrumbadas, con la evidencia de la verdad, como la que acaba de informar la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la ONU sobre la situación real del estado que guarda el respeto a los derechos humanos en nuestro país. Aun más la OCDE ha venido a decirle que sus realidades sobre el mejoramiento económico de los mexicanos, son mentiras, en tanto como país somos, de todos lo que la integran, el país como mas desigualdad y pobreza.
Asumo que, en este tipo de políticos, sus capacidades ideológicas, están limitadas por sus escasos niveles de desarrollo intelectual, político, académico y cultural, que sólo fue impactado por los conocimientos de sus profesiones, sin integrar los mínimos de las artes y la literatura, menos de las ciencias políticas, incapaces de recordar en público libros y autores que les hayan trascendido, y con una experiencia política limitada a los usos y costumbres del régimen autoritario del PRI, donde está su origen, sobre todo donde la moral en sus conductas, sigue siendo, como en los caciques, “un árbol que da moras”, donde el imperativo ético en la política se les ausenta.
Desconocen el significado de la política, sabrán que Aristóteles uso ese término en su obra, titulada justamente “Política” en el siglo V A.C, que esa palabra viene del griego politika, que es una derivación del término polis, que significa “civil, relativo al ordenamiento de la ciudad o los asuntos del ciudadano”; desconocen que desde entonces las concepciones, sobre este término han evolucionado, tratando de superar paradigmas reduccionistas del saber, sobre esta actividad, que en la historia de la humanidad se había manifestado en las luchas por el poder y la dominación territorial imperial en las culturas milenarias de los persas y los chinos.
 
Hoy la política es una actividad orientada en forma ideológica a la toma de decisiones de un grupo para alcanzar ciertos objetivos, donde el ejercicio del poder busca un fin trascendente, que debería ser alcanzar los máximos niveles de desarrollo humano y social de las personas. Por eso es fundamental integrar a la política como una ciencia, para gobernar, para estudiar el poder público, sustraído de la convivencia pública, del Estado o de sus instituciones, donde es fundamental la participación ciudadana al poseer la capacidad de distribuir y ejecutar el poder según sea necesario para garantizar el bien común en la sociedad. Gramsci, expresó que el primer elemento, el pilar de la política, "es el que existen realmente gobernados y gobernantes, dirigentes y dirigidos. Toda la ciencia y el arte político se basa en este hecho primordial, irreductible”.
Pero también es necesario que la política integre el imperativo ético, como una disposición a obrar en una sociedad utilizando el poder público organizado para lograr objetivos provechosos para el grupo, en virtud de la cual una sociedad libre, compuesta por personas libres, resuelve los problemas que le plantea su convivencia colectiva. Finalmente, para conciliar intereses, se impone que en la política se domine el arte de la negociación con la intención de resolver o minimizar el choque entre los intereses encontrados que se producen dentro de una sociedad, subordinando el interés supremo del bienestar y la prosperidad de los habitantes en una nación.
 
Los políticos necesitamos no seguir deformando estos conceptos fundamentales.

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