viernes, 15 de enero de 2016

LA INFINITA CORRUPCION (1)

A propósito del tema de la corrupción, que todos los políticos y gobernantes integran en sus peroratas como un grave problema y algunos hasta con cinismo dicen combatir, resulta que hasta los líderes religiosos, como el actual pontífice de la iglesia católica el papa Francisco, ha incluido el tema de la corrupción, en  esta semana durante la presentación de un libro intitulado “El nombre de Dios es Misericordia”, la critica con dureza, además de hablar de la necesidad de respetar la dignidad de todas las personas, respetando sus creencias,  orientación sexual, oficio o quienes están presos, en este libro. Esto me llevo a asociar el tema, que pensaba compartir en este blog, de las anécdotas vivenciales que he tenido, sobre todo en el curso de mi vida profesional y política, luchando contra esta lacra que se ha convertido en uno de los principales causas de la deshumanización y de las desigualdades e injusticias en todo el mundo.

Mentir, engañar, transgredir las normas, y beneficiarse de los usos del poder, apropiándose de los bienes de otros desde los intelectuales hasta los económicos, y materiales, son cuatro de las principales características integradas en todo acto de corrupción. Muchas de las riquezas de los políticos tienen sus orígenes y se mantienen en la corrupción, como también hay empresarios que viven y se mantienen de ella, porque la corrupción no sólo existe en las instituciones públicas sino también en las privadas, con sus múltiples rostros.

Mi primera experiencia se dio, a principios de la década de los setentas, del siglo pasado en el marco del movimiento estudiantil, que encabezábamos por fortalecer la autonomía universitaria y lograr la reforma académica, que incluía la demanda de la apertura de nuestra universidad pública, en la UANL, quitando el examen de selección, que servía de pretexto para limitar el derecho a la educación de los estudiantes, luchábamos por el denominado “pase automático”, donde la cerrazón de las elites conservadoras llevo a la creación de las Aulas Anexas de Medicina, por la negativa de las autoridades de la facultad de medicina de permitir nuestro ingreso, luego abusando del poder las autoridades universitarias en turno, nos retiraron el reconocimiento jurídico y los apoyos financieros y administrativos, por nuestras posturas políticas contra el mercantilismo médico y la deshumanización de la medicina, que imperaba en la formación curricular de la medicina que nos llevo a reformar el plan de estudios, con filosofías y contenidos académicos dirigidos a la formación integral de los médicos, en nuestra escuela. Resulta que sin recursos, ni apoyos de ningún tipo seguimos nuestra lucha con una estrategia de autogestión, nuestros maestros siguieron apoyándonos sin ningún incentivo económico, lo que nos llevo a al difícil tránsito, de lograr no sólo nuestro objetivo de formarnos y capacitarnos como médicos, sino además de lograr el reconocimiento legal de nuestra escuela y de nuestros estudios, indispensable para ejercer la medicina en nuestro país. Maestros, directivos, padres, alumnos y trabajadores manuales y administrativos unidos nos mantuvimos firmes en nuestra lucha, sumábamos activismo político, buscando y logrando el apoyo solidario de la ciudadanía,  los movimientos sociales y desarrollando las actividades académicas y administrativas inherentes a nuestras responsabilidades en los roles de la docencia y como alumnos. Fueron siete largos años de lucha, donde las respuestas a nuestras demandas, en el proceso de gestión del reconocimiento, estuvieron con propuestas inmersas en la corrupción de los gobernantes del estado y la federación, y los funcionarios de la universidad, donde los intentos de sobornos, dádivas, favores, promesas o ventajas para quienes aceptáramos desistir, sobre todo a quienes desempeñábamos algún rol de dirigente estudiantil.
Ante la brutalidad del régimen gobernante, inmerso en la guerra sucia contra los opositores, y la circunstancia de no poder ejercer la medicina, por la falta de reconocimiento jurídico de nuestra escuela, era 1980, y nuestra primera generación 1971-1977 no podía ejercer,  tuvimos que aceptar el reconocimiento del estado, condicionado a que no aceptáramos alumnos de nuevo ingreso y así nuestra escuela feneciera al terminar sus estudios la última generación 1980-1986. Así fue hasta 1981, una vez que se nos otorgo el reconocimiento oficial, se reiniciaron los intentos de corrupción, estando en funciones de director de esta escuela de medicina, electo por alumnos y maestros, los funcionarios educativos del estado, una y otra vez mandaron a sus testaferros a traficar con sus influencias, ofreciendo dadivas (algunas disfrazadas por apoyos a nuestro movimiento) a cambio de permitir el ingreso de sus recomendados para que concluyeran sus estudios de medicina y se titularan. Hubo uno de estos personajes que con cinismo decía representar a decenas de interesados, que laboraban en las instituciones públicas de salud en el estado, como médicos sin título ni cedula profesional, y por lo tanto muy bien económicamente, dispuestos a contribuir con nuestra escuela si les dábamos la oportunidad de titularse, fueron en estas situaciones que nuestro personal administrativo, alumnos y maestros, conocieron de mi gran molestia iracunda, ya que no sólo los corría de nuestras instalaciones, sino les otorgaba los improperios que se merecían, por sus indignantes propuestas, algunos con amenazas derivadas de su supuesta relación con el gobernante Alfonso Martínez Domínguez, que también mandaba al carajo.

Resulta que en ese mismo año, estando en funciones de director de nuestra escuela de medicina, logré integrarme a una plaza de base como médico general adscrito a la Secretaria de Salud, después de un proceso de selección, que duro 6 meses, con todas sus características, desde los exámenes médicos, psicológicos, psicométricos, administrativos y dos exámenes de selección, sobre conocimientos de la profesión, uno, sobre el programa de salud en el que participaría y que una vez aprobado, luego o a los seis meses,  al finalizar el  curso teórico- práctico de capacitación para el desempeño. Mis capacidades y experiencia,  fueron reconocidas designándome director de la Clínica Tierra y Libertad, una unidad de servicios de salud, que funcionaba las 24 horas y que brindaba servicios de atención médica de primer y segundo nivel con las especialidades básicas de la medicina, con capacidad de atender algunas urgencias y hospitalización ambulatoria breve. El diagnostico situacional que encontré de la unidad, fue muy irregular, con síntomas de corrupción en la administración y deficientes servicios de todas las aéreas desde el laboratorio clínico, la farmacia, enfermería, radiología, quirófanos y la atención médica que se brindaba, donde los programas preventivos estaban siendo obstaculizados, sobre todo los de inmunización y de planificación familiar,  porque persistía en la comunidad el prejuicio de daños sobre su salud fundamentados en sus ideologías que integraban supuestas estrategias del gobierno para menoscabar sus movimientos opositores, según ellos las vacunas esterilizaban y los métodos anticonceptivos eran para que ya nacieran mas integrantes de sus luchas contra la burguesía.  Conocía y me conocían los líderes de la comunidad, más los habitantes de la colonia donde se ubicaba la unidad y del resto de las colonias, que recibían el servicio, lo que permitió articularme con estrategias dirigidas a la solución de estos problemas en el marco de sus procesos democráticos de sus asambleas. Resulta que quienes administraban los recursos financieros, hacían aprovechamiento doloso de los bienes,  con uso discrecional de esos recursos, desviándolo para sus intereses personales y de su grupo político, la auditoria institucional interna, detecto las irregularidades y los responsables, informamos a sus “órganos de poder, quienes apoyaron las medidas necesarias que asumí incluyendo la destitución de los responsables y el procesamiento correspondiente.
los dos años, en 1983, resulta que fue nombrado como Secretario de Salud en el estado,  un personaje, Amador Flores Arechiga, líder del grupo denominado “la bata blanca” de la Facultad de Medicina de la UANL, adversario acérrimo de nuestra movimiento en la escuela de Medicina “Aulas Anexas”, procedió a eliminarme, como no encontró evidencias en mis desempeños laborales, directivos, administrativos, profesionales, uso todo su poder como funcionario público y procedió a cesarme, transgrediendo los derechos laborales elementales, usando las fuerzas represoras, me desalojo de mis funciones y recurrió a fundamentar mi despido en la supuesta sustracción (robo) de bienes propiedad del estado, con un listado que incluía equipos médicos, quirúrgicos, instrumental, medicamentos, en fin, ya se imaginaran de todo hasta el equipo radiológico incluía. Su irracionalidad para eliminarme, con todo el abuso de su poder,  lo llevo a ser grotesco, no sólo era para quitarme mi derecho laboral, sino para con sus “evidencias”, colocarme ante la justicia, con el riesgo de ser encarcelado. Una vez que protegí mi seguridad personal,  acudí con el gobernador en funciones: Alfonso Martínez Domínguez, quien acepto la injusticia de que había sido objeto, pero jerarquizo el interés político de su funcionario y procedió a proponer “colocarme como director en cualquier otra unidad, pero del ISSSTE, el IMSS”, mi respuesta fue “no vine a pedir trabajo sino justicia”, ironizo sobre mi idealismo y dejo su postura abierta para cuando yo quisiera aceptarla.

El evidente abuso del poder de las autoridades institucionales, laborales y sindicales en el estado, pero sobre todo la defensa de mi honor y el de mi familia, me llevo a acudir con las instancias del gobierno federal, inicie y procese una demanda laboral exigiendo justicia,  recibiendo el apoyo de compañeros del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Secretaria de Salud, quienes se hicieron cargo de dirigir  todo el proceso ante el Tribunal Federal de Arbitraje, proceso que concluyo en 1989, con un laudo completamente a favor, que evidencio los abusos del poder,  ordenándose la restauración plena de mis derechos laborales, incluyendo la restitución de los salarios y prestaciones que deje de percibir por esta infamia.
En el curso de este proceso, resulta que fui invitado en 1986 a desarrollar una Unidad de Atención Psiquiátrica Ambulatoria, que apoyara la rehabilitación en el entonces Consejo Tutelar para Menores del gobierno del estado, encargado de proporcionar la atención a los menores infractores, logramos su funcionamiento institucional con un equipo destacado de médicos, psicólogos, psiquiatras y trabajadores sociales que fue reconocido por la Texas Youth Commission,  desarrollando los primeros trabajos de investigación científica interdisciplinarios sobre este ámbito en Nuevo León. Nos enaltecía además la importancia que los juzgadores nos otorgaban para fundamentar sus criterios sobre sus decisiones en relación a las responsabilidades de los hechos criminales de los menores infractores, que por otro lado nos enfrentaba a perseverar contra los sobornos y el influyentísmo que prevalecía en este proceso de justicia.

En 1989, fui invitado a participar como ponente en el Congreso Mundial de Psiquiatría que se celebraría en Atenas Grecia, exponiendo algunos de estos trabajos, acudí, autofinanciándome todos los gastos, ahí me encontré con el entonces director de esa unidad, acompañado de su hijo, tuvimos una satisfacción enorme por haber alcanzado esta meta, convivimos y departimos placenteramente cada momento. La sorpresa fue que una vez que retornamos el administrador general del Consejo Tutelar, me requiere y exige que les entregue los comprobantes de todos los gastos que efectué en dicho congreso, según él se me había otorgado un recurso presupuestal tipo beca que había que comprobar su uso, le informe que yo no había recibido ningún recurso, resultando que este había sido entregado al director de la unidad y este lo había utilizado en su hijo, iracundo reclame a ambas autoridades, un día después era desalojado violentamente de esa unidad de atención, por haber evidenciado el beneficio ilícito del director que gozaba del poder por las influencias políticas con las autoridades superiores.
En fin, resulta que fui reinstalado en 1990 en mi plaza de médico de la Secretaria de Salud, en tanto, además, fui invitado a colaborar en la creación, gestión y el desarrollo de una preparatoria y un hospital general para la comunidad de Tierra y Libertad, que seguiré abordando en la próxima semana.   

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