Si en el pasado, la peste como enfermedad infecciosa diezmo a
la humanidad, matando a millones de víctimas, en todos los continentes, contagiadas
en todo el mundo, con sus grandes pandemias en los siglos IV, XIV y XVIII, hoy la más terrible epidemia, lamentablemente
silenciosa, que ocasiona miles de víctimas en el mundo, es la manipulación de
los medios informativos generadores de desinformación, prestos al amarillismo y
sus notas rojas, distractores de la atención de los problemas sociales,
promotores del individualismo, del hiperconsumismo, pervertidores de las relaciones fraternales y
solidarias, inmersos en su mercantilismo atroz, inhibiendo
nuestro desarrollo humano y social, al servicio de los grandes poderes
facticos económicos y políticos.
Sus agentes persisten con gran impunidad, confabulados con
los gobernantes, como lo han referido en sus ensayos e investigaciones, Michael
Foucault, Noam Chomsky y Giovanni Sartori, inhibiendo la capacidad de crítica del sujeto, su
razonamiento y el funcionamiento cognoscitivo, a partir de sus manipulaciones
informáticas y la creación de una realidad social que se estructura de acuerdo
a su visión hegemónica. Siempre prestos al poder gubernamental, para controlar
la información, matizarla, distorsionarla, dosificarla, filtrar infundios,
dramatizar, sin faltar el uso de sus retoricas sensibleras de supuestos
compromisos con las víctimas. Se trata de ser generadores de prejuicios,
mentiras, miedos, irracionalidades, temores, frivolidades, fantasías,
autoritarismos, falsas identidades, letales para que asumamos posturas activas
y racionales, no sólo en la defensa de nuestros derechos fundamentales como
humanos, sino en asumir con plena conciencia, la atención de nuestras
responsabilidades para mantener ese bienestar físico, mental y social que
define nuestra salud.
Por eso, aunque parezca extremista, la manipulación
mediática, hoy más reforzada por la tecnología de la informática y sus redes del
internet, creo que se han convertido en
la peste moderna, coadyuvante en los cientos de miles de personas víctimas del
suicidio, el homicidio, los accidentes, el cáncer, la desnutrición, la
obesidad, el abuso del alcohol, el tabaco y las drogas, entre otras causas que
siguen diezmando a nuestras poblaciones en el mundo. Las cifras siguen
impresionando y creciendo cada año, según la OMS, por año, hay
de 10 a 20 millones de intentos de suicidio, de estas, 842, 000 personas lo logran anualmente; cada
año mueren en el mundo 3,3 millones de personas a consecuencia del consumo
nocivo de alcohol, lo que representa un 5,9% de todas las defunciones, es en el
grupo etario de 20 a 39 años, un 25% de las defunciones son atribuibles al
consumo de alcohol, luego 40 % de las muertes por accidentes de tránsito
ocurren bajo la influencia del alcohol. Por otra parte, 800 millones de
personas en el mundo sufren de hambre y desnutrición, alrededor de 24.000
personas mueren cada día de hambre o de causas relacionadas con el hambre., en
75% de los fallecidos son niños menores de cinco años. Paradójicamente se
calcula que la obesidad y el sobrepeso causaron 3,4 millones de muertes el año
pasado. Cada año, los accidentes de tránsito causan la muerte de
aproximadamente 1,25 millones de personas en todo el mundo. El cáncer es una de las primeras
causas de muerte a nivel mundial; en 2012 se le atribuyeron 8,2 millones de
muertes, los que causan un mayor número anual de muertes son los de pulmón,
hígado, estómago, colon y mama.
Finalmente, en el recuento de estadísticas, la ONUDD (Oficina de Naciones Unidas contra
la Droga y el Delito), refiere que anualmente existen 468.000 homicidios
intencionales, sin contar los muertos en las infames guerras, esto correspondería a una tasa de 6,9 en todo
el mundo. En el 2013,
246 millones de personas de entre 15 y 64 años consumieron estupefacientes
ilegales, de estas murieron 187.100, por abuso de drogas.
Lo que tienen en común, todas
estas tragedias, es que tienen factores de riesgo comportamentales, alimentarios
y ecológicos, donde el sistema mediático, coadyuva en su prevalencia,
subordinando sus intereses económicos multimillonarios dedicándose a hacer fabulosos negocios, incluso con sus
decenas de empresas diferentes en diferentes rubros, llegando a perder hasta su
capacidad de libertad de expresión. Sus publicidades no tienen límites,
reforzadas por el avance de las neurociencias, sus técnicas del neuromarketing,
logran la gran impunidad, mienten,
engañan y engatusan a la población para el hiperconsumo, mas con sus artículos
y procesos milagrosos curadores y restablecedores de la salud, aun de las
enfermedades más incapacitantes, que la ciencias médicas no han logrado avanzar
en sus tratamientos. Con cinismo, los imperios mediáticos, han organizado y
mantienen fundaciones en sus empresas,
prestadoras de servicios de salud y educación, distorsionando el humanismo
solidario y fraternal, con sus asistencialismos caritativos mediocres,
explotadores de las necesidades y sentimientos alterados, de quienes sufren
esas tragedias, en tanto oculta, matizan, evitan que la población integre la
conciencia de estos servicios como obligación del estado
Más lejos están de actuar como vínculo democrático, que nos
informa de modo objetivo e imparcial sobre los acontecimientos sociales, muchas
veces, nos entretiene con su amplia y poco variada programación dirigida, como
dice Pierre Bourdieu, a cubrir
su objetivo de lograr que las “creencias colectivas se materialicen siempre en
la práctica cotidiana de los sujetos, por lo que los hechos “evidentes” no pueden ser negados a
costa de perder todo tipo de credibilidad social”.
Lejos estamos de acabar con su lógica de manipulación
ideológica, inmersas en sus estrategias discursivas, apelando a la mentira, el
relato ficcional de realidades con sus shocks informativos; o bien manipulando
o tergiversando la realidad de los hechos que dicen informar, que adaptan a sus
propios intereses, sacando de contextos frases, interpretando sesgadamente, destacando
titulares; ocultando información que pueda afectar económicamente a la empresa,
promover parte de la noticia que se encuentra resaltada de forma intencional
para tergiversar la información y promover la lectura selectiva, no dudan en
reiterar información irrelevante o secundaria de forma insistente y
monotemática y no se diga su persistente ataque sistemático a los adversarios políticos
de la empresa mediática, destacando y a enfatizando de forma sistemática la
información que pueda
Para quienes luchamos por el desarrollo humano y social de
nuestros habitantes, existe un imperativo ético-político irrenunciable que
consiste en oponerse con todas las fuerzas a estas corporaciones oligopólicas
de medios que, resultan además, uno de los principales impedimentos al
desarrollo de una verdadera democracia que todos anhelamos alcanzar en su
plenitud.
Si el final de la peste, como epidemia, que prevaleció en el
Feudalismo, significó el fin de esa etapa obscura de nuestra humanidad,
emergiendo el resplandor del Renacimiento, espero que coadyuvemos a acabar con
la peste de la manipulación mediática que nos permita avanzar a la Modernidad
esplendorosa de este milenio.
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