lunes, 8 de febrero de 2016

LOS GRUPOS HUMANOS E INSTITUCIONES SALUDABLES


Sigo observando, en los diferentes ámbitos institucionales, profesionales, laborales, políticos y sociales, más en los que me desenvuelvo, la prevalencia de prejuicios en las relaciones humanas, sí, esos pensamientos prepensados, que se conservan y se repiten porque satisfacen tendencias emocionales, que muy pocas veces se asumen de manera consciente y que obstaculizan no sólo el desarrollo humano de las personas, sino el desarrollo organizacional necesario que permitan lograr exitosamente las metas de los grupos humanos inmersos en las diferentes instituciones de nuestra sociedad.
Estas condiciones emocionales, evidentemente emanan del funcionamiento mental básico de cada uno de los integrantes y se ponen al servicio de la conducta; son sentimientos que se suman e inducen conductas similares en todo el grupo, lo lamentable es que influyen comportamientos alejados de la racionalidad, con sus afluentes de reflexión y creatividad que permitan la construcción del saber en la solución de problemas para la efectividad de las tareas. Son conductas que pueden conducir a los grupos en los márgenes de la inefectividad, que van desde la prevaleciente dependencia y pasividad hasta la amenazante agresión, destructividad y violencia, sin desdeñar los espectros intermedios donde emergen la simulación, la desconfianza, la manipulación y el engaño.
Son condiciones que serán responsables de la aparición de fenómenos peligrosos para lograr el fundamental trabajo en equipo, pero sobre todo amenazantes sobre la salud mental de sus integrantes, generando lo que se ha denominado la psicopatología institucional, sobre todo en las relaciones laborales, cuyos extremos son al persistencia del estrés y sus síntomas de ansiedad, depresión y alteraciones psicosomáticas, hasta el denominado mobbing, consistente en el acoso laboral o moral, donde la persona o grupo de personas reciben una violencia psicológica injustificada a través de actos negativos y hostiles, dentro o fuera del trabajo, por parte de sus compañeros, de sus subalternos o de sus superiores; además tenemos el padecimiento del síndrome de burnout, con sus síntomas clásicos de neurastenia. 
Las conductas más comunes en los grupos, generadoras de conflictos son: 1. Luchas agresivas por el liderazgo, crítica destructiva, descalificación de los demás, ideas mesiánicas y grandiosas acerca de tener la verdad absoluta, devaluación y humillación de los demás, búsqueda de formas de enriquecimiento a través de la trampa e influyentismo, búsqueda inadecuada de la proyección personal, abusando del trabajo de los otros; 2. El plagio de ideas y programas, generación de rumores, ataques frontales personalizados, abuso y distorsión de la información buscando un beneficio personal, abuso de la confianza de las personas de la institución, uso de las redes de comunicación para auto promoverse en base a la descalificación y devaluación de otras personas; y  3. Generación y promoción de calumnias hacia una o varias personas, exhibir defectos de los demás, buscando prestigio y proyección política, alimentar una necesidad únicamente exhibicionista y narcisista sin importar como se afecta al resto del grupo.
Identificar estas conductas y lograr su prevención, fomentando estilos saludables de relación en el seno de la interacción humana de los grupos en las instituciones, es lo que algunas sociedades de las mayo desarrollo humano en el mundo, como las de los países bajos, han integrado como uno de sus indicadores básicos, el estado de las relaciones sociales en el seno de la sociedad y sus grupos, para calificar el estado de desarrollo humano, superando los indicadores básicos de la OMS, compuesto por tres parámetros: vida larga y saludable, educación y nivel de vida digno.

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