Los profesionistas de la salud mental, sí de algo, estamos muy
conscientes, es que el estado biospsicosocial, por el que transita la infancia
del ser humano, es determinante en su destino, porque en esta etapa de
evolución se construyen las estructuras, en esos diferentes niveles de
integración, que permitirán el desempeño de los roles en los diferentes ámbitos
de la vida, así como el anhelado bienestar, con sus enfermedades,
discapacidades y demás limitaciones que obstaculizan sus desempeños. La infancia es destino para los seres humanos, su situación en gran
medida, también refleja el estado que guarda el nivel de desarrollo humano y
social de nuestras sociedades, pero sobre todo, la situación de las políticas
públicas de los gobernantes y de sus inversiones, en los programas dirigidos a
disminuir los factores de riesgo que obstaculizan su desarrollo y transgreden
sus derechos humanos fundamentales.
Resulta que la pobreza que
padecemos en México, prevalece victimizando más a la población infantil y
adolescente, de acuerdo con el estudio Pobreza y derechos sociales de niños
y adolescentes en México 2012-2014, presentado, esta semana, por la Unicef
y el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social
(Coneval), refiere en el país, que el 53.9 por ciento de ese sector
poblacional, es decir 21.4 millones, viven en esa condición, lo cual no es nada
nuevo, ya que esta situación prevalece desde finales del siglo pasado, son
niños y niñas mal alimentados, con algún nivel de desnutrición, sin acceso
pleno a los servicios de salud, seguridad social, con problemas educativos,
viviendas inadecuadas, con padres inmersos en problemas socioeconómicos,
víctimas de la grave desigualdad económica que tenemos, donde mejorar sus
ingresos económicos y aumentar el gasto social en ellos, representa el mayor
reto de los gobernantes.
Esta situación, de pobreza,
los expone a
la deficiente estimulación, control parental inadecuado, ambientes disfuncionales, estrés psicológico, apoyo
social inadecuado y a la depresión de los padres, además, en
comunidades afectadas por la pobreza, la violencia
y el abuso son
frecuentes. Son
situaciones que generan el fondo de los problemas de salud, como la alta
mortalidad y morbilidad infantil que
tenemos por enfermedades prevenibles, los problemas de aprendizaje, trastornos
de conducta, la delincuencia infanto-juvenil, los embarazos en adolescentes y
la violencia en todas sus manifestaciones, son circunstancias que afectan el
bienestar general y pueden inducir trastornos mentales en los niños más
vulnerables. Uno de los grandes
pendientes es tener estadísticas fidedignas que nos muestren el estado que
guarda la salud mental de los niños en nuestra sociedad, tan sólo el informe de
Evaluación del Sistema de Salud de La
OMS, publicado en el año 2011, (http://www.who.int/mental_health/who_aims_country_reports/who_aims_report_mex co_es.pdf), nos informa que el 24.7% de
los niños y adolescentes se encuentran afectados por uno o más problemas de
salud mental. Los trastornos más recurrentes son problemas de
aprendizaje, retraso mental, trastornos de ansiedad y por déficit de atención,
depresión y uso de sustancias, así como intentos de suicidio. Se estima que La epilepsia
tiene una prevalencia de 1.6% en niños de población urbana y de 2.1 a
4.1% en niños de población rural. En las escuelas de educación especial de la
Secretaría de Educación Pública, se atienden anualmente a un número aproximado
de 140 mil niños con problemas de
aprendizaje; 35 mil por deficiencia
mental; 12 mil por problemas de
lenguaje; ocho mil por trastornos
de la audición; tres mil por impedimentos
motrices y dos mil por problemas
de la conducta, 5 de cada mil niños sufren retardo mental. Por si fuera poco el primer estudio sobre la prevalencia del
autismo en México, hecho por la Universidad
McGill Health Centre, de Canadá, esta semana, informó también que uno de cada
115 niños y adolescentes vive con este padecimiento.
En el marco de los recursos
existentes, la población atendida de niños y adolescentes asciende a 27% en unidades
ambulatorias y a 6% en hospitales psiquiátricos, de los 544 establecimientos ambulatorios de salud mental
sólo el 3% está destinado a niño(a)s y adolescentes, que ofrecen atención a 310
usuarios por cada 100,000 habitantes. En el país, hay 13 unidades de
internamiento psiquiátrico en hospitales generales con un total de 147 camas,
lo que representa 0.14 por cada 100,000 habitantes. El 8% está reservado para
niños y adolescentes. Del total de pacientes atendidos, 60% fueron mujeres y
9%, niños o adolescentes, Existen 46 hospitales psiquiátricos, de los cuales 13
corresponden al sector privado y 63% están integrados con establecimientos de
salud mental ambulatorios. Hay 5 camas por cada 100,000 habitantes y únicamente
el 3% están reservadas para niños o adolescentes. Pocas escuelas de nivel medio
y medio superior cuentan con psicólogos o realizan actividades de promoción y
prevención en salud mental. Se estima que el 5% de las escuelas primarias y
secundarias cuentan con un profesional de tiempo parcial o completo y en
algunas (entre 21% y 50%) se realizan actividades para promover la salud mental.
Tenemos que afrontar las necesidades de la salud mental de los niños, no
es posible que en este milenio no contemos con una red de atención primaria
para lograr fomentar y promover los factores protectores que influyen
favorablemente en su salud mental, logrando prevenir los trastornos mentales y
limitar sus daños, para que el niño continúe su desarrollo armónico y plano de
sus capacidades, donde el
derecho a vivir en condiciones de bienestar y a un sano desarrollo integral no
sea letra muerta en las leyes que lo estipulan.