viernes, 22 de abril de 2016

ABUSO SEXUAL EN NIÑOS Y NIÑAS EN MÉXICO

En el marco de la lucha contra la violencia infantil, uno de los grandes pendientes, de las políticas públicas y de nuestras sociedades, ha sido disminuir el abuso sexual contra los infantes, problema que desde el siglo pasado se ha ido incrementando y que fue referido por la UNICEF, en El Informe Nacional sobre Violencia y Salud del año 2006 (http://www.unicef.org/mexico/spanish/Informe_Nacionalcapitulo II_y_III pdf), el cual indicaba que durante los últimos 25 años, dos niños menores de 14 años han muerto asesinados cada día, además, entre un 55 y un 62% de niños y niñas dicen haber sufrido alguna forma de maltrato (físico, emocional o sexual) en algún momento de su vida. Luego ante la ausencia de respuestas del gobierno federal y sus instituciones públicas, para lograr hacer un frente integral contra este problema, con un programa inmerso en estrategias y acciones, Marina Mandujano Curiel, directora general del Centro de Estudios para el Adelanto de las Mujeres y la Equidad de Género (Ceameg) de la Cámara de Diputados, denuncio en el años 2013,  que como país, ocupábamos el primer lugar mundial en “abuso sexual, violencia física y homicidios de niños y niñas menores de 14 años”, con base en datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que registraba, además que de 4.5 millones de niños y niñas que sufren abuso sexual en México, solamente el 2% de los casos se conocen en el momento que se presenta el abuso.

De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS): “El maltrato o la vejación de menores abarca todas las formas de malos tratos físicos y emocionales, abuso sexual, descuido o negligencia o explotación comercial o de otro tipo, que originen un daño real o potencial para la salud del niño(a), su supervivencia, desarrollo o dignidad en el contexto de una relación de responsabilidad, confianza o  poder.

El Abuso sexual de los niños y niñas, ocurre cuando alguno de sus padres, cuidadores o responsables de ellos, involucran la explotación sexual del menor o sirve para gratificar o estimular sexualmente al adulto. Abarca un amplio rango de comportamientos que pueden incluir contactos de naturaleza sexual, como contactos corporales, con o sin penetración del pene, digital o con objetos, en la vagina o el ano. Pueden ser también comportamientos, que no incluyen contactos como comentarios de índole sexual, exhibicionismo, masturbación, voyeurismo, la exposición a material pornográfico, como hoy que se suman las cuentas personales en Internet, donde se exhiben imágenes de explotación sexual a menores, cuyas edades oscilan entre los cuatro y los 16 años.

Los abusos sexuales hacía los niños, son conductas criminales que atentan y lesionan gravemente su salud sexual y mental, dañando el desarrollo de la personalidad de los menores, que han estado inmersas en la impunidad, por la inacción de los familiares, de las autoridades institucionales en escuelas, guarderías, iglesias, que generalmente encubren estos hechos, evitando las denuncias correspondientes ante las autoridad, de los pederastas, paidofílicos, explotadores, traficantes y mercaderes de la sexualidad en nuestras sociedades. 

La no cultura de la denuncia, sumada a la desinformación para conocer y reconocer este delito, además de los prejuicios y tabúes, que prevalecen en el seno de las familias y nuestra sociedad, sobre la sexualidad humana, más el desinterés de los investigadores y autoridades por generar el conocimiento sobre este tema en México, ha generado que no existan fuentes estadísticas oficiales confiables, actualizadas y homogéneas, además de los perfiles y variables, fundamentales que se encuentran inmersas en esta problemática, y que son importantes para la planeación y programación de los servicios en la atención de este problema, que generalmente son brindados segmentados y sin la acción multidisciplinaria que se requiere.

Generalmente las referencias estadísticas, de este problema, están fundamentadas en los procesos de atención de las instituciones responsables como el DIF y su Procuraduría de Defensa del Menor y la Familia, en los estudios sobre el Maltrato que el INEGI ha integrado en los censos de población y en  la Consulta Infantil y Juvenil 2012, organizada por el IFE, que incluyó la investigación para captar las declaraciones de las niñas y los niños que participaron, respecto al haber sido víctimas de algún abuso de tipo sexual, como lo es que algún familiar toque su cuerpo y les pidan mantener eso en secreto o que ellos expresen que les molesta.  Los datos que se obtuvieron, en este último estudio(http://www3.diputados.gob.mx/camara/content/download/.../IEC_SVNAD.pdf), son relevantes: a nivel nacional se observa que existe una mayor proporción de niños que reconocieron el abuso por parte de algún miembro de su familia, que de niñas. En los más pequeños, de 6 a 9 años, el 13.1 por ciento de niños, declararon haber sido tocados por algún familiar, mientras que sólo el 9.4 por ciento de las niñas reconocieron. De las niñas de 10 a 12 años, 6.2 por ciento han sido víctimas de algún abuso, así como 9 por ciento de los niños. De las adolescentes de 13 a 15 años 4.6 declararon haber sido tocadas por algún familiar, así como 6.1 de los adolescentes. En Nuevo León, en los niños de 6 a 9 años prevaleció que el 9.3% de las niñas y el 12.6%, existieron tocamientos corporales  presuntamente sexuales por algún miembro de la familia, en tanto en las edades de 10 a 12 años, fue el 7.6%  de Niños y el 10.9% de niñas, finalmente en el grupo de 13 a 15 años, prevaleció esta conducta, en el 5.4% de los niños y el 4.1% de la niñas.

A diferencia del vacío legal que existe en Nuevo León, el código penal federal establece desde el año pasado, en el artículo 205, que los delitos de pederastia y abuso sexual de menores son imprescriptibles, con penas que van de los nueve a los 18 años de cárcel y multas de 750 a 250 días de salario. Necesitamos conocer y reconocer la existencia del abuso sexual, como una de las manifestaciones más perversas de la sociedad de la violencia,  que padecemos, no sólo  se trata de atender y combatir, sino de generar  acciones de prevención contra la violación de derechos humanos de la infancia, especialmente aquellos como tener una vida plena y de acuerdo con los derechos humanos universales, entre ellos la libertad sexual y el respeto a la dignidad humana.

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