Según los resultados de la elección de esta semana en USA, ha
resultado victorioso, el personaje ignominioso de Donald Trump, para presidente
de ese país durante los próximos cuatro años, un plutócrata de los que
prevalecen en el capitalismo neoliberal deshumanizante que padecemos, con un
curso de vida de enriquecimiento y empoderamiento, derivado del abuso, la
explotación, el influyentismo, las trampas, el engaño, la vileza, el fanfarronismo,
la falta de escrúpulos, el maniqueísmo, el reduccionismo, la misoginia y el
trato déspota, que claramente se observó en sus campañas electorales, primero
para lograr la postulación del conservador Partido Republicano y luego, en
plena campaña presidencial, principalmente
contra Hillary Clinton, que según los principales medios de comunicación, como
la Jornada, llego a noquearla, de acuerdo con el resultado preliminar que
informaron. Fue una victoria paradójica, donde la candidata del Partido
Demócrata logró 59 millones 813 mil 991 votos de los ciudadanos, mientras Trump
alcanzó 59 millones 611 mil 551, en su democracia imperfecta, donde un mayoría
del colegio electoral es la que elige el presidente y no la mayoría de los
ciudadanos que votaron.
En la reflexión anterior, que hice en este blog, exprese el
falso debate que las plutocracias lograron imponer mediáticamente sobre estos
personajes, generando miedos y angustias en
nuestra patria y en el mundo, sobre todo si ganaba Donald Trump, por sus
propuestas no sólo antimexicanas, sino xenofóbicas, antiinmigrantes, militares
guerreriles y de mayor colonialismo sobre el mundo, pero más por las posturas
destructoras de las políticas del estado del bienestar, en el cumplimiento de
los derechos sociales y humanos de los habitantes, sobre todo de lo poco que
queda como obligación de los estados, en relación a la paz, la seguridad
social, salud, educación, el agua, vivienda digna, alimentación, trabajo y
medio ambiente saludable.
La victoria ha sido de las plutocracias mundiales que dirigen
el neoliberalismo capitalista, que festinaran su poderío de seguir envileciendo
la política, sus ejecutivos multimillonarios, ya están listos para ser
integrados en los puestos más importantes del gobierno estadounidense, sobre
todo los encargados del manejo de las políticas económicas e impartición de
justicia, listos para seguir fomentando su conservadurismo ultraderechista, pervirtiendo
a los políticos y partidos, dominando a las masas con sus guerras
convencionales y no convencionales, basadas en su poderío militar y/o la
manipulación mediática, la corrupción de los gobiernos, la explotación de la pobreza,
la ignorancia y los prejuicios, manipulando las emociones de los cerebros
limitados de los ciudadanos por su inadecuado desarrollo cognoscitivo, donde el
saber y la conciencia debería imponerse, para ejercer plenamente sus derechos y
aspiraciones en el logro de su bienestar y la obligatoria felicidad que los
humanos tenemos que vivir en este mundo. Paradójicamente, han
sido los ciudadanos estadounidenses en situación de pobreza y con bajos niveles
de escolaridad, los que mayormente votaron a favor de este personaje diseñado
para satisfacer las emociones derivadas de su hartazgo por las persistentes políticas
económicas generadoras de pobreza, desigualdad e injusticia de los gobernantes
neoliberales.
Estamos viviendo la destrucción de las ideologías políticas,
que desde el siglo pasado, daban el cuerpo filosófico para la construcción de
conciencias revolucionarias, desde los modelos liberales hasta los socialistas
y comunistas, lo más grave es la destrucción de la ética, no sólo en la política sino en el seno de
nuestras conductas sociales, infestado por el individualismo y sus lacras de
mercantilismo deshumanizante, con su endiosado mercado, y los pragmatismos
oportunistas, que liquidan el amor fraternal y solidario inherente a nuestra
humanidad. El fenómeno Trump, prevaleciente de la sociedad estadunidense, es la
réplica de lo sucedido irracionalmente en los que eligieron al presidente
filipino Rodrigo Duterte, que incita a matar criminales, los que eligieron un
presidente artista comediante, como presidente de Guatemala,
Jimmy Morales, a Mauricio Macri, empresario delincuente, como presidente en Argentina, o los
que votaron contra la Paz en Colombia, y a nivel local, en Nuevo León, un
gobernante independiente, Jaime Rodríguez Calderón, con un historia de
corruptelas en su pasado priista. La crisis ideológica y de conciencia que
permea en nuestras sociedades es tal que como refiere Andrés Manuel López
Obrador, en las elecciones, lo mismo pueden, estas plutocracias, proponer un
burro, una vaca, un cerdo o un marrano y cualquiera de ellos gana, de lo que se
trata es que las cosas sigan igual, en alusión a los usos metafóricos del poder,
de la obra Rebelión en la Granja, de George Orwell.
Con Trump no debe invadirnos el paralizante miedo, ni las
angustias por la vida futura, porque lo que nos atemoriza, lo padecemos desde
hace décadas, el gobierno de las plutocracias, sigue y seguirá siendo lo mismo, son los que han generado las graves desigualdades
económicas con sus lacras de pobreza y hambre, en el mundo que vivimos la mayor
parte de la humanidad, la mayoría seguiremos con los sufrimientos cotidianos en
la lucha por la sobrevivencia, luchando por la integración plena de la
democracia como forma de vida, fomentando la ética, con la obligación moral
solidaria hacia nuestros congéneres, exigiendo el respeto de nuestros derechos
humanos y sociales fundamentales, contra los modelos económicos generadores de
desigualdad y explotación económica, erradicando, toda forma de esclavitud y
servidumbre, el desempleo, la inseguridad social, toda forma de discriminación,
relaciones sociales sin violencia, contra las guerras, pero sobre todo, mas
como médicos luchando contra la enfermedad y el dolor humano.
Los periodistas, intelectuales y políticos que perciben catastróficamente
esa victoria de Trump, pareciera ser que han vivido, en estado de negación o
ceguera, de los daños dramáticos, sobre el bienestar y el desarrollo humano,
que las plutocracias en el poder nos han hecho en los últimos treinta años.
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