El
adolescente, alumno del primer año de secundaria que balaceo, el pasado miércoles en la mañana, a su maestra de 24
años y tres de sus compañeros, dos varones y una mujer, todos de 15 años de
edad, en el Colegio Americano del Noroeste, localizado al sur de nuestra ciudad
de Monterrey, no es sin una más de las victimas de nuestra sociedad patológica,
inmersa no sólo en la violencia sino en la falta de atención de las políticas públicas
del estado a uno de los factores fundamentales para el desarrollo humano: la
salud mental.
Así los funcionarios públicos, desde el presidente, hasta el gobernador de nuestro estado, sus funcionarios responsables, sus voceros como el de seguridad pública, los medios de información, con sus periodismos amarillistas, con sus obscenidades y morbosidades, en sus informaciones, entrevistas, fotos y videos, algunos de ellos inmersos en la inmoralidad, la mayoría en aras del rating, prevaleciendo, reacciones y posturas reduccionistas, inmersas en prejuicios, alejadas del conocimiento científico, del saber de las ciencias que permiten el análisis multifactorial de estos casos, mas lejos de la autocritica, para reconocer no sólo su ignorancia, sino el reconocimiento de responsabilidades.
Ahí
estaban las páginas de internet, de algunos periódicos nacionales y locales,
inicialmente informando hasta cinco muertos, luego exhibiendo un video infame
sobre los hechos y fotos sobre las víctimas, al tiempo que Aldo Fasci Zuazua, vocero
del Grupo de Coordinación de Seguridad de Nuevo León, quien paradójicamente, ha
sido funcionario responsable de la seguridad pública en el gobierno anterior, además
de responsable en la procuración de
justicia, como subprocurador de agentes del ministerio público de la Procuraduría
de Justicia, no asumía ninguna responsabilidad del estado, declaraba además
descartando “acoso escolar o bullying
como causa del ataque, porque, señaló, el joven no tenía problemas graves en su
salón.”, otro día, expresaba su conclusión “el papa es profesionista de familia
normal que no tiene problemas no tiene ninguna relación con incidencias
delictivas”. Luego nuestro gobernador Jaime Rodríguez Calderón, no podría faltar
con sus lamentos de los hechos y su reduccionista concepción sobre estos casos,
haciendo el llamado a los padres y las familias, en la atención a sus hijos, enfocándose en su
vigilancia sobre lo que hacen, sobre todo en las redes, ambos insistiendo en
una de las acciones estratégicas sobre la revisión de las mochilas de los
estudiantes en las escuelas, paradójicamente, en noviembre del año pasado,
informó Ricardo Bucio, Secretario Ejecutivo del Sistema Nacional de Protección
Integral de Niños, Niñas y Adolescentes, “el bronco”, como le gusta que lo llamen, fue
uno de los gobernadores que no asistió a la Reunión de la Conferencia nacional
de Gobernadores, (CONAGO), ni firmo un acuerdo para poner fin a la violencia contra
la niñez y la adolescencia, que contenía compromisos concretos, como la instalación
de un consejo estatal para detener la violencia en nuestro estado y que tienen
como fecha máxima de cumplimiento el próximo mes de febrero.”
No podía
desaprovechar la oportunidad, nuestro presidente, Enrique Peña Nieto, sediento
de popularidad, objeto de las cientos de manifestaciones multitudinarias en
todo el país, de repudio a su gobierno, pidiendo hasta su renuncia, desde que empezó
el año, con su mensaje a la nación utilizando todo el poder mediático del
estado, para desviar la atención del país, sobre esos problemas, y seguir no
sólo siendo protagónico, sino simulador del amor, la solidaridad y su preocupación
por las víctimas, con un dejo de sentimentalismo cursi que finaliza con luego el
llamado a “trabajar en los valores familiares, para evitar estas tragedias”,
luego en un acto inédito de visita personal a los afectados de una tragedia
violenta, vino a nuestra ciudad a los hospitales donde están internados y nos vuelve a convocar “a que como sociedad,
como familias retomemos la senda de cuidar de los valores familiares que como
nación tenemos, que todo lo que hoy está corriendo a través de distintas
plataformas que a veces está muy marcado por señales de violencia no convoquen
a la violencia, es lo que tenemos que cuidar"; como si el estado y
sus políticas públicas no tuvieran nada que ver con los valores, menos en estas
tragedias, con su violencia social, con los miles de asesinados y desaparecidos
y las otras tragedias, como las de Tlatlaya, Ayotzinapa, que los mexicanos y
mexicanos padecemos desde hace dos décadas.
Otros
actores fundamentales, de acuerdo a la información del periódico la Jornada http://www.jornada.unam.mx/2017/01/19/politica/003n1pol,
expresaron, como el Secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño Mayer, “Enfatizó que en momentos como este se debe
reflexionar sobre la importancia de fortalecer los ejes fundamentales en el
crecimiento y cohesión del país, así como la simbiosis que debe existir entre
la escuela y la familia. Anunció que se incrementará las medidas de seguridad en
los planteles de Nuevo León”; asimismo “El presidente de la Comisión de
Educación del Senado, Juan Carlos Romero, habló en favor de realizar operativos
como el de Mochila Segura.” Diputados locales y alcaldes de Nuevo León
ya habían declarado estar muy prestos a apoyar este mismo operativo. Por otra
parte, “El secretario ejecutivo del Sistema Nacional de Protección Integral a
Niños, Niñas y Adolescentes, de la Secretaría de Gobernación, Ricardo Bucio,
así como senadores de PAN y PRD, coincidieron en la necesidad de concretar un
mayor control en la portación de armas”. Claudio X. González, presidente de la
organización empresarial Mexicanos Primero, “llamó a la Federación y los
estados a garantizar las condiciones de seguridad física para los alumnos en
los centros escolares”. El PRD demandó que las investigaciones se lleven a cabo
con celeridad, profesionalismo y respeto, por lo delicado del caso. El Panal
pidió reforzar las medidas de seguridad en las escuelas, mientras que Enrique
Ochoa Reza, dirigente del PRI, se pronunció por reforzar la enseñanza sobre la
base de la no violencia.”
Los que
pretendieron asociar esta tragedia, a las tragedias de las masacres ocurridas
en las escuelas de los Estados Unidos, expresando que era una imitación enfermiza,
se les olvida que en ellas no han sido adolescentes, sino jóvenes adultos, los actores.
En este caso no se ha reconocido con énfasis que fue un adolescente, así
aparece en su facies infantil, sonriente en su foto de faceboock, integrado a
las redes sociales, fan de los videojuegos, que según algunos de sus compañeros,
no tenía problemas, sólo sacaba malas calificaciones, la autoridad informa además,
que estaba en tratamiento especializado por depresión, y que su destreza en el
uso del arma, con que ejerció el acto criminal, se correlaciona con la afición a
la cacería que compartía con su padre, quien es el dueño de la arma utilizada y
de otras que poseía en su casa.
Que
tienen en común estas posturas?, ninguna señala o integra el conocimiento
existente sobre la violencia en nuestras sociedades como uno de los problemas más
graves de salud pública y que ha sido reconocido por la Organización Mundial de
la Salud “que sólo con políticas de salud que atiendan los problemas con una
visión integral y que ejerzan acciones sobre sus múltiples factores culturales,
sociales, psicológicos, biológicos, económicos y ecológicos, se estará en
posibilidad de lograr los comportamientos saludables necesarios para avanzar en
la solución de los graves problemas de salud pública y de la violencia que
padecen nuestras sociedades.” (Organización
Mundial de La Salud, Informe Mundial Sobre la violencia y la Salud 2002.
Ginebra).
Cuando
un adolescente asesina sólo es proyectivo de la decadencia social corrompida, fenómeno
que no asocian en sus reflexiones a los hechos, nuestros políticos gobernantes,
la mayoría inmersos en la corrupción, desdeñan el valor de la honestidad y el
de su responsabilidad, simple llanamente el Estado no tuvo la capacidad de garantizarle los derechos
plasmados en nuestra Constitución, sobre su salud y en la reciente la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños
y Adolescentes.
Las
tragedias de los niños y adolescentes continuaran si sigue prevaleciendo la corrupción,
violencia e impunidad en nuestra sociedad y con un modelo económico-político-social
que no privilegie la inversión para el desarrollo humano, disminuyendo las
grandes desigualdades, empezando por garantizar el derecho universal a la salud
y la seguridad social así como la educación de todos los mexicanos y mexicanas.
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