Desde el siglo pasado, quienes hemos bregado en los movimientos progresistas de México, con las demandas de cambios en los modelos económicos, sociales y políticos de los regímenes gobernantes pripanistas, con las transformaciones revolucionarias necesarias para lograr los más altos niveles de desarrollo social y humano de los mexicanos y mexicanas, una y otra vez hemos propuesto la reforma académica con sus renovados modelos educativos en todos los niveles de enseñanza impartidos por el estado, desde la denominada educación básica hasta la educación superior.
Nuestras propuestas han sido dirigidas a cambiar sustancialmente el sistema mexicano de enseñanza, generar una revolución educativa, ha sido nuestra demanda, como la estrategia fundamental para lograr superar las graves desigualdades económicas, sociales y culturales con sus lacras de injusticia, pobreza, marginación y miseria, dañando el desarrollo libertario, democrático, la felicidad y el bienestar de muchas generaciones a la fecha.
Los prejuicios de los gobernantes y funcionarios en el poder, sobre todo los encargados de las dependencias educativas, inmersos en sus intereses personales y las redes delincuenciales del poder de las oligarquías, con sus limitados desarrollos de sus personas y sus sistemas de creencias e ideologías políticas, han impedido que estos grandes cambios, que se han necesitado y se necesitan en nuestra educación, sean integrados cabalmente, sólo han dejado que se integren los cambios que dan pie sus peroratas discursivas sobre sus "grandes cambios", con los que supuestamente han contribuido a modernizar nuestra educación, algunas de ellas muy trascendentes, como las iniciadas por José Vasconcelos, Jaime Torres Bodet, Lázaro Cárdenas, Adolfo López Mateos, que han sido víctimas del poder de los mandones plutócratas.
Hoy Enrique Peña Nieto (EPN) y sus testaferros, insisten en sus peroratas de estar trascendiendo con su propuesta de reforma educativa, según ellos innovando con la presentación del nuevo modelo educativo nacional, que dieron a conocer la semana pasada, con la escenografía asistencial de gobernadores, dirigentes magisteriales, especialistas en educación, y sus autoridades, acríticas, sumisas y serviles, según registra el periódico la Jornada. (http://www.jornada.unam.mx/2017/03/14/politica/003n1pol). Dice EPN: “Haber mantenido sin cambios el sistema mexicano de enseñanza hubiese sido ‘‘irresponsable, vergonzoso e inmoral’’, es ‘‘la revolución educativa más importante en casi un siglo’’. "Se trata –dijo– de tener una educación para fomentar la libertad, alentar la creatividad para vivir en un ambiente de justicia y paz. ‘‘una enseñanza que forme ciudadanos comprometidos con la legalidad y el fortalecimiento democrático de México’’
Desde Palacio Nacional, el Presidente convocó a educadores, padres de familia, investigadores y a los actores sociales a llevar adelante ‘‘la revolución educativa más importante en casi un siglo’’ y para “argumentar la necesidad de impulsar la reforma educativa, citó los bajos resultados de los estudiantes mexicanos en la Prueba Pisa. Además, se refirió a la existencia de un sistema educativo donde las escuelas se habían ‘‘quedado en el olvido’’, y su infraestructura y organización padecían métodos verticales y burocráticos; no negando los marcos de referentes que los organismos instrumentos del capitalismo neoliberal, como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, que por décadas nos han impuesto sus políticas no sólo económicas sino sobre nuestros programas sociales, como en estos ámbitos de la educación, instrumentadora de la referida Prueba Pisa.
Sus peroratas de educación incluyente y equitativa, así como una nueva ‘‘gobernanza’’ del sistema educativo y las acciones transversales de inclusión y equidad, no revelan el proceso autoritario, vertical y antidemocrático que construyeron sus “expertos” y “asesores”, en sus “foros y consultas ciudadanas”, para legitimar su revolucionaria propuesta, manipulando, marginando y excluyendo la participación de las mayorías opositoras de los maestros y maestras, así como los grandes filósofos, pedagogos e intelectuales que tenemos en México. Lo mas lamentable es la exclusión de su revolucionaria reforma educativa, de la educación universitaria y politécnica con sus postgrados y especialidades, necesitadas de reformas académicas acordes al desarrollo integral, humanista, científico y tecnológico del proceso de globalización que vivimos.
Desde el siglo pasado, hemos insistido en la integración de lo que ellos ahora denominan como “Nuevas habilidades en la enseñanza para hacer ciudadanos exitosos en el siglo XXI”, que han sido obstaculizadas por la imposición de sus políticas autoritarias, donde se ausentado la libertad pedagógica, manejando caciquilmente las instituciones educativas y sus órganos sindicales, imponiendo sus conductas corruptas, pero sobre todo limitando el financiamiento económico, dirigido a la educación pública, impidiendo tan sólo la cobertura universal de las escuelas, que solucione los graves problemas, de las escuelas dignas con sus equipamientos, del analfabetismo formal y funcional, el bajo nivel de escolaridad y la deserción escolar; en prospectiva ya se justifican en su fracaso con sus metas calendarizadas, en su nuevo modelo educativo, subrayando que para el ejercicio fiscal 2018 ‘‘quedarán sujetas a la disponibilidad de recursos’’.
Nuestra lucha ha sido por una educación en valores y actitudes que genere un tipo de persona con vocación de ser, más que de poseer, situada en un proceso de construcción personal y de concienciación progresiva y permanente, crítica y reflexiva que analice en profundidad la realidad en que vive, situada en un proceso de liberación personal, comprometido con la construcción de una sociedad más justa, más solidaria, más humana; una educación para la vida a partir de actitudes y valores promotores del desarrollo humano: libertad, diálogo, tolerancia, justicia, solidaridad, honestidad, responsabilidad y paz. Una educación para el pluralismo, donde el conocimiento filosófico, científico, político, ideológico y técnico nos ayude a apreciar debidamente la libertad humana promoviendo la pacifica convivencia de ideologías y comportamientos diferentes; educar para ser libres, donde la libertad sea un componente esencial y existencial del ser humano. Educación para el pleno desarrollo del potencial dinámico de la persona favoreciendo el aprendizaje, el comportamiento responsable, el desarrollo de la creatividad, la autonomía personal, relaciones sociales saludables e impulsando el desarrollo integral permanente. Una educación del sentido crítico que permita la formación de ciudadanos reflexivos, críticos y razonables dotados de instrumentos conceptuales y hábitos de reflexión crítica que les permita participar de un modo activo y creador en la construcción del conocimiento y la sociedad. Una educación para la justicia por la promoción de vida digna para todos en un contexto de equidad. Una educación para la conciencia ecológica que fomente la responsabilidad ecológica y de una mayor conciencia de respeto al ambiente, a la naturaleza y el entorno, mejorando no sólo el nivel de vida sino además la calidad de vida. Una educación para la solidaridad, que no es simplemente el sentimiento de compasión para los males y sufrimientos de los demás, es más bien la determinación de comprometerse en el bien común de todos y cada uno, que parte del convencimiento de que todos debemos ser responsables de todos.
Educación para el amor como uno de las grandes realidades que dignifica y alegra la existencia, favoreciendo el respeto, la cordialidad, la armonía y la bondad de las personas. Educación para la excelencia donde la calidad educativa no sólo sea una propuesta innovadora sino la estrategia fundamental para lograr las mejores competencias laborales, donde la calidad debe ser definida no solo en el marco conceptual del instrumentalismo económico sino en un contexto más amplio sustantivo humanista con orientación social y cultural.
En esta educación el proceso de enseñanza-aprendizaje ha de estar más orientado al aprendizaje que a la enseñanza, se deben tener condiciones y circunstancias ideales que propicien el proceso de aprendizaje, privilegiar métodos pedagógicos que aumenten la eficiencia de la experiencia de aprendizaje teniendo en cuenta los rápidos avances de la tecnología de la información y la comunicación, donde al instrumentarse planes y programas de estudios se garanticen habilidades para el aprendizaje independiente y autónomo por parte del alumno, donde La formación del alumno debe ser orientada al análisis, la crítica, el método científico y la actitud innovadora, en el contexto de su personalidad, deberá fortalecer su carácter, la afirmación de valores esenciales para la vida en sociedad y la identidad con la cultura nacional y universal y los criterios y procedimientos para la evaluación, certificación y acreditación de estudiantes han de privilegiar el aprendizaje y la formación alcanzada por los estudiantes.
En suma se trata de lograr que la educación forme hombres y mujeres cultos, informados, amantes del saber, críticos, creativos, libres, independientes, solidarios, amorosos, pluralistas, amantes de la paz, democráticos e incorruptibles, sólo así lograremos el necesario cambio del régimen de oprobio que padecemos desde el siglo pasado y situaremos a nuestra patria en los niveles máximos de desarrollo social y humano que nos merecemos en nuestro México.