Una y otra vez siguen lejos de cumplir con la exhortación de dar paso a la igualdad de género, que en este año se propone garantizar que el mundo laborar de la mujer no siga siendo injusto, discriminatorio e inequitativo, sumándose a las peticiones anteriores, que año tras año tratan de reivindicar, además los derechos humanos y sociales fundamentales de las mujeres, en nuestras sociedades agobiadas por las lacras de las múltiples formas de violencia, abuso y explotación que padecemos.
Desde el presidente Enrique Peña Nieto, en uno de sus
acostumbrados escenarios teatrales, montado con actores femeninos a modo,
conmemoró ese día, en la residencia oficial de Los Pinos, con un llamado a
“erradicar el machismo y el maltrato aún muy arraigado en algunas regiones del
país. Los esfuerzos para combatir ambos fenómenos son todavía insuficientes,
admitió.”, luego su perorata: ‘‘No podemos ser cómplices. Nadie puede ser
cómplice por ignorancia, por prejuicios heredados de una cultura machista que
al final de cuentas auténticamente genera violencia contra las mujeres’’,
y por si fuera poco, cínicamente reconoce “Todos los días millones de
mujeres están siendo sometidas a la violencia sicológica o al maltrato
intrafamiliar. Incluso deriva en muerte y muchas más no encuentran asidero o
fuerza suficiente para abandonar los espacios violentos”. http://www.jornada.unam.mx/2017/03/09/politica/005n1pol.
Luego Lorena Cruz, titular de INMUJERES, el organismo público
federal responsable de las políticas públicas en México, dirigidas a solucionar
las brechas de desigualdad de género y la violencia contra las mujeres en todas
sus formas, también “pidió decir ‘‘basta’’ a los pretextos a la
discriminación de la mujer en los espacios de toma de decisión o de
considerarlas impreparadas, y así siguieron los discursos y
posicionamientos de manifestaciones en esta fecha, de académicos,
intelectuales, diputados y diputadas inmersos en que las mujeres deben
tener las mismas posibilidades de influir en el destino global de la sociedad,
como lo hacen los hombres, sobre todo incidiendo con el tema del día en el
mejoramiento de su mundo laboral.
En tanto los medios de comunicación en sus televisoras, radios,
impresos y redes de internet con sus posturas frívolas y frases huecas
reconociendo a las mujeres, proyectivas de sus ausentes estrategias
cotidianas para fortalecer la igualdad de género, tratando de sumergir en el
consumismo mercantilista los objetivos de este día sin la menor trascendencia,
ni siquiera en informar sobre el sentido histórico de este día que se inició
hace más de cien años con la represión feroz de las activistas que se
manifestaban defendiendo sus derechos civiles y laborales, emergiendo este Día
Internacional de la Mujer, que sirve para recordar el asesinato de más de 100 mujeres,
que reclamaban mejores condiciones laborales hace 100 años. Ni siquiera capaces
de informar objetivamente las marchas de las valientes mujeres que en
diferentes ciudades del país, se
manifestaban contra los feminicidios, al acoso laboral y callejero, por que se
respeten sus derechos sexuales y reproductivos con sus consignas: ‘‘Hasta que
la dignidad se haga costumbre’’, ‘‘No queremos flores, queremos derechos’’,
‘‘Somos mujeres creativas, organizadas y sin miedo’’, ‘‘Tiemblen los machistas,
que América Latina será toda feminista’’.
En fin en este día no sólo reivindicamos el derecho al trabajo
digno y bien remunerado, sino la igualdad de género que urge hacer realidad en
nuestra sociedad y que los mandones
siguen injustamente negando a las mujeres, inmersos en esa cultura del machismo,
que con sus poderes no quieren eliminar y que siguen generando esa violencia
contra la mujer que agobia en más del 60% de las familias, en todas sus
manifestaciones y que genera los infames feminicidios donde a diario mueren
siete mujeres asesinadas en la vía pública o en el hogar, desde el año 2013 a
la fecha.
Su cinismo raya en la desvergüenza al no ser autocríticos, por sus
irresponsabilidades en asumir sus obligaciones en las políticas públicas desde
el poder con inversiones financieras y haciendo realidad el ejercicio de las
leyes y los programas que existen para dignificar a las mujeres, no sólo en sus
peroratas sino en la vida cotidiana de todas en sus hogares, en su trabajo, en
las instituciones educativas y en los procesos culturales, económicos y políticos
de nuestra nación.
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