En México, no tan sólo no sido
garantizado el derecho a la salud, que desde 1983 quedo plasmada en nuestra
constitución, sino que los gobernantes pripanistas con sus políticas públicas
reformistas, sexenio tras sexenio, han estado precarizando los servicios de
salud que ofrecen sus instituciones, inmersas en la ineptitud y la corrupción,
siguen incapaces de otorgar un modelo integral de atención médica, muy alejados
de la cobertura universal para el ejercicio pleno, de ese derecho de todos y
todas los mexicanos.
El modelo de atención médica que
sigue prevaleciendo en las diferentes unidades de atención del sistema de salud
pública, tanto en la Secretaría de Salud y sus organismos en los estados, así como las existentes del régimen de seguridad social (IMSS-ISSSTE), es
reduccionista, curativo, desdeña la prevención y pervierte los valores
esenciales de la ética, deshumanizando la relación, cosificando a las personas
con sus lacras de iatrogenia, que llevan a la cronicidad de las enfermedades y
en algunos casos a la muerte. En tanto la medicina privada subsumida en su
mercantilismo, con sus negocios, hacen de las suyas en contubernio con las
empresas dedicadas a la venta de seguros médicos privados, donde se observa en
todo su esplendor las deshumanizantes conductas de sus modelos de atención
médica, guiados por los afanes de lucro, muy alejados del juramento
hipocrático, más alejados de la mística de servicio que enaltece el ejercicio
médico.
En estas semanas, no sólo me han
conmocionado. sino indignado algunos de los casos que han sido ejemplares de la
mala medicina, mercantilista y deshumanizante. Uno de los casos fue durante el
servicio que brindaba, de atención psiquiátrica, a un paciente masculino, de 56
años de edad, que acudió a nuestro centro de salud mental, aun siendo
derechohabiente del IMSS, su médico familiar no quiso referirlo con los
servicios de psiquiatría de esa institución, acudió con nosotros, cursa con una
depresión, con síntomas somáticos, donde la principal molestia era una
sensación de evacuación fecal imperiosa, que él médico familiar, considero
propio de la depresión, al hacer la evaluación integral médica, en nuestra
unidad, resulta que sospechamos de patología orgánica del Colon, asociada a la
depresión, así lo referimos nuevamente a sus servicios médicos de su Clínica
del IMSS, donde después de 2 meses de evaluación, le fue diagnosticado Cáncer
de Colon en etapa terminal, con mal pronóstico para su vida.
En otro caso, más trágico, uno de los
amigos de la infancia, con 62 años de edad, que cursaba con diabetes e
hipertensión arterial, se complica presentando un infarto al miocardio, es
atendido por el Hospital de Altas Especialidades del IMSS, especializado en
Cardiología y Neumología, con grandes reconocimientos nacionales sobre todo por
la calidad de sus servicios profesionales, donde prevalecen sus trasplantes de
corazón, es hospitalizado, fue dado de alta con buen estado de salud y las
prescripciones médicas básicas, que incluyó su asistencia a los ejercicios de
rehabilitación cardiovascular a las que tendría que acudir en esa unidad, los
familiares informaban que estaba llevando un vida casi normal, con los cuidados
necesarios y resulta que haciendo los ejercicios físicos para su rehabilitación,
en ese hospital, muere fulminantemente de otro infarto.
Un caso patético, fue el que le
sucedió a un colega médico, mi agente de seguros, que necesitado de los
servicios de urgencia por un lumbago agudo, muy dolorosa y limitante de sus
movimientos, acudió a hacer uso de su seguro médico privado, que él mismo nos
promueve y oferta, con alguna de las empresas de ese ramo, acude a uno de los
hospitales privados, integrado en su cobertura, es valorado en urgencias, lo
internan, le proporcionan los primeros cuidados médicos y son requeridos los
especialistas, principalmente de Medicina Interna, Traumatología y Neurología,
concluyen necesidad de cirugía de su columna vertebral, acude Neurocirujano y
la principal preocupación es de la capacidad económica de la cobertura de su
seguro, para brindarle la atención médica quirúrgica que según ellos es necesaria.
Al informarme de su estado, le solicitamos apoyo a un colega especialista en
columna, acude a valorarlo, concluye innecesaria la cirugía, indica
medicamentos, reposo y terapia física rehabilitadora, lo da de alta y
evoluciona bien sin necesidad de la cirugía, todavía molesto, dice por la “zopiloteada”
que los otros médicos le hicieron, perseverando su insistente pregunta: cuál es
el límite de pago por evento que te proporciona tu seguro?, sin olvidar sus
caras de molestia, por el bajo limite que tenía, además de la negación a
hacerse cargo de la atención.
El caso más patético es él que nos
sucedió el mes pasado, en el ISSSTE, resulta que mi esposa cursa con una
laringitis crónica, con la discapacidad consecuente en la voz, al incrementarse,
solicité a un amigo, colega, ex alumno de la escuela de medicina que dirigí,
que mi hiciera el favor de evitar todo el proceso burocrático, desgastante en tiempo,
por los grandes tiempos de espera existentes, en estas instituciones, que se
hace para poder ser consultado por un especialista. Así fue referida y atendida
por uno de los especialistas de otorrinolaringología, de uno de los hospitales,
quien concluye que mi esposa tenía una parálisis de la cuerda vocal izquierda y
que necesitaba un procedimiento terapéutico, que no se daba en el ISSSTE, el
colega sin rubor, ausentándose la ética, ofrece sus servicios profesionales por
fuera, en su consultorio, donde según el contaba con quirófano, ofreciendo
cobrar modestamente ese servicio por una cantidad que no pasaría de unos
cincuenta mil pesos. Indignado acudí con el compañero funcionario del ISSSTE,
que paradójicamente es el responsable de los servicios médicos en esa
institución, acepta la ilegalidad y la conducta antiética del ORL, deshaga
conmigo, confidencialmente todas las perversiones corruptas que existen,
reconoce las graves transgresiones a las normas y leyes vigentes en la atención
a los derechohabientes, de que fue objeto mi esposa. En tanto nuestro interés
es solucionar el problema médico, nos desistimos de iniciar un proceso que
afectara al colega especialista, para el efecto nos canalizo a otra unidad, con
otro especialista, con la sorpresa de que nuevamente, el ORL ofrecernos la
solución terapéutica externa, eso sí, más matizada, enfatizando que su interés era
ser solidario, que no era económico, ofreciendo menos costo que él anterior.
Ninguno de los dos especialistas, me conoce ni tenía antecedentes de mis
relaciones en su institución.
Seguimos luchando contra la medicina
mercantilista y deshumanizante, por el respeto a nuestros derechos
fundamentales no sólo como trabajadores de la salud, sino además como usuarios,
derechohabientes y como pacientes.
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