sábado, 22 de julio de 2017

SOBRE EL DEBATE Y LOS CONSENSOS EN MORENA


Un partido moderno debe de integrar el debate como eje central de su existencia  y de su cultura política, si no lo hace, simple y llanamente está sometido al despotismo autoritario con sus imposiciones letales al principio democrático y libertario, que enarbolamos en nuestras propuestas políticas, dirigidas a lograr la transformación de la sociedad. Sus actores políticos, son los que persisten en sus posturas de obedecer y callar, o del que mandata la estúpida expresión: “el que paga manda”, de los señores anclados al feudalismo, proclives a al servilismo utilitario del ser político, que mantiene los regímenes de oprobio, como el que tenemos en México.

En MORENA los dirigentes y militantes tenemos la obligación de fomentar el debate, partiendo del principio de que el único acuerdo posible duradero es aquel que se logra, cuando es posible expresar el desacuerdo y luego dialogarlo, debatirlo, conforme a nuestras ideas políticas, normas y principios que nos enaltecen en nuestro partido movimiento, evitando las posturas rígidas, inflexibles, derivadas del prejuicio sobre las personas, de dogmas y fundamentalismos filosóficos, políticos y religiosos, para esto se requiere dominar el arte de dirimir, inmerso en el respeto a la diversidad, a la prudencia, la bondad y el amor fraternal, hacía los compañeros, con inteligencia emocional, aun con los que son proclives a pervertir el orden y la disciplina en los debates.

Tenemos que ser críticos, pero también autocríticos, no interpretar la crítica como una afrenta, ni toda impugnación como un llamado a la confrontación, convencer cultivando la verdad, evitando la mentira y sus lacras de engañar, estas posturas y comportamientos enaltecen y proyectan la madurez política y de personalidad de los militantes participantes, es la mejor estrategia para prevenir los conflictos crónicos que generan guerrillas pueriles internas, que atentan contra la fortaleza institucional de cualquier partido, que hemos venido padeciendo, no sólo en MORENA, sino en las organizaciones y partidos de izquierda que han existido en Nuevo León.

Se trata de lograr la unidad, no como sinónimo de lealtad, interpretada como sometimiento, como por años se ha integrado en la pervertida cultura política pripanista, que combatimos y que pretendemos revolucionar en el quehacer político moderno. Oponerse no es colocarse como enemigo al que se le debe obligar a claudicar o rendirse, es simplemente una postura adversa que debe generar el debate inmerso en el discurso y el proceso del pensar, con fundamentos bien informados, analíticos, racionales, con evidencias que respalden su posición y propuestas en relación a los temas y asuntos que se debaten.

Hoy que en MORENA tenemos que construir consensos, sobre los militantes que serán nuestros candidatos en las próximas elecciones, primero tenemos que debatir sobre el perfil necesario que deben tener, de acuerdo a cada nivel (Senador, Diputado Federal, Local, Alcalde), luego promover el debate interno entre los propuestos y la militancia, valorando sus capacidades para el desempeño del encargo, para luego seleccionar democráticamente los mejores compañeros y compañeras que nos representaran en esas tareas, quienes no lo logren, enfrentaran el dilema del ser o no ser morenistas, los que decidan no ser, estarán proyectando sus ambiciones vulgares de estar subordinando sus intereses personales o de grupo, sobre los de nuestro partido-movimiento, padeciendo lo que yo he llamado el Síndrome de Irgla, que vivimos en la elección pasada en nuestro partido-movimiento en Nuevo León, que llevó a algunos a postularse por otros partidos y a destacados militantes de nuestro partido, según ellos bien bregados y formados en la izquierda, a colaborar y votar por el  Bronco  y sus secuaces, comportamiento que hoy algunos, reconocen como su grave error, afortunadamente.   

No tengamos miedo al debate, es el máximo valor en la fortaleza de un partido democrático moderno, si MORENA en Nuevo León no llega con esa fortaleza, estaremos con mucha anticipación prefigurando nuestro fracaso, en posesionarnos en el primer lugar de preferencias electorales en Nuevo León, además de no cumplir con el apoyo necesario hacia la victoria electoral  de la presidencia con Andrés Manuel López Obrador.

Los que rechazan el debate, no sólo no son demócratas, sino son los que tienen miedo a la verdad, son los que viven de la mentira, como refirió George Orwell, "en tiempos de engaño universal, decir la verdad se convierte en un acto revolucionario”.

Son mentiras, que lamentablemente prevalecen hasta en algunos dirigentes, como los trascendidos que escuche esta semana, sobre sus aseguramientos de ser los actores déspotas designados, empoderados, para decidir las próximas candidaturas de MORENA en Nuevo León.




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