viernes, 29 de septiembre de 2017

LOS EMPRESARIOS Y EL DESARROLLO HUMANO

Desde el siglo pasado, aun en el marco de la guerra fría, los organismos financieros internacionales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial hicieron cientos de llamados a los empresarios para que dirigieran estrategias y acciones destinadas a lograr los más altos niveles del desarrollo humano no sólo de sus empleados, trabajadores y sus familias, considerando la importancia de invertir en lo que luego el neoliberalismo ha  denominado “el capital Humano” y sus efectos positivos en la productividad de sus empresas y en el bienestar y crecimiento económico de las familias y la sociedad.

Tres, han sido los principales indicadores que se han utilizado, elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD),  como determinantes del nivel de desarrollo humano de nuestros países:  tener una vida larga y saludable, adquirir conocimientos y disfrutar de un nivel de vida digno. La primera es la dimensión de la salud, que se evalúa según la esperanza de vida al nacer, la segunda,  corresponde a la educación y se mide por los años promedio de escolaridad de los adultos de 25 años o más y por los años esperados de escolaridad de los niños en edad escolar y por último, la dimensión del nivel de vida se mide conforme al Ingreso Nacional Bruto (INB) per cápita. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) presentó el Índice de Desarrollo Humano de la Organización de las Naciones Unidas 2016 (HDI, por sus siglas en inglés), en el que ubicó a México en el lugar 77 de 188 naciones, con una cifra de 0.762, descendiendo 3 lugares en los últimos años. En América estamos muy por debajo de Argentina, Chile, Uruguay, USA, ubicados en los primeros 50 lugares, luego si se descontara el índice de desigualdad, se tendría una cifra de 0.587, lo que bajaría a México hasta la posición 89, una pérdida de 12 lugares.En 1990 México ocupó el escalón número 38 en esta materia, con un índice de 0.876 (mientras más cercano a uno, mayor desarrollo); para 2016 había caído al peldaño 77 (con un índice de 0.762); esto es, un desplome de 39 posiciones en el periodo.
 
De conformidad con estos indicadores tenemos una Esperanza de vida de 77 años, en el rubro de escolaridad un promedio de 13 años., en el tema económico, según el organismo mundial, nuestro país aumentó 34.9% entre 1990 y 2015 en el PIB nominal es de 10,714 dólares per cápita. Así a pesar de que hemos sido una de las economías que ha ocupado el décimo lugar, por sus recursos, en el mundo, hoy somos la 13ª, somos además la 1.ª economía más grande de Hispanoamérica, la 2.ª de América Latina y la 3.ª economía (PPA) de mayor tamaño de toda América, solo después de la de los Estados Unidos y la de Brasil; seguimos siendo un país inmerso en la desigualdad, la pobreza y la mala salud, con indicadores de mortalidad materna elevados, donde por cada 100 mil nacimientos 38 mujeres mueren por causas relacionadas con el embarazo, y por cada mil alumbramientos 62.8% fueron de madres adolescentes, ni que decir de la inseguridad con la violencia social permanente y las lacras de homicidios, feminicidios y secuestros que nos colocan como uno de los países más violentos en el mundo.
 
El hecho es que la inversión en el denominado “capital humano”, donde prevalezcan el suministro de recursos financieros y materiales que fortalezcan la educación, el incremento del saber, del conocer, no sólo relacionados con los desempeños técnicos o profesionales de las personas, también los destinados a la prevención y fomento de la salud y lograr abatir la precarización económica, mejorando los ingresos salariales de los trabajadores, sigue siendo desdeñado por la mayoría de los empresarios, obstaculizando el logro de los más altos niveles de desarrollo humano y social en México.
 
Es tan grave el problema que en el próximo día mundial de la salud mental, que celebraremos el 10 de octubre el lema que ha sido decidido por el comité organizador de la OMS es “Salud Mental en los Centros de Trabajo”, donde los daños sobre la salud física, mental y emocional, día tras día son vivenciados por quienes trabajamos en las diferentes instituciones y empresas,  por funcionarios públicos y privados que están inmersos en no cultivar la felicidad y el bienestar de los demás, lejos de sentir la alegría, que causa el compartir y no el acumular y el explotar, que lamentablemente está inmerso en sus formas de ser, donde lo importante es la productividad y las ganancias económicas en su endiosado mercado y el hiperconsumismo que el neoliberalismo les exige, no importa cómo, aunque sea enfermando y matando a las personas, como en más de cuarenta años hemos sido testigos de las tragedias y sufrimientos de los pacientes que atendemos.

A pesar de que la guerra fría ya no existe, el futuro de nuestro desarrollo humano sigue obnubilado por las resistencias de los grandes, medianos y pequeños empresarios, a integrar en sus círculos virtuosos, la necesidad de lograr los más altos niveles de desarrollo humano y social de nuestros países, donde logremos eliminar las lacras del pobreza y lograr un desarrollo sostenible, justo y pacífico.

 

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