En su insaciable voracidad por las ganancias económicas, el
neoliberalismo sigue imponiendo sus conceptualizaciones valorativas del ser
humano, relacionadas con los usos mercantiles, una de ellas es el énfasis que
están imponiendo sus instituciones financieras, el Fondo monetario
Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo
(BID), mediante la clasificación de los países acorde al
concepto de capital humano, que según
ellos esta resultaría del número de años en la etapa de máxima productividad de
las personas (20 a 64 años de edad), la esperanza de vida, el nivel de salud,
la escolaridad y la calidad del aprendizaje.
Resulta que a petición del Banco Mundial el Instituto de
Métrica y Evaluación de la Salud (IHME, por su sigla en inglés) de la
Universidad de Washington, por primera hace una clasificación de los países de
acuerdo a ese concepto de capital humano. Los resultados de ese estudio intitulado “Medición del capital
humano: un análisis sistemático de 195 países y territorios, 1990-2016” se
publicaron esta semana en la revista médica internacional The Lancet. “Esa
evaluación internacional indicó que los
mexicanos tienen 42 de los posibles 45 años de vida productivos entre los 20 y
64 años, y un logro educativo esperado de 10 años de un máximo posible de 18,
con un puntaje de 72 de un esperado de 100. ubicó a México en el lugar 104 (de
195 países) y significó un descenso de 13 puestos respecto de 1990, cuando
estuvo en el sitio 87. En el primer lugar de la tabla se ubicó Finlandia, donde
las personas reportan 14 años de escolaridad –de 18 esperados–, mientras México
registró 10 años en promedio. La evaluación indicó que los mexicanos tienen 42
de los posibles 45 años de vida productivos entre los 20 y 64 años, y un logro
educativo esperado de 10 años de un máximo posible de 18, con un puntaje de 72
de un esperado de 100. En salud, la calificación fue 81 de 100 y se integra por
indicadores como el retraso en el crecimiento, desnutrición crónica, anemia,
dificultad para aprender, pérdida de audición y visión, así como enfermedades
infecciosas como VIH/SIDA, paludismo y tuberculosis.”
Con esta investigación desean que los gobiernos e
inversionistas cuenten con información para la inversión de recursos, sobre
todo en las áreas de salud y educación, concluyen que las naciones con mejores
indicadores de capital humano logran un crecimiento económico más rápido del producto
interno bruto per cápita, retoman su perorata: “el capital humano se vuelve
cada vez más importante para estimular las economías locales y nacionales”.
Como su enfoque está dirigido a los usos mercantiles, nada
dicen de la corrupción ni de algunos de los indicadores del desarrollo moral de
nuestras sociedades, menos de la eficiencia administrativa de sus gobernantes,
que en el caso de nuestros países de América Latina y el Caribe el mismo BID revela
que cada año la ineficiencia (corrupción incluida) genera un despilfarro total de 220 mil
millones de dólares, identificando tres áreas por donde se fuga el dinero de
los contribuyentes: compras públicas y proyectos de inversión inadecuados ;
transferencias monetarias a los ciudadanos y altos sueldos de los funcionarios.
Como ejemplo, en relación a esa ineficiencia, esta semana también
el ex presidente de México, Ernesto Zedillo Ponce de León, declaró: “Me
equivoque en mi Política Antidrogas”, “Debí
promover en mi gestión que se regulara
el consumo, en lugar de reprimir o criminalizar”; Se cometen
“terribles violaciones a derechos”, “pues no se ve el problema como de salud
pública”, error que siguieron realizando los gobiernos subsecuentes, que juntos
suman 24 años subsumiéndonos en la corrupción y en la violencia social con sus
millones de víctimas, gozando de impunidad simple y llanamente por no
subordinar el conocimiento de las ciencias a las políticas públicas.
Es lo que los investigadores del desarrollo humano
deben realizar, subordinar el conocimiento de las ciencias del desarrollo
humano, sobre los intereses económicos y políticos que el neoliberalismo les
impone, en ese tipo de estudios, reducidos en el marco de los referentes del economicismo del capital.