Fuimos invitados por el capitulo Nuevo León, de la Asociación Psiquiátrica
Mexicana (APM) para participar en su reunión mensual, celebrada el pasado
jueves 20 de septiembre, donde hice una exposición sobre el origen y el proceso
que nos llevo al grupo de trabajo del CECOSAM, para desarrollar la propuesta de la
primera iniciativa de la Ley Estatal de Salud Mental para nuestro estado de
Nuevo León, además de recibir su reconocimiento por nuestra participación, en la
creación final del texto de ley que fue aprobado por el Congreso del Estado e inicio
su vigencia el pasado 9 de mayo, del presente año.
Fue sorpresivo y agradable, no sólo que estuvieran presentes,
representantes de los principales organismos colegiados de la psiquiatría, psicología
y psicoterapia, sino además que testimoniaran su reconocimiento a este trabajo,
que como equipo desarrollamos, enalteciéndonos el Dr. Carlos A. Arnaud Gil, en
su calidad de presidente de la Sociedad de Psiquiatría y Psicoterapia de
Monterrey (SPPMTY); el Dr. Junípero Méndez Martínez, presidente de la
Asociación de Psiquiatría del Noreste (APNE); el Dr. Mario H. Cáceres Vargas,
presidente del Colegio de Psiquiatría y Psicofarmacología de Nuevo León; el Dr.
David E. Saucedo Martínez, coordinador del Capitulo Nuevo León de la APM y
organizador de este evento; por último la asistencia de la Psic. Graciela Medina,
presidenta del Colegio de Psicólogos de Nuevo León.
Vivenciaba así por primera vez, la unidad de los colegios de
profesionistas, más importantes en el área de la salud mental, interesados y
participativos, para lograr que esta ley, por la cual hemos venido luchado por décadas,
se haga realidad. Lamentablemente muy atrasados en relación a la historicidad que ha nutrido
desde los sesentas del siglo pasado, las propuestas políticas de reformas, que
impulsaron cambios legislativos, en el marco de la atención a la salud mental,
que se impulsaron en los países europeos, Italia, Francia, España, Inglaterra y
Alemania y que siguieron en América, principalmente en USA, Chile, Argentina, Uruguay
y Brasil.
Sin olvidar, que desde hace décadas, la Organización Mundial
de la Salud (OMS), ha promovido y fomentado los consensos, que han llevado al
desarrollo de acuerdos, resolutivos y pronunciamientos, para que en todos los países
del mundo se logren implementar cambios políticos y legislativos que lleven a
los estados miembros, no sólo lograr los más altos niveles de atención a la salud mental
de las poblaciones, sino a mejorar las inversiones financieras necesarias para
alcanzar los objetivos enfocados a limitar los daños que causan los trastornos
mentales, logrando la rehabilitación con el respeto incondicional de los
derechos humanos y sociales de los pacientes. La evolución del desarrollo de
las neurociencias, las ciencias de la conducta y de la salud pública los ha
llevado a enfatizar el hecho muy claro de que sin salud mental no hay salud física,
en el marco de la prevaleciente visión holística de los procesos de salud
enfermedad.
Finalicé mi exposición en esa reunión con los colegas de los
colegios expresándoles, nuestro agradecimiento y reiterándoles que por fin
estamos integrándonos a las sociedades, que ya cuentan con una Ley de salud
mental, el reto que sigue es seguir luchando porque se cumplan sus mandatos,
que nos obligan a exigir que se cumplan, principalmente a los gobernantes y sus
funcionarios de salud, educación, de procuración de justicia, de seguridad
pública y desde luego a las unidades e instituciones de salud pública y privada,
que deberán unir esfuerzos para lograr una red de servicios, que permita
proporcionar el derecho a la atención de la salud mental, inmersa en el
humanismo que se integra en el respeto incondicional de los derechos humanos de
los usuarios de nuestros servicios de salud mental.
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