Uso el concepto de la sociedad desempatizada, para designar la carencia que sobre la
empatía, prevalece en el seno de nuestras culturas generando usos, costumbres y
creencias, que se convierten en factores de riesgo no sólo en la salud mental,
sino en la aparición de la violencia social, en todas sus manifestaciones,
desde la que está inmersa en el suicidio, los homicidios, hasta la que cabalga
en las familias, escuelas, instituciones y el nefasto terrorismo. La clase
política y sus gobernantes han sido los responsables del creciente aislamiento
y falta de empatía en nuestras sociedades, de todos los países, desde los que
tienen los más altos niveles de desarrollo económico hasta los de más bajo.
Empatía es la capacidad de ponerse en el lugar del otro, es
la capacidad de comprender lo que le sucede a otra persona, para, desde nuestra
posición, estar a su lado, junto a ella, apoyándola. La palabra empatía
proviene etimológicamente de su raíz griega epathón, sentir, y del prefijo em,
preposición inseparable, que significa dentro, desde su origen venía a
significar “sentir adentrándose en el otro”, compenetrarse en los canales de
comunicación de este proceso empático, que son cognitivos y no están a expensas
de la imaginación. Se trata de sentir lo que siente el otro, pero de un modo
más cognitivo que emocional, aprendemos a simpatizar con otros y asistirles
tomando su actitudes, ya que no es la persona del otro lo que deseamos, sino
sus ideas así como su imagen que éstos tienen de nosotros, para comprenderlo y
anticiparnos a ellos, al tiempo que nos ayuda a auto-comprendernos, la empatía
es una habilidad social, la empatía nace de ese sentimiento innato de carácter
social, en virtud del cual podemos conocer los sentimientos de los otros.
Como es una habilidad social, la calidad de su prevalencia,
en menor o mayor grado, en el seno de nuestras interacciones humanas depende
del estado que guarda no sólo la salud física, mental y emocional de las
personas, sino de su desarrollo cultural, intelectual, educativo y existencial,
en el contexto de la integración de su filosofía de la vida, ámbitos fundamentales que han sido
deteriorados y/o precarizados por los valores deshumanizantes del
neoliberalismo, que fomenta el individualismo en sus afanes jerarquizarte del
mercantilismo, con su hiperconsumismo que desplaza las motivaciones del ser,
cosificando la existencia de las personas, donde lo más importante es el tener, el apropiarse de valores económicos
o materiales, con la estúpida idea de quien más tiene cosas, objetos materiales,
dinero, más valor debe tener, como principio de percepción de los demás y por
lo tanto como base de la percepción que debe tener en su sentimiento por los
otros.
Por eso la mayor parte de las personas tienen la dificultad
de lograr la comprensión del otro y de su mundo afectivo, a la que se llega como
resultado de conectar con estos sentimientos ajenos, no logran desarrollar el
proceso de la empatía, en primer lugar con la captación de los sentimientos del
otro, una vez el sentimiento que se ha empatizado, conseguimos la comprensión
empática de la cual, se podrá dar el uso que el individuo considere. Todos, con
independencia de nuestros valores, creencias, opiniones, rasgos de
personalidad, cultura o status social, podemos utilizar dicho proceso empático,
en mayor o menor intensidad, dependiendo de la capacidad de empatizar que
poseamos.
La mayoría de las personas de nuestra sociedad tienen poca
empatía, se dedican plenamente a sus
intereses, de forma exclusiva, y en determinados momentos, aparentando algo que
no les describe como persona, subordinan sus intereses por su bien de manera
egoísta y poco comprometida con su entorno. Apenas establecen relaciones
cercanas con quien le rodea, y si las tiene, obligadas o impuestas por la
situación, serán unas relaciones vacías, negativas y destructivas. El hecho de
no ser capaz de ponerse en el lugar de otra persona, hace que esta manera de vivir
sea una esclavitud del deficiente humor, la incertidumbre y la inquietud de
quien convive con dicha persona. Son personas que abusan de las redes sociales,
inmersas en las frivolidades y superficialidad de los sentimientos, evadiendo
las relaciones cara a cara, proclives a las angustias y depresiones.
La empatía debe ser uno de los valores principales de nuestra
vida, solo así logramos convivencias agradables y satisfactorias, su ausencia
es el fondo de la violencia que destruye familias, parejas, amistades, y la responsable de
los dramas personales y sociales que llenan los titulares de las notas rojas de
la prensa todos los días.
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