domingo, 16 de septiembre de 2018

LA SOCIEDAD DESEMPATIZADA


Uso el concepto de la sociedad desempatizada,  para designar la carencia que sobre la empatía, prevalece en el seno de nuestras culturas generando usos, costumbres y creencias, que se convierten en factores de riesgo no sólo en la salud mental, sino en la aparición de la violencia social, en todas sus manifestaciones, desde la que está inmersa en el suicidio, los homicidios, hasta la que cabalga en las familias, escuelas, instituciones y el nefasto terrorismo. La clase política y sus gobernantes han sido los responsables del creciente aislamiento y falta de empatía en nuestras sociedades, de todos los países, desde los que tienen los más altos niveles de desarrollo económico hasta los de más bajo.

Empatía es la capacidad de ponerse en el lugar del otro, es la capacidad de comprender lo que le sucede a otra persona, para, desde nuestra posición, estar a su lado, junto a ella, apoyándola. La palabra empatía proviene etimológicamente de su raíz griega epathón, sentir, y del prefijo em, preposición inseparable, que significa dentro, desde su origen venía a significar “sentir adentrándose en el otro”, compenetrarse en los canales de comunicación de este proceso empático, que son cognitivos y no están a expensas de la imaginación. Se trata de sentir lo que siente el otro, pero de un modo más cognitivo que emocional, aprendemos a simpatizar con otros y asistirles tomando su actitudes, ya que no es la persona del otro lo que deseamos, sino sus ideas así como su imagen que éstos tienen de nosotros, para comprenderlo y anticiparnos a ellos, al tiempo que nos ayuda a auto-comprendernos, la empatía es una habilidad social, la empatía nace de ese sentimiento innato de carácter social, en virtud del cual podemos conocer los sentimientos de los otros.

Como es una habilidad social, la calidad de su prevalencia, en menor o mayor grado, en el seno de nuestras interacciones humanas depende del estado que guarda no sólo la salud física, mental y emocional de las personas, sino de su desarrollo cultural, intelectual, educativo y existencial, en el contexto de la integración de su filosofía de la  vida, ámbitos fundamentales que han sido deteriorados y/o precarizados por los valores deshumanizantes del neoliberalismo, que fomenta el individualismo en sus afanes jerarquizarte del mercantilismo, con su hiperconsumismo que desplaza las motivaciones del ser, cosificando la existencia de las personas, donde lo más importante  es el tener, el apropiarse de valores económicos o materiales, con la estúpida idea de quien más tiene cosas, objetos materiales, dinero, más valor debe tener, como principio de percepción de los demás y por lo tanto como base de la percepción que debe tener en su sentimiento por los otros.   

Por eso la mayor parte de las personas tienen la dificultad de lograr la comprensión del otro y de su mundo afectivo, a la que se llega como resultado de conectar con estos sentimientos ajenos, no logran desarrollar el proceso de la empatía, en primer lugar con la captación de los sentimientos del otro, una vez el sentimiento que se ha empatizado, conseguimos la comprensión empática de la cual, se podrá dar el uso que el individuo considere. Todos, con independencia de nuestros valores, creencias, opiniones, rasgos de personalidad, cultura o status social, podemos utilizar dicho proceso empático, en mayor o menor intensidad, dependiendo de la capacidad de empatizar que poseamos.

La mayoría de las personas de nuestra sociedad tienen poca empatía, se dedican plenamente  a sus intereses, de forma exclusiva, y en determinados momentos, aparentando algo que no les describe como persona, subordinan sus intereses por su bien de manera egoísta y poco comprometida con su entorno. Apenas establecen relaciones cercanas con quien le rodea, y si las tiene, obligadas o impuestas por la situación, serán unas relaciones vacías, negativas y destructivas. El hecho de no ser capaz de ponerse en el lugar de otra persona, hace que esta manera de vivir sea una esclavitud del deficiente humor, la incertidumbre y la inquietud de quien convive con dicha persona. Son personas que abusan de las redes sociales, inmersas en las frivolidades y superficialidad de los sentimientos, evadiendo las relaciones cara a cara, proclives a las angustias y depresiones.

La empatía debe ser uno de los valores principales de nuestra vida, solo así logramos convivencias agradables y satisfactorias, su ausencia es el fondo de la violencia que destruye familias, parejas, amistades, y la responsable de los dramas personales y sociales que llenan los titulares de las notas rojas de la prensa todos los días.

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