Estoy agobiado por las infamias
ignominiosas que en los últimos meses, tanto en el proceso electoral, como después
del 1 de julio, han prevalecido, principalmente en el comportamiento de políticos,
líderes y activistas sociales, degradando los valores humanos y contribuyendo a
la deshumanización de nuestra sociedad, uno de estos valores más transgredido
es el de la dignidad.
La dignidad ha sido uno de los valores
humanos que más ha sido obstaculizado, por el neoliberalismo, en el desarrollo
humano y social de nuestras sociedades, donde la libertad y la autonomía, pasaron
a ser valores de cambio, dejaron de ser ejercidas incondicionalmente,
reconociendo a las personas como merecedoras de respeto, tolerando las
diferencias en el contexto de su diversidad y la pluralidad de los
pensamientos. El que paga manda, ha sido la perorata de la modernidad de los
empresarios en sus relaciones con sus
subordinados, exigiendo sumisión y acriticismo, exigencia que ha sido
desbordada en las necesarias relaciones de subordinación, por los niveles de
autoridad de las organizaciones en las instituciones públicas y privadas y que
ha infestado a las organizaciones partidistas.
La dignidad es una cualidad,
individual, innata a cada persona, refuerza la personalidad, contribuye a los
más altos niveles de desarrollo humano, es uno de los valores necesarios para
lograr la verdadera emancipación y pacificación moral no sólo de los
ciudadanos, sino de toda la humanidad, de ahí su necesidad de fomentarla y
promoverla universalmente.
Primero fue la imposición de una gran
cantidad de personajes de la política inmersos en dudas sobre su probidad,
algunos con cinismo oportunista, satisfaciendo sus voracidades por los cargos,
en candidaturas, mandando al carajo ideologías, principios y valores que decían
enarbolar en sus posturas políticas, partidistas o con la bandera
independiente, ciudadana apartidista, pagando al costo su dignidad.
Luego, iniciada la cuarta
transformación de nuestra patria mexicana, después de la victoria contundente
que MORENA y Andrés Manuel López Obrador, que obtuvimos en la presidencia de la
república y en el Congreso de la Unión, nuestra sociedad ha estado inmersa en
comportamientos de personajes empresariales, políticos, intelectuales,
académicos y hasta líderes religiosos y morales que poco aportan en la
preservación y fomento de la dignidad en nuestra sociedad.
Ahí están las imágenes en las redes
sociales de internet, que se expresaron, desde el 1 de julio, con algunos
candidatos, que ganando su elección, expresaron sus comportamientos humillantes
hacia algunos de los candidatos perdedores, como sucedió con la denominada Lady
Champan, luego los principales empresarios integrantes de la “mafia del poder”
hacen toda una estrategia de comunicación Integrando una campaña llamada
"Creo en México”, donde transmiten no sólo reconocimiento a AMLO, que
antes negaban al grado de calumniarlo, sino integrando la adulación reprobable,
sumisa, acrítica durante esta etapa de transición, contraria a sus principios y
convicciones, alejada del poder económico y político que tienen, donde la
dignidad ya no debería de ser un valor de consumo, José Antonio Fernández,
presidente del consejo de administración de Femsa Daniel Servitje, de Grupo
Bimbo Alejandro Ramírez, de Cinépolis, Eduardo Tricio, De grupo Lala y
Aeroméxico, María Aramburuzabala, de Tresalia Capital, Carlos Danel de Gentera;
Antonio del Valle de Grupo Kaluz; Blanca Treviño de Softek, y Claudio X.
González de Kimberly Clark.
En política, observo como desde los más
altos niveles de los empoderados dirigentes, activistas, militantes de todos
los partidos, siguen exigiendo sumisión despótica a cambio de empoderar,
mandado al carajo la meritocracia, dañando letalmente la dignidad de la
persona. Nuestro partido MORENA y los que se sumaron a nuestro movimiento de
otros partidos o identificándose como ciudadanos independientes, apartidistas,
hasta los medianos y bajos niveles de quienes se distinguieron por el apoyo,
con sus activismos desde la construcción de MORENA y su bregar en las
anteriores campañas de AMLO del 2016 y el 2012, o bien de los que apenas se
iniciaron, como militantes, en los últimos tres años siguen desdeñando el valor
de la dignidad, sometiéndose a las “ordenes” que les lleva a subordinar los
intereses de los mandones acostumbrados a someter cooptando, amenazando perder
oportunidades con sus ofrecimientos influyentistas en la asignación de cargos,
empleos y los asensos ordinarios del quehacer gubernamental o partidista.
Los pervertidores de la dignidad en la política,
son los que ejercen con una gran virtud, la frase que el dictador Profirió Díaz
hizo famosa en su expresión a sus compinches del poder dictatorial que ejercía
(1884-1911), cuando le cuestionaban la asignación de cargos a algunos
de sus críticos, respondiéndoles “¿cuándo has visto ladrar a un perro con un
hueso en la boca?”
Por eso debemos cultivar el principio,
que como virtud ejercemos en MORENA, la honestidad donde la lucha por el poder,
como reitera AMLO, solo tiene sentido cuando se pone al servicio de los demás, nuestra
lucha no es ni será por los cargos, por los huesos, sino al servicio del
pueblo, donde mejor podamos servirle, tratando de rescatar la dignidad de los
millones de ciudadanos humillados que por décadas han sido victimas de la explotación,
la injusticia y la violencia social infame que padecemos
Sólo la dignidad refuerza la
personalidad, fomenta la sensación de plenitud y satisfacción, exijamos el
respeto, rechacemos la humillación, el no ser súbdito, no estar bajo el dictado
de otro. Recordemos que para justificar la esclavitud, se decía que el esclavo
no era persona humana, sino un objeto, al igual que judíos, gitanos y
homosexuales durante el nazismo.
En suma hagamos realidad, la consigna
que con convicción, hemos enarbolado desde la izquierda, desde los años ignominiosos
de la guerra sucia que el régimen represor nos hizo desde el siglo pasado, con
los miles de muertos, encarcelados y desaparecidos que hemos tenido:
¡La dignidad no tiene precio!
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