viernes, 7 de septiembre de 2018

PRESERVAR y FOMENTAR LA DIGNIDAD HUMANA EN LA POLITICA

Estoy agobiado por las infamias ignominiosas que en los últimos meses, tanto en el proceso electoral, como después del 1 de julio, han prevalecido, principalmente en el comportamiento de políticos, líderes y activistas sociales, degradando los valores humanos y contribuyendo a la deshumanización de nuestra sociedad, uno de estos valores más transgredido es el de la dignidad.  

La dignidad ha sido uno de los valores humanos que más ha sido obstaculizado, por el neoliberalismo, en el desarrollo humano y social de nuestras sociedades, donde la libertad y la autonomía, pasaron a ser valores de cambio, dejaron de ser ejercidas incondicionalmente, reconociendo a las personas como merecedoras de respeto, tolerando las diferencias en el contexto de su diversidad y la pluralidad de los pensamientos. El que paga manda, ha sido la perorata de la modernidad de los empresarios  en sus relaciones con sus subordinados, exigiendo sumisión y acriticismo, exigencia que ha sido desbordada en las necesarias relaciones de subordinación, por los niveles de autoridad de las organizaciones en las instituciones públicas y privadas y que ha infestado a las organizaciones partidistas.  

La dignidad es una cualidad, individual, innata a cada persona, refuerza la personalidad, contribuye a los más altos niveles de desarrollo humano, es uno de los valores necesarios para lograr la verdadera emancipación y pacificación moral no sólo de los ciudadanos, sino de toda la humanidad, de ahí su necesidad de fomentarla y promoverla universalmente.
Primero fue la imposición de una gran cantidad de personajes de la política inmersos en dudas sobre su probidad, algunos con cinismo oportunista, satisfaciendo sus voracidades por los cargos, en candidaturas, mandando al carajo ideologías, principios y valores que decían enarbolar en sus posturas políticas, partidistas o con la bandera independiente, ciudadana apartidista, pagando al costo su dignidad.

Luego, iniciada la cuarta transformación de nuestra patria mexicana, después de la victoria contundente que MORENA y Andrés Manuel López Obrador, que obtuvimos en la presidencia de la república y en el Congreso de la Unión, nuestra sociedad ha estado inmersa en comportamientos de personajes empresariales, políticos, intelectuales, académicos y hasta líderes religiosos y morales  que poco aportan en la preservación y fomento de la dignidad en nuestra sociedad.
Ahí están las imágenes en las redes sociales de internet, que se expresaron, desde el 1 de julio, con algunos candidatos, que ganando su elección, expresaron sus comportamientos humillantes hacia algunos de los candidatos perdedores, como sucedió con la denominada Lady Champan, luego los principales empresarios integrantes de la “mafia del poder” hacen toda una estrategia de comunicación Integrando una campaña llamada "Creo en México”, donde transmiten no sólo reconocimiento a AMLO, que antes negaban al grado de calumniarlo, sino integrando la adulación reprobable, sumisa, acrítica durante esta etapa de transición, contraria a sus principios y convicciones, alejada del poder económico y político que tienen, donde la dignidad ya no debería de ser un valor de consumo, José Antonio Fernández, presidente del consejo de administración de Femsa Daniel Servitje, de Grupo Bimbo Alejandro Ramírez, de Cinépolis, Eduardo Tricio, De grupo Lala y Aeroméxico, María Aramburuzabala, de Tresalia Capital, Carlos Danel de Gentera; Antonio del Valle de Grupo Kaluz; Blanca Treviño de Softek, y Claudio X. González de Kimberly Clark.

En política, observo como desde los más altos niveles de los empoderados dirigentes, activistas, militantes de todos los partidos, siguen exigiendo sumisión despótica  a cambio de empoderar, mandado al carajo la meritocracia, dañando letalmente la dignidad de la persona. Nuestro partido MORENA y los que se sumaron a nuestro movimiento de otros partidos o identificándose como ciudadanos independientes, apartidistas, hasta los medianos y bajos niveles de quienes se distinguieron por el apoyo, con sus activismos desde la construcción de MORENA y su bregar en las anteriores campañas de AMLO del 2016 y el 2012, o bien de los que apenas se iniciaron, como militantes, en los últimos tres años siguen desdeñando el valor de la dignidad, sometiéndose a las “ordenes” que les lleva a subordinar los intereses de los mandones acostumbrados a someter cooptando, amenazando perder oportunidades con sus ofrecimientos influyentistas en la asignación de cargos, empleos y los asensos ordinarios del quehacer gubernamental o partidista.
Los pervertidores de la dignidad en la política, son los que ejercen con una gran virtud, la frase que el dictador Profirió Díaz hizo famosa en su expresión a sus compinches del poder dictatorial que ejercía (1884-1911),   cuando le cuestionaban la asignación de cargos a algunos de sus críticos, respondiéndoles “¿cuándo has visto ladrar a un perro con un hueso en la boca?”

Por eso debemos cultivar el principio, que como virtud ejercemos en MORENA, la honestidad donde la lucha por el poder, como reitera AMLO, solo tiene sentido cuando se pone al servicio de los demás, nuestra lucha no es ni será por los cargos, por los huesos, sino al servicio del pueblo, donde mejor podamos servirle, tratando de rescatar la dignidad de los millones de ciudadanos humillados que por décadas han sido victimas de la explotación, la injusticia y la violencia social infame que padecemos
Sólo la dignidad refuerza la personalidad, fomenta la sensación de plenitud y satisfacción, exijamos el respeto, rechacemos la humillación, el no ser súbdito, no estar bajo el dictado de otro. Recordemos que para justificar la esclavitud, se decía que el esclavo no era persona humana, sino un objeto, al igual que judíos, gitanos y homosexuales durante el nazismo.

En suma hagamos realidad, la consigna que con convicción, hemos enarbolado desde la izquierda, desde los años ignominiosos de la guerra sucia que el régimen represor nos hizo desde el siglo pasado, con los miles de muertos, encarcelados y desaparecidos que hemos tenido:  
¡La dignidad no tiene precio!

 

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