domingo, 13 de enero de 2019

ELIMINAR EL NEOLIBERALISMO DE LAS UNIVERSIDADES PÚBLICAS EN MEXICO

Desde los años sesentas, del siglo pasado, cuando estábamos inmersos en el activismo por lograr la Autonomía real de nuestras universidades públicas, desarticulándolas de sus dependencias de los gobernantes del poder ejecutivo, quienes imponían rectores, directores y definían los modelos administrativos y académicos, que debían prevalecer en las funciones sociales, culturales, de enseñanza e  investigación científica, enarbolábamos también, la lucha por la construcción de una universidad pública, que se desempeñara plenamente, donde prevaleciera su función social y cultural, para lograr los más altos niveles de desarrollo social y humano de nuestro pueblo, con la libertad de catedra, la participación democrática, la equidad y los procesos de autogestión como ejes de solución para la solución de los problemas de los universitarios.

Impulsábamos la reforma de la universidad, que decíamos debía ser democrática, científica y humanista. Las actividades de la universidad deben ser: la investigadora, la docente, la de extensión universitaria y la de labor social. Las funciones de la universidad han de ser: históricas ( en la transformación y conservación del acervo de conocimientos científicos), formativas (al desarrollar en sus integrantes la conciencia metodológica y social que permite la libre determinación del pensamiento), sociales (en cuanto concierte el trabajo individual en una profesión, que ha de considerarse como labor social), cognoscitivas (en cuanto hace del conocimiento verdadero la meta principal de su actividad) y técnicas (en cuanto favorece la habilidad y el ejercicio del trabajo profesional.
Promovíamos que la universidad debería estar abierta a todas las corrientes del pensamiento, fomentando un dialogo constructivo dentro de la forma de comunicación y el respeto universitarios, como una intercomunicación de conciencias, hecha sobre la base del rigor cognoscitivo y metodológico, que permita la elevación del pensamiento y no se estanque en el simple juego caótico de las ideas o de la universidad sometida a las doctrinas dominantes, en turno, de acuerdo con las modas intelectuales o los intereses de grupos políticos dominantes.
Eran los tiempos, de lucha contra el sistema social que vivíamos, inmerso en el autoritarismo, la injusticia y las ausentes libertades con sus lacras de antidemocracia y sin el respeto mínimo al ejercicio de nuestros derechos humanos y sociales, donde predominaba el elitismo en las escuelas y facultades de las universidades, donde solo ingresaban, quienes según ellos eran los mejores estudiantes, con sus lacras de influyentismo y filtros económicos, con sus necesidades de recursos económicos exigentes de cuotas económicas, lejos del alcance de las clases bajas y medias, que sumado a sus políticas de bajo financiamiento, obstaculizaban el acceso a la educación preuniversitaria y a los grados de licenciatura con sus postgrados.

Fuimos estigmatizados como comunistas y en su guerra sucia, contra nuestra oposición al régimen, los gobernantes represores y los oligarcas, desarrollaron toda una estrategia de dominio y control, que los llevo a lograr simular el ejercicio de la autonomía universitaria, eliminando temporalmente los exámenes de selección, enarbolando nuestras demandas de modernidad y sus reformas universitarias, hasta llegar a ufanarse de sus excelencias académicas, investigaciones y de la función social y culturalque les enaltecía. Nada trascendía en sus gatopardismos, en sus retrógrados contenidos académicos ni de sus investigaciones, lejos del vanguardismo científico, que avanzaba en el mundo, menos de sus conductas represoras hacia alumnos, personal académico y administrativo, que osaran ejercer sus libertades y exigencias de derechos, nos expulsaban con gran facilidad, fortalecidos en su autonomía y con la complicidad de los funcionarios impartidores de justicia,  lo que interiormente les facilitaba el control y esa paz interna que pregonaban ante los gobernantes del régimen de oprobio que vivíamos.
En la década de los ochentas llego la imposición del modelo neoliberal, con sus peroratas de modernidad, de lograr mejorar nuestro desarrollo socioeconómico, disminuyendo desigualdades y las lacras de la pobreza, con el imperio del libre mercado y su globalización mundial, con sus valores de fomento de la libertad individual, subordinando los éxitos al desarrollo económico y patrimonial de las personas y de las sociedades, integrando la competitividadcon sus tesis de calidad, mercantilizando hasta las instituciones de enseñanza, marginando las ciencias filosófico-humanistas de los procesos de enseñanza, en todos los niveles, desde la básica, hasta la de postgrado, atentando letalmente contra la ética y degradando el saber a los usos consumistas, buscando el  adormecimiento de las conciencias críticas y libertarias, enalteciendo el tener, acumular riquezas materiales, el simular ser y la explotación del otro, como el estilo de vida en las personas exitosas.

El neoliberalismo les reforzó su tesis de que sólo los mejores debían ingresar a sus universidades, entonces fue que eliminaron el pase automático, que existía en universidades como la UANL y que había logrado que los estudiantes ingresaran sin el examen de selección a las prepas y facultades; también que encarecer el servicio educativo, cobrando altas colegiaturas, no sólo sería otro obstáculo en sus pretensiones elitistas, sino daría mayor valor a su estatus universitario. La inserción de la búsqueda de la Excelenciaen sus paradigmas de calidad les llevo a las fiebres de las certificaciones para acreditar a las instituciones, sus programas, planes de estudios, procesos administrativos, generando a una nueva clase empresarial, que a través de sus agencias se enriquecerían con los financiamientos públicos que requerían por sus servicios. En ese contexto las funciones sociales de la universidad se integraron al mercantilismo, las practicas, los servicios sociales fueron dirigidas a beneficiar mayormente a las empresas, no sólo la investigación fue dirigida más hacia los intereses empresariales, dejando a un lado los temas prioritarios para nuestra sociedad en la solución de los problemas de salud, ecológicos, alimentarios, educación, sino intensificaron la comercialización de la cultura y la extensión universitaria, orgullosos de convertir la universidad en una empresa, sumergiendo a los estudiantes en sus paradigmas del comercio, con el eje central de la competencias, las direcciones gerenciales, individualizando y silenciando a los académicos e investigadores universitarios, al organizarlos en torno a la ganancia económica diferenciada y la precarización, marginando la experiencia colectiva, excluyendo la participación comunitaria, mandando al carajo la democracia participativa. Ni que decir de la corrupción que se integró estructuralmente en sus fines de control social para mantener la paz en el seno de sus universidades.
Desmantelar el neoliberalismo en nuestras universidades públicas será uno de los mayores desafíos que enfrentaremos en la Cuarta Transformación que pretendemos de nuestro México. En el contexto del desarrollo político, social y democrático del país y nuestro estado, la universidad publica, no debe estar al margen de la transición, alternancia y la lucha por la transparencia y el ataque frontal contra la corrupción, por lo que es necesario que todos impulsemos las acciones que permitan lograr que la universidad pública en México se caracterice por:

1.     Lograr la plena autonomía del gobierno y del poder ejecutivo en turno, ningún funcionario público, debe participar en los procesos internos democráticos y solo los universitarios deberán decidir en la elección de sus autoridades mediante el voto directo, universal y secreto.

2.     Lograr la anhelada Reforma Universitaria, con planes y Programas de estudio que superen sus integradas influencias del neoliberalismo y se actualicen acorde a las necesidades éticas, económicas, sociales, culturales, científicas, tecnológicas y filosófico humanistas.

3.      Ser instituciones donde el ejercicio de las libertades, la democracia, la justicia, la ética y la transparencia sean la base de los cimientos de su funcionamiento académico, científico, cultural y administrativo.

4.     Ser una universidad abierta para todo el pueblo, gratuita, sin cuotas o pagos para su alumnos, sobre todo de las clases sociales más desprotegidas, los hijos de los obreros, empleados y campesinos, que acabe con  mecanismos de selección  y titulación, cuestionables y simulados, que solo han contribuido a la miseria  de nuestra sociedad cerrando las puertas a miles de jóvenes.

5.     Ser una institución con excelencia académica lo cual no solo se logra con más títulos nobiliarios de postgrado de los recursos humanos o los recursos ostentosos e inalcanzables, materiales y económicos, de los modelos neoliberales y sus certificaciones de calidad y/o competitividad, cuando se es libre, la mística de servicio es el detonante más importante de la calidad y productividad en la función pública.

6.     Acabar con los grupos de poder, que en sus diferentes dependencias se han convertido en verdaderos caciques con visiones patrimonialistas, reproduciendo comportamientos antidemocráticos y represivos permanentes en aras de mantener sus prebendas.

7.     Ser una universidad vinculada permanentemente con la sociedad no solo a través del servicio social obligatorio de los alumnos, sino con la participación permanente de todos en la solución de sus problemas sociales, con posturas críticas y propositivas que logren trascender en el desarrollo de nuestra sociedad.

8.     Ser una universidad para la vida donde la formación del alumno, no solo sea capaz y generador de su propio aprendizaje, sino logre y genere la libertad plena para sí y para los demás, dejando atrás conformismos alienantes que solo sirven para obstaculizar el desarrollo social.
Si no se logran estos cambios, nuestras universidades públicas, difícilmente lograran cumplir con su rol fundamental, en su contribución a los más altos niveles de desarrollo social y humano de nuestra sociedad.

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