Son tiempos de renovación de la esperanza, es la natividad, volver
a nacer, inmerso en la salud, la sabiduría de la vida misma, con la prevalencia
incólume de los valores que definen nuestra humanidad y los sentimientos
sustentados en al amor a los demás y a uno mismo, buscando siempre la
felicidad, la alegría de vivir, de compartir, de darse y luchar contra todas
las emociones y conductas desagradables, venciendo miedos, superando enojos,
rencores, con la virtud del perdón, pero sobre todo acabando con las
injusticias, las desigualdades y promoviendo la paz en uno mismo y con los demás.
En el mundo actual, donde lamentablemente sigue prevaleciendo
la deshumanización, con el deterioro de los valores, el incremento de la
violencia y la explotación depredadora de los poderosos económicos del
neoliberalismo capitalista, generadoras de las lacras de pobreza y las graves
desigualdades económicas, que siguen subordinando sus infames y voraces
intereses económicos, amenazando nuestro ecosistema con las amenazas catastróficas
del cambio climático y los daños ambientales que ya generan miles de muertes
por los efectos de la contaminación ambiental, se hace necesario renovar esa
esperanza que logre la defensa de la vida con el humanismo inmerso en la filosofía
del ser en nuestras sociedades.
En México, después de que logramos ganar la presidencia de la
Republica, con Andrés Manuel López Obrador, estamos intentando desmantelar ese
nefasto modelo neoliberal, iniciando políticas sociales, cuyo eje central esta
guiado hacia el bienestar y la reintegración de los valores y principios
humanistas en el seno de la diversidad de sociedades que conforman nuestra patria,
fomentando y promoviendo el respeto a la vida, buscando la renovación moral de
nuestra sociedad, que acabe con toda forma de discriminación, pero sobre todo
con la infame corrupción, que por décadas pervirtió y degenero nuestra
humanidad, con sus cientos de miles de víctimas que nos llegaron a convertir no
solo en uno de los países más violentos del mundo, sino de los más corruptos.
En nuestro entorno inmediato, principalmente con nuestras
familias, tenemos que lograr trascender este renacimiento, promoviendo y
fomentando esos valores y principios básicos del humanismo, los sentimientos de
amor y las conductas dirigidas hacia el bienestar, que nos genere la paz y la alegría
necesaria para vivir y seguir generando las fortalezas para que logremos la transformación
pacifica del cambio de régimen que se resiste a cambiar.
Logremos, que hoy y siempre, prevalezca el amor no sólo en
nuestra vida, sino hacia los demás, inmerso en el deseo fraternal de servir,
con generosidad, con la férrea honestidad en el seno de nuestra personalidad, apegada
a la verdad, rechazando la mentira, el engaño, la manipulación, la explotación y
esa falacia de valores, “del tener”, que nos han conformado los personeros del
capitalismo neoliberal, en sus doctrinarias filosofías dirigidas a promover e
integrar las conductas del hiperconsumo mercantilista y las fantasías de la acumulación
de riquezas materiales como sinónimo de éxito, que lamentablemente siguen
prevaleciendo.
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