lunes, 2 de noviembre de 2009

A PROPÓSITO DE LA MUERTE, LA VIDA Y LOS VALORES

En esta ocasión a propósito de nuestro día nacional mexicano “Día de Muertos”, reflexionemos sobre los valores que cultivamos en nuestras relaciones humanas en los diferentes ámbitos de nuestra existencia, es decir, de nuestra vida, así como en su importancia en el bienestar y la salud mental de las personas y en el logro de esa paz y tranquilidad consigo mismo y con los demás que todos anhelamos tener en el momento de nuestra muerte y que, la mayor parte de los rituales, que sobre la muerte se hacen, de las religiones, coinciden en lograr el que la persona descanse eternamente en paz.

El problema del sentido de la existencia humana y el concepto de bienestar y por lo tanto de la felicidad de las personas está relacionado directamente con la calidad de las relaciones personales que realizamos en los diferentes ámbitos de nuestra vida con la familia, los compañeros de trabajo, familiares, amigos y demás; lo cual depende a su vez de la plenitud de nuestro desarrollo psíquico, emocional, espiritual y social, sin relaciones humanas saludables no existe la salud mental.

Los que nos dedicamos profesionalmente a la atención de la salud mental observamos, como las diferentes psicopatologías en las personas son capaces de alterar la calidad de vida, no sólo del individuo que las padece sino también de su familia, sus relaciones sociales y en el medio laboral en que se desempeña. Los conceptos de salud mental incluyen bienestar, autonomía, competencia, dependencia intergeneracional y reconocimiento de la habilidad de realizarse intelectual y emocionalmente. También ha sido definido como un estado de bienestar por medio del cual los individuos reconocen sus habilidades, son capaces de hacer frente al estrés normal de la vida, trabajar de forma productiva y fructífera y contribuir a sus comunidades en un marco básico de principios y valores humanos. Salud mental se refiere a la posibilidad de acrecentar la competencia de los individuos y comunidades y permitirles alcanzar sus propios objetivos. Con el creciente conocimiento sobre esta interdependencia, surge de manera más evidente que la salud mental es un pilar central en el bienestar general de los individuos, sociedades y naciones.
Desgraciadamente los principios y valores que sustentan la calidad de nuestras relaciones humanas han estado decreciendo en el marco del proceso deshumanizaste del mercantilismo ligado a la globalización neoliberal; la calidad de una relación humana ha sido reducida a la utilidad en el marco del costo-beneficio del comportamiento humano, aniquilando los ideales del ser y el sentido de la existencia, conformando vacíos que lamentablemente inciden en el incremento de los trastornos afectivos y adictivos de nuestras sociedades.

Así, la congruencia, ese ideal de ser como pensamos, es desvalorizada y reducida a simular lo que somos, en aras de no perder los beneficios y prebendas que tenemos. Cuantas veces no nos ha pasado que escuchamos la frase “Candil de la calle, oscuridad de tu casa”, para hacer alusión a esos pregoneros y defensores de valores en la sociedad que no incorporan a su propia vida o la de su familia los valores y principios que promueven y defienden. He tenido la oportunidad de conocer y vivenciar con algunos políticos e intelectuales que públicamente se erigen como férreos defensores de la libertad y la democracia y en su casa, con sus hijos, sus organizaciones políticas o sus ámbitos de control institucional sus comportamientos son autoritarios, intolerantes y despóticos prefigurándose como “dictaduerzuelos” muy alejados de la promoción de la libertad y la democracia.

He observado como destacadas mujeres defensoras de los derechos de la mujer y promotoras de la equidad, se someten a los comportamientos machistas dominantes de sus esposos o parejas y en algunos casos hasta encubren las lesiones físicas, producto de la violencia recibida; y que decir de como tratan a las mujeres que tienen bajo su mando en instituciones donde son tratadas con el mismo abuso y explotación contra el cual públicamente luchan solidariamente y hasta expresan estar dispuestas a ofrendar su vida en su defensa.

Y en cuanto a la amistad y la solidaridad refiero el hecho de que hace 6 años un amigo murió por la falta de apoyo para recibir asistencia médica adecuada, que le permitiera recuperarse de las lesiones de un accidente automovilístico; en vida él era capaz de darse plenamente por todos sus amigos y familiares; en su crisis sus amigos fallamos, los más pudientes y empoderados parecerían querer su muerte, hasta de una posible muerte criminal se sospechó por su más cercano amigo, otros amigos más cercanos con su silencio y pasividad coadyuvaron a que no recibiera la atención médica necesaria, el día de su muerte algunos ni acudieron a su funeral, otros perversamente festejaban su deceso, otros tantos acudían para cumplir con el ritual del funeral. Días después continuaron con la complicidad complementándose a través de homenajes póstumos y una placa que intitula un auditorio con su nombre, además de hacer promesas de que nunca lo olvidarían y que cada año el día de su muerte sería recordado y sus amigos lo venerarían no sólo ese día sino en un altar de muertos que conservarían; hoy como siempre todo ha quedado atrás, sus más amigos progresaron gracias a el por el apoyo que les dio en vida y como beneficio de su muerte, además de ello el grupo político al que pertenecía, mi querido amigo, paradójicamente se vanagloriaba en su documento básico “que nuestro principio central y supremo es servir al pueblo, pregonando con el ejemplo en torno a los valores de la verdad, la honradez, la lealtad, la perseverancia, el servicio, la audacia, la justicia, la solidaridad, la libertad, la democracia, la bondad y el amor”.

Con esto queda ejemplificado que el respeto y la gratitud son valores que frecuentemente olvidamos. En alguna ocasión a un maestro de mi facultad le pude expresar mi gratitud por todo lo que me había enseñado como médico pero que como hombre dejaba mucho que desear por mentiroso, cobarde y abusivo al habernos utilizado de la forma más ruin en su beneficio personal y al ser descubierto recurrió a los comportamientos más represivos y abominable contra nosotros, que juntos combatíamos y habíamos vivenciado de los adversarios políticos, el respeto que merecía se había perdido, obviamente conservo la gratitud por sus enseñanzas que paradójicamente fueron más en el marco de la filosofía humanista de la medicina que en mucho fortaleció mis principios y valores del ser y quehacer no sólo como médico sino además como hombre.

Las funciones que he desempeñado como medico, maestro y directivo de instituciones de educación superior y media superior me han permitido vivenciar la gratitud de los alumnos y pacientes aunque también la ingratitud, algunas son anecdóticas como un directivo actual de una escuela preparatoria del estado, que le pude ayudar a terminar su carrera de medicina, a que lograra titularse como médico a pesar de sus problemas económicos y sociales que tenía, le entregué el titulo de médico y su cédula profesional porque no tenía para hacer los pagos pendientes, dada su situación precaria económicamente en virtud de que tenía la posibilidad de ingresar a una plaza de médico en una institución de seguridad social, a la cual ingresó finalmente; lo volví a encontrar diez años después cuando me necesitaban para lograr el funcionamiento académico y administrativo de esa preparatoria, dado su bajo perfil académico, les ayudé y con el curso de los años se convirtió en directivo, en la que paradójicamente al llegar a ser director, más por los poderes políticos de sus parientes que por sus habilidades académicas, se ensañó con su poder para correrme laboralmente y borrar todo vestigio de mi colaboración en esa escuela y desde luego en su vida.

Mantener la congruencia en aras de la dignidad personal es sin duda uno de los valores más difíciles en todas las relaciones personales, más en el comportamiento político donde casi es inexistente como principio para poder alcanzar el progreso o mantener cuando menos el nivel de beneficios derivados del comportamiento político, la cooptación, la corrupción y la transgresión de los principios y valores humanos son las principales enfermedades de los políticos. No por algo los principales problemas de salud mental que afligen a los políticos tienen que ver con la alta prevalencia de trastornos psicosomáticos (desde las temibles gastritis y colitis hasta la hipertensión arterial), trastornos afectivos, abuso de alcohol y otras adicciones como el tabaquismo y los trastornos de personalidad.

Ciertamente, la incongruencia entre los principios y valores que pregonamos con nuestro comportamiento cotidiano finalmente son perdonados por todos (como parte del ritual), una vez que la muerte nos aborda y estamos siendo sepultados para nuestro descanso eterno en paz, sin embargo tenga usted la certeza que sin duda el primer paso para tener tranquilidad y paz en vida es ser congruentes con lo que pensamos.

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