martes, 19 de enero de 2010

TERREMOTOS Y TRAGEDIA SOCIAL

Desde que se invento el concepto de estado en nuestras sociedades occidentales fue con la idea de lograr la prosperidad y bridar protección a sus ciudadanos, sin embargo este ideal ha estado muy lejos de alcanzarse aun en las sociedades mas desarrolladas y ni que decir de países emergentes o de capitalismo tardío como el nuestro, menos aun en sociedades que conservan una estructura colonialista como es el caso de Haití que cursa con la tragedia devastadora provocada por un terremoto: mas de 75,000 muertos, 250 mil el número de heridos y en un millón los que quedaron sin hogar de acuerdo a la dirección de protección civil de ese país.

Cuando en febrero de 1976 Guatemala fue conmocionada por un terremoto, un grupo de estudiantes de medicina de grados avanzados tuvimos la oportunidad de vivenciar en toda si magnitud una tragedia de este tipo. Acudimos al llamado de solidaridad y con el apoyo de la delegación local de la Cruz Roja viajamos en un convoy en vehículos con unos 25 compañeros acompañados de un equipo de rescatistas, entusiasmados y con una gran expectativa de lograr servir a nuestros hermanos latinos en desgracia salimos por la carretera que bordea el Golfo de México hasta llegar a la frontera con este hermanos país en el municipio de Tapachula Chiapas, ahí fuimos informados de la inseguridad existente en la carretera que conduce desde esa ciudad hasta la ciudad de Guatemala, en el marco de la tragedia el vandalismo de algunos habitantes prevalecía asaltando los convoys de ayuda humanitaria, reportándose incidentes graves de secuestro y lesiones de chóferes y brigadistas además de la incapacidad de los cuerpos de seguridad de brindar protección, por lo que era obligación informarnos antes de entrar al país para que así quien decidiera retirarse proporcionarle el apoyo para su retorno a nuestra ciudad de origen y quienes decidieran continuar lo hicieran bajo su propio riesgo y sin responsabilidad para esta institución Cruz Roja, la brigada se redujo a 14, los que decidimos seguir continuamos sin menoscabo del entusiasmo que nos envolvió e y respetando la decisión de los compañeros que no quisieron seguir el viaje que finalmente nos ubico en la ciudad de Guatemala.

Desde que íbamos ingresando a la ciudad, eran imponentes las vistas destructivas de las viviendas, escuelas, iglesias y algunos edificios que observábamos, mas sorprendidos nos inmutábamos al ver las facies dolorosas y cruentas de sus habitantes acompañados del clásico hedor que provocaban en el ambiente los miles de muertos que había provocado el terremoto inicial y sus replicas que persistían aun a nuestra llegada que inicialmente nos empanicó al darnos la bienvenida en las oficinas centrales de la Cruz Roja en esa ciudad y asignarnos las zonas donde nos integraríamos a brindar los servicios asistenciales: un equipo fue enviado a un campamento ubicado a un lado de la zona militar de la ciudad de Guatemala y otro a integrarse en el campamento ubicado en le departamento de Chimaltenango donde ya operaban médicos estadounidenses y argentinos en un hospital de campaña propio para eventos bélicos y tragedias de esta magnitud. Vale la pena recordar que en esos tiempos nuestra escuela de medicina no estaba reconocida y enarbolábamos una lucha por ser reconocidos oficialmente en el marco del movimiento por la reforma de la educación médica tratando de contribuir a fomentar el humanismo de la medicina, tan acechado por el mercantilismo atroz y la medicina curativa con sus sistemas de salud que desdeñaban la medicina preventiva y la medicina social desde la formación del médico haciendo énfasis en reduccionismos médicos con la consecuente deficiente calidad en los procesos de atención a los problemas de salud de nuestra sociedad. Nuestra integración al trabajo comunitario en el proceso de formación médica nos había proporcionado las habilidades y destrezas para conjuntamente con la comunidad solucionar sus problemas de salud en las condiciones mas adversas, asistíamos a colonias donde el sistema de agua potable era deficiente, no tenían red de drenaje sanitario, sus calles no estaban pavimentadas y sus pobladores mayormente pobres, marginados y excluidos del desarrollo social.

Esto nos facilito el trabajo solidario, con la comunidad guatemalteca, no sólo para brindar la tradicional consulta y atención médica a las enfermedades prevalecientes traumáticas e infecciosas sino para organizar en los diferentes campamentos a la comunidad en solucionar lugares sépticos para la disposición de excretas humanas y basura, desinfectar el agua para el consumo humano, capacitar a la población para el apoyo en la rehabilitación de sus familiares heridos, en la preparación y manejo de los alimentos en estas condiciones adversas, vigilar el sistema de abasto con las provisiones que fluían diariamente para prevenir la rapiña y mantener un sistema de alerta que permitiera acciones correctivas inmediatas para evitar las crisis propias de estas tragedias.

Guatemala estaba gobernada por una dictadura militar, con la mayor parte de la población en pobreza, padeciendo desigualdades sanitarias, educativas, económicas y tecnológicas, una estructura colonialista y enfrentando movimientos de insurrección contra esa dictadura en el marco de las clásicas guerras sucias que los regimenes gobernantes de las dictaduras latinoamericanas realizaban contra los movimientos libertarios y democratizadores;, situación que tiende a agravarse cualquier parecido con Haití no es mera coincidencia. Los abusos militares eran visibles bajo el toque de queda se aprovechaba para exterminar opositores, realizar detenciones arbitrarias y fuimos alertados que nadie se hacía responsable de nuestra seguridad y nuestra vida después de las 20:00 horas si osábamos deambular por las calles; nuestro oposición al autoritarismo nos llevaría a utilizar estrategias que nos permitieran conocer aspectos de la vida nocturna en estas situaciones, nada gratas como el observar el funcionamiento de tugurios y restaurantes donde deambulaban las madres de victimas con sus hijas menores de edad, niñas y púberes, ofreciéndolas para su abuso sexual a cambio de unas monedas que significaban adquirir algún alimento que les permitiera aliviar el hambre. Poco a poco fuimos conociendo como este toque de queda servía además para que los mandos militares desviaran corruptamente lo mejor de los apoyos que por toneladas fluían diariamente en alimentos, combustibles, medicamentos, material de curación, instrumental médico, ropa, cobertores, tiendas de campaña, etc..; que en los campamentos se hacían escasear para estimular la percepción comunitaria internacional de la necesidad de mantener la ayuda humanitaria que la mayor parte de los países pudientes estaban enviando desde la alerta mundial emitida por el inicio de la tragedia. A pesar de estas circunstancias y deprivaciones básicas que vivenciábamos, el bienestar y la gratitud de los guatemaltecos nos permitía mantenernos motivados para seguir sirviendo hasta que nuestra presencia no era indispensable ya superada la crisis.

Hoy que Haití se debate en una gran tragedia social, nadie debemos de excluirnos en solidarizarnos con nuestros hermanos no sólo para superar esta gran crisis emergente sino para lograr rescatar la dignidad de un pueblo que por siglos ha luchado contra la esclavitud y los modelos colonialistas de gobierno que los grandes imperios se resisten en dejar en libertad y que reaccionan sólo ante la tragedia, mas como amenaza de perder sus feudos, porque son potencias que lo han saqueado y ambicionado a lo largo de 518 años, sus ayudas militarizadas tiene el sello de la contrainsurgencia, a fin de que el desastre no tenga consecuencias ni cristalice en la organización política y social, que fácilmente y por necesidad tendría características revolucionaria buscando la anhelada liberación que por siglos han buscado los haitianos; sus acciones están lejos de la deseada solidaridad desinteresada en promover el desarrollo de una de las naciones mas pobres de América y del mundo. Mientras los haitianos se mueren de hambre y de las heridas que les dejó el terremoto, y se enfrentan a la perspectiva desoladora de brotes epidémicos por las pésimas condiciones de higiene en las que sobreviven, organismos y gobiernos de esos países parecen empeñarse en sacar beneficios propagandísticos de la tragedia que una vez superada la crisis continuaran con sus políticas externas inhibitorias de la liberación y el desarrollo humano de Haití.

No hay comentarios:

Publicar un comentario