miércoles, 27 de enero de 2010

ALIANZAS POLITICAS: TRAICIONES Y COMPLICIDADES

Se encuentra en el debate nacional si son correctas las alianzas de partidos políticos que tienen diferentes principios ideológicos, líneas de acción política y evidentemente propuestas de programas para gobernar muy diferentes, caracterizándose en sus contenidos ideológicos como un derecha conservadora y una oposición de izquierda progresista con impregnaciones ideológicas liberales y socialistas; me refiero a la supuesta alianza que el PRD y el PAN están intentando consumar en algunos estados de la Republica Mexicana en los procesos eleccionarios de este 2010.

¿Como justificar lo injustificable?, ¿Para que aliarse con un partido gobernante espurio, retrogrado, autoritario y degradante del bienestar de nuestro pueblo? Desde que la izquierda decidió incorporarse a la lucha por el poder mediante la vía electoral en los años setentas del siglo pasado, lo único que ha conseguido es pervertirse en el poder, degradándose sus mejores activistas y lideres. La historia política electorera de los partidos políticos de izquierda esta inmersa de experiencias corruptas y de enriquecimientos derivados de su ser promotoras de la inhibición de la rebeldía social, con sus lacras de oportunismos, pragmatismos, clientelismos y corporativismos inhibitorias del desarrollo de la conciencia ideológica política que conforma el sustento del comportamiento político rebelde transformador y revolucionario en todas las sociedades, que en este momento histórico de nuestro país es necesario reivindicar para acabar con las oligarquías que se resisten a que nuestro país se modernice en su economía, logre acabar con la injusticia, la atroz pobreza, la inseguridad y viva con la anhelada democracia hoy secuestrada por las oligarquías financieras, mediáticas y partidistas.

Cuando en México todos los sectores de la izquierda tengamos unanimidad en rechazar espontáneamente el comportamiento de los individuos o de los grupos dedicados al quehacer político por engañar, mentir, tergiversar y ocultar realidades para justificar traiciones a sus principios esenciales que los llevan a ser cómplices de quienes durante lustros han obstaculizado el desarrollo humano de nuestra sociedad, será visible nuestra integración a la ética política y con ello a la modernidad del quehacer político generador de los grandes cambios revolucionarios.

Los políticos que persisten en sus comportamientos pragmáticos abundan en nuestro país, pragmáticos muy distantes de esa escuela filosófica nacida en los Estados Unidos a finales del siglo XIX con Charles Sanders Peirce, que paradójicamente se caracteriza por la insistencia en las consecuencias como manera de caracterizar la verdad o significado de las cosas. La mayoría de nuestros políticos ignoran la existencia de esta corriente filosófica y su pragmatismo político se basa en prejuicios y apenas observa las consecuencias derivadas, siendo muchas veces lo opuesto al sentido original de este pragmatismo filosófico.

Pues bien este pragmatismo político perverso que nuevamente invade a políticos de izquierda y derecha del Partido de la Revolución Democrática y del Partido Acción Nacional investidos como paladines de la lucha por la democracia y la liberación de los mexicanos, está ofendiendo nuestro sentido común al querer convencernos con sus justificaciones estúpidas e imbeciles de la necesidad de hacer una alianza en los procesos electorales del 2010 que definirán los gobiernos estatales de 12 estados de nuestra republica mexicana, como si los mexicanos, principalmente de izquierda, no tuviéramos recuerdos negativos del resultado de estas mismas alianzas que por lustros han intentando como si fuera la panacea para acabar con los cacicazgos que según ellos son el grave obstáculo en la lucha por la democracia de nuestro país y que no dejan de ser “espejismos” de liberación propios del régimen de la oligarquía gobernante que desde que implemento su atractiva reforma política electoral ha logrado eficientemente mantenerse en el poder con sus estrategias de cooptación y disuasión de la oposición integrada en partidos y organizaciones políticas, movimientos sociales y organizaciones no gubernamentales alimentando el nefasto clientelismo político que prevalece no sólo en nuestro país sino en la mayor parte de los países latinoamericanos y del caribe. Son políticos perversos no ingenuos que no quieren aceptar que el PRI y el PAN son lo mismo, no son fuerzas políticas autónomas, ambos han sido cooptados por el gran capital y las fuerzas más reaccionarias de la sociedad mexicana que forman un solo bloque hegemónico de poder.

¿Se han exterminado los estilos caciquiles de gobernar en los estados donde estos partidos solos o en coalición han llegado a gobernar?, pienso en este momento en lo que ha pasado en estados como Guerrero, Chiapas, Nayarit, Michoacán, Zacatecas, Baja California Sur, donde parece ser que el cambio sólo ha sido de caciques. El anecdotario del absurdo en estas alianzas fue en el 2003 cuando en Nayarit, el PRD apoyó a un empresario priísta, Antonio Echevarria, al que le dio el triunfo como candidato a gobernador, quien acabó convirtiéndose en panista. Luego el PRD apoyó a empresarios y políticos tradicionales que se hicieron caciques en sus entidades y por ello perdieron el poder como en Tlaxcala y Guerrero. En Chiapas el actual gobernador perredista se ha deslindado del partido en su posicionamiento ante el gobierno espurio de Calderón.

Los proyectos democráticos y modernizadores de las sociedades que han gobernado en el marco de sus alianzas plasmadas en su plataforma electoral han sido cuestionables por la ausencia de cambios trascendentales en las políticas económicas, sociales, culturales y en la generación de la anhelada democracia participativa; salvo las políticas asistenciales de apoyo a los adultos mayores, madres solteras y discapacitados y la promoción de la equidad de genero han trascendido en sus políticas publicas de algunos gobiernos, por lo demás siguen siendo sociedades victimas de cacicazgos, delincuencia organizada, poderes fácticos, con altos niveles de pobreza, migración, con nuestros hermanos indígenas explotados, marginados y excluidos de los mínimos de bienestar y lamentablemente sin siquiera cobertura universal educativa o sanitaria de todos sus habitantes.

Eso si, lo visible, generado por estas alianzas, han sido los beneficios de los aparatos burocráticos de los partidos que han logrado repartirse posiciones en la burocracia, puestos en la nómina y el acceso al presupuesto público y los programas sociales que les ha permitido mantener el perverso clientelismo político que los mantiene en el poder y les lleva al goce de satisfactores económicos y materiales impensables en su condición laboral ordinaria y de luchadores sociales de oposición. Donde el gobierno ha sido con destacados cuadros de militantes comunistas o socialistas, sean marxistas, leninistas, stalineanos o maoistas ni siquiera han impactado sobre la "hegemonía" cultural, en términos gramscianos (Antonio Gramsci), que las clases dominantes logran ejercer sobre las clases sometidas, a través del control del sistema educativo, de las instituciones religiosas y de los medios de comunicación. Ni por asomo se expresa la influencia ideológica del marxismo-leninismo a sus métodos y posicionamientos tácticos y políticos, ni en los procesos de administración del Estado en sus territorios que pudiera derivar en un sistema de gobierno y pensamiento socialista, en contraste con la corrupción, desigualdades e injusticias, la erosión y precariedad del trabajo, educación, salud, vivienda y otros derechos que padecen sus sociedades que gobiernan.

Lo que es peor la supuesta democracia lograda con su alternancia de gobierno enarbolada como estrategia fundamental para democratizar a su estado, simplemente no ha producido resultados y como lo ha dicho el politólogo italiano Giovanni Sartori eso no es democracia. En las coaliciones electorales para lograr la victoria, se pueden tener acuerdos programáticos pero no son garantía de lograrlos porque a los intereses locales se anteponen los intereses nacionales y a los acuerdos electorales las diferencias ideológicas que necesariamente emergen en la gobernabilidad.

El pragmatismo de los dirigentes perredistas, petistas y convergentes ha resultado bastante malo, la pretendida trascendencia en la construcción de la democracia sólo ha servido para envilecerse, configurar oligarquías partidistas, fortalecer clientelismos y corporativismos políticos contribuyendo a desprestigiar mas la política partidista en la sociedad. Los que militamos en el PRD no debemos aceptar nuevamente que las cúpulas dirigentes hagan acuerdos transgrediendo nuestros principios ideológicos, nuestro programa político, nuestras propuestas transformadoras y lo que es peor olvidemos los agravios desde el significado de los cientos de muertos de nuestros militantes que ofrendaron su vida por mantenerse leal a nuestra lucha hasta el consumado fraude electoral en el 2006 del gobierno espurio de FECAL y toda su estrategia de exterminio que ha hecho para acabar con nuestro partido. Tenemos que rechazar esa política ficción donde el engaño la simulación y el descarnado pragmatismo es lo que impulsa a aquellos que promueven y justifican estas alianzas con sus contenidos idiotas como si fuéramos imbéciles sin capacidades reflexivas y lo que es peor sin principios ni valores ideológicos.

Las incongruencias y el cinismo de los distinguidos dirigentes nacionales llegan al absurdo de plantear en su promoción de la Alianza actual con el PAN incoherencias ideológicas y traiciones plenas de principios, proyectando sólo sus intereses oportunistas a los que se atienen. Es el caso de las declaraciones del senador panista Santiago Creel (http://impreso.milenio.com/node/8708711) que aseguró que las alianzas PRD-PAN en estados como Oaxaca e Hidalgo son “ideología y no pragmatismo” y agrega “no es un mero pragmatismo, porque deseamos cumplir un programa de gobierno, uno que pueda cerrarle el paso a las prácticas del pasado, para que México pueda avanzar y repartir el bienestar de mejor manera de como se ha hecho hasta este momento”. El más puro cinismo y la desvergüenza de este personaje que teniendo el poder (fue secretario de gobernación 2000-2005 con el régimen del tristemente celebre Vicente Fox) para lograr sus actuales aspiraciones lo permuto por el consolador escaño que hoy ocupa como senador plurinominal. Y que le parece el desliz del dirigente nacional del PRD, cabeza del Chuchismo: Jesús Ortega advirtió que con el acuerdo de los partidos de izquierda en favor de aglutinar a otras fuerzas políticas y sociales, más allá de Día, “no somos ponzoña –como dijo la presidenta del PRI, Beatriz Paredes, el viernes en Veracruz somos veneno puro contra los cacicazgos y la arbitrariedad”, olvidando que la izquierda jamás es veneno sino antídoto ideológico contra estas lacras de la democracia. Ni que decir de las declaraciones del senador perredista Carlos Navarrete que afirmó que “se tienen que construir grandes frentes opositores para terminar con el cacicazgo que existe en al menos cuatro estados en los que el PRI mantiene el poder desde hace 81 años, sin alternancia política, el perredista dijo que se requiere de la democracia para sacar a los estados del atraso en el que permanecen” uno de los rollos mas trillados para justificar su pragmatismo. O las declaraciones del coordinador del bloque opositor: Diálogo por la Reconstrucción de México (Día – integrado por el PRD-PT-Convergencia) Manuel Camacho, quien aseguró (Periódico La Jornada Domingo 24 de enero de 2010, p. 5 ) “que el PRD debe ir a las alianzas con el PAN, pues es la única forma de que ese partido pueda competir electoralmente en 2012. “Para convencer, la izquierda debe dar triunfos, no sólo ideología”.

El pragmatismo político se ha integrado plenamente a sus “márgenes de maniobra” en términos Bordiesanos (Pierre-Félix Bourdieu) estructurando un “habitus” pernicioso generando prácticas que están limitadas por sus condiciones desplazando la conciencia ideológica y el comportamiento político trascendente en sus simpatizantes y militantes partidistas, lamentablemente esto funciona en la mayoría de ellos de manera inconsciente convirtiéndose en su manera de actuar en la política y lo utilizan para ejercer control y apropiación para satisfacción de sus intereses personales.

Por eso en México cada vez estamos lejos de revolucionar las conciencias y lograr los cambios políticos, económicos y sociales indispensables para evolucionar a la modernidad que impacte en el desarrollo social y humano de nuestros habitantes. Cada vez que los dirigentes políticos, sobre todo de la izquierda, tengan que asumir posturas trascendentes, donde están en juego la congruencia e integridad de su ser con los valores y principios ideológicos deberían recordar a los grandes revolucionarios que como Marx, Lenin, Mao, Gandhi, José Martí, Sandino, el Che, o Salvador Allende tuvieron una vida ejemplar y abundante en principios y valores ideológicos y actos heroicos. Como ellos, miles en nuestro país y Latinoamérica estamos tratando de librar la lucha cotidiana sin renunciar a los valores básicos contra la corrupción de la conciencia pretendiendo enaltecer ejemplarmente la memoria de quienes han ofrendado su vida en la lucha de la izquierda por un proyecto de nación diferente al que nos han estado imponiendo el neoliberalismo atroz y sus instrumentos oligarcas en nuestro país y en el mundo.

Parafraseando a Marx concluiría que este pragmatismo político inmerso en las alianzas es por una parte la expresión de la miseria ideológica y ética de los líderes y por otra parte representa su incapacidad de abandonar sus estilos de trabajo impregnados de traiciones y complicidades que son herencia maldita de la cultura política de los regimenes priistas post revolucionarios del siglo pasado que no tardaron en contaminar a los más izquierdazos dirigentes en su elucubrada lucha por el poder por la vía electoral que se ha reducido a la necesidad de mantenerse empoderados para mantener sus cacicazgos territoriales donde feudalmente dominan renunciando a su rebeldía.



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