jueves, 7 de enero de 2010

LA DECADA DEL 2010-2020

El fin de año pasado me entrevisto una reportera de un canal de televisión regional sobre un tema central que estaba tratando de integrar para responder al como se le podría denominar a la próxima década 2010- 2020 en el marco de las definiciones y caracterizaciones que otras décadas han tenido en el siglo pasado. Reflexione rápidamente en la década de los sesenta con sus movimientos contraculturales en las sociedades mas desarrolladas, los hippies en EEUU que luego se extendieron a Europa y los movimientos libertarios socialistas que hicieron presencia en casi todos los países del mundo en el marco de las influencias filosóficas políticas del marxismo-leninismo y el existencialismo de las escuelas francesas y alemanas que pregonaban la necesidad del cambio de los modelos de estado y sociedad prevalecientes con su propuesta del hombre nuevo con sus rasgos de libertad, creatividad, generosidad, fraternidad, tolerancia, amor, justicia, equidad, pacifico, conciente, consigo mismo y con los demás e integrado a la autogestión, sin explotación y en el marco de la convivencia comunitaria pacifica, solidaria y democrática, desplazando el mercantilismo consumista deshumanizante y hedonista; sus activistas coincidían en el rechazo a la propiedad privada, el machismo, el racismo, el dinero y, aunque en el caso de el movimiento contracultural no tenían como convicción ayudar a los oprimidos, sí realizaban frecuentemente obras sociales sin pedir remuneración alguna.

Esta década de los sesenta considerada para algunos como la década de las ideologías fue marcada por los grandes acontecimientos históricos ligados a la lucha por la libertad de los pueblos, por la justicia y los derechos sociales y humanos: desde EEUU contra la abominable segregación racial de la raza negra, hasta la lucha contra la esclavitud que prevalecía en casi todo el mundo, principalmente en el continente africano y sus emulaciones en algunos países latinoamericanos y asiáticos; fue en esta década cuando la mayoría de los países integrantes del continente africano lograron su independencia, se logro reivindicar los derechos de los negros en los Estados Unidos; las guerrillas y los movimientos de liberación nacional proliferaron en Latinoamérica; China vivió en esta década la llamada "Revolución cultural", liderada por Mao que suponía una transformación de la milenaria sociedad de este país como país socialista, mientras tanto, Japón continuó desarrollando su reputación de potencia tecnológica y los productos provenientes de este país empezaron a alcanzar prestigio en todo el mundo. En Europa la juventud se alza en lo que posteriormente se conoció como el "Mayo Francés". Fue la década cuando el movimiento gay dio su grito de independencia y las mujeres liberadas se organizaron exigiendo equidad de género en sus marchas de protesta. El eco de estos reclamos fue escuchado en Europa Occidental, donde la homosexualidad fue despenalizada y se iniciaron las legislaciones reivindicando los derechos de la mujer. Hasta la iglesia católica fue influenciada y El Concilio Ecuménico Vaticano II puso al día sus conductas religiosas y la conferencia de Obispos Latinoamericanos, reunida en 1968 en Medellín, radicalizaría esa puesta al día al proclamar la opción preferencial por los pobres y al adoptar el método marxista para el análisis de la realidad económica latinoamericana de la época, más conocido como Teología de la Liberación. Los movimientos sociales adquieren cada vez mayor importancia en América Latina, particularmente en Chile, donde en 1969 un gobierno socialista llegaría al poder por la vía democrática y nuestro México no fue la excepción a los cambios mundiales que trascendían en el mundo, quedando registrados los hechos históricos de la masacre del movimiento estudiantil del 68 que conmocionaron al sistema político en el marco de las demandas libertarias con justicia y democracia que prevalecían en todo el mundo.

Inevitable articular el recuerdo de la década de los setentas, en la cual nos toco vivir nuestra juventud, cuando a las crisis políticas de los regimenes gobernantes autoritarios que prevalecían inhibiendo la libertad y el desarrollo social y humano de nuestros pueblos se agregaron las crisis económicas con sus lacras de inflación, carestía, desempleo e incremento de la pobreza y marginación de los grupos mas vulnerables, fundamentando mas la motivación de los jóvenes por participar en movimientos revolucionarios que llevaran al cambio social y que provocaron la ira de las oligarquías generando dictaduras militares gobernantes violatorias de los derechos humanos mas esenciales cuyos responsables siguen siendo objeto de las acciones de la justicia en algunos países de Latinoamérica donde los gobiernos hoy están estructurados por los jóvenes luchadores de esa década, que conjuntamente con la anterior debe ser considerada como las décadas donde los jóvenes en el mundo fueron agentes activos para el cambio, con un activismo que lamentablemente no se ha vuelto a repetir y que dejo la huella que una vez en la historia los jóvenes fueron el presente y no el futuro de la humanidad.

Se iniciaron así las crisis económicas recurrentes características del capitalismo salvaje, que hasta la iglesia católica se atrevió a reprobar en sus comportamientos políticos y los modelos económicos neoliberales que los gobernantes y sus oligarquías imponían ahondando la desigualdad social y la inhibición del desarrollo económico, social y humano de nuestras sociedades con sus lacras de pobreza extrema, hambrunas y enfermedad en la mayor parte de la población mundial. Crisis económicas que lamentablemente siguieron caracterizando el desarrollo social, económico y político de la mayor parte de los países del mundo hasta los noventa, década de la esperanza por el preámbulo al nuevo milenio que se constituyo nuevamente en la década de la crisis agregándose las lacras de las guerras, el terrorismo y el incremento de las crisis económicas derivadas del capitalismo salvaje y sus depredadores voraces empresarios salvados por las finanzas de los estados mas poderosos del mundo a costa del mayor empobrecimiento de la población que una vez mas en la historia de la humanidad postergaban la solución a corto plazo del indignante problema del hambre de las mayorías empobrecidas.

La década de este milenio que vivimos esta caracterizada por un mundo carente de sentimientos donde la solidaridad y la bondad humana no se integran ni manifiestan existencialmente generando la desconfianza en todos los ámbitos de las relaciones humanas, el amor que constituye la esencia de estos sentimientos es pervertido por el hedonismo cosificado en estas interacciones invadiendo el interés materialista y sus satisfactores mezquinos del tener, del patrimonialismo, del estatus en una lucha infinita que desvía las razones del ser con la consecuente insaciabilidad causando un circulo vicioso para tener, para poseer, no importa como ni a costa de que porque lo que importa es el inmediatismo en la satisfacción de estas motivaciones del ser que prevalecen en todas las clases sociales y mas en los empoderados quienes además utilizan todas sus estrategias inmersas en los procesos educativos y mediáticos en las sociedades que controlan, como la nuestra, para mantener los espejismos de la supuesta felicidad que provocan estos satisfactores del tener y no del ser, con sus cuentos fortalecidos por sus agentes motivadores de que la pobreza es un problema del individuo, porque no le pone ganas para lograr las prometedoras riquezas materiales que logran el supuesto bienestar, la prosperidad y la felicidad.

Si a la carencia de sentimientos sumamos la pregonada perdida de los valore humanos, que cínicamente refieren los mismos agentes responsables de su promoción y fomento desde personalidades mediaticas, dirigentes educativos, políticos, funcionarios, intelectuales, empresarios y religiosos que cotidianamente con sus comportamientos disociados en su doble moral nos ejemplifican la verdaderas razones de su percepción del éxito y la felicidad como forma de vida ya tenemos los ingredientes que fundamentan los dogmas y fundamentalismos generadores de la violencia social con sus diferentes manifestaciones desde las guerras y la violencia auto inflingida como el suicidio, hasta la violencia intrafamiliar que hoy de acuerdo a la OMS constituyen una de las primeras causa de muerte en el grupo de población de la edad más productiva 15 a 44 años; ni que decir de las agobiantes crisis económicas y los incrementados problemas de la salud mental donde principalmente organizaciones como la Asociación Mundial de Psiquiatría coloco a la depresión como una de las principales enfermedades que prevalecerá entre la población durante esta década llegando a ser la principal causa de enfermedad al iniciar la siguiente en el 2020.

El otro elemento que nos ha caracterizado como sociedad ha sido la superficialidad en las relaciones humanas derivada del escaso compromiso y vivencia que la tecnología de la informática nos ha estado brindando desde los inicios de los noventa, con sus instrumentos en el Internet, el Messenger y las redes sociales como el Facebock, Tweeter y el Bloger nos proporciona derivando en una pobreza de la relación existencial, facilitando mas el inmediatismo en la satisfacción comunicativa llegando a sustituir esa vivencia existencial que nos provoca y convoca el encuentro personal con la consecuente gama de emociones y sentimientos que desenmascaran nuestros motivos profundos que enaltecen los deseos de relacionarnos con el otro o los otros fomentando nuestro desarrollo humano; así desde que inició este siglo XXI cuando el neoliberalismo se expande a una velocidad vertiginosa, cuando el computador y sus instrumentos ha suplantado casi en su totalidad al hombre y el consumismo se ha vuelto una necesidad, la mayoría de jóvenes reflexionan y meditan detenidamente en las actividades que realizan el fin de semana, mantienen conversaciones muy profundas sobre deporte, computadoras, autos, CD's y películas; sus compromisos sociales y afectivos están limitados a contextos intrascendentes facilitando la manipulación cognoscitiva y motivacional que fortalece la sociedad de consumo, del tener no del ser, con la consecuente pasividad que los somete y que les mantiene en el espejismo de que como “jóvenes representan el futuro” son la esperanza y no nuestro presente que al asumirlo permitiría acabar con las crisis recurrentes que por mas que buscaba no proyectar.

Así en la referida entrevista me expresaba desafortunado porque las realidades vivenciadas proyectaban un futuro para esta década sombrío y los elementos que integraban mis pensamientos concluían en que lamentablemente no sólo esta década seguiríamos en las crisis económicas sino se incrementarían las crisis existenciales donde la deshumanización con sus lacras de violencia, pobreza, hambruna y mercantilismo pueden desbordarnos en nuestro mundo y principalmente en sociedades de países en vías de desarrollo como el nuestro y me cuestionaba ¿de que ha servido el gran desarrollo científico y tecnológico alcanzado en estas décadas, si los mínimos del bienestar humano siguen alejados de la mayoría de la población en el mundo?.

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