viernes, 6 de agosto de 2010

REVOLUCIONAR LA CULTURA POLITICA

Nuestro país se encuentra inmerso en una crisis social, económica, política y cultural amenazado en su integridad por la prevaleciente conducta violenta y delictiva y la corrupción rampante que permea todas las estructuras sociales, quienes no quieran percibir esta realidad critica es porque evaden la realidad en el marco de la significativa ganancia secundaria que obtienen formando parte de esa red tejida socialmente integrada a los círculos del poder para ser beneficiaria de las prebendas contenedoras de las conductas participativas que son la base de la cultura de la libertad y la democracia en nuestra sociedad.

Cada vez hay mas periodistas, intelectuales y agentes formadores de opinión pública que nos insisten en conformarnos y tranquilizarnos concluyendo que la violencia no es nueva, no es grave, que hay otras sociedades donde si es un problema, manipulan estadísticas y hasta afirman que el numero de homicidios ha disminuido, que vivimos en una sociedad democrática donde los mexicanos participamos principalmente en las elecciones y en la vida social conforme a nuestra historia del ancestral sometimiento ante los gobernantes desde las civilizaciones antiguas hasta el siglo pasado de la modernidad post revolucionaria con sus caudillos y el régimen presidencialista con el partido hegemónico que nos impuso su dictadura; que los mexicanos siempre hemos vivido crisis económicas, que vivimos mejor que en el siglo pasado, que hoy existen mas empleos y mejor pagados, que nos alimentamos tan bien que por eso existe tanto obeso, mas familias que gozan de viviendas propias, mejor educación y a la salud, las cuales nos brindan con su fantasiosa calidad en sus servicios; que la modernidad de las comunicaciones nos ha hecho prosperar con muchos teléfonos celulares, internet computadoras y ipods que cualquiera puede tener, entre muchos otros beneficios que gozamos.

En tanto los políticos nos insisten con sus discursos perseverantes, huecos, incongruentes de su interés en mejorar nuestro bienestar, luchando por la justicia, la libertad y la democracia, interés que se diluye cuando se amenazan los beneficios del poder que disfrutan integrados a las elites gobernantes que les ha transformado sus estilos de vida, dejando sus pobrezas materiales que al estilo franciscano vivían como virtud glorificando sus discursos ideológicos, con gran mejoría en sus patrimonios, estados financieros y los viajes gozos a cargo del erario; estados inimaginables de alcanzar si vivieran de sus profesiones u oficios y mucho menos si vivieran en el marco de la medianía que promovía el ex presidente Juárez a los funcionarios públicos y al que tanto recurren en sus discursos políticos no importan si sean de izquierdas o derechas.

Nuestra cultura ha sido pervertida por la deshumanización integrada al modelo económico del libre mercado donde todo se compra, todo tiene un costo y las personas son cosificadas, tienen un valor de uso mercantil, donde los principios y valores esenciales del ser “humano” no tienen la importancia debida como guías internas de nuestras conductas y del proceso saludable de interacción con los otros. Para la mayoría lo importante es tener no el ser, no importa como, mintiendo, simulando, engañando, explotando, robando, el integrarse al consumismo irracional de las cosas, de los objetos sobre todo de aquellos que son ostentosos del patrimonio material que nos hace ver exitosos ante los demás fomentando un individualismo atroz incapaz de lograr la solidaridad que constituye la conducta mas expresiva del amor que las personas se tienen a si mismo y a los demás, de ahí que la envidia, el egoísmo y el rencor fomenten actos aberrantes ante las tragedias y los problemas de los demás constituyéndose en una de las causas de la pasividad y la escasa participación en la solución de los problemas sociales, que se jodan los otros, en tanto no me afecte a mi no es mi problema. La naturalidad con que se evaden responsabilidades como el pago de impuestos, el cuidado de los espacios públicos, la ecología, la ordinaria corrupción en todos los niveles y espacios públicos y privados, la transgresión constante de las garantías individuales y los derechos humanos y sociales constituyen algunos de los ejemplos de una sociedad donde la ilegalidad prevalece entendida como falta de respeto a las normas son una larga serie de conductas observables que nos hacen configuran un conjunto social anómico en nuestra sociedad. Estos rasgos de la anomia, establecidos conceptualmente por Émile Durkheim a finales del siglo XIX, que derivan de la falta de normas y la incapacidad de la estructura social de proveer a los individuos lo necesario para lograr las metas de la sociedad provocando que la regulación moral correspondiente sea obsoleta en su función de favorecer la solidaridad orgánica y produciendo una desinstitucionalización por la falta de valores normativos, en un abanico que va desde los usos y costumbres al extremo más grave de la falta de igualdad de oportunidades sociales para avanzar al siguiente escalón de nuevos bienes culturales, religiosos o societarios del progresivo estadio de desarrollo.

Por eso la denominada cultura política esta arraigada en el clientelismo, el corporativismo, el burocratismo, el pragmatismo y el individualismo pasivo conformista que han sido los generadores de castas de políticos que no quieren abandonar las prebendas y los beneficios que reciben de los gobernantes en turno y que cualquier amenaza a su estatus quo es reforzada por dogmas y fundamentalismos de sus ideologías revolucionarias o conservadoras por eso cualquier propuesta dirigida a la transformación de nuestra sociedad si no va acompañada de objetivos y estrategias claras dirigidas a modificar la cultura política prevaleciente estará destinada a seguir contribuyendo a la deshumanización, inhibiendo el desarrollo social y humano de nuestra cultura.

Imaginemos un proyecto político de nación que transforme la cultura política en nuestra sociedad, donde los políticos viven de sus oficios, de sus profesiones, de lo que hacen, de lo que tienen, donde su integración a cualquier puesto publico estará condicionado a cumplir rigurosamente con el perfil profesional y de experiencia en el área, limitado a un ingreso económico que le proporcione esa medianía juarista, el cual desarrollara en forma honorable, prevaleciendo el conocimiento científico sobre el interés político en sus decisiones, con el máximo desempeño profesional, creativos, innovadores, sin ningún tipo de abuso, erradicando la corrupción, con lealtad, sin autoritarismo, ejerciendo los principios y valores de la libertad y la democracia, eliminando las conductas clientelares, asistencialistas y corporativistas en el seno de su organización y de sus hábitos políticos, vigilantes de la legalidad, solidarios, sin dogmas ni oportunismos, congruentes y en donde su mayor aportación revolucionaria es el de no mentir y conformarse con las riquezas patrimoniales derivadas de su pasado abandonando las enfermizas codicias que prevalecen llevándolos a las incongruencias de sus pasados pragmáticos inherentes a la cultura perversa de la política eximida de la ética básica en sus comportamientos. Imaginemos que nuestra sociedad sale de la pasividad atroz, que todos somos participativos, solidarios, capaces de dialogar, exigir, proponer con tolerancia, respeto, prudencia, respetando la legalidad, rechazando la inmoralidad, la mentira, la simulación, toda forma de corrupción, dispuestos a competir en condiciones de equidad, enalteciendo a la política y fortaleciendo la libertad y la democracia que son los elementos esenciales para el desarrollo social.

Las sociedades que han logrado integrar una cultura política donde prevalece la libertad la democracia y la justicia social son las que actualmente tienen los mas elevados niveles de desarrollo humano, esto ha sido posible porque en su momento tuvieron que decidir iniciar el proceso histórico revolucionando sus culturas, algunas otras sociedades intentaron cambiar violentando los principios elementales de la libertad y la democracia sustentándose en dogmas, las promovieron como “revoluciones culturales” que contenían estrategias reeducativas y exterminadoras de la libertad critica que se pervirtieron provocando genocidios, luego tuvieron que ser modificadas por sus gobernantes mediante reformas mas integradas al desarrollo social y humano. También han existido dictaduras militares que han intentado exterminar la cultura del humanismo y del desarrollo democrático y libertario, que hoy enfrentan la justicia de sus pueblos y estas sociedades han decidido enfrentar el reto de lograr modificar su cultura del quehacer político, mejorando su desarrollo social. México requiere dar el paso trascendente y firme para superar la cultura política prevaleciente al servicio del poder, sus gobernantes y las elites de los partidos, sólo así serán viables los proyectos de nación transformadores y revolucionarios para nuestra patria.

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