Esta semana fallecieron dos personalidades emblemáticas de la iglesia católica en nuestra sociedad mexicana: Monseñor Aureliano Tapia Mendez y el obispo emérito de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, Samuel Ruiz García; emblemáticas por que le daban distinción al ejercicio de los principios y valores inherentes al humanismo en el cristianismo asumiendo posturas políticas encontradas; uno desde del conservadurismo de la derecha enaltecido por los apoyos de los grupos conservadores de nuestro estado en donde destaco el ejercicio de su apostolado, principalmente en las clases medias y el otro desde el progresismo de la izquierdizante teología de la liberación y con un ejercicio de su apostolado integrado a las luchas contra la injusticia de los milenariamente explotados y abusados de los hermanos indígenas chiapanecos, que le valió la represión y marginación persistente de las oligarquías del poder eclesiástico y terrenal en nuestro país hasta el momento de su muerte.
El primero el padre Tapia, inició su carrera sacerdotal en nuestro estado, y aquí mismo la ejerció durante 56 años donde impulso en diferentes formas la religión católica, pero también mostró sus facetas como historiador y cronista. Lo conocí desde su juventud, recién integrado como sacerdote de la Iglesia San Pedro Apóstol de la colonia terminal de nuestra ciudad de Monterrey, siendo yo un incipiente infante ávido de espiritualidad, fui acercado a los grupos de niños de catecismo que dirigía el padre Tapia y así fui como me integre a realizar la primera comunión, integrando orgullosamente esos valores y principios básicos universales del cristianismo, mas que por orgullo familiar por convicciones que me motivaban, que luego con el devenir de la sagrada adolescencia fueron conmocionadas con la conciente injusticia prevaleciente que impulsada por la rebeldía fueron menoscabando mi fe en la iglesia católica como institución hasta convertirme en uno mas de los fieles católicos que creía en dios pero no en las instituciones que dicen representarlo. El conocimiento posterior de la historia y la profundización de mis vivencias ideologicas en la lucha contra la injusticia me fortaleció mas mi escepticismo, a la vez que me permitió integrar prudentemente la tolerancia y el respeto a las diferentes expresiones religiosas dentro y fuera de la iglesia católica, musulmana y judía. El padre Aureliano Tapia era fraternal, solidario y bondadoso en la intimidad, aunque se distinguía por defender las conductas mas conservadoras que la iglesia exigía a sus feligreses y por su ausencia en las posturas solidarias publicas de los movimientos sociales que en nuestro estado se manifestaron demandando libertad, justicia y democracia durante el siglo pasado, lo que le generó gozar de la confianza y apoyos de todos los grupos económicos, políticos y partidistas en su misión eclesiástica. Una de sus principales acciones con las que se le recuerda fue el interceder para que se realizara la primera visita del Papa Juan Pablo II en el año 1979, incluso aquel 31 de enero él fue quien lo recibió. En la segunda visita, en 1990, el Papa concedió el nombramiento de Basílica, a la parroquia de la Purísima Concepción de Monterrey, gestionada por el padre Tapia durante años. En el curso de nuestras vidas nos reencontramos durante algunos rituales solidarios, que uno participó en las diferentes etapas evolutivas: en la iglesia La Luz, La Basílica La Purísima y en su última morada como vicario de La Iglesia de San judas Tadeo. Sin duda el mayor acercamiento personal que tuvimos fue a finales del siglo pasado en 1999 cuando nos acompaño a la comisión del Ayuntamiento de Monterrey que fue integrada por regidores y el alcalde en funciones para acudir a hermanar a nuestra ciudad con la ciudad de Belén, administrada por Palestina y con la ciudad de Monterrei, España; viaje histórico que trascendió mas por la compañía del padre Aureliano Tapia que con su jerarquía eclesiástica de Monseñor y su culto conocimiento de la historia, con sus cualidades de cronista que convirtió este viaje en una de las vivencias mas satisfactorias de nuestra existencia al integrar no sólo los satisfactores ordinarios de un viaje de esta naturaleza, con sus objetivos específicos, sino del encuentro con los mas importantes lugares sagrados, donde nos enriqueció compartiendo su fe, su conocimiento teológico y de la historia transmitiendonos las mas importantes sucesos, escenas, personajes bíblicos, batallas, manifestaciones divinas, profetas y otros acontecimientos de estos lugares santos ubicados en Jerusalén y la vía dolorosa, el santo sepulcro, el monte de los olivos, Belén con su iglesia de la natividad, Nazaret, El Río Jordán:, el Mar de Galilea, Llamado también Lago de Genesaret o Lago Tiberíades, el desierto de Judea, el mar muerto y la iglesia de Santiago Compostela ubicada en España. Fuimos beneficiarios, además, de sus relaciones por su poder eclesiástico para poder ingresar a sitos sagrados usualmente cerrados para los visitantes ordinarios “turistas”. Recuerdo anécdotas en ese viaje que hablan por si mismas de sus conductas generosas, como cuando siendo un domingo y dado que la mayoría de quienes viajábamos en ese grupo eran católicos, nos pregunto si queríamos cumplir con la misa oficiosa correspondiente y cuando la mayor parte le expreso su deseo y nos preguntamos ¿donde?, el amablemente se ofreció a gestionar en el lugar mas cercano que en ese momento correspondía a la Iglesia de Cafarnaúm, lugar santo antiguo poblado ubicado a orillas del mar de Galilea que normalmente esta cerrada para la celebración de este tipo de eventos. En tanto el sabia que algunos éramos luchadores socialistas, nos dijo amablemente “ustedes también pueden estar, dios es para todos”. De la misma forma cuando visitando el lugar santo del monte de los olivos, vedado para los turistas porque la mayoría en su afán de tener un recuerdo de los viejos y milenarios olivos, que ahí se encuentran los dañaban, fue a hablar con el prelado responsable para que nos permitieran vivenciar nuestra presencia en ese lugar histórico aconsejándonos que no tomáramos “recuerditos” ya que el se haría responsable de hacer una buena recolección y al finalizar nuestro viaje nos daría un humilde “presentito”; el cual consistió en un pequeño ramo de las olivas de esos árboles cuidadosamente ubicados en ese lugar santo adosadas a una tarjeta postal de ese lugar con un mensaje personal escrito por él. Así fueron días y horas en que compartimos su apostolado, su gusto por la historia y el ser cronista y desde luego su bonhomía y cualidades de tolerancia y respeto por la diferencia con las ideas. A pesar de ser prolífico escritor, se le atribuyen cerca de doscientas obras entre libros, ensayos, artículos, no se le conocen posturas criticas asociadas a las políticas injustas y antidemocráticas de los gobernantes, aunque personalmente coincidía con las criticas que el papa Juan Pablo II hizo en los documentos eclesiásticos contra el capitalismo deshumanizante del neoliberalismo.
Fue precisamente en la Iglesia de la Anunciación localizada en la ciudad de Nazaret, Israel donde coincidimos con el obispo emérito de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, Samuel Ruiz García Chipas quien acompañaba a un grupo de compatriotas tzotziles con sus vestimentas típicas, intercambiando saludos y experiencias por esta feliz coincidencia. Al padre Samuel Ruiz lo había conocido cuando participaba como mediador entre el gobierno federal y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y en alguna de sus misas que desarrollo en la Catedral de San Cristóbal de las Casas, Chiapas cuando tuve algunas oportunidades de visitar ese estado por mis actividades políticas durante los años noventa. Su lucha solidaria contra la opresión y la injusticia de los hermanos indígenas con sus múltiples abusos y de trato inhumano fue permanente no sólo con el ejercicio de la palabra de verdad, de justicia y de amor en su proclamación de la dignidad que tienen los hijos y las hijas de dios, sino con participación solidaria en la protesta pública y en la gestión ante los funcionarios políticos responsables, lo que le genero las típicas conductas represoras y coercitivas de los caciques y gobernantes de esta región mexicana que por muchas décadas soporto, siendo hasta obligado a trasladarse a la ciudad de Querétaro, desde donde vivía hace mas de once años. El obispo Vera López de Saltillo quien fue su coadjutor en San Cristóbal de las Casas sintetiza la perdida de este gran humanista al expresar “Con su muerte la Iglesia pierde un punto de referencia y la sociedad una figura de orden moral y de responsabilidad ética, que ejerció su misión desde una Iglesia al servicio del mundo, no de una Iglesia al servicio de sí misma, que se protege, guarda silencio y hace arreglos con el poder. Fue un hombre libre”.
Su perseverancia en esta lucha solidaria genero una conciencia mucho mayor sobre el problema de los pueblos indígenas, y dio su ayuda para que lo que pudo ser una guerra prolongada se resolviera por la vía pacífica, aunque sus esfuerzos fueron sistemáticamente obstaculizados por las oligarquías gobernantes y eclesiásticas aliadas por siglos con los intereses de los caciques de la región, quienes lo hicieron objeto de injurias y calumnias, de innumerables persecuciones, de vituperios, de insultos y de amenazas, aunque como buenos católicos hoy se desgarren las vestiduras emitiendo comunicados lamentando el deceso del obispo y reconociendo su labor por los pueblos indígenas, aunque en el pasado eran actores y cómplices de esas conductas represoras contra el Padre Samuel Ruiz. Es una pérdida irreparable no sólo para la Iglesia católica y la humanidad, su humildad y su grandeza humana fue el camino que nos ejemplifico para fomentar la participación en las organizaciones de fraternidad y con su sabiduría de la vida, con su testimonio de fe, con su amor por la familia humana, nos deja el mensaje contundente de tener que luchar, tener que ser valientes, que no decaiga nunca nuestra fortaleza, que no nos venza nunca el desánimo tratemos de ser congruentes, consistentes y coherentes y muy callados en los logros porque la mejor herencia que padres como Samuel nos dejan es la esperanza en un mundo diferente, en un México justo, en un México en el que reine la paz.
El primero el padre Tapia, inició su carrera sacerdotal en nuestro estado, y aquí mismo la ejerció durante 56 años donde impulso en diferentes formas la religión católica, pero también mostró sus facetas como historiador y cronista. Lo conocí desde su juventud, recién integrado como sacerdote de la Iglesia San Pedro Apóstol de la colonia terminal de nuestra ciudad de Monterrey, siendo yo un incipiente infante ávido de espiritualidad, fui acercado a los grupos de niños de catecismo que dirigía el padre Tapia y así fui como me integre a realizar la primera comunión, integrando orgullosamente esos valores y principios básicos universales del cristianismo, mas que por orgullo familiar por convicciones que me motivaban, que luego con el devenir de la sagrada adolescencia fueron conmocionadas con la conciente injusticia prevaleciente que impulsada por la rebeldía fueron menoscabando mi fe en la iglesia católica como institución hasta convertirme en uno mas de los fieles católicos que creía en dios pero no en las instituciones que dicen representarlo. El conocimiento posterior de la historia y la profundización de mis vivencias ideologicas en la lucha contra la injusticia me fortaleció mas mi escepticismo, a la vez que me permitió integrar prudentemente la tolerancia y el respeto a las diferentes expresiones religiosas dentro y fuera de la iglesia católica, musulmana y judía. El padre Aureliano Tapia era fraternal, solidario y bondadoso en la intimidad, aunque se distinguía por defender las conductas mas conservadoras que la iglesia exigía a sus feligreses y por su ausencia en las posturas solidarias publicas de los movimientos sociales que en nuestro estado se manifestaron demandando libertad, justicia y democracia durante el siglo pasado, lo que le generó gozar de la confianza y apoyos de todos los grupos económicos, políticos y partidistas en su misión eclesiástica. Una de sus principales acciones con las que se le recuerda fue el interceder para que se realizara la primera visita del Papa Juan Pablo II en el año 1979, incluso aquel 31 de enero él fue quien lo recibió. En la segunda visita, en 1990, el Papa concedió el nombramiento de Basílica, a la parroquia de la Purísima Concepción de Monterrey, gestionada por el padre Tapia durante años. En el curso de nuestras vidas nos reencontramos durante algunos rituales solidarios, que uno participó en las diferentes etapas evolutivas: en la iglesia La Luz, La Basílica La Purísima y en su última morada como vicario de La Iglesia de San judas Tadeo. Sin duda el mayor acercamiento personal que tuvimos fue a finales del siglo pasado en 1999 cuando nos acompaño a la comisión del Ayuntamiento de Monterrey que fue integrada por regidores y el alcalde en funciones para acudir a hermanar a nuestra ciudad con la ciudad de Belén, administrada por Palestina y con la ciudad de Monterrei, España; viaje histórico que trascendió mas por la compañía del padre Aureliano Tapia que con su jerarquía eclesiástica de Monseñor y su culto conocimiento de la historia, con sus cualidades de cronista que convirtió este viaje en una de las vivencias mas satisfactorias de nuestra existencia al integrar no sólo los satisfactores ordinarios de un viaje de esta naturaleza, con sus objetivos específicos, sino del encuentro con los mas importantes lugares sagrados, donde nos enriqueció compartiendo su fe, su conocimiento teológico y de la historia transmitiendonos las mas importantes sucesos, escenas, personajes bíblicos, batallas, manifestaciones divinas, profetas y otros acontecimientos de estos lugares santos ubicados en Jerusalén y la vía dolorosa, el santo sepulcro, el monte de los olivos, Belén con su iglesia de la natividad, Nazaret, El Río Jordán:, el Mar de Galilea, Llamado también Lago de Genesaret o Lago Tiberíades, el desierto de Judea, el mar muerto y la iglesia de Santiago Compostela ubicada en España. Fuimos beneficiarios, además, de sus relaciones por su poder eclesiástico para poder ingresar a sitos sagrados usualmente cerrados para los visitantes ordinarios “turistas”. Recuerdo anécdotas en ese viaje que hablan por si mismas de sus conductas generosas, como cuando siendo un domingo y dado que la mayoría de quienes viajábamos en ese grupo eran católicos, nos pregunto si queríamos cumplir con la misa oficiosa correspondiente y cuando la mayor parte le expreso su deseo y nos preguntamos ¿donde?, el amablemente se ofreció a gestionar en el lugar mas cercano que en ese momento correspondía a la Iglesia de Cafarnaúm, lugar santo antiguo poblado ubicado a orillas del mar de Galilea que normalmente esta cerrada para la celebración de este tipo de eventos. En tanto el sabia que algunos éramos luchadores socialistas, nos dijo amablemente “ustedes también pueden estar, dios es para todos”. De la misma forma cuando visitando el lugar santo del monte de los olivos, vedado para los turistas porque la mayoría en su afán de tener un recuerdo de los viejos y milenarios olivos, que ahí se encuentran los dañaban, fue a hablar con el prelado responsable para que nos permitieran vivenciar nuestra presencia en ese lugar histórico aconsejándonos que no tomáramos “recuerditos” ya que el se haría responsable de hacer una buena recolección y al finalizar nuestro viaje nos daría un humilde “presentito”; el cual consistió en un pequeño ramo de las olivas de esos árboles cuidadosamente ubicados en ese lugar santo adosadas a una tarjeta postal de ese lugar con un mensaje personal escrito por él. Así fueron días y horas en que compartimos su apostolado, su gusto por la historia y el ser cronista y desde luego su bonhomía y cualidades de tolerancia y respeto por la diferencia con las ideas. A pesar de ser prolífico escritor, se le atribuyen cerca de doscientas obras entre libros, ensayos, artículos, no se le conocen posturas criticas asociadas a las políticas injustas y antidemocráticas de los gobernantes, aunque personalmente coincidía con las criticas que el papa Juan Pablo II hizo en los documentos eclesiásticos contra el capitalismo deshumanizante del neoliberalismo.
Fue precisamente en la Iglesia de la Anunciación localizada en la ciudad de Nazaret, Israel donde coincidimos con el obispo emérito de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, Samuel Ruiz García Chipas quien acompañaba a un grupo de compatriotas tzotziles con sus vestimentas típicas, intercambiando saludos y experiencias por esta feliz coincidencia. Al padre Samuel Ruiz lo había conocido cuando participaba como mediador entre el gobierno federal y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y en alguna de sus misas que desarrollo en la Catedral de San Cristóbal de las Casas, Chiapas cuando tuve algunas oportunidades de visitar ese estado por mis actividades políticas durante los años noventa. Su lucha solidaria contra la opresión y la injusticia de los hermanos indígenas con sus múltiples abusos y de trato inhumano fue permanente no sólo con el ejercicio de la palabra de verdad, de justicia y de amor en su proclamación de la dignidad que tienen los hijos y las hijas de dios, sino con participación solidaria en la protesta pública y en la gestión ante los funcionarios políticos responsables, lo que le genero las típicas conductas represoras y coercitivas de los caciques y gobernantes de esta región mexicana que por muchas décadas soporto, siendo hasta obligado a trasladarse a la ciudad de Querétaro, desde donde vivía hace mas de once años. El obispo Vera López de Saltillo quien fue su coadjutor en San Cristóbal de las Casas sintetiza la perdida de este gran humanista al expresar “Con su muerte la Iglesia pierde un punto de referencia y la sociedad una figura de orden moral y de responsabilidad ética, que ejerció su misión desde una Iglesia al servicio del mundo, no de una Iglesia al servicio de sí misma, que se protege, guarda silencio y hace arreglos con el poder. Fue un hombre libre”.
Su perseverancia en esta lucha solidaria genero una conciencia mucho mayor sobre el problema de los pueblos indígenas, y dio su ayuda para que lo que pudo ser una guerra prolongada se resolviera por la vía pacífica, aunque sus esfuerzos fueron sistemáticamente obstaculizados por las oligarquías gobernantes y eclesiásticas aliadas por siglos con los intereses de los caciques de la región, quienes lo hicieron objeto de injurias y calumnias, de innumerables persecuciones, de vituperios, de insultos y de amenazas, aunque como buenos católicos hoy se desgarren las vestiduras emitiendo comunicados lamentando el deceso del obispo y reconociendo su labor por los pueblos indígenas, aunque en el pasado eran actores y cómplices de esas conductas represoras contra el Padre Samuel Ruiz. Es una pérdida irreparable no sólo para la Iglesia católica y la humanidad, su humildad y su grandeza humana fue el camino que nos ejemplifico para fomentar la participación en las organizaciones de fraternidad y con su sabiduría de la vida, con su testimonio de fe, con su amor por la familia humana, nos deja el mensaje contundente de tener que luchar, tener que ser valientes, que no decaiga nunca nuestra fortaleza, que no nos venza nunca el desánimo tratemos de ser congruentes, consistentes y coherentes y muy callados en los logros porque la mejor herencia que padres como Samuel nos dejan es la esperanza en un mundo diferente, en un México justo, en un México en el que reine la paz.
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