viernes, 11 de noviembre de 2011

LO MEJOR QUE PUDIERA SUCEDERLE AL PRD

El PRD esta infestado por los virus del pragmatismo y el sectarismo con sus lacras de conductas políticas clientelares, corruptas y el oportunismo de sus principales dirigentes que cínicamente desdeñan la ética y la legalidad del quehacer político, justificándose en el mas abyecto discurso con contenidos doctrinarios dogmáticos. Tiene además una mayoría de militantes desideologizados de los referentes programáticos políticos integrados en sus documentos básicos y el estatuto, que deberían enmarcar la lucha ideológica transformadora y revolucionaria de nuestra patria que la mayoría de la izquierda militante decidimos enarbolar desde mediados del siglo pasado para lograr la construcción de una sociedad plenamente democrática, humanista, con libertad, justicia en condiciones de equidad, tolerante y plural.
La mayoría de los dirigentes están en la lógica de la corrupta cultura política que heredaron los partidos de los regimenes priíanistas, del tener no del ser, del servirse de su función no del servir con su función, de vivir de la política y no del vivir para la política, del rechazar el enriquecimiento ignominioso para vivir en la medianía, rechazando ademas los placeres dispendiosos de la burguesía que decían combatir al aceptar prebendas miserables para satisfacer sus mezquinos intereses personales; sumemos los aberrantes dogmatismos y sectarismos que los partidos de izquierda portaban y tenemos las raíces de la mayor parte de las desviaciones y perversiones que padecemos. Esos dirigentes han abandonado su dignidad siendo incongruentes con la riqueza ideológica y los valores y principios que los grandes luchadores de la izquierda en el mundo y en nuestra patria nos han heredado en sus bregar revolucionario, que para mi están muy bien ejemplificados en America por Ernesto “Che” Guevara y Salvador Allende, no sólo por que fueron colegas médicos sino porque tuvieron esa ejemplar conducta revolucionaria que trascendió por su honestidad, su congruencia, su integridad y su gran lealtad a los ideales y principios políticos que enarbolaron para acabar con los gobiernos déspotas, autoritarios, antidemocráticos, corruptos, injustos y explotadores del ser humano. En México, esta congruencia e integridad estuvo muy bien representada por políticos, de los mas recientes, como Valentín Campa y Heberto Castillo, que nunca se doblegaron en sus bregar en las luchas de los movimientos sociales y electorales y no fueron corrompidos u acotados por el empoderamiento político, ni mucho menos sus intereses personales o familiares los llevaron a integrar un patrimonio ostentoso y el uso de recursos dispendiosos, que hoy algunos destacados dirigentes de nuestros partidos “revolucionarios de izquierda”, como el nuestro el PRD, hacen gala y siguen con voracidad tratando de incrementar estos perversos satisfactores, cuyas desviaciones nos han costado la dispersión de la unidad política necesaria para que la izquierda llegue al poder y sea capaz de gobernar con el proyecto político que sea capaz de transformar a nuestra patria. Sí, porqué finalmente eso es lo que buscan cuando tratándose de elecciones, sus intereses mezquinos giran en torno a quedarse con las miserables posiciones plurinominales, los puestos como funcionarios públicos, aun al interior del partido, no perder la prebendas, seguir con sus nefastas capacidades de gestoría con las redes de funcionarios públicos que los corrompen, mantener sus clientelas en sus territorios, reproducir los estilos de gobierno a modo del régimen, integrarse a sus redes de corrupción, reduciendo su trabajo político el circulo virtuoso de la cooptación-desideologización de sus grupos y de sus personas, al modo que a las oligarquías les satisface para seguir disfrutando de la depredación de nuestra sociedad. Más lastimoso es verlos desaforadamente luchando por no menoscabar sus patrimonios e ingresos financieros que les ha dado el disfrute de un nivel de vida incapaz de mantener con ingresos dignos derivados de sus oficios, como cualquier mexicano. No les interesa ni en lo mas mínimo ser o construir la democracia participativa al interior ni al exterior del partido, porque se inocularía el antídoto que vigorosamente acabaría con los virus que he señalado como infestador de la política partidista, no sólo en el PRD sino en todos los partidos que existen en México.
Cuando el régimen priísta abrió la posibilidad de que la izquierda llegara al poder por la vía electoral, supo envenenar esta manzana con las pócimas del corrupto dinero, que les fluiría en sus instituciones públicas y sus “gestorías”, que sabía muy bien sedarían las pretensiones revolucionarias hasta de los lideres mas radicales, quienes no tardaron en transmutarse de la pobreza franciscana que ostentaban al elitismo burgués con sus glorias del placer dispendioso en los diferentes ámbitos de la vida (alimentos. bebidas, vinos, vestuario, vivienda, viajes, autos, joyas, entretenimiento, etc…), por mas que algunos trataron de simular no haberse transmutado, hoy es imposible de ocultarlas, mas si sus patrimonios derivan de ingresos que han sido “legalmente” otorgados a través de los presupuestos públicos que ellos han aprobado para su disfrute como alcaldes, gobernadores, diputados, senadores u otros puestos como funcionarios públicos y el de sus instituciones, en estas últimas donde ni se inmutan cuando se les cuestiona el prevaleciente nepotismo y la opacidad con que impunemente las administran.
Todo esto viene al caso por lo que nuevamente ha sucedido en nuestro principal partido de izquierda en México, el PRD, que ha sido incapaz de realizar un ejemplar proceso democrático para elegir sus principales organismos de dirección a nivel nacional y en los estados, donde sus principales dirigentes de todas las corrientes, por complicidad u omisión en todas las etapas de un proceso democrático de esta magnitud, son responsables del resultado: fueron un cochinero, prevalecieron la suciedad y la transgresión a la legalidad con sus conductas y anomalías hasta en el día de las votaciones, donde no pudieron superar las prácticas de otros años y otras votaciones, y en algunos casos terminaron por incurrir en la no instalación de casillas, el robo de papelería y quema de urnas, pago o cambio de votos por despensas, acarreo de militantes, hasta en vehículos oficiales, relleno de urnas, agresiones y rasurado del padrón.
Ha sido muy lamentable que ni siquiera como partido que enarbolamos la cultura democrática a 21 años de su fundacion, no logremos la plena democracia interna y continuemos infestados por la cultura de la política que el priísmo generó en su régimen autoritario, que el panismo le ha dado continuidad para la complacencia de las oligarquías que nos gobiernan. Han sido los grandes males que las denominadas corrientes han generado, y seguirán generando, en tanto no logren reducirse a su función ideológica y sigan comportándose como vulgares pragmáticos al acecho sólo de los votos y posiciones no importa como. La estrategia mas ignominiosa y nauseabunda es la que prevalece en los órganos de dirección masivos como el Congreso y el Consejo Nacional cuando se trata de votaciones para la selección de candidatos, donde los dirigentes llegan a exhibir a sus grupos como rebaños para lograr acuerdos mutuos, o en los arreglos que sus cúpulas negocian, suspendiendo y haciendo esperar a los asambleistas, importándoles un bledo y ya planchados los acuerdos que les de las anheladas posiciones, transmitiendo la línea a sus huestes perdiéndose todo dignidad como personas políticas.
Los órganos garantes de la ética y la legalidad que deberían ser autónomos y estar integrados por personalidades integras, profesionales, honestas y sin pertenencia a corrientes resulta que son consensados por las corrientes mayoritarias que en sus acuerdos cupulares los conforman derivando no sólo en organismos carentes de imparcialidad, equidad y justicia en sus actos sino del desempeño técnico profesional eficiente y eficaz de los procesos administrativos como debe ser el papel de la Comisión Nacional Electoral en estas elecciones internas o el de la impartición de justicia al interior de la Comisión Nacional de Garantías, de tal forma que todos los actos solicitados de justicia y de respeto por las normas estatutarias son negociados en los hechos por los dirigentes de las corrientes, manejando discrecionalmente las sanciones, que con cinismo adulan su frase “acuerdo mata estatuto”.
Por eso cuando se trata de elegir los candidatos para las elecciones internas o externas no prevalece el interés genuino del desarrollo institucional partidista donde arraigue el mejor desempeño político profesional para lograr que trascienda el partido, lo cual sólo será resultado de propuestas de candidatos donde estén representadas las mejores personalidades de militantes, con o sin corriente, de ciudadanos de diferentes procedencias sociales y pensamientos, trabajadores destacados, estudiantes destacados, maestros, académicos, trabajadores de las artes, dirigentes de sectores económicos, profesionales, educativos, culturales y no sólo de los dirigentes, activistas de base o sociales tradicionales pertenecientes a sus grupos donde no les interesa ni siquiera que superen el analfabetismo escolar o funcional que padecen, ni mucho menos la superación de las evidentes deficiencias en sus habilidades cognoscitivas que generan los malos procesos educativos y ni que decir la ausente o deficiente educación política que les mantiene como carencia el partido y sus corrientes.

El PRD sin duda es un gran partido que no merece el comportamiento deshonroso de sus dirigentes y militantes lo menos que le debe suceder es que a sus grandes males tengamos grandes remedios y bien pudiera ser que de no lograr su anhelada refundación a mediano plazo, por los intereses nefastos que prevalecen en sus corrientes, se convierta en la base constitutiva del necesario partido frentista de izquierda que logre sumar a todas las organizaciones y partidos políticos de izquierda dispuestos a terminar con la anticultura de la política heredada de los regimenes priístas donde el eje central sea la democracia participativa con el respeto incondicional a la ética y la legalidad política como parte del programa político que logre la transformación social por la que hemos venido luchando desde el siglo pasado.

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